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Magisterio: aquí, la lucha crea sus condiciones

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+ Guerra de radicalismos explica sus decisiones

El magisterio de la Sección 22 del SNTE tiene suficientes razones como para estar emprendiendo la ofensiva que ahora mismo prepara para Oaxaca. Tomando como bandera los agravios inferidos por el Gobierno del Estado en febrero pasado, es claro que los grupos más radicales que controlan al sindicato magisterial en Oaxaca, están tratando de generar las condiciones de justificación de sus acciones de lucha, tanto para reencauzar el movimiento, como para no permitir que de nueva cuenta el poder colonice a su dirigencia.

Este fin de semana, la Asamblea Estatal de la Sección 22 acordó un calendario de acciones nada halagüeño para Oaxaca. Sólo para hoy 21 de marzo, anunciaron que el sector de la sierra norte se concentrará Guelatao para boicotear la ceremonia oficial alusiva al natalicio de don Benito Juárez García.

También anunciaron que hoy lunes se iniciará una campaña de difusión para denunciar la desaparición del maestro Carlos René Román Salazar, y que mañana martes sería reforzado el campamento de denuncia instalado en el zócalo por este fin, junto con la movilización de mentores para tomar oficinas de procuración e impartición de justicia “para obligar al gobierno estatal a presentar con vida a Román Salazar ya que se acusa que su desaparición tiene tintes políticos.”

El día 23 del presente, habrá manifestaciones a nivel estatal y los maestros harán bloqueos carreteros en los 37 sectores también para demandar la presentación con vida del maestro desaparecido.

Los maestros reiteraron su exigencia de que renuncien de tres funcionarios de la administración del gobernador Gabino Cué: la secretaria General de Gobierno, Irma Piñeyro Arias, el director del IEEPO Bernardo Vásquez Guzmán y del Secretario de Seguridad Pública, Marco Tulio López Escamilla. “Los dos primeros por su relación con la lideresa nacional del magisterio Elba Esther Gordillo y el último por los acontecimientos del pasado 15 de febrero.” Y, por si fuera poco, para el 31 de marzo, los maestros anunciaron se unirán a la marcha nacional en la Ciudad de México y el 2 de abril realizarán una marcha en la capital oaxaqueña.

¿Qué denota ese calendario? Que más allá de la presión directa contra el gobierno de Gabino Cué, lo que a ellos les interesa librar es una feroz guerra interna por el control y el reencauzamiento de su dirigencia.

Es claro que los sectores que controlan la Asamblea Estatal no están contentos con su secretario General, Azael Santiago Chepi, pero que tampoco están dispuestos a ventilar sus diferencias en una arena pública, y mucho menos a asumirse abiertamente como responsables de los actos de molestia que infieran a la sociedad oaxaqueña.

Sólo a partir de eso pueden entenderse toda esta serie de movimientos tácticos. Para los maestros, tener de su lado las banderas de la represión y del hostigamiento gubernamental, son claves para fundamentar y justificar su lucha frente a la ciudadanía.

Y los últimos hechos indican que más que actos de molestia orquestados desde el poder, la desaparición del profesor antes citado, y la quema de un autobús propiedad de una normal de educadores junto con pintas amenazantes, son actos preparatorios para esa feroz guerra interna que se avecina.

RADICALES VS RADICALES

Ningún gobernante oaxaqueño, en su sano juicio, se atrevería hoy a picar gratuitamente un avispero tan lleno de riesgos como el de la Sección 22 del SNTE. La quema de un autobús, o desaparición del profesor Carlos René Román Salazar —un militante activo de la Sección 22, pero en una jerarquía de menor importancia—, por ejemplo, no reditúa ningún beneficio al poder gubernamental, pero sí podría ser una inmejorable bandera de lucha para un sector radicalizado que tiene como una de sus especialidades la de exigir la presentación con vida de luchadores sociales.

Lo anterior, en ningún sentido significa que la 22 sea la responsable de la desaparición del profesor. Sin embargo, coyunturalmente el hecho encaja a la perfección con las condiciones que ellos necesitan generar para justificar una andanada de manifestaciones, paros y movilizaciones en todo el estado.

