Congreso de Oaxaca: hoy la improvisación gana

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+ Los diputados, como simples merolicos

La sesión del pasado martes, en la que la LXII Legislatura del Estado “discutió” y aprobó la reforma constitucional federal en materia de energéticos, pintó de cuerpo entero la improvisación y la falta de oficio de todos los que integran esa Legislatura. Es lamentable que hoy, los legisladores locales no sólo no demuestren capacidad para cumplir su labor, sino que tampoco tengan noción de que el trabajo legislativo y político debe estar también determinado por la ética y la dignidad, que ellos aún no parecen ver.
En efecto, la sesión extraordinaria para discutir la reforma energética fue citada para las 18 horas del pasado martes. De entrada la sesión legislativa inició casi con una hora de retraso, y desde el momento en que inició arrancaron también las protestas de integrantes del Movimiento de Regeneración Nacional, que a gritos e insultos trataban de impedir que se llevara a cabo la discusión y aprobación de la reforma en cuestión.
Los trabajos legislativos iniciaron, aunque sólo para que el improvisado presidente de la Mesa Directiva, Jesús López Rodríguez, dispusiera que la remisión del Congreso de la Unión que daba cuenta de la reforma constitucional, sería turnada a la Comisión de Estudios Constitucionales y ésta emitiera, en sólo 20 minutos, el dictamen respectivo para que fuera conocido y, en su caso, aprobado por el Pleno.
Los 20 minutos mandatados se convirtieron en casi una hora. Pero cuando reinició la sesión a los diputados les fueron entregados sendos sobres con copias fotostáticas del dictamen elaborado y firmado por cuatro de los cinco integrantes de la Comisión respectiva. La Mesa Directiva anunció que abriría un espacio para que alguno de los integrantes de la Comisión de Estudios Constitucionales subiera a tribuna a ofrecer detalles de lo dictaminado. Ante el silencio, Jesús López pidió la dispensa de la lectura del documento y antes de proceder a la votación, abrió la tribuna para que diputados hicieran posicionamientos respecto a la reforma.
Por parte de PAN y PRI, no hubo una sola participación. No fue así, primero, porque ninguno de los legisladores de dichos partidos se iban a arriesgar a ser abucheados por los agresivos integrantes de Morena que a gritos intentaban inhibir la sesión extraordinaria. Los que sí pidieron la palabra fueron todos los integrantes de la bancada del PRD, el Diputado del PT (a quien señalaban de haber introducido a los manifestantes al Pleno), y el Legislador del PUP. Todos exaltaron el nacionalismo petrolero e intentaron quedar bien con los manifestantes, quienes tachaban a todos los demás de traidores. A pesar de ello, nadie pudo conseguir que el sentido de la votación cambiara.
Luego vino lo peor. El enorme grado de improvisación y de desconocimiento jurídico y de la práctica parlamentaria del diputado López Rodríguez (y de todos los que, de facto y de jure lo asesoran desde la Oficialía Mayor), llevó a que éste pusiera a consideración del pleno un asunto nada menos que de naturaleza constitucional: influenciado por el hecho simple de no saber qué hacer, pidió que los diputados votaran para decidir si para la aprobación de la reforma era necesaria una mayoría absoluta o una calificada. Ese cuestionamiento estéril implica varios yerros juntos.
Primero, porque la Constitución de la República no establece que las Legislaturas estatales deban aprobar una reforma constitucional federal con una mayoría distinta a la simple. Y segundo, porque ya metidos en ese embrollo, era jurídicamente insostenible la posición del diputado Rodríguez y sus asesores, de someter a votación un tema que está perfectamente claro en la Constitución y que además no admite posiciones por parte de particulares, incluso siendo diputados. Esto, por el falso dilema de la mayoría absoluta o calificada. Pues en realidad ninguna de las dos era necesaria en razón de lo dicho en líneas anteriores.
Sin embargo lo que pasó fue distinto: todos los diputados admitieron que ese asunto se sometiera a votación (incluso los del PRI y PAN, que sabían de su mayoría absoluta de 28 votos, pero que claramente desconocen la ley y la infringen de una forma abominable), y sólo cuando ganó la posición de la mayoría absoluta todos estuvieron dispuestos a votar.

INDIGNIDAD Y DESCONOCIMIENTO
Mientras se daban esas discusiones, el coordinador de los diputados del PRI, y presidente de la Jucopo, Alejandro Avilés, perdía todas las formas posibles del decoro y del respeto a los demás diputados, y se dedicaba a hacer señas, como porrista, a sus correligionarios y a los diputados panistas, para que éstos votaran o dejaran de hacerlo según fuera la conveniencia. Olvidó que hasta para eso existen formas, y prefirió la más burda para hacer valer su papel de coordinador de su bancada, y jefe de facto de la mitad de los panistas, ante la debilidad y falta de oficio político de la coordinadora panista, Antonio Natividad Díaz Jiménez.
Todo eso, sin embargo, no fue suficiente para detener este trajín de errores. Una vez que se determinó que la votación sería por mayoría absoluta, los integrantes de Morena que estaban en las galerías (y sobre los cuales la Mesa Directiva nunca llamó al orden, ni decidió su retiro ante su mal comportamiento, tal como lo manda el Reglamento del Congreso) comenzaron a cantar el Himno Nacional, secundados por los diputados que anunciaron que votarían en contra. Cuando ello ocurría, y en pleno desarrollo de la sesión, el Presidente de la Mesa Directiva decidió abandonar su función y levantarse de su asiento para entonar el Himno.
No estaba mal que lo hiciera. Pero cuando eso pasó, las diputadas priistas integrantes de la Mesa nunca supieron que cualquiera de ellas podía tomar el control de la sesión y continuarla. La votación, finalmente, alcanzó los 28 votos previstos. Y la reforma quedó aprobada aunque en medio del oprobio por avalar lo que desconocían, y por haber sido partícipes de una sesión en la que quedaba claro que es deplorable el nivel de política y de labor legislativa de nuestros legisladores locales.

PRI: NUEVO DELEGADO
Hace diez días en este espacio anunciamos que Melquiades Morales dejaría la delegación del CEN del PRI en Oaxaca, y que llegaría un ex gobernador sureño, que no era Mario Marín. Todo ocurrió tal cual, con el arribo del ex gobernador guerrerense, René Juárez. Lo que sigue en el aire es la sucesión en la dirigencia estatal. ¿Habrá en todos la prudencia, la ascendencia y el nivel político para poder aguantar esa renovación? Eso lo veremos pronto. Abundaremos.

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