+ Su panismo no debe determinar las auditorías
Incluso frente a sus mejores intenciones, hoy la secretaria de la Contraloría y Transparencia Gubernamental, Perla Woolrich Fernández se enfrenta a su peor escenario posible. Porque como una de las opositoras históricas al largo régimen priista en Oaxaca, hoy tiene la oportunidad de juzgar sus acciones y perseguir a quienes se consideran como quebrantadores del presupuesto público. Sin embargo, el exceso de triunfalismo, las altas expectativas, y la distancia existente entre las aspiraciones de justicia y los procedimientos legales, la pusieron en una posición de entredicho incluso entre quienes integran la coalición legislativa que intenta gobernar de la mano del gobernador Gabino Cué Monteagudo.
Todo eso quedó claro ayer en su comparecencia. Porque independientemente de los ataques naturales de la fracción parlamentaria del Partido Revolucionario Institucional, la Contralora también se enfrentó a los cuestionamientos de varios de sus correligionarios, que le reprocharon la demora excesiva en los procedimientos administrativos y jurisdiccionales que se siguen en contra de funcionarios de la anterior administración; también le pidieron cuentas sobre las auditorías realizadas, y por la variación de montos entre lo que ella anunció hace unos meses como quebranto, y lo que luego reconoció el Gobernador como parte de ese mismo rubro. Incluso, una diputada le exigió que, aún por la vía violenta, se haga justicia y se materialice el cambio por el que votó la mayoría de los oaxaqueños. Sin embargo, para entender todo esto, es necesario ir por partes.
En primer término, la comparecencia de Woolrich fue un poco más picaresca de todas las anteriores. Porque además del cuestionamiento natural, y hasta con ínfulas de protagonismo de varios diputados, ella también fue excesiva en sus participaciones. A diferencia de la mayoría de los servidores públicos que han comparecido ante el Poder Legislativo, la Contralora fue al Salón de Sesiones no sólo a tratar de hacer gala de su larga experiencia parlamentaria, sino que también a pelear con los diputados, pues aunque no contestó todas las preguntas que se le hicieron, sí trató de dar lecciones de derecho, de moral y de militancia partidista, además de envalentonarse y de hacer varios amagos que quizá habrían sido comprensibles entre pares, pero no viniendo de una subordinada del Poder Ejecutivo, que comparece ante la soberanía del Poder Legislativo.
Sin embargo, más allá de sus actitudes incorrectas, y de su excesiva proclividad por la disputa, lo cierto es que la secretaria Woolrich recibió los más duros cuestionamientos por parte de sus propios compañeros. Y no. No es que los priistas no la hayan cuestionado, sino que sus ataques se comprendieron en la lógica de la persecución que ella encabeza a través de las auditorías al régimen anterior; pero los de los partidos integrantes de la coalición legislativa fueron mucho más de fondo, y en realidad tienen que ver con el fracaso de las expectativas generadas en la población.
Incluso, en esa lógica, más de un diputado le cuestionó sobre la posibilidad de que hubiera habido un pacto entre integrantes de las dos administraciones para no finalizar las auditorías; para no llevarlas ante las autoridades judiciales; o incluso para hacer una incorrecta integración de ellas para que los involucrados pudieran defenderse en los tribunales, y ganar los juicios no por ser inocentes, sino por haber aprovechado los huecos legales en los expedientes, y los errores cometidos en ellos deliberadamente.
EL PEOR ESCENARIO
La diputada Margarita García le exigió a la Contralora que ante cualquier posibilidad de pacto entre grupos políticos, para que las investigaciones al régimen anterior queden en la impunidad, ella anteponga la dignidad y presente su renuncia a la dependencia que encabeza. Le dijo algo así como que es mejor tener autoridad que cargo, y que ella prefiriera seguir teniendo lo primero, antes que pensar en preservar lo segundo. Y no obstante que la Diputada tiene toda la razón, lo cierto es que las mismas circunstancias hoy ponen en entredicho la posibilidad de que Woolrich siga teniendo la misma autoridad y fuerza al frente de la Contraloría, que cuando inició la actual administración.
En este sentido, queda claro que el entredicho no viene de un posible pacto con el adversario. Independientemente de lo que se diga, Woolrich no parece una persona proclive a ese tipo de cuestiones. En realidad, el problema al que se enfrenta nace del excesivo triunfalismo con el que se llegó al gobierno estatal, y las precipitadas promesas de justicia y castigo a los responsables, que seguramente ella sí querría haber materializado abruptamente en este primer año de gobierno, pero que finalmente el Estado de Derecho le ha impedido.
Por eso, el cuestionamiento actual que pesa sobre la contralora Woolrich tiene más que ver con la venganza que no ha podido ejecutar —y que los mismos diputados de la coalición legislativa le exigen—, que con el hecho de que exista un pacto para dejar impunes los quebrantos al erario. Y queda claro que la diferencia entre la justicia y la venganza es abismal. Pero ella, lamentablemente, prometió lo segundo tratando de enmascarar sus intenciones en lo primero.
Por eso hoy, lo que Perla Woolrich debe demostrar es una eficacia absoluta en el trabajo que realiza. Si las declaraciones y las expectativas ya le fallaron, ahora debe acertar en la conclusión del trabajo que ya realiza, y en la posibilidad de defender sus procedimientos ante cualquier autoridad o tribunal a los que sean sometidos.
Debe hacer su trabajo pero determinada en la idea de justicia, y no en la de su militancia partidista, en sus fobias políticas o en los ánimos de venganza. Eso último, al final, y como ha quedado constatado, sólo hace que la venganza (así sea vista como un acto de justicia) convierta al hecho en naturalmente injusto, y que esto termine en la impunidad que nadie desea. Ese es su reto hacia el futuro. Quién sabe si tenga la claridad para verlo de ese modo.
MALAGRADECIDA
Por cierto, en algún punto de su comparecencia, Woolrich achacó las críticas que se le hacen en medios informativos, a los “apoyos” que dejó de dar a trabajadores de la información. Esto molestó a más de uno, que la recuerda hace no mucho tiempo, como diputada, pidiendo “de favor” a reporteros y columnistas que incluyeran su información en sus notas del día. Cómo cambia la gente…
PERLA WOORLICH ES UN ENGAÑO, UNA INCAPAZ, AL TIEMPO