+ ¿Cómo nos ven desde el exterior?
En México ocurre un fenómeno curioso: los altos niveles de violencia que constantemente se mantienen en la lucha contra el crimen organizado, en algún sentido ha “acostumbrado” a la población a escuchar en los noticieros sobre enfrentamientos, balaceras, muertos, heridos, decapitados, levantones y ejecuciones. Aunque en otros países una sola, o unas cuantas noticias como esas, provocarían terror en la población y constituirían un fuerte llamado de atención para que la autoridad actuara con energía, en México eso se toma ya como cierta parte de nuestra cotidianeidad. Estamos, por así decirlo, habituados a un nivel de violencia que es nocivo no sólo para la nuestra, sino para cualquier sociedad civilizada y en la que el Estado se jacta de imponer el orden y la ley.
Algo similar ocurre con los fenómenos políticos. En más de una ocasión, hemos señalado en este espacio lo aberrantes que, a nuestro juicio, son los pactos en los que se transigen asuntos de Estado a cambio de meras agendas electorales. Y no sólo es inmoral, antiético e irresponsable por el contenido de dichos acuerdos, sino también por los autores de los mismos.
Todo esto tiene como punto de origen los acuerdos firmados en octubre pasado entre representantes del gobierno federal y el Partido Acción Nacional, con dirigentes del Partido Revolucionario Institucional y el Gobierno del Estado de México. Dichos pactos, como bien se sabe, se hicieron no sólo entre esos personajes, sino entre los panistas y representantes federales con varios gobernadores emanados del Revolucionario Institucional.
El objetivo era la aprobación del paquete económico presentado por el presidente Felipe Calderón Hinojosa —que incluía un incremento a los impuestos que sólo podía transitar en el Poder Legislativo con el respaldo de la mayoría parlamentaria del priismo—, a cambio de que en las doce entidades de la República en las que habrá comicios en 2010 y 2011, no se erigieran coaliciones opositoras en las que participaran juntos los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática.
¿Qué enrareció esos acuerdos? En primer término, que a la luz de los hechos, parece que nadie cumplió. La propuesta presidencial para el alza de impuestos fue desechada y reconfeccionada con los priistas, a su propia conveniencia. Los panistas, según, se sintieron defraudados y por esa razón dieron por terminado el acuerdo, para impulsar candidaturas comunes con los partidos de la llamada “izquierda mexicana” en varias entidades de la República.
Todo lo terminó de romper, la denuncia pública hecha por priistas, de la existencia de un acuerdo por escrito, en el que tanto panistas como priistas y representantes federales, se hacían múltiples y recíprocas concesiones, a cambio de la realización y abstención en ciertos actos. Esto, en cualquier otro país, se habría convertido en un escándalo de grandes magnitudes. Sólo en México podía ocurrir eso, y sólo en México podría estar cerca un desenlace como el que estamos a punto de ver.
¿Por qué habría de ser un escándalo? Porque la negociación del paquete económico es uno de los asuntos más delicados para el Estado. Porque, además, en este caso se transigió a cambio de un interés electoral. Y porque, finalmente, en dicho acuerdo participaron representantes de diversos poderes federales y ámbitos de gobierno, utilizando la arena política para comprometerse a hacer, o no hacer, actos que se encuentran fuera de sus respectivas atribuciones.
En ese acuerdo, por tanto, se mezcló lo electoral con lo político; lo partidista con los intereses de Estado; y la concertación con los acuerdos inconfesables. Nadie duda que en la democracia se negocie y se acuerde. Pero en ninguna democracia dichas facultades de negociación están dadas sin límites a sus representantes. Eso es lo que ocurre en México: que los límites fueron rebasados, y que nadie quiere reconocer la gravedad y la inmoralidad de esos errores hasta ahora cometidos.
DESDE FUERA
Aquí en México, todo parece quedarse en el escándalo. Los priistas se victimizan y se dicen timados por los panistas. Éstos, a su vez, se sienten envueltos en un aura democrática y pretenden utilizar la crisis a su favor. Todos eluden la discusión de fondo, que más bien radica en la inmoralidad y el abaratamiento de que están haciendo a la verdadera acción política que debe existir entre el gobierno, los partidos políticos y los grupos con representación en el Congreso federal.
Es interesante, en este sentido, conocer cómo miran desde fuera este acuerdo. En un artículo publicado el pasado martes en el diario español El País, y firmado por Sabino Bastidas Colinas, se establecen algunos parámetros de lo que deberíamos estar discutiendo en México, y que en apariencia ni siquiera se ha considerado.
Luego de hacer un recuento del papel que ha tenido el PAN en el devenir democrático del país, y la decadencia de su actuar con fuerza protagónica en ese proceso, dice lo siguiente: “lo alarmante es la ñoñez de los acuerdos y de los políticos que firmaron el convenio. Lo que de verdad me parece grave es que la materia que motiva una negociación secreta, y un acuerdo por escrito, sea: una simple votación parlamentaria, para un asunto de rutina, a cambio de una decisión electoral menor, marginal y local.
“Lo que más ofende es la materia, los temas y el alcance de lo que se está negociando. Lo que más preocupa es que el escándalo se genera por un acuerdito ñoño, soso, intrascendente, sin contenido y sin sentido.
“No se genera un escándalo político porque las dos fuerzas mayoritarias del país estaban negociando: la reforma fiscal, la reforma política, la gran reforma educativa, una reforma al sistema de salud, la reforma laboral o la gran reforma de competencia económica. No se da por estar negociando la versión mexicana de los acuerdos de La Moncloa, ni por estar abordando los grandes temas nacionales. Tampoco se estaba fraguando el gran golpe de timón para desmantelar los enclaves autoritarios del viejo régimen, ni para destrabar los grandes nudos que por fin le darían sentido y rumbo a la democracia y a la economía.”
PARA ESCANDALIZARSE
El abogado mexicano culmina su texto señalando que lo que más escandaliza es el rumbo del país: “Lo que preocupa es la promesa subyacente de que, con estos políticos, con esas prácticas y con ese estilo de gobierno, lo único posible será construir reformas mediocres en el margen, cuando lo que el país necesita son grandes acuerdos y reformas de verdad y de fondo.” El texto completo, lo puede leer haciendo clic aquí.
almargenoaxaca.wordpress.com