Algo similar ocurre con la exigencia de renuncia de los tres funcionarios estatales antes citados. Está perfectamente establecido que el Gobierno del Estado habría acordado con el dirigente estatal Santiago Chepi que dicha petición sería meramente testimonial; pero que como, justificadamente, a los sectores radicales de la Sección 22 eso les pareció un acto de entreguismo al poder, a través de la Asamblea Estatal éstos decidieron no abandonar tal exigencia. Esto no sólo para lavar el agravio del 15 de febrero pasado, sino también para dejar en claro que las decisiones del magisterio tienen mucho más de fondo que el solo acuerdo con su dirigente visible.

Ante todo esto, queda claro que lo que buscan los dirigentes reales de la Sección 22, es no permitir que dicho gremio se pliegue por completo a las conveniencias del Gobierno del Estado, y mucho menos tener una dirigencia entregada a los intereses del poder.

En la lógica de los sectores que verdaderamente controlan al magisterio oaxaqueño, su lucha va más allá de una simple coyuntura político-electoral. Finalmente lo que ellos buscan preservar son sus propias parcelas de poder. Y saben que, en ese sentido, su gremio debe buscar intereses, antes que amistades con las personas que temporalmente gobiernan la entidad.

Así, parece quedar claro que el proyecto político, las aspiraciones o las conveniencias del gobernador Cué no son, ni serán nunca, compartidas por los radicales de la Sección 22. Éstos marcaron ya su agenda y, como lo establecen sus ideólogos clásicos, están ahora permitiendo que “la lucha” genere sus propias condiciones para llevarse a cabo.

CORREGIR EL RUMBO

En la 22 parecen también estar en un profundo proceso de cambios, relacionados justamente con la idea de que sus intereses y su rumbo no se modifiquen. Ante cada decisión de la Asamblea Estatal se confirma lo que aquí dijimos desde el año pasado, y que los aliancistas se negaban a creer: que ante el cambio de partido en el gobierno de Oaxaca podríamos ver muchas cosas nuevas, pero no a una Sección 22 replegada o al servicio del poder. Aseguramos desde entonces que lejos de ello, veríamos a un sindicato magisterial más activo que nunca. Ahí está, ya, ocurriendo lo que ya se veía desde aquella lejana lectura política de los hechos.

Oaxaca: mucho más que priistas y aliancistas

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+ Partidos deben tomar en cuenta más que votos

Desde el gobierno estatal, y las fuerzas de oposición, debía comenzar a entenderse que Oaxaca es mucho más que dos partidos, o dos grupos políticos. Hoy, queda claro que quienes luchan desde el poder, y por el poder, tienen comparten una visión que no tiene matices. Así, recíprocamente, sólo existen los buenos y malos; los blancos y los negros; los tricolores y los aliancistas. Y con esa visión, desdeñan a todos aquellos que más allá de las fobias partidistas, no desean más que el bien para toda la comunidad.

Hoy podemos ver claramente cómo las prácticas del pasado se repiten libremente. Para nadie es un secreto que mientras el Partido Revolucionario Institucional tuvo en sus manos el poder, los grupos que sucesivamente ejercieron el gobierno fueron excluyentes en todos los sentidos. El problema, en realidad, radica en que ese tipo de prácticas eran algunas de las que tenían que comenzar a varían con el “cambio”, pero hoy se repiten indiscriminadamente como si las promesas de cambio no hubiesen sido sino una mera mascarada.

En el pasado, no era raro que más allá de cualquier calidad moral, profesional o de experiencia, sólo la filiación partidista o la pertenencia al grupo gobernante, fueran sendos elementos indispensables para que una persona ocupara cargos de responsabilidad, o al menos para que fuera tomada en cuenta en las opiniones o representatividad que pudiese tener. Esa era precisamente una de las prácticas que hacía fuerte tanto al partido hegemónico, como a quienes desde ahí accedían al poder y lo preservaban.

Todos aquellos que en esos momentos ocupaban las trincheras de la oposición, se quejaban amargamente de que fuesen elementos excluyentes meramente partidistas, y no de otro tipo, los que determinaran que la política se redujera a los acuerdos autoritarios y no consensados; a que nunca hubiese posibilidad de concertación; que los ajenos fueran ignorados y disgregados. Y que las posibilidades de que hubiera un ejercicio transversal de acción política —en el que, sin concederse concesiones recíprocas, sí hubiera garantía de que todos fueran al menos escuchados—, eran prácticamente nulas.

Esa fue una de las razones de fondo por las que los partidos opositores buscaban el “cambio”. Quienes entendían bien las necesidades políticas reales, aseguraban a los ciudadanos, y a los demás grupos de poder, que un elemento fundamental para llegar al bien común, consistía en que hubiera una práctica incluyente y más democrática, que dejara atrás los verticalismos y verdaderamente pugnara por ensanchar los cauces democráticos en los que también debía participar la sociedad, independientemente de sus filias o fobias partidistas.

