+ Victoria y escaño en Senado no le será suficiente
La ventaja sensible que tiene la carrera por una senaduría de mayoría relativa, radica en que aún perdiendo, existen posibilidades de tener un “premio de consolación”. Hoy, como nunca, los aspirantes a un escaño en la Cámara alta por Oaxaca, ven no sólo las posibilidades de ganar la elección, sino también de conseguir ese privilegiado sitio de “la primera minoría”, en el que aún en la derrota, no se pierde del todo, porque se tiene la calidad de Senador, con los mismos espacios, reconocimientos y privilegios de los demás, y desde ahí se puede seguir haciendo política para abonar a los proyectos de futuro.
Esa premisa, que podría ser válida para todos, en realidad tiene una salvedad sensible: que al menos en el priismo, sí existe una diferencia sustancial entre quien llega al Senado ganando, y quien llega por el comodín de la primera minoría. Eso determina los proyectos de mediano plazo. Y al menos en el último proceso interno del tricolor para elegir a su candidato a gobernador, ese factor fue determinante para quien parecía el candidato natural a la gubernatura, pero que finalmente fue desplazado “legítimamente” por la imposición de Eviel Pérez Magaña.
¿Por qué es necesario tomar en consideración dicho factor? Primero, porque es claro que la posibilidad de que el ahora diputado federal Pérez Magaña se convierta en el candidato que encabece la fórmula priista al Senado de la República, tiene como motivación de fondo la intención de que, en 2016, éste construya una nueva candidatura al Gobierno del Estado. Pero, segundo, porque hoy menos que nunca un partido tiene asegurada una victoria arrasadora en Oaxaca en los comicios federales. Y tercero, porque de ese resultado habrá de depender el “proyecto” de una segunda candidatura a Gobernador, a partir del cual están terminando de destazar las fibras internas del tricolor.
El asunto no es menor. Como ha quedado claro, la presencia de Eviel Pérez Magaña es la condición sine qua non de la desunión. Todos los grupos tricolores, sin excepción, han establecido como condición indispensable para retomar el diálogo y el trabajo conjunto, el hecho de que éste no encabece la dirigencia priista, y que tampoco siga siendo el candidato impuesto para todo, por la cúpula del antiguo grupo gobernante.
El problema es que estos factores de descomposición se están repitiendo ante el inicio del trabajo proselitista. Nadie quiere negociar con nadie; también, nadie tiene ánimo para entablar diálogo con sus pares. Y la dirigencia nacional ha tardado demasiado en iniciar un verdadero proceso de replanteamiento de las estructuras tricolores, iniciando por lo que coloquialmente se conoce como la “operación cicatriz”.
Ante ese panorama, queda claro que una posible victoria de Pérez Magaña en el Senado (independientemente de quién pueda ser su compañero de fórmula) se torna harto complicada; y es evidente que, en esas condiciones, quedan también gravemente lesionadas sus aspiraciones —o las de sus padrinos— de convertirse de nueva cuenta en candidato a Gobernador para los comicios estatales de 2016.
VER LA HISTORIA
Con todo y su trato un poco hosco y cierta inexpresividad, lo cierto es que Adolfo Toledo Infanzón no es un mal político, ni fue un mal servidor público, y tampoco habría sido un mal candidato a gobernador. Construyó una carrera política que pudo trascender a varios gobernadores —con los cuales, según los hechos, tuvo casi siempre un balance positivo— y estuvo a punto de convertirse en el sucesor del gobernador Ulises Ruiz Ortiz.
¿Por qué no lo logró? Porque aún con esa inmejorable sumatoria de afectos y proyecto político, él fue uno de los mayores damnificados del conflicto magisterial y popular ocurrido en 2006 en Oaxaca. Hasta antes de la crisis política, y la determinación que ésta tuvo para el resultado de aquellas elecciones federales en la entidad, era por naturaleza el enfilado a llegar al Senado encabezando la fórmula de senadores por el PRI, y era el llamado a construir desde ahí su candidatura a Gobernador del Estado.
Toledo Infanzón no lo logró por varias circunstancias. Pero independientemente de lo que él construyó política y electoralmente desde su cargo como Senador, lo cierto es que siempre se enfrentó a la circunstancia insuperable de llegado al Senado por la vía de la primera minoría, y no de la mayoría relativa, como era necesario para poder ser ungido como el sucesor del gobernador Ruiz.
Quienes lo conocen, saben que esa fue una de las razones determinantes con las que su entonces Jefe Político justificó su decisión de —literalmente— bajarlo de la candidatura a Gobernador, y abrir un proceso interno, simulado, en el que participarían seis personajes (de los cuales, al menos cuatro tenían mayor aceptación que quien finalmente fue su abanderado) para “legitimar” la unción de Pérez Magaña como candidato.
Pérez Magaña hoy se enfrenta a esa historia. Y lo hace a sabiendas de que ya perdió una elección (la de Gobernador, la más importante de la historia priista de la entidad, la más competida, y también la más icónica por sus características de guerra interna permanente), y de que nada le garantiza que habrá de ganar la Senaduría. Los números que trae no son fidedignos ni confiables (pues la “maquinaria” electoral priista lleva un año parada y sin combustible).
Son poquísimas las posibilidades que existen de que, al final, todos los priistas que se quedaron en el camino, se sumen a su proyecto. E incluso, al Comité Nacional priista no termina de quedarle claro si la “cruza” de las imágenes del Candidato Presidencial y de los Candidatos a Senadores en Oaxaca, pueda realmente mejorar la aceptación de todos ante los electores.
Y si no conjunta todo eso, entonces, en el mejor de los casos, podría llegar a la Senaduría sólo por la vía de la primera minoría. Y eso, según la tradición del priismo, más las circunstancias que se acumulen en estos años siguientes, podrían más fácil consolidarlo como un “cartucho quemado”, que como el abanderado competitivo que quiso tener el PRI con él, pero que según los hechos, no ha llegado a ser lo que la mayoría esperaba de él.
NEGOCIAR, ¿CÓMO?
Por cierto, ¿tendrá el PRI algún “plan alterno” para negociar con todos los actores y grupos que pretenden candidaturas a diputaciones federales? El problema es que todos quieren, y que la unidad la piden, todos, a cambio de nada… ¿Se entiende la magnitud de ese problema?