La elección del 1 de julio arrojó escenarios inéditos, también en Oaxaca. Uno de ellos, particularmente relevante, es el que pone en el centro de la atención la permanente disputa que habrá por el control material en la toma de decisiones en el Congreso del Estado. La LXIV Legislatura será singular, porque será la primera en la que el partido gobernante no sólo no contará con algún tipo de mayoría legislativa, sino que tendrá una bancada claramente disminuida. Si en alguna medida la gobernabilidad está depositada en el Poder Legislativo, la integración de la próxima Legislatura explica a la perfección las disputas que anticipadamente se viven en ella.
En efecto, la semana pasada el Pleno del Tribunal Electoral del Estado de Oaxaca emitió una sentencia en la que reconfiguró la composición de las bancadas en la próxima Legislatura estatal. Al partido Movimiento de Regeneración Nacional, el tribunal local le consideró infundada la asignación de diputaciones por el principio de representación proporcional, y por ello estableció que debía haber un nuevo reparto de curules, beneficiando esencialmente al Partido Revolucionario Institucional, pero también abriendo la posibilidad de que más partidos integren la Junta de Coordinación Política.
Esto es un asunto electoral, pero sobre todo es el reflejo de una clara lucha política al interior del Congreso del Estado. ¿Por qué? Porque ahora como nunca, se está comenzando a ver la urgencia que tiene el grupo gobernante, primero por intentar pluralizar la integración de los órganos de gobierno legislativo; y después, por equilibrar las posiciones de cara a los retos de gobernabilidad y de procesamiento de leyes, en los que resulta indispensable la posición y la colaboración de la Legislatura local.
Lo reconozcan o no, queda claro que a cualquier grupo en el poder le resulta incómodo —y hasta riesgoso— un gobierno de minoría legislativa. Y de ahí la urgencia de recomponer las posiciones al precio que sea. Acaso, en esta circunstancia, la apuesta política con dicha sentencia es provocar que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación entre al estudio no sólo de los razonamientos esgrimidos por el tribunal local —que a simple vista parecen endebles— sino sobre todo al proceso mismo de asignación de las diputaciones locales por el principio de representación proporcional.
Si finalmente en la sentencia definitiva logran no que Morena pierda siete, pero sí cuatro o cinco curules en la Legislatura local, y éstas queden repartidas entre todas las fuerzas políticas que con la asignación inicial no alcanzaban a conformar una fracción parlamentaria al no tener dos legisladores, todos terminarán considerando eso como un triunfo frente a las condiciones de arranque, en las que Morena tendría —de jure o de facto— una bancada apabullante.
Esta feroz lucha por el control de la Legislatura era previsible en términos generales. Aunque en el sistema político que nos rige es totalmente posible que el Ejecutivo gobierne con minoría legislativa, lo cierto es que ese resulta ser el escenario menos conveniente para cualquier gobernante. De ahí esta primera escaramuza, de las muchas que seguramente veremos durante los próximos tres años por el control de las votaciones, los consensos y las decisiones que se tomen en la Legislatura del Estado.
PREVISIONES
Hasta hace no mucho tiempo, nadie preveía un escenario como el actual, en el que los gobiernos no morenistas quedaron arrinconados por una votación apabullante que ahora los obliga a ir con todo por la recuperación de un control que pudieron haber compartido, si hubieran visto el escenario político con una perspectiva de menos confianza.
A propósito de ello, el 26 de febrero apuntamos en este espacio algunas coordenadas de la lucha que ya se veía venir, y que hoy se está materializando en la disputa por la integración misma de la próxima Legislatura. “En estos comicios de 2018 —apuntamos— se renovarán las cámaras federales y la Presidencia de la República, pero también se elegirán diputados locales. Y, en esa lógica, lo que resulta más relevante es que ese resultado electoral local, quedará en buena medida anclado a lo que ocurra en la contienda presidencial, y a cómo se desenvuelvan las campañas para las diputaciones federales y las senadurías.
“Ello agrega ingredientes importantes de incertidumbre para el régimen estatal, que ya probó sus capacidades de triunfo, pero que no se ha enfrentado a la variable de tener ante sí una elección concurrente (con el ingrediente adicional de ir empatada con una elección presidencial) en la que son otros los factores, las inercias y las efervescencias entre los electores, que generalmente se animan más a salir a votar, y eso hace los resultados mucho más inciertos en lo que corresponde a los factores locales.
“En esa lógica, ¿el gobierno estatal ya tiene al menos lecturas y proyecciones preliminares del 2018? Porque para efectos del Gobernador, es claro que sí puede haber un gobierno con minoría legislativa; pero es también claro que esto se convierte en una pesadilla ante la imposibilidad de construir acuerdos con una mayoría parlamentaria que le es adversa (y también abre la tentación de construir consensos de espaldas a la ciudadanía). Por esa razón, si 2018 es un año en el que López Obrador y Morena pudieran avanzar en Oaxaca, lo lógico sería también suponer que en esa inercia se llevarían muchos triunfos en las diputaciones locales, dado el respaldo popular que tiene el tabasqueño en nuestra entidad, y la ausencia en general del voto diferenciado.
“En ese escenario, ¿el gobernador Alejandro Murat está preparado para gobernar con minoría legislativa a partir del tercer año de su gobierno? ¿Qué alternativas de gobierno está construyendo, en la política y en la ley, para encarar un escenario en el que no necesariamente cuente con la cómoda mayoría de su partido en el Congreso local?
“Los escenarios de 2018 sólo auguran adversidades para el PRI en la entidad. Queda claro que las votaciones presidenciales Oaxaca sigue siendo obradorista, y que el PRI no tendrá ningún candidato fuerte —ni el presidencial, porque quien resulte electo por el PRI de todos modos no tendrá ninguna conexión con Oaxaca; ni tampoco en las diputaciones federales y senadurías, como para asegurarle un equilibrio a AMLO y a quienes ponga de candidatos.
“Por esa razón, sería más importante que nunca construir el andamiaje para los gobiernos de coalición, porque además esa sería una salida no sólo viable y posible, sino también democrática y de avanzada. Hasta ahora todos le apuestan a no ensayar nuevas figuras y a ceñirse a los viejos modelos en los que una vez establecida la nueva composición electoral, unos y otros se sientan a negociar sin establecer programas exactos ni esquemas de corresponsabilidades a cambio de los temas en conjunto que se deciden a impulsar.”
ARREBATOS
Nadie construyó lo que desde aquel momento era previsible. Por eso los consensos siguen siendo bajo la mesa y todo lo que vemos son posiciones que se arrebatan y se disputan, y quizá tambien veamos manotazos. Tendrán todos que volver a encontrar los equilibrios perdidos, y ensayar nuevas formas de convivencia acorde con los tiempos inéditos en que les tocó interactuar. La mayor prueba será para la civilidad democrática de todos los participantes en el escenario actual oaxaqueño.
[…] Tomado de la columna Al Margen: http://columnaalmargen.mx/2018/08/28/el-epicentro-de-la-gobernabilidad-volvera-a-estar-en-el-congre… […]