El problema es que junto a ellos, también se generó otro grupo integrado por opositores resentidos, que comenzaron a buscar el poder para sólo repetir las mismas prácticas de que ellos eran objeto. Así, al comenzar a ganar elecciones, hicieron blanco de su desprecio a todos aquellos que no comulgaban con sus ideas o concepciones políticas. Se dedicaron a reproducir la práctica de “estás conmigo o estás contra mí”. Y se dedicaron a consolidar las mañas del partido hegemónico, que en realidad era uno de los asuntos más sentidos que ellos tenían la misión de desarticular.

Frente a todo esto, los oaxaqueños tendríamos que comenzar a preguntarnos, con seriedad, qué tipo de gobierno de alternancia y cambio tiene hoy en sus manos la gobernabilidad del estado.

 

REPETIR PATRONES

Cuando los ahora partidos aliados que gobiernan Oaxaca, se encontraban del lado de la oposición, siempre le reprochaban al PRI que al éste tener el poder los despreciaba y los ignoraba, usando sólo sus mayorías para legitimar o sacar adelante las decisiones que previamente ya se habían tomado, y desoyendo todo aquello que no fuera exactamente concordante con lo que ellos querían.

Decían que el priismo entonces gobernante, no tomaba en cuenta que ellos también tenían representatividad, que llevaban la voz de sectores importantes de la población que no eran incondicionales del poder, y que por esa razón debían ser tomados en cuenta.

Aunque tenían razón —pues desde hace más de una década nadie en Oaxaca (ni el priismo ni la oposición) gana de manera arrolladora una elección—, ¿por qué no eran tomados en cuenta? Porque en nuestro sistema institucional, aquí quien gana los comicios gana todo, y quien lo los pierde, se queda sin nada.

Esto no ha cambiado ni en lo más mínimo, a pesar de la “transición”. Aquí los mecanismos de equilibrio entre quienes gobiernan, y los que se oponen, simplemente no existen. Y si bien es cierto que tal cambio no podría ocurrir por arte de magia, en automático, o por la voluntad de una sola persona, también lo es que por lo menos la práctica del poder sí debería comenzar a modificarse, tanto desde el oficialismo como en las fuerzas de oposición, para comenzar a desmantelar los verticalismos —y el autoritarismo— del que tanto se quejan, pero al que todos son proclives.

En ese sentido, el Gobierno del Estado debía comenzar a considerar que si bien ellos ganaron de forma indiscutible la elección, eso no anula del panorama a sus opositores, ni les da derecho a ignorarlos por completo para nutrir el diálogo político. Del mismo modo, a los tricolores no se les debe olvidar que su representatividad radica en la ciudadanía, y que por tanto ellos no son ni una ínsula de poder, ni una mera facción en la que no exista la posibilidad de abrir el diálogo institucional a todos los sectores de la sociedad.

Todo eso debían comprenderlo, unos y otros, para discutir los temas de fondo. En realidad, lo que está en juego es tanto la gobernabilidad, como los cambios institucionales que se pretenden para democratizar la práctica del poder. No entender ese aspecto sustancial, equivale a que las fuerzas políticas sigan en el autoengaño indefinidamente. Sólo que así no habrá transición, no habrá cambio ni habrá democratización. Y sólo se consolidará la idea de que la alternancia fue un simple enroque del tipo “quítate tú, para que me ponga yo”.

¿Y LA INICIATIVA?

Fue un gran amigo de este espacio quien hizo el favor de hacernos llegar la propuesta de reforma constitucional que recientemente presentó el PRI oaxaqueño a la Legislatura local. Lo correcto habría sido, sin embargo, que alguien de la dirigencia estatal se encargara de hacer eso. No entienden que ahora son ellos quienes deben buscar y generar sus propios espacios.

Gobernador Cué no debería estar tan solo

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+ ¿Cómo enfrentar desdén por y desde sociedad?

Existen diversos planteamientos en los que, más allá de las posiciones “políticamente correctas”, se supone que todos los oaxaqueños estamos de acuerdo. Nadie en su sano juicio podría estar en contra de tener una mejor educación pública, servicios de salud más eficientes, gobernabilidad real y un eficaz ejercicio del poder y los servicios públicos. Si se supone que esto es así, ¿entonces por qué el gobierno y la sociedad representan dos grandes bloques, lejanos, que bajo ninguna circunstancia desean mezclarse?

