+ Por mezquindad, buscan a la derecha ¿o querrán aislarse?
El futuro de las fuerzas de izquierda en Oaxaca únicamente les pintaría bien si lograran conformar algún tipo de alianza. Hoy, ese sector de la política partidista se encuentra pulverizado y pareciera que hasta confrontado. En la medida que no logren ponerse a salvo de sus propias diferencias, y opten por la aglutinación, lo único que tendrán es el avasallamiento priista que, según parece, viene con todo a la reinstauración de algunas prácticas que se creerían desterradas.
En efecto, los dos primeros años de gobierno de Alejandro Murat Hinojosa serán determinantes para los años siguientes de la oposición. De todo esto, en el Congreso del Estado deberían generarse los contrapesos necesarios para que el juego democrático no vuelva a ser un caos —como ahora—, pero para que tampoco vuelva a ser el gobierno de uno, como en el pasado priista. Quienes tienen en las manos esa posibilidad son las fuerzas de izquierda, que hoy más que nunca deberían —en el ideal— dejar de lado sus mezquindades y aglutinarse para hacerle contrapeso al poder priista.
¿De qué hablamos? De que es casi un hecho que la LXIII Legislatura quedará integrada de la forma siguiente: el PRI tendrá 17 diputados; Movimiento de Regeneración Nacional tendrá nueve diputados; el PRD tendrá ocho legisladores; el PAN, 4, el Partido del Trabajo, tres, y Unidad Popular, uno. ¿Qué significa esto? Que, linealmente, el PRI tendrá la mayoría, pero con pocas posibilidades de construir en el corto y mediano plazo, si no teje una alianza sólida por lo menos con una de las fuerzas de izquierda, particularmente con el PRD o con Morena. En ambos casos, quedaría a muy pocos votos de la cifra mágica de 27, para lograr reformas a la Constitución.
Ese escenario es el menos complicado porque el PRI será también el gobierno y, dados los antecedentes, no sería raro que trabaran alianzas fácticas o con el PRD o con Morena a cambio del cogobierno (al respecto, hablamos ampliamente en nuestra entrega del 6 de septiembre: “¿Estará preparado el nuevo régimen para cogobernar con Morena?”) o de permitirles el acceso a recursos económicos o concesiones políticas, con tal de lograr la holgura requerida para la toma de decisiones en la relación entre los poderes Legislativo y Ejecutivo. Así pues, la relación de la connivencia parecería más simple de concretar, que la de una posible alianza entre las izquierdas.
Sí, porque de hecho existe la posibilidad —hasta ahora es una intención, aunque no descartable— de que antes de que termine la LXII Legislatura, que se encuentra bajo la hegemonía total no del PRI sino Alejandro Avilés, impulse la reinstauración de la figura de la Gran Comisión como órgano supremo de gobierno del Congreso del Estado. Razones hay de sobra: en la Legislatura siguiente el PRI tendrá una mayoría simple, pero a todas luces insuficiente para generar cualquier síntoma de gobernabilidad —o cuando menos estabilidad— en su relación con el Ejecutivo.
Además, si el PRI preside la Junta de Coordinación Política el primer año de la LXIII Legislatura, tendría que entregarle la presidencia de la Mesa Directiva a Morena, que sería quien le tomaría la protesta a Murat Hinojosa como gobernador del Estado. Este un escenario incierto, y sin mucha capacidad de negociación. Asimismo, Avilés ha fustigado lo suficiente a las demás fuerzas políticas como para dinamitar cualquier posible alianza que le permitiera tomar el control de los órganos de dirección en la Legislatura siguiente. Por eso la posibilidad de reinstaurar la Gran Comisión, y volver a los tiempos de la hegemonía priista.
JUNTAR A LAS IZQUIERDAS
No es buen signo que, en ese marco, el comisionado nacional del PT, Benjamín Robles Montoya esté anunciando que busca la posibilidad de una alianza con el PAN en la Legislatura siguiente. El movimiento sería simple: al tener el PAN más diputados que el PT (cuatro contra tres) entonces lo natural sería trasladar a uno, o todos sus legisladores, al panismo, para conformar una bancada.
Eso sería todo menos un movimiento simple: en sus condiciones actuales, la Ley Orgánica del Poder Legislativo establece que para conformar una bancada, todos sus integrantes deben ser de la misma filiación partidista. Así pues, Robles estaría buscando dejar sin representación a su propio partido, o disminuirla al máximo, con tal de no dialogar con las otras izquierdas y con tal de seguir en su lógica de dinamitar las representaciones progresistas para aliarse con el panismo, que tiene una ideología política opuesta a las de los partidos de izquierda.
¿Qué debiera ser lo natural? Que cuanto antes, el PRD buscara la posibilidad de conformar una agenda política común con Morena y con el PT para ser un contrapeso real al poder y la hegemonía que intenta reinstaurar el priismo. El asunto es de la mayor trascendencia porque no sólo se trata de los intereses pragmáticos o electorales en el corto plazo, sino de la conformación de un contrapeso efectivo a ese poder que intenta restaurarse en la fuerza y la dominancia que tuvo en otros tiempos.
LOS POLOS SE UNEN
¿Por qué tanto interés en pagar por adelantado lo relativo a la construcción y administración de Ciudad Administrativa? ¿Dónde quedaron aquellas promesas de transparentar el cochinero financiero —del que dimos cuenta ampliamente en este espacio, desde los tiempos de Ulises Ruiz— que implicó la construcción de esos complejos administrativos? ¿De veras es tal el ahorro? ¿O de ese tamaño fue el “arreglo”?