Competencia en 2015 será el indicador de la sucesión
Aunque la elección federal de 2015 representa casi un trámite para la gran mayoría de los ciudadanos en Oaxaca, para los partidos políticos esto más bien representa un ensayo de los comicios de 2016. Cada una de las fuerzas políticas tendrá, en los comicios del próximo año, la oportunidad de medir sus posibilidades reales de competencia, y también verá cómo el régimen gobernante en la entidad decide repartir sus cuotas e intereses para preservar el poder.
En efecto, el asunto no es menor dada la realidad de que hoy los partidos de izquierda pasan por su división más profunda desde que se aglutinaron, hace poco más de cinco lustros, en el Partido de la Revolución Democrática. El hecho de que el Instituto Nacional Electoral reconociera a Movimiento de Regeneración Nacional como un partido político más, estableció una disyuntiva que para gobiernos como el de Oaxaca resultan ser trascendentales.
Y es que Gabino Cué Monteagudo es, seguramente, el Mandatario estatal actual que construyó su candidatura más de cerca de Andrés Manuel López Obrador; pero también es real el hecho de que en el momento de definir su ruta política como Gobernador de Oaxaca lo hizo de la mano del PRD. Éste tampoco es tema menor, porque el gobernador Cué ha llevado su gestión particularmente de la mano del perredismo, y hoy en día la línea de flotación que tiene su gobierno se encuentra justamente anclada por las fortalezas formales del perredismo en las cámaras legislativas local y federales.
Este es un tema que vale la pena analizar. Pues a pesar de que ningún legislador federal oaxaqueño tiene influencia o peso específico —e incluso relativo— en la vida parlamentaria del país por su desempeño, sí se reconoce que el gobernador Cué tiene a su favor a la mayoría de los diputados federales y senadores, y que eso le permite una gestión más o menos fluida en su relación con las cámaras legislativas federales, y cierta seguridad de que las fuerzas predominantes en el Congreso federal no intentarán algo para desestabilizar su mandato como Gobernador.
Concretamente, si hay algo que debiera preocuparle al Gobernador, eso tendría que reducirse únicamente a dos temas: uno, asegurar cada año el presupuesto federal que se asigna a Oaxaca; y dos, atajar cualquier intento de que desde las cámaras federales se intente sabotear su permanencia como Mandatario.
Queda claro que al gobernador Cué eso es lo único que le ocupa, y que es a lo único que se ha abocado; y por eso aún cuando la mayoría de los diputados federales perredistas son grises e intrascendentes en la vida parlamentaria federal, el Gobernador los mantiene cercanos, y les permite márgenes de maniobra en sus gestiones con el Gobierno del Estado, a cambio de que éstos cumplan con esas dos condiciones que para el régimen actual sí son preocupantes.
Hablando en números, de los 18 diputados federales que hay por Oaxaca —11 electos por el principio de mayoría relativa, y siete asignados por el principio de representación proporcional—, sólo tres —uno de mayoría, y dos plurinominales— son del PRI; los dos diputados federales por el PAN llegaron gracias a la representación proporcional; pero Movimiento Ciudadano, el Partido del Trabajo y el PRD —los tres, partidos aliados del Gobernador— concentran a 10 de las 11 diputaciones federales, y el PRD tiene, además, tres legisladores federales por el principio de representación proporcional.
Esos números revelan la fortaleza actual del gobernador Cué en términos de la representación política que tiene a su favor ante la Federación —aunque en los hechos tenga una relación nula con el Ejecutivo federal, y una imagen desastrosa, inducida ante la opinión pública nacional—, pero a su vez dejan ver el tamaño del problema que tiene ante la partición de la izquierda.
LAS DOS IZQUIERDAS
Las proyecciones apuntan a que Morena sí es capaz de quitarle una porción importante del voto al PRD. La diferencia de fondo entre esos dos bloques que se supone que comparten postulados de ideología política, se centra en que los partidarios y simpatizantes de Morena ubican a López Obrador como la figura central de todo el trabajo político, y votan en función de su liderazgo, mientras que el perredismo está repartido en tribus y cuotas que viven de un clientelismo que hoy por hoy puede reducirse a su voto duro, pero con una merma profunda en los votantes independientes que, en los últimos años, votaron por AMLO y, derivadamente, a favor del PRD.
Así, hoy en día habría que repensar el futuro del perredismo como una de las tres fuerzas políticas nacionales y, en el caso de Oaxaca, como la primera fuerza electoral del Estado. ¿La razón? Que en los cálculos debe considerarse no sólo la preferencia política independiente de cada ciudadano, o la capacidad de movilización de cada partido, sino también la dirección hacia donde el régimen gobernante oriente el trabajo electoral, que según ha demostrado en los últimos procesos electorales en los que ha barrido al PRI en la entidad, sabe hacer muy bien.
La cuestión concreta se ubica en si el Gobierno del Estado asumirá que sus lealtades e intereses principales deben seguir concentradas en el PRD, o si es el momento en el que Gabino Cué debe retribuir a López Obrador el respaldo político que éste le dio por mucho tiempo para la construcción de su proyecto político. En 2015 Morena ya participará como partido político, disputando las diputaciones al PRD y los demás partidos.
Y en los resultados de esa elección estarán los primeros indicios del sostenimiento de las lealtades políticas del régimen, o de su viraje hacia el sector de la izquierda que se ufana de nunca haber pactado con el priismo y panismo a nivel de país, y que esa será una de las cartas con las que buscará captar a los electores que están desencantados del revisionismo perredista y de los insuficientes resultados que han dado como cogobierno en Oaxaca.
AMIGOS COMUNES
Oaxaca vive una situación de abandono por parte de la Federación, en la que participan correlativamente el PAN, el PRI y el PRD. En el ámbito federal, a nadie de ellos le importa la suerte que corra la entidad, y menos la circunstancia del gobernador Cué. Esta situación habría de llevarlo, llegado el momento, a asumir la identidad natural que tiene con el lopezobradorismo, que también está lejos de esas fuerzas. ¿Qué puede ofrecer, hoy, el PRD a Oaxaca? Y en la circunstancia actual, ¿qué perdería el régimen —nada— si decide seguir la ruta política de López Obrador?