Paro en UABJO: ¿De verdad es un lío sindical?

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+ Sucesión y conflictos de grupo, factores decisivos

 

La Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO) entró ya en su tercera semana de paro de labores, sin que hasta ahora pueda quedar del todo clara, cuál es la razón de la disputa entre la autoridad universitaria y la dirigencia del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Oaxaca. Lo único cierto, de entrada, es que este es un conflicto que va más allá de la entrega de las cuotas sindicales al Sindicato, por parte de la Rectoría.

Para comprender mejor este asunto, es necesario ir por partes. Porque es necesario tomar en cuenta no sólo la litis aparente del asunto, sino también el momento político que vive la Máxima Casa de Estudios, la disputa —que ya es inminente— por la rectoría, y las diferencias que existen entre el rector Rafael Torres Valdez y el grupo sindical que encabeza Agustín Hernández Monroy.

En efecto, el problema aparente se encuentra en la resistencia de la rectoría, a entregar a la dirigencia del STAUO, las cuotas sindicales que ha descontado a sus trabajadores afiliados. Éste, cerró la Universidad argumentando que la Rectoría incumplía un mandamiento jurisdiccional que ordenaba la entrega de los recursos. Pero la autoridad universitaria ha dicho que entregará las cuotas retenidas, no a la dirigencia, sino a cada uno de los trabajadores a quienes se les descontaron. Esto, en apariencia, es lo que tiene hoy sin clases a más de 30 mil alumnos de la UABJO.

¿Por qué sólo en apariencia? Porque, en realidad, detrás de todo esto se encuentra el eterno conflicto por el poder. La sucesión del rector Torres Valdez está a menos de seis meses de ocurrir, y desde ahora han comenzado a ocurrir los primeros brotes de efervescencia relacionados con ello. Y es que si antes el STAUO era capaz de imponer a un Rector con sola fuerza política al interior de la Universidad, hoy lo que intenta es establecer márgenes de negociación con los demás factores reales de poder en la Máxima Casa de Estudios.

Hoy el STAUO no pasa por su mejor época. De haber sido una organización sindical fuerte y estructurada, hace apenas unos años, hoy en realidad se integra por un conjunto de fracciones sindicales que son disidentes entre sí, y que, divididas, pierden fuerza frente a sus demás adversarios, que hoy buscan llegar a la rectoría a través de personajes como Enrique Martínez, de la familia del ex rector Abraham Martínez Alavés, o del mismo Torres Valdez.

No obstante, de entrada pareciera que la vida interna del STAUO poco o nada tiene que ver con este asunto de las cuotas. Sin embargo, queda claro que la relación entre el Rector y el STAUO, la sucesión de la rectoría, e incluso las diferencias personales que podrían existir entre Torres y Hernández Monroy, constituyen el coctel perfecto de un problema que en realidad no tendrá solución en el futuro cercano, simplemente porque éste es un conflicto político y no un mero problema de carácter sindical.

 

DIFERENCIAS AÑEJAS

Quienes conocen a fondo la Universidad, aseguran que el rector Torres Valdez se resiste a entregar las cuotas a la dirigencia reconocida del STAUO, asumiendo la idea de que ésta se encuentra integrada por un grupo que no precisamente se ha caracterizado por un manejo pulcro de los asuntos, y los recursos, que ha tenido al alcance.

Y, según esa lógica, entregar los recursos a esa dirigencia sería tanto como abrir todas las posibilidades de que los varios millones de pesos que constituyen las cuotas retenidas, terminen siendo utilizados para el pago de porrismo, y para excesos de la dirigencia sindical, que no son constructivos ni para la estabilidad universitaria, ni para los mismos trabajadores afiliados.

Y aunque todos esos argumentos son reprobables —porque la lógica que parece seguir el rector Torres constituiría una abierta intromisión en la vida interna y en la autonomía sindical del STAUO—, queda claro que, con la exigencia de que la Junta Local de Conciliación y Arbitraje lleve a cabo un recuento de los afiliados a esa organización, lo que busca la administración universitaria, es justamente alargar el momento en que deba entregar los recursos a la dirigencia sindical, e incluso conseguir atajar por completo dicha posibilidad, si es que el recuento de trabajadores no favorece a la contraparte.

A la par de todo esto, el Rector busca conseguir una jugada maestra: conseguir los consensos necesarios para que la devolución de las cuotas sindicales en litigio, se haga no a la dirigencia reconocida del STAUO, sino a cada uno de los trabajadores a los que se les han retenido los montos. El intento trae aparejada, en el fondo, la posibilidad de congraciarse directamente con los trabajadores, al repartir directamente los casi cuatro millones de pesos que están guardados, y que le podrían reportar importantes beneficios electorales y simpatías para quien sea su “delfín” o “delfina”, si en lugar de dejarlos al uso discrecional de la dirigencia, los entrega mano a mano a los trabajadores universitarios.

Así, mientras el rector Torres intenta no entregar los recursos a su antiguo aliado Hernández Monroy, éste presiona a través del STAUO cerrando la Universidad. A través de ello, busca obtener los márgenes de negociación necesarios para asegurar un coto de poder frente a la próxima administración universitaria. Como ya no pueden influir decisivamente —como antes— en la elección del Rector, lo que sí buscan es conseguir un buen arreglo que les permita la supervivencia para el siguiente periodo.

Sin embargo, lo que queda en el fondo —y que es lo más grave en todo este asunto— es el profundo desprecio que todos juntos le profesan a la academia y la educación pública que se imparte en la UABJO. Por cuidar los intereses políticos y económicos, unos y otros han decidido tener sometida a la Máxima Casa de Estudios, y a sus más de 30 mil alumnos. Por eso mismo, hoy a nadie parece importarle, y tampoco parece ser capaz, de resolver este problema, que bien podría alargarse —con o sin paro de labores— hasta el mes de marzo del siguiente año.

 

¿PANORAMA DIFÍCIL?

Por cierto, ¿qué tan mal se ve el panorama para el próximo año? Eso es lo que parece. Y si no, veamos: la UABJO convino con el gobierno estatal, realizar su elección en marzo, y no en mayo, como debiera ser. ¿Quieren evitar que la efervescencia electoral de la Universidad, se cruce con la elección presidencial? ¿O será que tienen miedo de que los demonios se suelten en cualquier momento? Son preguntas.

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