+ Ciclos históricos: los sexenales son de realce
En dos meses se cumplen cinco años de la detención-desaparición de los militantes del Ejército Popular Revolucionario, Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya. Desde entonces, el eje común de los movimientos armados en México ha sido el del silencio prolongado, la denuncia reiterada, y ciertas manifestaciones de reagrupamiento. Sin embargo, como tal estrategia no es eterna, ni el país es estático, entonces no se debe perder de vista la posible modificación de sus formas de lucha.
Grupos armados como el EPR hicieron su última aparición ofensiva desde el 2006. En aquel año, tuvieron una participación determinante dentro del movimiento magisterial y popular de 2006 en Oaxaca, y buscaron influir —y de hecho lo hicieron— desde esa trinchera en las definiciones políticas que ocurrían paralelamente en la contienda presidencial. La crisis magisterial de aquel año hizo que, al menos en Oaxaca (un tradicional bastión de votos para el PRI) los partidos de izquierda arrasaran no sólo al priismo tradicional, sino también al panismo que buscaba tener cierta influencia dentro de los estados del sur de la República Mexicana.
No obstante, una vez concluido el proceso electoral, y el movimiento magisterial y popular en nuestro estado, de nueva cuenta el EPR se replegó y centró sus objetivos en comenzar a denunciar los efectos devastadores que tendría la lucra contra el crimen organizado (que entonces se preparaba a emprender el gobierno federal), no sólo contra la paz y la gobernabilidad de distintas regiones del país, sino también contra la estabilidad y las libertades de los grupos que, desde los distintos niveles de la oposición, buscaban cambios de fondo para el país.
Esa era la fase en que se encontraban los grupos armados más importantes del país, cuando en mayo de 2007 ocurrió la detención-desaparición de Reyes Amaya y Cruz Sánchez. ¿Qué pasó? Que según manifestaciones del propio EPR, esos y otros milicianos eperristas participaban en el movimiento magisterial, y las secuelas de éste, en su calidad de luchadores sociales. Denunciaban, junto con ello, que el gobierno de Ulises Ruiz los había detenido y que posiblemente los había entregado al Ejército, para que éste los torturara y los obligara a proporcionar datos vitales sobre la organización de sus estructuras paramilitares.
Este hecho modificó por completo el esquema que se tenía hasta entonces. El EPR dejó de lado sus objetivos previamente trazados, y luego de hacer una especie de “pase de lista” de las células eperristas de todo el país (a través de sendos comunicados enviados a su Comandancia General, desde todos los estados de la República donde tienen presencia), comenzaron a realizar importantes acciones de sabotaje en instalaciones estratégicas de Petróleos Mexicanos, con el objeto de exigir tanto al gobierno federal, como al de Oaxaca, la presentación con vida de sus compañeros desaparecidos.
Luego de varias acciones llevadas a cabo con eficiencia y éxito, en septiembre de ese mismo año ellos mismos decretaron un alto unilateral al fuego, y desde entonces han venido exigiendo, a través de la vía de la denuncia, el cumplimiento de su demanda relacionada con los desaparecidos, pero también haciendo una suerte de “preparación” del escenario para iniciar otro proceso de denuncia ante instancias internacionales, por los casos de desaparición forzada de personas que han dejado de ser investigadas en nuestro país.
VISITA PAPAL
Fue justamente en el marco de la visita a México del papa Benedicto XVI que el EPR volvió a hacer acto de presencia, aunque por naturaleza marginal, en el escenario nacional. En el presente año ha emitido al menos cuatro comunicados, aunque en 2011 tuvo un silencio de alrededor de cinco meses continuos, luego de una etapa de gran actividad comunicativa.
En sus últimos escritos de comunicación, el eperrismo ha venido manifestando que el tiempo de la tregua no es eterno. Y en este último comunicado, hace referencia específica a un posible cambio de forma de lucha, que bien podría ocurrir en el marco de los tiempos trascendentales que vive nuestro país en estos cuatro meses que están por venir.
Y es que en este último comunicado, fechado ahí mismo en Guanajuato el pasado 23 de marzo, el EPR manifiesta que “El PAN y todos los grupos económicos y políticos ultraconservadores buscan con la visita de Joseph Ratzinger recibir las bendiciones papales para explotar y oprimir sin remordimiento moral alguno; legitimar los crímenes de lesa humanidad cometidos contra el pueblo; convalidar una historia de violencia institucionalizada contra los trabajadores desde los tiempos de la colonia; fortalecer el andamiaje de la enajenación y alienación de los trabajadores para que acepten sumisamente la sobreexplotación económica y la opresión política; y, seguir criminalizando desde el poder político y económico a la mujer negándole sus derechos más elementales, en donde ésta no es sujeto social, sino objeto de uso.
“Calderón y su gobierno espurio buscan la bendición y anuencia del Vaticano de su guerra contra el pueblo en nombre la protección de la ciudadanía, el falso combate al narcotráfico sólo ha significado una masacre permanente contra el pueblo…”
No obstante, luego de denunciar el posible nexo de complicidad entre los grupos criminales y el Estado que se manifiesta en el “alto al fuego” decretado esos días en la región que visitó el Papa, la Comandancia de Zona de Guanajuato es enfática en señalar que “estas tierras también se forjan voluntades y conciencias de rebeldía e insurgencia popular” y que “al mismo tiempo dejamos de manifiesto ante la opinión pública y la militancia de nuestro partido el respaldo a nuestra dirección nacional en torno a la táctica de lucha en la presente etapa.”
CAMBIO DE FORMAS
¿Qué significan esas últimas palabras? Por un lado, que se refrenda la estrategia de la denuncia que vienen haciendo desde hace casi cinco años, pero también la posibilidad latente que ha manifestado la Comandancia General, de que puede ocurrir el final de la tregua decretada, para dar paso a nuevos actos de sabotaje, o a otras formas de lucha hasta ahora no exploradas. El largo tiempo que han pasado en la reorganización y el silencio, dan cuenta de un posible reagrupamiento táctico. Y todo podría pasar en un país tan sexenalmente crispado, como el nuestro en estos momentos.