+ Relevo municipal, gobernabilidad a prueba
Ayer se concretó en Oaxaca la quinta alternancia de partidos en el gobierno municipal, y contrario a lo que pudiera creerse, Javier Villacaña Jiménez llega a la alcaldía citadina con una renovada –e inusitada- buena expectativa, que ahora debe matizarse con la madurez y la prudencia propia de quien debe gobernar con sensibilidad, y no con el arrojo de quienes, embriagados por las alternancias disfrazadas de transición, prometen lo que no pueden cumplir y terminan defraudando el buen aliento de la ciudadanía.
En efecto, Oaxaca de Juárez es uno de esos extraños escenarios de la entidad, que hoy en día ha sido gobernada por la mayoría de las principales expresiones y fuerzas partidistas con presencia en el estado. Hasta 1996 el gobierno municipal estuvo en manos del PRI; en ese año, y hasta 2001 estuvo en manos del PAN, para luego pasar a manos del antiguo Partido Convergencia, quien en 2004 perdió los comicios a manos del PRI, que recuperó la alcaldía, hasta 2010 que nuevamente pasó a manos del PAN, con Luis Ugartechea Begué. Hoy, en la quinta alternancia, el poder regresa al PRI. Es momento en que la prudencia y la concreción, sean el buen fario de este gobierno frente a una ciudadanía que, sorprendentemente, no ha llegado a la desilusión, que parecería natural ante los fracasos recurrentes de los sucesivos gobiernos.
En ese escenario, Javier Villacaña tiene una oportunidad inmejorable, que debe honrar con un buen gobierno. ¿Por qué? Porque en él se combinan una reputación propia –ganada a pulso en la brega social con los sectores populares de la capital oaxaqueña- con un escenario en el que Oaxaca de Juárez necesita un proceso de rescate urgente, que lo aleje de las disputas políticas o por el poder, y ponga en el centro de atención la necesidad de atender los problemas de la ciudad. Eso, que parece tan simple, es lo que ha faltado en los últimos lustros.
Y es que Oaxaca de Juárez, como caja de resonancia de los problemas políticos y sociales de la entidad, ha sido siempre uno de los espacios que ha pagado las consecuencias de las efervescencias partidistas y la lucha por el poder. Ha sido natural que los gobernantes municipales tengan aspiraciones políticas, y que esas aspiraciones los terminen alejando del Gobernador en turno. Ese alejamiento ha derivado -en una recurrencia que casi parece crónica- en enfrentamiento; y en el enfrentamiento, quien paga los costos es la ciudad debido a la depresión en la calidad de los servicios y en el funcionamiento y eficacia del propio gobierno municipal.
Villacaña tiene un escenario distinto. Él mismo parece asumir que su posición no es la de llegar al enfrentamiento con el gobierno estatal en turno; también parece quedarle claro que su papel no debe ser el de un candidato anticipado en campaña de tres años rumbo a un cargo de superior jerarquía. Y también debe quedarle bien claro que su posición de aliado histórico de los sectores populares de la capital, le permite mucho, pero no ponerse a delirar en promesas y acciones que no podrá concretar en los tres años que tiene como gobernante citadino.
El ánimo citadino es inusitadamente alentador. En campaña demostró que pudo ganarle a todo un aparato de gobierno que estaba volcado a trabajar a favor de su candidato. Con su triunfo demostró que tenía claridad respecto a la mayoría que lo respaldó. Y con su unción como gobernante –cuestión que transcurrió con gran afluencia (política, con la presencia de representantes de los Tres Poderes del Estado; y de ciudadanía, con un auditorio a reventar), y sin ningún incidente- demostró que tiene capacidad de aglutinar y dialogar con los de su partido, pero también con los adversarios de otras fuerzas políticas.
EL BENEFICIO DE LA DUDA
Villacaña afirmó, en el discurso de arranque de su gobierno, que buscará cambiar a Oaxaca con acciones concretas que busquen responder a las demandas de la ciudadanía. Queda claro que la capital oaxaqueña ya no necesita aspirantes eternos ni políticos profesionales, sino personas con capacidad de hacer lo necesario por atender problemas concretos que preocupan a todos. Villacaña anunció un plan en cinco ejes para atender diversos temas sensibles; y un plan de 100 días con el que pretende dar una primera demostración de eficacia a una ciudadanía que está ávida de respuestas.
Por eso, a partir de ahora el nuevo Edil citadino debe alejarse de las posiciones frívolas, los excesos y las decisiones facciosas, y debe honrar la promesa de gobernar para todos, de hablar con todos, y de buscar atender las preocupaciones de todos los sectores de la ciudadanía, al margen de si están o no de acuerdo con sus posiciones políticas. Villacaña debe alejarse también de la tentación de sentirse anticipadamente como un aspirante a otros cargos, y asumir que su compromiso debe centrarse en terminar su gobierno con el mismo respaldo ciudadano y madurez propia como político que como arrancó, y que cometerá un error gravísimo si asume antes de tiempo que la ciudad puede ser su trampolín para las aspiraciones que naturalmente debe tener para los tiempos siguientes.
Oaxaca necesita respuestas concretas a problemas específicos. Debe asumir que recibe una ciudad con problemas y deficiencias graves, que van desde el mal manejo de los residuos, pasando por la inseguridad, los bloqueos, la informalidad y el ambulantaje, y hasta los recelos naturales de otros –también con poder- que desde ayer lo ven como rival. Si logra encontrar el punto de equilibrio para ir respondiendo a esas necesidades sin romper los equilibrios que debe guardar, entonces habrá superado con creces una de las pruebas que, sin ninguna duda, han reprobado las más recientes autoridades municipales en Oaxaca.
Este parece un comienzo distinto, que Villacaña debe aprovechar. Debe tomar a su favor la quinta alternancia, en la que propios y extraños han demostrado no haber estado a la altura del reto de Oaxaca; debe valerse también de que la ciudadanía exige resultados antes que política; y debe establecer un escenario en el que él no sea él la víctima de sus propias aspiraciones y retos como gobernante. Hoy tiene el beneficio de la duda. ¿Podrá conseguirlo?
RELEVOS MUNICIPALES
Informaba ayer la Secretaría de Gobierno que, salvo efervescencias naturales aisladas del cambio de autoridades en 570 municipios, el relevo en los Ayuntamientos transitó en calma. Ojalá que en municipios emblemáticamente problemáticos, como Santa Lucía del Camino, haya claridad para seguir caminando en el marco de la civilidad.