+ En el contexto electoral, ¿por qué puede ser importante Oaxaca?
Entramos en el proceso electoral, y en Oaxaca muchos creemos que las definiciones nacionales se juegan aquí. ¿Qué tan cierta es aquella vieja idea de que nuestra entidad es una especie de “caja de resonancia” de lo que ocurre en el país, y que por esa razón el gobierno y los partidos políticos estarían obligados a darle la mayor importancia a las definiciones políticas en nuestra entidad? Debemos considerar la importancia real que tiene Oaxaca en el contexto nacional, para poder entender también sus procesos políticos y las definiciones electorales que están en puerta.
En efecto, la semana pasada vimos cómo ocurrieron diversas renuncias de personajes que aspiran específicamente a convertirse en candidatos a la gubernatura del estado. La separación del cargo de Alejandro Murat Hinojosa marcó el banderazo de inicio del proceso político para la sucesión, y detrás de ésta vinieron otras dos dimisiones que también deben ser entendidas en tal contexto. Por un lado, el senador Eviel Pérez Magaña, y por el otro el titular de la Secretaría General de Gobierno, Alfonso Gómez Sandoval, formalizaron su participación en el proceso de designación del próximo candidato a gobernador por el PRI.
Las lecturas de esos hechos, en su mayoría, han sido excluyentes. La impermeabilidad de los grupos políticos ha impedido entender el momento por el que atraviesa Oaxaca a partir de una visión de conjunto. Pareciera, pues, que el PRI oaxaqueño es en realidad cuatro o cinco partidos políticos distintos, que tienen menos afinidades entre ellos que respecto a las fuerzas políticas contrarias. Sólo a partir de eso puede entenderse que la semana pasada haya sido álgida en señalamientos y escollos entre los diversos grupos priistas, básicamente porque cada grupo habría querido que su candidato fuera el único en separarse del cargo, y por ende el “elegido” fácticamente para la candidatura.
No habría podido ocurrir eso, porque además de que el PRI es un partido plural, una decisión de tal magnitud debe tomarse en consideración al contexto político que ocurre en el país. ¿Cómo se vería el PRI ungiendo a un solo candidato desde el primer momento, al margen de la competencia, sin pataleos de los demás, sin oposiciones internas, y sin un proceso interno real o simulado? Esencialmente, esto acercaría la decisión de ese partido a las prácticas totalitarias del lopezobradorismo. Por eso puede entenderse que aún con los matices que puedan ponerse, desde la capital del país el PRI está alentando la posibilidad de una competencia interna por la candidatura a Gobernador de Oaxaca, y está atajando la posibilidad de imponer un solo liderazgo.
Hay más razones para alentar la competencia. ¿Cuánto desgaste podría llevarse un solo candidato, al que le faltan seis meses de trecho político, y en el que todos los días estaría sujeto, como un blanco perfecto, a todo tipo de tiroteos políticos y señalamientos, y descalificaciones, de todos sus adversarios? Evidentemente, esa sería una mala estrategia que, según se ve, el PRI está intentando atajar a partir del aliento a la competencia entre candidatos.
En el fondo, el PRI intenta cuidar en el contexto nacional, el relativo prestigio y la imagen democrática que con trabajo y errores ha venido construyendo. Es cierto que Oaxaca es importante, pero no como para que el partido del Presidente se juegue su desgastado bono democrático en el cumplimiento de una estrategia que no es productiva, ni es democrática, ni es “políticamente correcta” o bien aceptada entre la ciudadanía que espera todo, menos el regreso de un partido vertical y autoritario, que no ha podido darle a la ciudadanía la estabilidad, la paz y el crecimiento, como para pedirle a cambio el monopolio de la democracia representativa, como era en el pasado.
¿Y EL PAN Y PRD?
Este escenario, del PAN y PRD solos o por separado, es mucho más interesante. El PRD, por ejemplo, está lejos de poder cumplir caprichos. El PAN se encuentra en una situación también bastante compleja en su contexto nacional. Sólo que en el caso de Oaxaca saben que si no caminan juntos la derrota será común para los dos. Por esa razón, van a buscar generar el mejor consenso posible, a partir o de las encuestas, o de la postulación de un candidato con un bono democrático potencial.
¿De qué hablamos? De que difícilmente habremos de ver que el PRD nacional, o el PAN, o ambos, se replieguen al capricho de un Gobernador. Ambos partidos tienen como imperativo la urgencia de triunfos electorales, y de retener los estados en donde ya gobiernan. Tal es el caso de Oaxaca. ahí tendrá que haber una negociación mayor para establecer un candidato que puede ser competitivo, pero que además pueda ser bisagra entre todas las fuerzas políticas que intentarán integrar, primero la campaña, y después un potencial gobierno.
Esto significa un reto mayor por varias razones. En el PRD no se van a arriesgar a postular a un candidato en Oaxaca o Puebla, que no tenga al menos posibilidades de crecimiento electoral; sólo que tampoco postularán a alguien que pretenda convertirse en un pequeño mesías amparado por su supuesto crecimiento electoral, y que sólo pretenda utilizar a los partidos como comodines para acceder a la candidatura, y después olvidarse de ellos.
Este es el panorama que pone en entredicho particularmente las aspiraciones del senador Benjamín Robles Montoya. Éste, ciertamente, es quien tiene el mejor escenario electoral si únicamente se analiza el contexto estadístico, pero no el político. Pues el problema que enfrenta, y que conforme transcurre el tiempo se vuelve insalvable, es que lejos de ser un posible candidato integrador, cada vez lanza mensajes más acendrados de exclusión al interior de las fuerzas que podrían integrar la coalición.
UN TERCERO
Otro mensaje específico es la poca identidad que tiene con las fuerzas electorales por las que pretende postularse. El senador Robles no ha sido exitoso en generar las sinergias necesarias para no terminar dando la idea de que los utilizará como trampolines para después gobernar solo. Esos son factores que tempranamente juegan en su contra. Faltará ver qué tanto puede revertirlos en los pocos meses que les quedan de margen, a todos, para definir su rumbo a los comicios de junio próximo. Esos elementos mantienen también abierta la puerta para un posible “tercero en discordia”. Éste será quien logre integrar los intereses del gobierno saliente con los de los partidos. No lo descartemos.