+ Defensa: todos la pregonan, nadie la realiza
Uno de los temas favoritos de la agenda común de Oaxaca es el relativo a los derechos humanos. Autoridades, organizaciones de la sociedad civil y grupos de lucha social hablan de ellos como si esta fuera una de las monedas comunes más valiosas de la vida pública. Lamentablemente, ese cúmulo de menciones y posiciones está lejos de conseguir una defensa efectiva de ellos. Y los mencionan tanto que, paradójicamente, parece que en Oaxaca los derechos humanos ya perdieron todos sus significados posibles.
¿Qué son derechos humanos? –podríamos preguntarnos. Y, tratando de ceñirnos a una definición formal, podríamos decir que los derechos humanos son el conjunto de prerrogativas inherentes a la naturaleza de la persona, cuya realización efectiva resulta indispensable para el desarrollo integral del individuo que vive en una sociedad jurídicamente organizada. Estos derechos, establecidos en la Constitución y en las leyes, deben ser reconocidos y garantizados por el Estado. No obstante, parece que aquí, en nuestro entorno, la definición material es mucho menos elevada, y por eso su trascendencia se torna no sólo cuestionable, sino incluso impráctica. ¿Por qué?
Porque en la entidad los derechos humanos tienen una clara inclinación hacia la lucha social y hacia la justificación de diversas conductas que no sólo están alejadas del sentido real de los derechos fundamentales, sino que peligrosamente se acercan a la justificación de conductas inaceptables o de poses políticas que no tienen ninguna trascendencia. Aquí parece haber un claro ánimo por explotar los derechos humanos únicamente a partir de intereses o agendas políticas.
Si vemos, por ejemplo, lo que hacen los grupos de defensa de los derechos humanos a los que el Gobierno del Estado ha dado importancia y relevancia, fácilmente podremos comprobar que éstos únicamente están encaminados a obtener beneficios políticos o económicos de sus planteamientos. Otros, buscan generar impunidad o provechos para los grupos de personas a los que representan. Ninguno, en realidad, parece estar decidido a promover realmente los derechos fundamentales, o a trazar rutas efectivas para defenderlos. Vayamos a ejemplos concretos para corroborarlo.
¿Cuántas organizaciones de la sociedad civil existen en Oaxaca para dizque defender los derechos humanos? Podemos contarlas y enumerar decenas, o quizá cientos que reciben fondos por parte del Estado, y que también son objeto de atención y negociación por parte del gobierno, del cual obtienen algún provecho. Sin embargo, ahora debemos preguntarnos, cuántas de esas asociaciones buscan dividendos políticos, y cuántas están encaminadas a hacer una defensa trascendental de los derechos fundamentales. La respuesta será que prácticamente ninguna puede demostrar que su defensa de los derechos humanos es efectiva.
Esto es así porque, por ejemplo, ninguna organización no gubernamental en Oaxaca había tenido la decisión para emprender una batalla jurídica como la que hace una semana ganó un grupo de personas, no constituidas en una Asociación Civil de las tradicionales de “defensa de los derechos humanos”, logró una declaración del más alto Tribunal Jurisdiccional del país (La Suprema Corte de Justicia de la Nación) respecto a uno de los paradigmas más polémicos y controvertidos de nuestros tiempos en materia de derechos fundamentales, como lo es el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Ese tema en particular puede parecernos o no correcto. Sin embargo, lo que hizo ese grupo de abogados (que ganó un amparo en revisión, en el que la Corte se pronunció de manera definitiva sobre la inconstitucionalidad de ciertos aspectos de la ley civil local, y ordenó casar civilmente a dos mujeres) fue simplemente articular una defensa adecuada a un tema que involucra de manera sensible a los derechos humanos.
La finalidad pudo haber sido el matrimonio entre personas del mismo sexo, o el aborto, o un conjunto enorme de temas que en Oaxaca simplemente duermen el sueño de los injustos, porque los grupos tradicionales de defensa de los derechos humanos están demasiado ocupados tratando de obtener provechos políticos o beneficios económicos, y olvidan que su existencia podría justificarse si al menos demostraran que pueden hacer algo más que empujar negociaciones, agitar a sectores de la población, o “defender” a personas para que lo que obtengan sea dinero, y no la restitución real de sus derechos quebrantados, y los de las demás personas que potencialmente podrían estar en esa situación.
GOBIERNO DE POSES
Un día como el internacional de los derechos humanos, es el ideal para alimentar las poses. Esto es lo que hace el gobierno local que asimismo se asume como garante de derechos, aunque en realidad tiene graves deficiencias para entender su trascendencia real.
Si la administración estatal se dice garante de los derechos, ¿cuántas iniciativas ha iniciado para revisar el marco jurídico local en esa materia, o para verdaderamente consolidar el Estado de Derecho en esa materia? ¿De verdad tiene cero recomendaciones, como para decir que aquí los derechos se cumplen a cabalidad? ¿Si está tan seguro de sus aseveraciones, entonces por qué contribuyó, junto con el Legislativo, a postrar el órgano garante de los derechos humanos hasta el grado de la inoperancia total?
Incluso, en estos tiempos los derechos humanos frente al Estado van mucho más allá del simple imperativo de “no hacer” para la autoridad. Ésta, hoy, tiene el deber de velar por hacer que los derechos se cumplan, por cumplirlos, por no quebrantarlos, y también porque otros no los quebranten. ¿Esto último es real? Tal parece que no. Porque aunque propios y extraños dicen que Oaxaca es “punta de lanza” en materia de derechos humanos, aquí es donde más se violan y donde más se medra alrededor de ellos. Qué tristeza que todos hablen de los derechos fundamentales, pero que nadie entienda que hoy, por ubicarlos en el ámbito de la agitación y de la lucha social, están menos tutelados que nunca.
¿QUÉ ES “RESPETAR”?
¿Respetar los derechos humanos es equivalencia a permitir la arbitrariedad y los daños de quienes se enmascaran en la lucha social para ser violentos? ¿Respetarlos significa siempre querer que la ley sea selectiva y las autoridades blandas? ¿Respetarlos significa que el Estado haga nada frente a cualquier conducta? Esos son algunos de los sinsentidos de los “derechos humanos” en Oaxaca.