+ Foráneos y mototaxistas han rebasado totalmente a las autoridades estatales
El escenario de caos y enfrentamiento violento del pasado domingo, en dos puntos de la zona conurbada a la capital oaxaqueña, ya no es sólo resultado de la permisividad de la autoridad con las organizaciones de transporte foráneo y del mototaxismo, sino del crecimiento desmedido de esas organizaciones que hoy tienen totalmente rebasada a la autoridad. Una y otra vez se insiste en la violencia de esos gremios. Pero poco se acusa la connivencia de las autoridades en el desbordamiento de este problema, que hoy los tiene sometidos. Si se desea un remedio de fondo a este problema, no debían desaparecer las organizaciones sino las complicidades.
En efecto, este fin de semana hubo dos enfrentamientos simultáneos entre integrantes de dos organizaciones de transportistas, que se disputan el control territorial de algunas de las rutas más rentables de la zona conurbada de la capital oaxaqueña. Mototaxistas y controladores de transporte foráneo agremiados, por un lado, en la Confederación de Trabajadores de México; y por el otro en el Frente Popular 14 de Junio, se enfrentaron en la disputa por las rutas de Santa Cruz Xoxocotlán, y por las del sector norte de la capital.
Igual que en anteriores ocasiones, el resultado fueron cuantiosos daños materiales, lesionados, y sobre todo una enorme estela de impunidad, anarquía, y silencio por parte de quienes son cómplices de esas barbaridades, y también de la autoridad, que a estas alturas ya tiene poco que hacer en el control del transporte público.
¿De qué hablamos? De que, por un lado, el transporte público creció sin control gracias a la avidez económica de quienes han tenido en sus manos la regulación del sector. Siempre preocupados por el corto plazo, y por la ganancias política que pudiera dejar, en los últimos años dejaron crecer sin control a las organizaciones, y les permitieron todo tipo de privilegios, los cuales fueron desde la tolerancia indebida en cuanto a las rutas, hasta el permiso para que operaran unidades sin contar con los permisos correspondientes. La moneda de cambio para la impunidad, era pertenecer a alguna de las organizaciones de transportistas, y obedecer los llamados que la fuerza política que los cobija les hiciera.
De esa manera puede explicarse cómo creció descontroladamente la hegemonía de las organizaciones de transportistas, que hoy sin ningún pudor se pelean a balazos y agresiones las rutas y los espacios de trabajo; crecieron gracias a que las autoridades municipales los han utilizado también como grupos de protección o de choque, a cambios de dejarlos trabajar a placer en las rutas que involucran sus demarcaciones. La autoridad estatal, también las dejó crecer por la ganancia económica y política que les reportaba el ser tolerantes y omisos en la necesidad de sacarlos de la circulación por no contar con la documentación respectiva.
Hoy, esa historia de complicidades y omisiones se entrelaza con una realidad preocupante: todas esas organizaciones (la CTM, el Sindicato Libertad, el Frente Popular 14 de Junio, y las adheridas al FALP y otras gremiales) están perfectamente identificadas con grupos políticos.
Por ejemplo, la CTM buscará cobrar alto el respaldo que desde el primer momento le dio al Gobernador Electo. Su pretensión será cobrarlo a través de que continúe la permisividad con sus acciones, con sus violaciones a la ley, y con la anarquía que generan. Lo mismo pasará con el Sindicato Libertad, que también ha buscado identificarse con el gobierno entrante. En esas condiciones, ¿cómo hablar del orden en el transporte público y de todos los planteamientos que se supone que parten de la regulación del sector, y del incremento de las condiciones de orden para las vialidades de la capital y su zona conurbada?
NO HAY INTERÉS POR OAXACA
Eso es en lo que nadie piensa en Oaxaca. Resulta que aquí desde antes que se creara la Secretaría de Vialidad y Transporte, ya se hablaba de diagnósticos muy concretos respecto a los problemas que presenta el transporte público, y las vías para solucionarlos. Hasta hoy, nadie ha querido tomar la iniciativa para emprender la nada sencilla labor de iniciar la revisión integral de cómo funciona el transporte público en la capital oaxaqueña y la zona conurbada, y comenzar a establecer nuevas reglas de funcionamiento, nuevas rutas y nuevas condiciones de servicio.
En esas resistencias, son los concesionarios los primeros en resistir. Y lo hacen por una razón que es de todos conocida: ellos quieren mantener el estado de cosas, en el que gozan de todos los privilegios, no son molestados por autoridad o disposición alguna, y cada que el negocio se hace menos rentable, exigen incrementos a la tarifa para solventar su ineficiencia. Por eso no quieren nada que tenga que ver con el reordenamiento. Y por eso siempre anteponen el argumento de que primero les autoricen el incremento a la tarifa para que después ellos vean si le entran o no al reordenamiento del transporte.
HISTORIA ANUNCIADA
El problema es más complejo de lo que parece. Hay total oposición al Metrobús pero tampoco quieren ser ellos parte de la alternativa. A todas luces se ve que el transporte público en sus condiciones actuales no es rentable, ni viable, ni atractivo para la ciudadanía. Pero sólo se ha pospuesto la discusión, hasta que cualquier día de estos, luego de los comicios, vuelva a explotar como una crisis, y cause nuevos perjuicios a la ciudadanía.