Oaxaca de Juárez: la campaña sucia es innecesaria

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+ Oaxaca, balanza electoral total

 

Si otro fuera el escenario, la elección de Presidente Municipal en Oaxaca de Juárez estaría resuelta a favor del candidato de la Coalición Unidos por el Desarrollo. El problema es que el conjunto de factores que se han dado en estos últimos meses refleja un escenario inédito, en el que la coalición gobernante perdió el capital político que tenía, y en el que, al mismo tiempo, el partido derrotado parece tener buen ánimo para poder remontar el resultado. Sólo en este escenario puede inscribirse la campaña sucia que manos oscuras han tratado de hacer permear, en medio de una campaña en la que esos artilugios parecen innecesarios.

En efecto, si fuera únicamente por números, la elección estaría resuelta. Si tomamos como referente la holgada victoria que consiguió en 2010 las entonces Coalición por la Paz y el Progreso en el municipio de Oaxaca de Juárez, y el lejano segundo lugar que tuvo el PRI, podríamos afirmar que sería imposible que en sólo tres años el partido tricolor multiplicara su margen de votación y que, al mismo tiempo, la Coalición perdiera adeptos. Esto parece poco creíble, pero posiblemente sí esté ocurriendo. Pero vayamos por partes.

En 2010 la Coalición ganó la capital oaxaqueña con más de 20 mil votos de ventaja sobre el PRI. Numéricamente, se supone que esas fueron personas convencidas en el proyecto, que votaron por Luis Ugartechea, y que durante los siguientes tres años fueron simpatizantes del gobierno y por ende votantes “cautivos” del conjunto de partidos que están en el poder. Del mismo modo, es claro que aunque el PRI perdió los comicios, éste obtuvo un margen importante de votación que, en el mejor de los casos, podría no haber decrecido.

Es decir, que ese hubiese sido el “voto duro” del PRI en la capital. Esos son alrededor de cuarenta mil votos que se obtuvieron en los recientes comicios, pero que fueron insuficientes ante los más de sesenta mil que obtuvo la coalición gobernante. En un escenario plano, la elección estaría resuelta por esa sola razón: si cada fuerza hubiera podido mantener su solo “voto duro” entonces no habría competencia y la elección tendría que ser un día de campo para la coalición Unidos por el Progreso. Lo cierto es que esto no es así, y ahí es donde se abre lo novedoso de este escenario, y se explica también el inicio de las campañas sucias.

Y es que si algo fue plano en este trienio, fue el gobierno de Ugartechea. Éste, a pesar de las grandes expectativas que generó como gobernante, no tuvo claro cómo poder concluir alguno de sus proyectos. En estos dos años y medio lo único que ha hecho es administrar los problemas de la ciudad y tratar de sortear los problemas que se le han presentado. Aunque aseguraba tener soluciones prácticas y probadas para los principales problemas de la Ciudad, lo cierto es que hizo un gobierno a medias que no pudo asumir ningún liderazgo y que hizo todo a medias.

A esto se suma la crisis que generó al interior de la Coalición la lucha interna del PAN por la definición de su candidato. El régimen no tenía entre sus escenarios que Reyes Cervantes fuera el candidato. Este emergió del choque entre Ugartechea y el gobierno estatal, y por la combinación de factores que por casualidad empoderaron al panismo duro en el Comité Ejecutivo Nacional de ese partido.

¿Qué generó eso? Que si Ugartechea no había sido capaz de mantener cautivos a los votantes que lo prefirieron a él, el Plan B tendría que ser la postulación de un candidato fuerte y consensado al interior de la Coalición, que fuera a buscar el voto con el aval real y el apoyo de todos los partidos; que tuviera además, la venia y los elementos que aporta el régimen gobernante; y que tuviera una capacidad propia para generar su propia franja de votantes. Mucho de esto se habría logrado con un candidato de consenso.

El problema es que Ugartechea se envalentonó, exigió que se respetara su derecho a decir el nombre del candidato de su partido, y finalmente se impuso en una puja que se decidió desde la Ciudad de México. ¿El resultado? Que el consenso requerido se convirtió en una decisión de fuerza, y que finalmente el candidato de Ugartechea va respaldado a fuerzas por el régimen, pero sin el posicionamiento y el margen de maniobra que sí le habría dado una “bendición” política expresa del grupo gobernante.

 

¿CAMPAÑA, DE QUÉ?

Si de por sí existen elementos que hacen a esta campaña inédita, todo se clarifica cuando se ve al tipo de votantes que tendremos en 2013. Y es que nunca como ahora los electores tienen posibilidades de tener opciones, y las conocen. Excepto por el PRD solo, Oaxaca de Juárez ha sido ya gobernada por Munícipes emanados de todos los partidos políticos. Si ese es un elemento determinante, lo es mucho más que hoy los electores citadinos tienen claro que aún siendo gobernada la ciudad y el Estado por la misma coalición, Oaxaca de Juárez no pudo superar ninguno de los problemas que la aquejaban. Ahí es donde está el quid de esta elección.

Esto porque seguramente ahora sí debe haber un proyecto de gobierno en cada uno de los candidatos, independientemente de que éstos externen o no exactamente qué van a hacer para enfrentar cada uno de los problemas que se presentan en la ciudad. Es cierto que en Oaxaca de Juárez hay márgenes de votantes que se siguen manejando a través del régimen de la dádiva o la despensa; pero también lo es que hay muchos que más que nunca tienen claro qué problemas existen y qué plantea cada candidato para resolverlo.

Por eso, en dicho contexto no cabe la guerra sucia. Para bien o para mal, la ciudadanía tiene largo tiempo de saber quién es y qué busca el candidato del Revolucionario Institucional. En contraparte, no se puede decir lo mismo del abanderado de la Coalición, que independientemente del grupo político que lo respalda, la ciudadanía no tiene referencias claras de quién es y qué busca en Oaxaca de Juárez. Al final, ¿qué hace la guerra sucia? Sólo ahuyentar al votante que no está decidido. Y quién sabe si ese escenario favorezca más a los que gobiernan, o a quienes están tratando de capitalizar el desencanto en la coalición gobernante. Pronto lo sabremos.

 

GOLPES BAJOS

En ese contexto se dio la “filtración” de un supuesto depósito bancario hecho desde el grupo gobernante al regidor Mario Mendoza Flores. La especie era tan débil que horas más tarde apareció otro, idéntico, pero denostando a Paco Reyes y Omar Heredia Mariche. Son las bendiciones del Photoshop. No parece más. 

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