CONTRAFUEGO || Sangre azul

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Aurelio Ramos Méndez

Se iniciaron las campañas electorales y tres candidatos presidenciales, como dice el bambuco, “andan ofreciendo escuelas y puentes donde no hay río”. En el arranque, la mayor demostración de cinismo corrió por cuenta de Xóchitl Gálvez. Firmó con sangre el compromiso de no eliminar los programas sociales de la 4T, que ella y sus aliados han combatido con osadía o intentado plagiar.

“Estampo mi sangre, que es lo más valioso que tengo (como garantía) de que no se van a quitar los programas sociales; es un pacto de sangre que voy a respetar”, dijo.

Y procedió a hacerse una incisión en el índice izquierdo para poner su huella escarlata –como en el Medievo– en un escrito falazmente vinculante.

Ejecutó la farsa sin ponerse colorada la candidata del Frente Amplio por México. Olvidó que Vicente Fox, Felipe Calderón y otros dirigentes de las fuerzas que la postulan han tildado de paternalistas, populistas, clientelares e inviables tales programas…

Con mínimo veinte puntos adelante de Xóchitl, Claudia Sheinbaum llenó el Zócalo de bote en bote. “Lo llenó con acarreados”, dijeron sin sonrojo el priista Alejandro Alito Moreno y sus socios.

Y en su discurso reafirmó el compromiso de darle continuidad a la gestión de AMLO, de quien únicamente los que lo abominan pueden decir que ha sido “un peligro para México”. 

Sheinbaum presentó un centenar de propuestas de acciones de gobierno, cuya ponderación no obligada. Hablamos virtualmente de la próxima titular del ejecutivo. 

Y, en una de esas, de una presidenta con mayoría calificada en el Congreso; es decir, de alguien que tendrá la posibilidad real de cumplir su oferta electoral.

Oferta en la que resalta un ambicioso plan de infraestructura –ferrocarriles, carreteras, puertos, caminos vecinales– y la promesa de atención prioritaria a los más pobres.

Como atenido a un milagro que lleve al partido naranja no a la Presidencia, pero sí al menos contar con un puñado de legisladores, Jorge Álvarez Máynez también se echó al agua. Al hacerlo se mofó de Gálvez: firmar con sangre –le dijo– “es una payasada”.

Álvarez conduce un carruaje repleto de logreros de diferente pelambre, teóricos socialdemócratas sin identidad ideológica común y con lealtades compartidas, varios identificados con lo más nauseabundo de la política.

¿Nombres? La salinista Claudia Ruiz Massieu, la calderonista Patricia Flores, el dirigente patronal Gustavo de Hoyos, la alcaldesa Sandra Cuevas… 

Firmar con sangre su respaldo a la política social cuatroteísta no ha sido la cabriola más descarada de Gálvez y los adversarios del Presidente. Llevan dos décadas tratando de arrogarse la paternidad de los mismos.

El apoyo a personas de la tercera edad fue implementado por primera vez con la llegada de Amlo –año 2000– a la Jefatura de Gobierno de la capital del país, y convertido en ley en 2003. 

Tras combatirlo furiosa pero inútilmente, Fox acabó –¡que vocación!—robándose la idea. Ese mismo año estableció un programa equivalente, destinado a personas mayores residentes en zonas de alta marginación. 

Calderón, quien había afirmado que la pensión era inviable, no tuvo empacho en hacer el oso. Avaló el plagio de Fox y, previo cambio de nombre, mantuvo el programa foxista.

La candidata del FAM, ciertamente, hizo de tripas corazón y en 2020 votó a favor de elevar a rango constitucional el derecho a la pensión Bienestar, en el entendido –dijo– de que los programas de apoyo deben ser temporales…

Tres años después, tripulando el tema de la ayuda del Estado a los más vulnerables logró que los gerentes de la oposición le vieran talante de estadista y la postularan candidata a la Presidencia.

Contra toda evidencia negó su rechazo a la pensión para la tercera edad con un argumento desconcertante: la entrega de ayuda debe ser temporal, mientras los beneficiarios adquieren habilidades, educación, certificación y competencias laborales.

De seguro, al escucharla, más de uno repudió la desalmada idea de capacitar, certificar y poner a trabajar a los ancianos…

Frente al riesgo de no llenar la plaza, Gálvez se opuso a iniciar campaña en la CDMX –zona conurbada con 25 por ciento de la población nacional–. Ni en Guanajuato, corazón de la región Bajío, que alberga 18 millones de mexicanos. Arrancó en Fresnillo, cuyo padrón bordea los 300 mil ciudadanos.

En Irapuato dio la medida de la devaluación de su palabra. Firmó con sangre en busca de algo de credibilidad.

Ya hubiese sido demagógico si hubiera validado con su sola rúbrica autobiográfica y ante notario –a lo Peña Nieto– los compromisos que asumió de palabra. 

Al hacerlo con sangre tanteó los terrenos de la charlatanería… y del azar, si esperaba que en vez de bermellón el líquido vital brotase lapislázuli.

Darles validez, autenticidad y obligatoriedad a los compromisos, mediante diversos recursos, ha sido impulso inmemorial de los seres humanos, ya plasmado en milenarias pinturas rupestres.

O, mediante la entrega de prendas personales. Con el desprendimiento de unas sandalias –dice la Biblia— quedó formalizado el casamiento de Ruth con Bozz.

Xóchitl pudo haber puesto su huella digital, del mismo modo que el capo Pablo Escobar autentificaba sus escritos; o protegido su voluntad en sobre lacrado; tallado en piedra o grabado a fuego su deber.

No le bastó que sus simpatizantes perpetuaran con celulares, en autofotos y videos, el histórico momento de su adhesión a los programas del Peje

Tan carente de valor considera su palabra que ni siquiera se atuvo a la recóndita certeza de quien sabe que su impronta sencillamente es imborrable y eso le basta. 

Tal como Los Tiranos del Norte cantan la más famosa de las canciones de Severo Mirón: Podrás cambiar de nombre, de patria, de todo/Modificar tu rostro, tu historia, tu modo/Pero por más que borres, que limpies, que cambies/La huella de mis besos tendrás en la cara.

La candidata de Fuerza y Corazón por México firmó con sangre, pero sin convicción.

RESCOLDOS

Iniciadas las campañas Álvarez Máynez no tendrá ningún problema para jugar porque cualquier camiseta le queda. Lo prueba su coordinadora de campaña, Laura Ballesteros, quien ha jugado con los colores del PAN, Verde, PRD, MC y hasta de los supuestos outsaiders Luis Colosio Riojas y Miguel Mancera. Ahora es brazo derecho del candidato naranja y senadora suplente… de Xóchitl Gálvez…

No es equipo de campaña sino asociación delictuosa la que integró el panista Santiago Taboada para buscar el gobierno de la CDMX. Este jefe de plaza del cartel inmobiliario, que se apropió de más de 60 casas y departamentos en una sola alcaldía, ya reclutó a Javier Lozano, Roberto Gil Zuarth, Ernesto Cordero y otros próceres…

También en Estados Unidos los mexicanos se aprestan para votar. Constituyen la primera minoría –38 de los 63 millones de latinos– y tienen capacidad para inclinar la balanza por Biden o Trump. No deberán entrar en hondas cavilaciones. El jueves pasado el despreciable Trump llamó terroristas, delincuentes y enfermos mentales a los migrantes. Y anticipó que de regresa a la Casa Blanca realizará “la mayor deportación de criminales ilegales en la historia de Estados Unidos”. Sobre advertencia no hay engaño.

aurelio.contrafuego@gmail.com

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