+ Urge rescatar Registro Civil, y el de la Propiedad
Sobre los dos principales servicios registrales que ofrece el Gobierno del Estado, existen señalamientos plenamente fundados respecto al robo de libros y documentos, que además de constituir en sí mismos un importante quebranto para la legalidad y la certidumbre jurídica en la entidad, pueden ser también el punto de referencia para la comisión de otros actos ilícitos que afectan a las personas. Lo más grave es que esos señalamientos son públicos y conocidos, y a pesar de ello es poco lo que las autoridades han podido hacer para frenar la corrupción, y para esclarecer esos hechos que lastiman a toda la sociedad.
En efecto, el caso del “edil resucitado” Leninguer Carballido no sólo puso en evidencia, sino que reiteró una constante de corrupción que ahoga a los servicios registrales en la entidad. Como bien se sabe, ese individuo evadió la acción de la justicia a través de un acta de defunción, en la que se certificaba su muerte. Y es que para la ley penal, una de las principales causas por las que se extingue la acción penal se da cuando el sujeto activo del delito (es decir, quien lo comete) muere. Por eso, Carballido consiguió escabullirse del delito por el que se le procesaba (violación tumultuaria), debido a que se probó con un documento oficial (con datos falsos) que éste había dejado de existir.
Una de las preguntas plenamente vigentes en este caso, radica en cómo consiguió dicho documento y, sobre todo, en cómo han operado esas redes de corrupción institucional que no sólo son capaces de conseguir un documento clonado, sino que también pueden “legalizar” hechos que nunca ocurrieron, y dar fe sobre el origen y la situación jurídica de bienes y personas que en realidad no gozan del legítimo derecho que concede la ley.
Y es que así como en Oaxaca es sabido públicamente que han ocurrido hechos como el del Edil resucitado, o el del robo de formatos de actas de nacimiento, e incluso la sustracción de libros de los archivos del Registro Público de la Propiedad, también es bien sabido que en diversas regiones de la entidad los oficiales del Registro Civil pueden vender actas de nacimiento lo mismo a personas que pretenden “obviar” trámites relacionados con la corrección de sus registros originales, que a personas que se encuentran ilegalmente en el país y pretenden “legalizarse” de esa forma, o incluso a quienes —por razones similares a las de Leninguer Carballido— pretenden cambiar de identidad.
En casos como esos, es claro que no sólo es necesario señalar frontalmente a quienes cometen esos actos de corrupción, sino también a los funcionarios e instituciones que hasta ahora, por negligentes y por faltos de determinación, no han sido capaces de frenar este tipo de cuestiones que lastiman a toda la ciudadanía, y que demuestran la fragilidad que prevalece —y que el Estado permite y tolera— en relación a la seguridad y certeza jurídica en rubros tan sensibles (para las personas, para la economía y para quienes buscan seguridad en sus bienes) como el registral.
Por esa misma razón, debería ser un tema de primera prioridad para el Gobierno del Estado, llevar a cabo un proceso integral de rescate de los servicios registrales de la entidad. Tanto en el Registro Civil, como en el Registro Público de la Propiedad y del Comercio, es apremiante que el gobierno deje de verlos como meras oficinas burocráticas, como medios para incrementar la recaudación, e incluso como cargas para el fisco, y asuman la necesidad y los beneficios de tener servicios registrales confiables, que brinden certeza, que sean ágiles y que cuenten con la tecnología que es necesaria.
SERVICIOS OBSOLETOS
En el caso del Registro Civil hay cierto grado de avance que en ningún sentido puede ser digno de presumir en el ámbito nacional. Ahí, los registros de personas se realizan sólo con el aval de la presunción de la buena fe en lo que declaran, quienes participan en esos actos de la vida civil. En el caso de los registros, la mayoría de éstos se levantan sólo con las aseveraciones de los participantes. Pero no existen mecanismos de seguridad —que sí podrían implementarse— que brinden algún tipo de certeza sobre lo que se declara y sobre las personas que participan en ellos.
Y es que, sin ninguna razón aparente, en Oaxaca hay miles de personas que tienen, por ejemplo, dos registros de nacimiento distintos. ¿Por qué lo hacen? Porque, en una de las vertientes, la corrección de los registros sólo puede conseguirse después de un enredo legal y burocrático infinito, que termina desalentando a muchos para terminar optando por la corrupción. Pero también porque, en el otro extremo, siempre hay personas y funcionarios dispuestos a facilitar esa corrupción, que sin ningún problema puede darse hasta en las oficialías más cercanas a la capital oaxaqueña.
El caso del Registro Público de la Propiedad es tanto o más grave. Pues por años éste funcionó con la corrupción y la dádiva como formas institucionalizadas de hacer que ese Registro funcionara. Y hoy, aunque se han hecho esfuerzos para terminar con la corrupción, esa dependencia se enfrenta al nada sencillo problema del olvido oficial, que ha impedido que ahí se hagan las inversiones (en recursos económicos, y en personal capaz, dispuesto y profesional) para brindar los servicios que la ciudadanía requiere.
La necesidad, en ese caso, es igual de apremiante. Pues por ejemplo, con los libros de registros que están perdidos, todos los bienes inmuebles ahí registrados se encuentran en la total incertidumbre jurídica. Con la corrupción, se legalizaron incontables bienes y situaciones que no tenían por qué contar con el aval del Estado. Y con el olvido y la falta de modernización se ahuyentan las inversiones de quienes ven en los servicios registrales de la entidad a otra maraña burocrática que, entre los atrasos y los coqueteos con la corrupción por parte de algunos funcionarios, le dan la peor cara de presentación a la entidad, y terminan realizando sus inversiones en otras entidades, en las que no existen los problemas que aquí en Oaxaca son tan cotidianos que ya ni siquiera nos sorprenden.
CON MUCHOS PADRES…
Bien dice el refranero que toda victoria está llena de padres, pero que la derrota es siempre huérfana. Eso pasa con la investigación de TIEMPO sobre el Candidato Resucitado. Hoy muchos se sienten “padres” de esa revelación. Pero lo cierto es que eso fue producto de la investigación y el agudo sentido periodístico de nuestros compañeros reporteros. Nada más.