Disputa por la CNC, mal presagio para el priismo local

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Decisiones recentralizadas: ¿autoritarismo o relevo?

La semana pasada priistas de dos facciones distintas se enfrentaron en el marco de la toma de protesta del nuevo dirigente de la Confederación Nacional Campesina, sector agrario del PRI. Al margen de la disputa, de los intereses que cada grupo defendía, y del atropellado relevo en la dirigencia, lo que queda en el fondo es la decisión tomada desde la Ciudad de México de seguir decidiendo el rumbo del priismo local… sin considerar al priismo local.
En efecto, desde hace más de tres años varios grupos de priistas locales han exigido que se les tome en cuenta en las decisiones de su partido. A partir de diciembre de 2010 el PRI local se quedó sin su figura central, que era el Gobernador del Estado. Aunque parezca algo extraño, el reclamo del priismo en la orfandad era legítimo: hasta antes de la derrota de 2010, la voluntad del priismo local siempre había sido sustituida por la del Gobernador, en su calidad de Primer Priista del Estado. Y lo que exigían, era que por primera vez se les considerara, ahora que la figura del Jerarca había desaparecido.
Ello no ocurrió, por varias razones. La primera de ellas era la polarización natural, después de una derrota del tamaño del PRI en 2010. Aquí en Oaxaca, el PRI siempre había sido un partido de “carros completos”. Por eso, en la derrota, los priistas trataron primero de hacer un ajuste de cuentas que falló, porque el feneciente liderazgo de Ulises Ruiz continuó determinando el cacicazgo priista varios meses después de haber dejado la gubernatura.
Luego, el CEN intentó la política de los acercamientos, en aras de hallar un equilibrio que le permitiera a los priistas oaxaqueños darse una dirigencia propia. Envió a un primer delegado nacional (Jorge Sandoval Ochoa) que buscó sin éxito las avenencias. Luego llegó otro emisario que tampoco pudo hallar puntos de coincidencia de una militancia que demostraba ser menor de edad. Y finalmente, desde la Ciudad de México impusieron a los dos últimos dirigentes. Uno, Juan José Moreno Sada, que pasó de noche por la dirigencia. Y Héctor Anuar Mafud Mafud, que aunque llegó con respaldo sólido, no ha demostrado mayor capacidad de integración de los grupos priistas locales ni parece haber entendido bien el escenario de su dirigencia.
Y es que sólo a partir de conocer este panorama se pueden entender las decisiones actuales de la dirigencia nacional priista, y se pueden prever las relacionadas con los próximos procesos electorales. ¿Por qué las actuales? Porque hoy en día habría que preguntarnos con seriedad si la rotación de los sectores y organizaciones priistas —los sectores popular, agrario, juvenil, femenil y territorial, etcétera— está atendiendo a un proceso de verdad integrador (en el que la dirigencia priista de Oaxaca opina y contribuye a la decisión final), o si es sólo producto de negociaciones y decisiones tomadas de forma lisa y llana desde la capital del país.
En ese sentido, lo que ocurrió la semana pasada en la CNC es sintomático, porque lo ocurrido fue todo menos un albazo. Más bien, un Delegado Nacional fue enviado a conducir el proceso de renovación de la dirigencia del sector campesino. En apariencia todo se desarrollaba sin contratiempos, hasta que se atravesó el interés de la fracción del PRI en el Congreso local, para exigir un “proceso democrático” y repudiar las imposiciones que, según ellos, generaban división.
¿Qué buscaban? Que la decisión tomada en la Ciudad de México no se concretara en Oaxaca. Pero su molestia, en realidad, no tenía que ver con el rechazo a la verticalidad, sino con la intención de quedarse ellos —en un agandalle— con el sector, para ocuparlo después como un trampolín político para la elección federal intermedia de 2015, y también para tratar de demostrar —fallidamente— que influyen en las decisiones de su partido. Por eso el diputado Freddy Gil Pineda Gopar utilizó a sus golpeadores de siempre para que intentaran reventar la sesión en la que le tomarían protesta a Lino Velásquez. Lo hicieron, aunque sin poder evitar que se consumara la transmisión de la dirigencia, por la que el Delegado de la CNC había venido a Oaxaca.

LA RECENTRALIZACIÓN
Sólo un ingenuo podría creer que de verdad el PRI es un partido democrático. La prueba está en que, por ejemplo, el arribo de Mafud a la dirigencia priista fue producto de un consenso hecho en la Ciudad de México, después legitimado por el Consejo Político, que fue creado y convocado ex profeso para formalizar su nombramiento. Lo mismo ha pasado —y seguirá pasando— en los sectores priistas en los que habrá o hubo relevo. Frente a ese panorama, ¿alguien puede creer que de verdad se decide respetando o tomando en cuenta los tiempos, las formas y a la militancia, en esas decisiones?
Lo cierto es que no. Y eso es lo que agrava todavía más lo ocurrido en la CNC. Pues lo evidente es que ni la dirigencia estatal, ni los cenecistas, ni los diputados locales, parecen entender que lo que están haciendo no se traducirá en democracia interna o en respeto a la militancia, sino exactamente en lo contrario: si la CNC —o el CEN del PRI— envió a un Delegado a que operara el relevo, y éste se enfrentó a una turba que intentó impedir no su decisión, sino la decisión del CEN, entonces lo que está ocurriendo es que ese priismo local está nuevamente demostrando su minoría de edad y su incapacidad para entender la naturaleza de las decisiones de su partido, lo cual terminará, finalmente, alimentando la verticalidad del CEN del PRI.
Y es que, preguntémonos, ¿si Mafud se pronunció porque el cambio en la CNC se dé “con respeto entre los cenecistas, y con apego a los tiempos y formas” (en claro rechazo a la operación que vino a hacer el delegado cenecista Oscar Bautista), entonces fue porque no le preguntaron, o porque él mismo no está de acuerdo con decisiones idénticas a las que lo llevaron a él a la dirigencia priista?

OAXAQUEÑOS, SIN FUTURO
Si entendemos la lógica de estas decisiones, entonces podemos prever que dentro de unos meses, cuando se decidan las candidaturas y el rumbo del priismo local frente a las elecciones federales de 2015, tampoco le preguntarán a nadie en Oaxaca. Es decir, en la Ciudad de México nombrarán candidatos y los impulsarán —si quieren— al margen de la dirigencia estatal. Ese es el mensaje de fondo que trae aparejado el nombramiento de Velásquez, muy a pesar de todos los priistas oaxaqueños —Mafud, incluido— que no estaban de acuerdo con ello.

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