Hoy la realidad oaxaqueña hace perfectamente visible esa circunstancia. Por un lado, el Gobierno del Estado está comenzando a enfrentar los flagelos sociales comunes de los oaxaqueños (tales como la beligerancia magisterial y de los grupos sociales, los múltiples problemas municipales, los chantajes políticos, etcétera) y vemos que, más allá de los fatalismos o la exageración, el Gobernador del Estado se encuentra completamente solo. ¿De qué hablamos?

Hablamos de que, en una de las vertientes, su equipo de gobierno no lo ayuda; y que, en la otra, la sociedad no ha querido respaldar el cumplimiento de sus promesas de campaña respecto a la gobernabilidad y el cabal goce de los derechos fundamentales de todas las personas.

El asunto, visto desde esa perspectiva, no es menor. Por un lado, estos primeros tres meses de gestión han demostrado que el equipo con el que el gobernador Cué Monteagudo llegó al poder, no ha sido capaz de articular una política de gobernabilidad con capacidad de demostrar eficacia en la contención de los problemas sociales.

Si bien se recuerda, como fuerza opositora, el grupo del ahora Gobernador reprochaba fuertemente a los gobernantes por su marcada incapacidad para contener las efervescencias sociales y garantizar el goce de derechos de los terceros afectados. Ya defendiendo intereses electorales, ellos usaron eso como arma de lucha asimismo reprobando la incapacidad gubernamental y prometiendo que ellos sí lograrían hacer lo que sus adversarios políticos no conseguían. Hoy, sin embargo, queda perfectamente claro que sus promesas de campaña no fueron más que eso.

Sin embargo, la segunda vertiente es tanto o más grave. Ayer, por ejemplo, vimos por enésima ocasión cómo un reducido grupo de integrantes de las escuelas normales superiores, y de la Sección 22 del sindicato magisterial, convirtieron a la capital oaxaqueña en un enorme estacionamiento, al instalar bloqueos en varios de los principales cruceros viales de Oaxaca de Juárez.

Aunque decenas de miles de personas fuimos las afectadas, llama la atención que nadie absolutamente hace algo, aunque sea de forma retórica, para respaldar al Gobernador del Estado y, en función de ello, exigir que los eternos inconformes de la Sección 22, cesen sus constantes actos de molestia a la ciudadanía.

Es relativamente comprensible que los funcionarios subordinados al Gobernador del Estado estén fallando gravemente en las tareas de contención de la gobernabilidad. Puede agregarse, incluso, que es la inexperiencia o una posible mala intención, lo que los está llevando a cometer este tipo de errores.

Sin embargo, es altamente preocupante que hoy en día no exista prácticamente ningún sector de la sociedad (grupo ciudadano organizado, cámara empresarial, organización no gubernamental, etcétera) que tenga el valor, la decisión o al menos la identidad con la visión de gobierno del actual régimen, como para salir públicamente a respaldar al Mandatario y exigir no represión ni persecución a los inconformes, sino simplemente que la ley se cumpla y los derechos de la ciudadanía sean garantizados.

 

PARTIDISMOS FÓBICOS

Cuando hace apenas unos meses, el actual régimen llegó al poder estatal, prometieron a la ciudadanía “una limpia” de todo lo que oliera, o se tuviera la sospecha, de preservar identidad o pertenecer al PRI. Desde la posición partidista y de arenga a la ciudadanía que los apoyó, la medida era perfecta. Sin embargo, el llevar al extremo esa práctica dizque “política”, hoy les está provocando más problemas que beneficios.

¿Por qué? Porque si bien es relativamente comprensible que su ánimo de “limpiar” de priistas al gobierno estatal, los esté llevando a hacer un despido masivo e indiscriminados de empleados públicos, que no tiene otra motivación ni justificación que sus fobias y rencores partidistas (aunque curiosamente están dejando en puestos clave de todas las dependencias oficiales a personas con amplios conocimientos de corrupción), también es cierto que esa práctica la están extendiendo a la sociedad.

En efecto, hoy el Gobierno del Estado reitera cada que puede su desprecio a organismos eminentemente ciudadanos, al tacharlos simplemente de “priistas”, o por tener sospechas de que sus integrantes tienen esa filiación partidista.

