Javier Corral y sus antecedentes de la mala relación con la prensa (en Oaxaca)

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JAVIER

+ Dejar morir a El Norte, forma similar al ahogo presupuestal que aquí impulsó


Luego de la ejecución de la reportera Miroslava Breach, el periódico El Norte de Chihuahua anunció el final de su existencia como publicación impresa. Oscar Cantú Murguía, dueño de la publicación dijo que en aquella entidad no existen las condiciones ni las garantías de seguridad para el ejercicio libre del periodismo y, sin mencionarlo específicamente, también acusó al gobernador Javier Corral, de rehusarse a reconocer las responsabilidades institucionales de pago con la publicación, y de ser un obstáculo para el ejercicio periodístico. Todo aquel que recuerde el paso de Corral por Oaxaca al inicio del gobierno de Gabino Cué, y la compleja relación que promovió con —y contra— la prensa oaxaqueña, podrá avalar lo que señaló el director de El Norte en la carta que anuncia la extinción del diario.

En efecto, la poca memoria hace que hoy muchos hayan olvidado que Javier Corral tuvo un papel muy activo en Oaxaca al inicio de la gestión de Gabino Cué. Durante la campaña de gobernador, en 2010, hizo presencia en la entidad en su calidad de representante del Comité Ejecutivo Nacional Partido Acción Nacional en la entidad, en el acompañamiento al entonces candidato de la coalición PAN-PRD-PT. Luego de la victoria de julio de 2010, Corral siguió acompañando a Cué en la elaboración de un programa preliminar de gobierno y en el establecimiento de algunas “directrices” —como la de la supuesta nueva relación comercial e informativa del gobierno con los medios de comunicación— desde las cuales Corral intentó tomar ventaja a partir del fomento a la inquina y la mezquindad hacia los medios de comunicación.

De hecho, en Oaxaca Corral intentó incidir en la prensa en una forma más o menos similar a como lo está haciendo hoy como gobernador de Chihuahua. Por un lado, promovió la creación de medios de comunicación afines a su grupo político y a sus intereses económicos; y por el otro, impulsó una discusión perniciosa relacionada con el gasto de publicidad que el gobierno invierte en medios impresos, electrónicos y digitales, la cual intentó encauzar a su favor por medio de supuestas organizaciones civiles dedicadas al análisis de los medios y el derecho a la información.

La intención de esa discusión era de antemano mezquina porque no buscaba el establecimiento de un esquema transparente y democrático para el ejercicio del gasto publicitario del gobierno —a partir de la premisa de que el gasto publicitario del gobierno estimula la existencia de la pluralidad informativa a la que tienen derecho todas las persoans—, sino porque tenía la clara intención de promover que el gobierno dejara de gastar en todos los medios a partir de argumentos como el del sesgo informativo, la parcialidad o la falta de objetividad en la información.

Lo paradójico es que, mientras por un lado Javier Corral promovía esa discusión relacionada con la prensa a través de organizaciones como el Capítulo Oaxaca de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información —organismo integrado por comunicólogos, que casi en su totalidad eran en aquellos momentos empleados de las oficinas de comunicación social de dependencias del gobierno de Oaxaca, y que ninguno había trabajado nunca en algún medio informativo—, por el otro impulsó la creación de varios medios que espontáneamente aparecieron en la escena pública gracias a una fuerte —aunque inexplicable— inversión estatal en publicidad.

En el fondo, la intención de Javier Corral era simple: ahogar financieramente a la mayor parte de los medios de comunicación que ya existían en Oaxaca —acusándolos, a través de terceros como los antes mencionados, de gobiernistas, de priistas y de parciales—, para que esos recursos públicos que se dejaran de invertir en ellos, fueran a parar a los nuevos medios impresos y digitales que él había promovido.

Específicamente, Corral impulsó el establecimiento de dos semanarios cuya procedencia aparente era el estado de Puebla, y luego intentó la consolidación de un tercero —un diario que trajo una fuerte inversión en equipo y tecnología— que habría tenido su origen en el Estado de México. Finalmente, los tres fracasaron por su escasa oferta informativa y porque finalmente exhibieron —esos sí— su cuño gobiernista y su falta de carácter como publicaciones independientes.

EN CHIHUAHUA

SE REPITE LA HISTORIA

Hay dos partes particularmente reveladoras de la carta publicada por Oscar Cantú en la edición final de El Norte de Chihuahua. Ambas, dejan ver la pésima relación y la aún peor intención de Corral con la prensa de aquella entidad.

La primera dice: “La trágica y sentida muerte de Miroslava Breach Velducea –colaboradora nuestra– el pasado 23 de marzo, me ha hecho reflexionar sobre las adversas condiciones en que se desarrolla el ejercicio del periodismo actualmente. El alto riesgo es el ingrediente principal. Las agresiones mortales, así como la impunidad contra los periodistas, han quedado en evidencia, impidiéndonos continuar libremente con nuestro trabajo.” En ella, Cantú habla en tiempo presente. Es decir, que el gobierno de Corral no tiene ninguna intención de mejorar las condiciones y garantías para el libre ejercicio periodístico.

No obstante, hay otro párrafo en la carta que revela que la política de Corral con relación a la prensa, sigue siendo muy similar a la que estimuló en Oaxaca. “Este día, estimado lector —dice Cantú Murguía—, me dirijo a usted para informarle que he tomado la decisión de cerrar este matutino debido a que, entre otras cosas, no existen las garantías ni la seguridad para ejercer el periodismo crítico, de contrapeso”.

Lo que sigue diciendo es aún más revelador: “El irresponsable incumplimiento de las administraciones públicas de los tres niveles de Gobierno también nos orilla a tomar esta decisión, ante la soberbia negativa de pagar los adeudos contraídos por la prestación de servicios.” No menciona directamente a Corral. Pero es claro que para cualquier medio de información de carácter local, su mayor fuente de publicidad gubernamental proviene justamente del gobierno estatal. Por ello, esa acusación aparentemente genérica le termina pesando como una loza al gobierno de Corral.

Y por eso, otra revelación hecha al mismo tiempo por El Financiero, confirma que Corral quiere sólo a los medios que son sus medios. Según la publicación, el gobierno de Chihuahua gasta un millón de pesos al mes en la impresión del periódico “Cambio 16”, una publicación semanal utilizada para difundir de manera oficial las actividades y proyectos de la administración estatal.

Según El Financiero, fue el propio titular de la Coordinación de Comunicación Social de Gobierno del Estado, Antonio Pinedo quien dijo que cada ejemplar de este medio informativo varía en su costo ya que el contenido es cambiante en cada edición, además de que en los últimos seis meses se han contratado a cuatro empresas diferentes para su impresión, sin definir al momento los nombres de las empresas y el monto que se le ha pagado a cada una de ellas.

Así mismo, informaba que en una controvertida rueda de prensa en la que encaró a los representantes de los medios de comunicación que cuestionaban al Estado por la reducción en los convenios, el titular de comunicación social anunció que se había reducido en un 70 por ciento el gasto en medios de comunicación desde el inicio de la actual administración, sin limitar las inversiones para este semanario.

ENEMIGO DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

En Oaxaca, Corral sólo vino a tratar de hacer negocios con sus medios, y a promover una discusión mezquina respecto al gasto publicitario del gobierno. Nunca tuvo la intención de mejorar el esquema de la inversión, sino echar a pelear al gremio para tratar de ganar en medio del caos. No lo logró. Lamentablemente, hoy que es gobernador tiene plenas posibilidades de dejar morir a los medios preexistentes para tratar de quedarse sólo con la prensa que él mismo promueve y que responderá a sus intereses.

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