Resultado priista: irrelevante para el futuro de ese partido en Oaxaca

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+ Partido pulverizado, dividido y desorganizado

 

Es esencialmente irrelevante el resultado de los comicios del próximo domingo para el priismo oaxaqueño. Independientemente de que sus candidatos ganen o pierdan las posiciones legislativas que están en juego, lo cierto es que, de todos modos, todos ya perdieron. Tarde o temprano, las cúpulas nacionales vendrán a poner orden a Oaxaca. Y entonces, a todos les habrán demostrado que por ser políticamente menores de edad, e incapaces de regirse solos, el priismo nacional (o el gobierno federal, posiblemente ya en manos de un priista) sea quien ponga el orden y las soluciones que aquí no han sabido darse.

En efecto, hoy, ante la efervescencia de las campañas y del momento electoral que vivimos todos los mexicanos, en Oaxaca priistas propios y conversos aseguran estar sumados al trabajo del candidato presidencial Enrique Peña Nieto, y además la gran mayoría de ellos han buscado integrarse a alguna de las facciones que impulsa a sus propios candidatos al Senado y a las diputaciones federales. Independientemente de su convicción priista y por Peña, es claro que cada uno busca la satisfacción de su propio interés, y que por eso se integró a la campaña.

En ese sentido, hoy todos tienen, por su lado, una mima apuesta: que además del triunfo de Peña Nieto, su grupo sea el que pueda aportar los dividendos más jugosos, y que a partir de ello se genere la percepción en el priismo nacional, que es a ese grupo a quien debe entregarse la dirigencia y el control del tricolor en nuestro estado. Todos van por lo mismo. Pero en ese camino, todos recelan el trabajo de sus “compañeros” de otras facciones. Y por tanto, unos y otros no dejan de ponerse trabas para tratar de subir, tratando de que sus competidores internos bajen.

Esa actitud insana no es sino resultado de lo que ha sido el priismo oaxaqueño desde que dejó el poder en diciembre de 2010: un conjunto de intereses encontrados, de frivolidades y de compañerismos y simpatías simuladas, que en realidad buscan desacreditarse para ser los beneficiarios de una supuesta herencia política que nadie sabe bien a bien qué contiene, y si sigue existiendo o ya no.

La mejor prueba de que todo es una gran incógnita, es, por una parte, lo incierto del resultado electoral en Oaxaca del próximo domingo. A diferencia de todos los tiempos anteriores (en los que había más certezas que interrogantes sin responder), hoy para el priismo oaxaqueño la posibilidad de saber cuántos votos es capaz de obtener, y qué clientelas sigue conservando entre el electorado del campo y las ciudades, es prácticamente nula.

En el otro extremo, hay otras incógnitas importantes relacionadas con qué es el priismo oaxaqueño en realidad. ¿Hay verdaderamente dirigencia estatal? Queda claro que no. Lo que existe, en un primer plano, es un delegado con funciones de Presidente, que vino con intención de generar orden y concordia al interior del Comité Estatal del priismo, pero que ante la ingobernabilidad interna, hoy está pensando ya en otros proyectos y en otros horizontes.

Tampoco hay dirigencia estatal, cuando el trabajo político del Comité priista está por completo desarticulado; cuando no existe trabajo conjunto y concordante; cuando todos hacen lo que quieren; cuando no existe ni la más mínima identidad y coherencia entre lo que hace y dispone el Presidente, con lo que hacen todos los demás integrantes de su estructura de mando; cuando la Sede Priista parece todo (generalmente, una casa abandonada) menos el centro de operaciones de un partido que, según dice, se apresta a llevarse el “carro completo” en la entidad, y a contribuir con votos al triunfo de su candidato presidencial.

No se puede decir que existe dirigencia estatal, cuando ahí mismo todos están confrontados entre sí, y cuando no existen ni los más elementales vasos comunicantes efectivos entre quienes coordinan la campaña presidencial, con los que hacen campaña por diputados y senadores, y quienes dicen estar al frente de la estructura formal y la operación electoral del priismo.

 

LA GRAN SOLUCIÓN

Con ese trabajo tan difuso, desorganizado e incapaz de ser medible y evaluado de verdad, el priismo oaxaqueño en general ha demostrado todo lo que un conjunto de grupos políticos inteligentes no querría demostrar nunca: debilidad, confrontación, sectarismos y un profundo desorden e incapacidad para trabajar en conjunto.

Ante ese panorama, será irrelevante quién gane y quién pierda, así como también será irrelevante qué grupo entregue los mejores resultados el día de la elección. El pragmatismo propio del priismo nacional de estos tiempos, finalmente impondrá una gran decisión salomónica en la que será la dirigencia nacional (y el propio Presidente de la República, si es que es priista) quien decida en qué manos se queda la dirigencia estatal del priismo, y con qué grupo al frente.

¿De verdad alguien cree que, con las debilidades y desviaciones políticas que han demostrado los priistas oaxaqueños para regirse y convivir, el Comité Ejecutivo Nacional del PRI se arriesgará a llevar a cabo un proceso interno para elegir al nuevo Presidente estatal, o incluso un proceso de “conciliación” entre las facciones priistas locales, para sacar de ella a un dirigente consensado que aglutine a todas las expresiones? Sólo un ingenuo podría pensar eso.

Esa solución a es a todas luces inviable. De hecho, a eso enviaron a Oaxaca al delegado presidente Jorge Esteban Sandoval Ochoa: a buscar la conciliación y el acuerdo entre grupos. Queda claro que no lo logró, y no porque sea un mal dirigente, sino porque los priistas oaxaqueños tienen diferencias irreconciliables, y conflictos y ambiciones que rebasan por mucho cualquier capacidad o posibilidad de acuerdo.

Por eso, lo que finalmente hará en el momento adecuado el priismo nacional (y/o el Presidente de la República) es imponer a un nuevo dirigente, estableciendo las condiciones básicas para que los grupos priistas se sumen, y obligando a todos (al viejo estilo) a sumarse a la “corriente” que beneficie a quien ellos dicen.

 

MENORES DE EDAD

Eso demostrará lo que aquí se ha dicho: que las ambiciones y la incapacidad de negociación y acuerdo entre los priistas oaxaqueños, tarde o temprano hará crisis y demostrará lo menores de edad que son. Eso es lo que ya de antemano está “cantado” si gana Peña Nieto. Pero es lo que no quieren ver quienes siguen ambicionando con ser los beneficiarios de este feudo electoral llamado Oaxaca. ¿Alguien lo duda?

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