A Sección 22 no le importa su reputación

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Por eso, irán de frente hasta hallar límite

 

Hay quienes todavía consideran que la Sección 22 del SNTE perteneciente a Oaxaca, y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, basan sus acciones en cuestiones como la aceptación o repudio ciudadano, el resultado de sondeos de opinión, e incluso en las consecuencias que puedan tener sus acciones frente a terceros. Nada de eso les importa en realidad. Y por eso las opciones se terminan frente a un gobierno federal que dentro de poco tiempo deberá optar o por dar una gran lección de política, o tomar la fuerza frente a quienes quieren poner en entredicho su autoridad.

Vayamos por partes. Pues por un lado, debemos primero entender que el magisterio de Oaxaca, y de otras entidades que se encuentran protestando en la Ciudad de México, no tienen en su agenda cercana la posibilidad del regreso a las aulas y que, como lo anunciaron ayer, no sólo buscarán regresar al zócalo de la capital, sino que incluso anunciaron que intentarán sitiar toda la Ciudad de México para demostrar fuerza y para reiterarle a los tres poderes federales su rechazo a la reforma educativa. Por el otro extremo, queda claro que el gobierno puede hacer muchas cosas, menos posponer indefinidamente la solución a este conflicto.

Todo esto significa, en términos generales, que el desalojo de maestros ocurrido la semana pasada en la capital del país, no sólo no terminó con el problema de las protestas y el paro de labores, sino que pospuso —quién sabe hasta cuándo— el regreso a clases. Como ocurre cada que alguien toma una decisión de fuerza contra la CNTE, ésta decidió re victimizarse y no sólo no regresar a clases, sino reforzar el plantón e intentar acciones de mayor fuerza. Es, digámoslo así, un berrinche a gran escala.

Ante esto, el gobierno federal tiene cada vez menos opciones. La primera de ellas, es la salida política, que en estos momentos no parece muy posible, debido a que los maestros de la Coordinadora —y en eso los de Oaxaca también son punta de lanza— tienen objetivos que consideran como inamovibles e innegociables. Los maestros, pues, han ido a un “todo o nada” a las mesas de negociación con la Secretaría de Gobernación. Eso está condicionado por la fuerza que toman los grupos radicales que no aceptan victorias parciales ni cesiones frente a cualquier negociación o argumento. Y queda claro que en esas condiciones el margen de negociación casi se reduce a cero.

Una segunda opción que tendría el gobierno federal es la de comenzar a forzar una solución a partir del agotamiento de los inconformes. La CNTE asume que tiene la fuerza suficiente para continuar indefinidamente esta jornada de protestas. Hasta el momento, el magisterio democrático ha tratado de esconder la merma que ya tienen sus bases, y asume que con sus incondicionales (que no son los 70 mil maestros de Oaxaca, ni todas las secciones magisteriales en las que tiene presencia la Coordinadora) podrá continuar su estancia en la capital del país.

Es aventurado hablar de cifras. Pero lo que sí queda claro es que hoy en día el magisterio oaxaqueño (que está acostumbrado a la seguridad del salario, pero que hoy en día tiene dos quincenas retenidas) no tiene la misma capacidad y disposición para la movilización que como lo tuvo hace apenas un mes.

En este sentido, es clave la forma de autofinanciamiento del magisterio: de cada delegación sindical o centro escolar, un grupo de profesores es el que decide trasladarse a las protestas, y todos los demás cooperan con dinero para el pago del traslado, de la alimentación y del hospedaje, si es que deciden no pernoctar en el sitio del plantón.

Mientras tenían el salario asegurado, los maestros podían rotar o “calendarizar”, sin problemas, la presencia periódica de cada uno de ellos en las movilizaciones de la capital del país, junto con la cooperación de todos los demás. Así el desgaste económico y físico se relativizaba, tanto para quienes iban a las protestas como para quienes las financiaban. El problema es que ahora no tienen fuentes para el autofinanciamiento. Y aún frente a las presiones del Sindicato (que está utilizando verdaderas medidas de fuerza para obligar a sus agremiados a continuar en la protesta), el desgaste pronto será inocultable para la Coordinadora, que hasta ahora sigue aparentando que su fuerza está intacta.

 

LA SOLUCIÓN DE FUERZA

El gobierno federal aplicó una medida de fuerza al gordillismo que controlaba el SNTE: metió a la cárcel a su dirigente, y envió sendas amenazas a todos aquellos que pretendieran inmolarse en defensa de la profesora Elba Esther Gordillo. Así, en poco tiempo los alineó a todos. ¿Qué hacer en el caso de la CNTE?

En este asunto hay varios problemas que reducen las opciones de solución: la CNTE no tiene un dirigente visible. De hecho, está claro que Rubén Núñez, el líder de la Sección 22, está actuando presionado y arrastrado por las resoluciones de un Sindicato que él no controla. De la sola Sección 22, hay más dirigentes subrepticios que líderes visibles. Así que “descabezar” a la 22 encarcelando a Núñez no resolvería nada. Y lo mismo pasa con la CNTE, que tiene una estructura de mando horizontal y casi furtiva, que no es la que se sienta a negociar con las autoridades federales.

¿Qué hacer? Al gobierno federal le quedarían pocas opciones. Una sería comenzar a desmantelar los elementos que le dan fuerza a la Coordinadora. Es decir, desmantelar estructuralmente lo que les da fuerza, como el control salarial y administrativo que tiene el Sindicato sobre sus agremiados (salarios, prestaciones, escalafón, ubicación, etcétera). Otra, de más fuerza, tendría que pasar por la posibilidad de dar por terminada la relación laboral con los paristas, y ofrecer (como lo hizo con el SME) un atractivo programa de retiro en aras de desmovilizar a la mayor cantidad de maestros, y entonces sí focalizar a los radicales  en una resistencia menor y más controlable, que les permitiera una salida negociada en el mediano plazo, o incluso optar por la vía de dejarlos en su resistencia por tiempo indefinido.

 

ENCRUCIJADA

Esto, como queda claro, es un verdadero ajedrez en el que las piezas, a partir de ahora, deben moverse con mucha cautela e inteligencia porque de ello depende el inicio del ciclo escolar. Finalmente lo que está en medio, y es de lo que menos se habla, es el profundo daño a la educación de más de un millón de niños y jóvenes, que siguen esperando el regreso a las aulas.

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