+ Elección descuidada: riesgosa para muchos
Dentro de una semana ya estará resuelta la elección del nuevo dirigente del sindicato de burócratas en Oaxaca. Sin embargo, lo que priva hasta el momento es una abierta intervención de manos oficiales en un curioso conflicto interno en el que los disidentes resultaron ser los oficialistas, y en donde el gobierno dejó de ser un factor de equilibrio para convertirse en instrumento de la impericia de algunos de los funcionarios involucrados en este asunto.
En efecto, hoy la competencia real al interior del Sindicato de Trabajadores de los Poderes del Estado e Instituciones Descentralizadas de Carácter Estatal de Oaxaca se libra entre dos grupos: el que tiene el respaldo del actual dirigente, Juan Rosas, y el que ha sido el grupo dominante al interior del gremio por más de una década. El primero de los grupos está agrupado en la Planilla Blanca; y el segundo en la Planilla Roja. Sólo que mientras éste último grupo ha mantenido cierta constancia en su integración, y tiene un liderazgo visible, los blancos en realidad son una rara suma de disidencias que hoy, en sus incongruencias, tiene un apoyo oficial que —para variar— no lleva ningún rumbo, y sí muchos riesgos. ¿De qué hablamos?
De que los blancos son producto de un fenómeno raro al interior de ese gremio. Juan Rosas llegó a la dirigencia sindical gracias al apoyo de los mismos que hoy integran la planilla roja, y específicamente del ex dirigente Joel Castillo Pérez. Sólo que una vez siendo Secretario General del STPEIDCEO, Rosas renegó del liderazgo que lo llevó a esa posición, y para tratar de generar su propio grupo decidió coquetear con todos los hatos disidentes al interior del sindicato, que históricamente habían sido opositores a su grupo originario. Así, vendiéndoles la idea de abanderar a esas minorías, las sumó a su estrategia de renegar de sus antiguos aliados. Y luego, ya metido en el proceso de sucesión de la dirigencia sindical, exigió el apoyo del Gobierno del Estado para fortalecer sus posiciones.
¿Qué resultó? Que gracias a ese apoyo franco de la Secretaría de Administración, el nuevo grupo de Juan Rosas comenzó a recibir beneficios; sólo a partir de ese apoyo pudieron hacer ofrecimientos a personajes relativamente importantes dentro del sindicato, para recibir apoyos concretos a cambio de involucrarse en el proyecto de Rosas. Concretamente, hoy se sabe que gracias a ese respaldo oficial, la Planilla Blanca se encuentra en posibilidad de ofrecer contratos y hasta basificaciones, a cambio de apoyo a ese grupo. Y ya comenzaron a hacerlo.
Y es que al interior mismo del Sindicato sostienen que después de abortar el trabuco de Unidad Sindical, y evitar una desbandada total, los manejadores de la Planilla Blanca comenzaron a cooptar a cuanto “líder de opinión” de entre los mismos burócratas, se cruzaba en su camino. Un ejemplo de esto, aseguran, es el ingenuo secretario de la Comisión Electoral, Samuel Juárez Lucas, delegado sindical en el Sistema DIF, a quien la Planilla Blanca se ufana de haber “comprometido” con su causa gracias al contrato que le acaban de otorgar a su hermana Nelly Juárez Lucas, en la Secretaría del Trabajo.
Otro “líder” al interior del sindicato a quien los blancos dicen haber logrado cooptar, es Ignacio Cruz, del Instituto Catastral, a quien aseguran haber conseguido la basificación de su hija, Tania Cruz. Incluso, otra sencilla forma de tirar el presupuesto —quién sabe si con la venia de la Secretaría de Administración—, es basificando a personal de la Procuraduría, con cargos de policías ministeriales a través de su gestor Armando Rodríguez; o mejor aún, otorgando bases a personal de lista de raya, como la esposa de Eleazar Pascual.
En esa lógica, aseguran que la peor barbarie en que han incurrido los blancos para tratar de fortalecerse de cara a la elección del próximo 10 de diciembre, es la basificación de personal que, contando con todas sus facultades físicas e intelectuales, los han hecho pasar como discapacitados. Existe una lista de personas a las que les fueron otorgado beneficios sindicales a través de esta vía, sin —afortunadamente— tener alguna discapacidad física o intelectual.
DERROCHE, SIN RUMBO
Como puede verse, este conjunto de prácticas y ofrecimientos de cooptación constituye un enorme derroche para tratar de apuntalar a la planilla blanca, a partir del apoyo abierto de funcionarios del gobierno estatal. El problema es que nadie tiene la certeza de que dicho apoyo pueda verdaderamente retribuir en un resultado favorable para la planilla a la que apoya Juan Rosas, primero porque a pesar de ser la suma de varias expresiones al interior del sindicato, ninguna de ellas tiene una presencia importante entre los agremiados; y segundo porque el manejo político que ha tenido Rosas ha sido espectacularmente deficiente.
Y es que parece que en todo esto, Rosas —apadrinado, como lo dijimos aquí mismo el 20 de octubre, por el director del Cobao, Germán Espinosa Santibáñez— no parece haber considerado que el gremio de los burócratas está conformado por grupos que, en su mayoría, responden más a la confianza e identidad con algún grupo, que con una cargada o un proyecto político. Pues al margen de los partidismos, no parece haber generado ninguna confianza al interior del sindicato el hecho de que, desde el inicio, quienes respaldaron a la planilla blanca dejaran ver que esto era únicamente un paso para abonar a la construcción de un proyecto político, dentro de un partido, y rumbo a una elección estatal.
Finalmente lo que parece quedar claro es que nadie tuvo que desacreditar a los blancos: eso lo hicieron ellos mismos al tener un Secretario General carente de todo sentido de la estrategia, y al contar con el respaldo de funcionarios del gobierno estatal que a pesar de tener todo el poder para construir una candidatura fuerte, sólo han venido demostrando incapacidad e impericia para dar rumbo y proyección a su proyecto político, y un claro desconocimiento de la forma en cómo se determina el sindicato de burócratas. En esas condiciones, el resultado de esta elección es previsible, y no será favorable para los otrora disidentes, que luego devinieron en oficialistas, y que hoy se presentan como la planilla blanca.
NO HAY CAMBIOS
Hubo, dicen, sólo una rotación de nombres en las áreas de gobierno estatal. Pero los cambios anunciados fueron otro ejemplo más del gatopardo. Sí: que todo cambie para que siga igual. Tan simple como eso.