+ Reiterar errores los mantiene en senda de fracaso
Las decisiones recientes tomadas por la dirigencia estatal del PRI no parecen tener una lógica coherente. Avisados ya de la crisis interna que ahí se avecina, y de los problemas de todo tipo a los que se enfrentarán, tal parece que el grupo que encabeza el diputado federal y líder estatal, Eviel Pérez Magaña, está decidido a reiterar sus errores infinitamente. Hasta hoy, todas sus decisiones parecen ir en sentido contrario al fortalecimiento, cohesión y reposicionamiento partidario que ofrece a su militancia en Oaxaca.
Es coincidente el señalamiento respecto a que el peor error del priismo en los últimos años, ha radicado en su voluntad férrea por no modificar sus decisiones incorrectas. Al menos en el último lustro, el grupo que aún tiene el control de la dirigencia estatal ha hecho todo por privilegiar sus intereses particulares por encima de las necesidades generales del partido y su militancia. Partiendo de ello, se pueden explicar perfectamente sus decisiones, y también todos los riesgos, e incluso los fracasos que llevan a cuestas —los cuales, valga decirlo, son los más importantes en la historia del priismo en la entidad.
En este sentido, queda claro que la historia de decisiones erróneas que son llevadas hasta sus últimas consecuencias, sin posibilidad de rectificación y aún de ajustes, no es nueva. De hecho, el mejor ejemplo de ello, se encuentra en la voluntad firme del ahora ex gobernador Ulises Ruiz Ortiz, por someter a las estructuras de su partido a un innecesario desgaste interno, con la simulación de un proceso interno para elegir a su candidato a Gobernador, a sabiendas que esto únicamente afectaría a más de uno de sus principales factores de poder, y polarizaría a una militancia que, como requisito indispensable, necesitaba llegar unida y fuerte al proceso electoral, para enfrentarse ahí a sus verdaderos adversarios políticos.
Todos fuimos testigos de cómo, en aquellos momentos, el Gobernador del Estado —en su calidad de Jefe Político del priismo— maniobró de todos los modos posibles para generar dos escenarios paralelos: uno, que era el de la supuesta contienda democrática interna en la que participaban seis aspirantes en igualdad de condiciones y recursos; y otro, en el cual había todo un equipo trabajando de manera coordinada lo mismo para hacer levantar el vuelo al aspirante menos posicionado —porque, a juicio del Gobernante, éste era el elegido—, que para filtrar todo tipo de descalificaciones y degradación a los aspirantes que se resistían a comprender que, de antemano la decisión ya estaba tomada y no era a su favor.
Por si fuera poco, además ese aspirante menos aventajado tenía tras de sí varios elementos que hacían aún más complicado su posicionamiento como un posible candidato a Gobernador. Eviel Pérez Magaña no contaba con estudios profesionales, había tenido un desempeño cuestionado como secretario de Obras Públicas, por el sospechoso enriquecimiento de varios de los constructores cercanos al régimen; por el grupo nada honorable de diputados y funcionarios tuxtepecanos que lo rodeaban; e incluso, pesaban en su contra los señalamientos respecto a su falta de formación y experiencia política, a su escaso arraigo con el priismo, y al hecho de que éste era quien menos ascendencia política tenía entre las bases electorales del tricolor. Nada fue suficiente.
Y aunque todos, de uno u otro modo, le advirtieron a Ulises Ruiz que esa decisión era la más aventurada y arriesgada que podía tomar, nada le hizo cambiar de opinión respecto a su decisión que Pérez se convirtiera en el candidato a Gobernador por el PRI. La decisión fue firme e inamovible, y en ésta no se reparó ni siquiera cuando perdieron los comicios del cuatro de julio pasado.
LA HISTORIA SE REPITE
Luego de perder la elección, Eviel Pérez Magaña fue literalmente impuesto como presidente del PRI estatal. No hacía falta preguntar ni consensar con nadie, porque cuando ello ocurrió aún operaba el poder vertical e incuestionado del Jefe Político. Aún sin un verdadero respaldo de la militancia priista, a la sede de ese partido comenzaron a llegar todos los individuos que verdaderamente habían contribuido a construir la derrota que sufrieron no sólo ellos (de hecho, ellos son lo de menos), sino todas las personas que de buena fe, y con verdadera convicción política, creyeron en el proyecto de futuro de su partido.
Muchos, cercanos y no tanto a la nueva dirigencia estatal, pidieron que se realizara un verdadero y honesto proceso de autocrítica. Es decir, que dentro del tricolor se hiciera una evaluación real de las razones que los llevaron a la derrota, más allá del argumento maniqueo y engañoso de que todo había sido responsabilidad de las traiciones, de las ventajas de la coalición opositora, e incluso de las suciedades electorales en que dicen que incurrieron sus adversarios, y que en todo caso fueron las mismas que ellos también pusieron en práctica.
Quienes exigieron ese proceso de autoevaluación y crítica, pedían que en éste se tomaran en cuenta decisiones tales como la venta de candidaturas a diputaciones y presidencias municipales, las extorsiones de que eran objeto sus aspirantes, e incluso los auténticos robos que ocurrieron de los recursos que se habían destinado para la operación electoral, y que terminaron en manos de los enviados políticos del entonces Candidato a Gobernador. Exigían, no sin razón, que en el recuento de daños también hubiera autocrítica. Pero tal parece que, como siempre, las decisiones son llevadas hasta sus últimas consecuencias.
PRI, EXTRAVIADO
Hoy es claro: Eviel Pérez Magaña no abandera ninguna de las verdaderas causas del priismo, primero porque no ha podido asumir el liderazgo que dice ostentar, y segundo, porque tal parece que ni siquiera las conoce. Toda la ralea de personajes indeseables a los que tanto se señaló, hoy está formalmente incrustada en las filas del priismo, en cargos partidarios. Están huecos por completo en el discurso, y alejados de la militancia que no cree en los mítines, y se ríe de los acarreados, pero sí deposita algo de confianza en su partido. En esas condiciones, ¿cómo esperan sumar a toda la militancia y simpatizantes que tuvieron? Carecen del poder coactivo del gobierno, jinetean sus propios recursos, están extraviados y se rodearon de apestados. ¿Y así pretenden ir en Oaxaca por los triunfos históricos que prometen?