+ Transición de gobiernos: el silencio total, la única constante
Estamos a escasas cinco semanas de la transmisión de la administración gubernamental en Oaxaca, y algo de lo que —deliberadamente— nadie se ha percatado es que, igual que en 2010, la entrega-recepción es un proceso sin reglas claras, ni derroteros definidos. Hasta ahora, las tareas de la transición —desde ambos gobiernos: entrante y saliente— han sido privadas, discrecionales, potestativas y hasta sigilosas. A pesar de que existe una norma que se supone que debía dar las pautas generales del proceso, la realidad indica que nadie sabe cuáles son esas formas y procedimientos que debían estar a la vista de la sociedad oaxaqueña.
En efecto, faltan 35 días para que la administración del gobernador Gabino Cué entregue el gobierno al nuevo titular del Poder Ejecutivo. El mandatario saliente reconoció —políticamente— al Gobernador electo, pocos días después de los comicios, y desde entonces anunció que se llevaría a cabo un proceso ordenado y transparente de transmisión de poderes, cuestión que el gobierno electo reconoció y asumió plenamente, porque desde entonces sólo han sido generalidades las que se han dado a conocer sobre el proceso. En realidad, desde fuera parece nulo el trabajo sustantivo y normado al respecto, porque todo lo que se sabe son sólo chispazos de información, que sueltan como filtraciones, los equipos que se supone que están trabajando en la transición.
Según esos frentes de trabajo, la discreción ha sido norma para mantener la calma sobre los pormenores del proceso y, sobre todo, para que se evite adelantar vísperas sobre los posibles titulares de las áreas gubernamentales en la próxima administración. Del lado del gobierno saliente, se ha informado que el gobierno trabaja en la entrega-recepción, aunque en realidad nunca se ha establecido con claridad cuál es el mecanismo de transmisión de poderes, quiénes integran el equipo, cuáles son los criterios o normas establecidas al respecto, y cuáles son los mecanismos de transmisión. Es decir, desde el gobierno entrante se sabe que se trabaja por lo que se filtra; y desde el saliente se sabe por lo que se informa en los comunicados. Pero técnicamente no existe ninguna cuestión sustantiva que hasta ahora se haya informado al respecto.
Quizá el único referente concreto sea ese mismo proceso, pero ocurrido hace seis años cuando Ulises Ruiz le transfirió la responsabilidad del gobierno estatal a Gabino Cué Monteagudo. En aquel momento, no existía ninguna norma jurídica que normara la transmisión de poderes, y por eso el gobernador Ruiz emitió un decreto en el que establecía criterios generales para la transición. Dichos criterios, sin embargo, no pasaban del establecimiento de las bases generales para la transferencia de responsabilidades, y la dotación de atribuciones y mandamientos legales para que los dos equipos de transición pudieran llevar a cabo sus tareas de entrega-recepción.
Si se recuerda, en aquel entonces el equipo de transición de Gabino Cué, y el mismo Gobernador Electo, se quejaron largamente por la forma tan discrecional, opaca y potestativa en la que el gobierno saliente les estaba entregando la administración. Quizá la única diferencia entre entonces y ahora, es que el gobierno electo en 2010 externó sus preocupaciones públicamente, y el actual sigilosamente calla frente a la incógnita de qué y cómo se está haciendo el proceso de entrega-recepción.
SÓLO SILENCIO
Se sabe hasta ahora —nunca por una fuente oficial— que el gobierno electo estableció algunos equipos temáticos para llevar a cabo la entrega-recepción. Se sabe que también, que en algunos casos se han extendido una especie de “salvoconductos” para que las áreas de la administración saliente proporcionen la información que requieran las personas acreditadas del gobierno entrante.
En otros, el trabajo se ha encargado a elaborar algunos diseños normativos y análisis administrativos, aunque evidentemente a ciegas porque no es lo mismo analizar una estructura administrativa con la información pública disponible —información de transparencia, básicamente—, que teniendo la oportunidad de conocer a detalle la situación que guarda un área en específico.
El problema es que no existe ninguna base conocida sobre la que se esté llevando a cabo dicho trabajo, en cualquiera de los dos frentes. La Ley Orgánica del Poder Ejecutivo establece, por ejemplo, que “el Gobernador del Estado emitirá el reglamento que contendrá las normas y procedimientos a que se sujetará la Entrega Recepción de las Dependencias y Entidades de la Administración Pública Estatal” (artículo 74). No existe ninguna referencia hasta el momento de que eso haya ocurrido. Y lamentablemente, las bases que establece dicha Ley Orgánica son insuficientes para suponer que eso puede normar el trabajo de los equipos de transición. Mucho menos cuando la ciudadanía tiene ya no una expectativa, sino incluso temor, de cuáles vayan a ser los efectos de esta tormentosa espera relativa a la transmisión de los poderes.
A TRABAJAR
Escribimos en esta columna el 6 de junio —al día siguiente de los comicios—: “¿Vacaciones? En 2022 Sí. Aunque haya un resultado contundente de la jornada electoral, nadie debe pensar en ‘vacaciones’ o ‘descanso’. El ganador debe ponerse a trabajar. Y los derrotados también. Oaxaca necesita, con urgencia, a la oposición firme y congruente que hasta ahora no ha existido, y que más bien se dedicó, de tiempo completo, a ser pelele del poderoso en turno”. ¿De verdad ya están trabajando, todos, en el “futuro de Oaxaca”?