+ Regreso a clases es triunfo de nadie; es un mecanismo parcial de distensión
La Sección 22 del SNTE cumplió libremente con su capricho de arrancar el ciclo escolar hasta que se le dio la gana. El periodo 2016-2017 inicia en Oaxaca con un retraso de diez días hábiles y con la complacencia del gobierno federal que, luego de los muertos, la violencia, el caos nacional y la postración del Estado de Derecho, sólo alcanzó a volver al punto de inicio de esta relación tormentosa: condicionar el diálogo a las clases, y orillar de nuevo —si es que se puede utilizar dicho término— a la Coordinadora a un silencio que hoy ya no convence ni tranquiliza a nadie.
En efecto, en su asamblea del pasado sábado, la Sección 22 acordó iniciar labores docentes el próximo miércoles, “no por el ultimátum lanzado por el gobierno federal de que sin clases no habría diálogo”, sino para cumplir con su compromiso con estudiantes y padres de familia, aunque representantes de la dirigencia nacional aclararon que se definirá el próximo martes si esa acción se ampliará a todo el país. Consultados por separado por el periódico El Universal, integrantes de dirigencias estatales en Michoacán y Guerrero insistieron en que la decisión de iniciar las clases se definirá en la Asamblea Nacional Representativa el próximo martes.
Esto es, apenas, un alivio para la educación y la economía de Oaxaca, que en mucho tiempo no había estado tan ahogada y tan llena de incertidumbre como en este largo periodo en el que no hubo clases, y en el que también los integrantes de la 22 mantuvieron un plantón que alcanzó a buena parte del Centro Histórico de la capital oaxaqueña. Estas dos condiciones de hostigamiento, que se convirtieron en la insignia de la resistencia magisterial, fueron las que sí les generaron presión entre la ciudadanía oaxaqueña y son las condiciones que, de hecho, los están obligando a tomar esta decisión. Porque el problema político sigue en las mismas condiciones de siempre. ¿De qué hablamos?
De que, tal y como ocurrió en junio de 2015, cuando por primera vez el gobierno federal le condicionó el diálogo a la Coordinadora al regreso a clases, en esta ocasión la Secretaría de Gobernación estableció como condicionante para el restablecimiento de las mesas de negociación con la Coordinadora, que ésta arrancara el ciclo escolar. Quedó claro, a lo largo de todas estas semanas, que ni la Sección 22 en Oaxaca, ni la Coordinadora como movimiento regional del sureste del país, tuvieron empacho en cumplir las condiciones que exigía Gobernación para la mesa de diálogo.
DIÁLOGO, SIN DERROTEROS
En el fondo, tanto Gobernación como la Coordinadora saben que a estas alturas del diálogo —en el que ellos llevan muchísimo terreno ganado—, cualquier negociación con la Secretaría de Gobernación es hasta cierto punto inútil, porque el pliego de demandas está reducido a la demanda sustancial de la abrogación de la reforma educativa, que el gobierno federal no puede ni quiere cumplir, y que la Coordinadora ha establecido como el punto central de su lucha.
En esas condiciones, es claro que la mesa de diálogo ni es esperada ni es necesaria; y que, en ese marco, la Coordinadora está recogiendo, por primera vez, los llamados a distender el conflicto no respecto al gobierno federal, sino a los padres de familia que ahora sí están comenzando a emprender acciones para tratar de presionar a los maestros, desde la base, a que regresen a las aulas.
En ese sentido, es claro que como movimiento, a la Coordinadora le interesa poco en realidad lo que la opinión pública diga de ellos, y lo que los grupos empresariales le demanden al gobierno. Saben, por un lado, que los llamados de la iniciativa privada para aplicar la fuerza pública no tienen ningún futuro; y que las opiniones de los grupos políticos, no inciden en su relación con el gobierno federal, que está temporalmente apagada, pero en un contexto en el que de todos modos el Estado ya les cumplió todas las demandas parciales que le plantearon.
¿Qué sí les preocupa? La presión de los padres de familia, de las autoridades municipales, y de algunos grupos que tienen incidencia directamente en las escuelas. A ellos, como es sabido, la Sección 22 sí les tiene recelo, porque saben que escuela por escuela, los maestros son menos que los padres de familia y que, municipio por municipio, una población bien organizada supera por mucho al número de maestros que pudieran integrar todas las escuelas de esa comunidad.
Lo lamentable, en todo esto, es que la relación gobierno-magisterio haya vuelto palmariamente al punto de inicio de hace un año y medio. Un diálogo cancelado por el condicionamiento sobre el regreso a clases; una Sección 22 totalmente despreocupada de lo que el gobierno opine de ellos, porque hoy conocen mucho mejor sus alcances y su capacidad de doblegar las intenciones federales; y una ciudadanía que, por increíble que parezca, les está dando las gracias —y no repudiándolos— por iniciar por fin el ciclo escolar en Oaxaca.
REACTIVAR LA ECONOMÍA
Hace años hubo la iniciativa de la “noche de luces”, con la que los comerciantes y empresarios del Centro Histórico se organizaban para darle vida comercial a la zona en temporadas bajas. Hoy, que parece que disminuirá el plantón magisterial, una iniciativa así les vendría muy bien a todos. Sólo que, de hacerse, tal parece que esto tendrá que venir de los propios prestadores de servicio, porque el gobierno —estatal y municipal de la capital— ya sólo quieren que llegue diciembre para entregar sus respectivas administraciones.