En razón de ello, grupos como el Observatorio Ciudadano del Delito —integrado por expertos en seguridad y representantes de las principales cámaras empresariales en el Estado—, así como varios otros que se están integrando para aportar elementos al debate público, más allá de cualquier visión maniquea o partidismos, han sido olímpicamente despreciados por el gobierno estatal, que al tacharlos de “priistas” simplemente los ignora y por ende les regatea la importancia que tienen.

Hoy, cuando el gobierno estatal apenas inicia y tiene un alto grado de legitimidad, puede darse el lujo de despreciar a la sociedad a partir de una visión reduccionista y polarizada en la que sólo hay malos y buenos. Sin embargo, nadie más que ellos resentirán las consecuencias de ese evidente error de cálculo, cuando dentro de no mucho tiempo necesiten del respaldo ciudadano, y reparen en que al sembrar vientos, sólo cosecharán tempestades.

¿Qué grupo de ciudadanos estará dispuesto a respaldar a un gobierno que por iniciar su gestión teniendo una perspectiva ajena a los matices, los desdeñó, los ninguneó y hasta los tachó de priistas? Evidentemente, ninguno. Y, sin duda, al ser esa la ruta inicial que está marcando el gobierno estatal, la del rechazo será la que marquen los grupos ciudadanos organizados cuando el poder público tenga necesidad de legitimación a partir de ellos.

 

REFORMA CONSTITUCIONAL

Qué bueno que el PRI presentó su propuesta de reformas a la Constitución del estado. Sería bueno que hicieran público, y distribuyeran masivamente dicho documento. El debate debe ser amplio. Más allá del estruendo inservible, Oaxaca necesita propuestas.

IEE: con “partidización” Oaxaca va en reversa

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+ Ver el ejemplo federal: sólo cuotas e inmovilismo

Aunque las promesas de campaña de la coalición ganadora de la gubernatura, y de la mayoría en el Congreso del Estado en Oaxaca, fueron en el sentido de velar por el interés general, la democracia y la inclusión de toda sociedad en el ejercicio del poder, hoy queda claro que sólo están repitiendo los mismos esquemas de siempre para repartirse el poder. Es cada vez más claro que el cambio fue sólo rotativo, pero no cualitativo.

Hoy las contradicciones son claramente visibles. La Coalición Unidos por la Paz y el Progreso de Oaxaca —como conjunto de partidos que postularon al Candidato a Gobernador, y a los aspirantes a las curules estatales— abanderó las causas no sólo contrarias al partido en el poder, sino que también pugnaba porque hubiera inclusión de la sociedad, democracia y claridad en los procesos democráticos y en las decisiones políticas que se tomaran. ¿De qué hablamos?

De que, como fuerza de oposición, se dedicaron a captar a todos aquellos sectores sociales, económicos e incluso políticos, que habían sido desplazados por lo que ellos mismos denominaban “el autoritarismo”. En ello encasillaban todas las decisiones tomadas con sentido faccioso, partidista o de grupo, desde el poder. En su visión —ahora sabemos que bastante maniquea— asumían como “malo” todo lo ejercido o decidido por el priismo, y como “buenas” todas las promesas de democracia que ellos hacían a la ciudadanía.

Los ofrecimientos, en el fondo, tenían como base la posibilidad de que la sociedad participara en ciertos rubros de la democracia, se empoderara, y ahora sí pudiera convertirse en un factor efectivo de equilibrio entre el poder público y los gobernados. Esa demanda de inclusión ciudadana, encontraba como puerto de arribo la integración —ahora sí ciudadana— de los órganos autónomos, como el encargado del acceso a la información, el de la fiscalización, y el que tiene como función el organizar los procesos electorales.

Para fundamentar dicho planteamiento, y exigir una verdadera integración ciudadana de esos órganos, se aseguraba que en los tiempos del autoritarismo priista, la integración de esas instancias estaba determinada por la filiación partidista, o la pertenencia al grupo político gobernante de esos supuestos “ciudadanos apartidistas” que tenían bajo su control esos órganos equilibradotes del ejercicio del poder.

Y seguramente no les faltaba razón. En sus tiempos de esplendor, el priismo gobernante nunca tuvo empachos en aceptar que su función no era la de la democratización, sino la de ejercer y conservar el poder que entonces tenían en las manos. Aún hoy, nadie duda que los órganos autónomos fueron integrados en función no de la democracia, sino del interés faccioso del ahora ex gobernador Ulises Ruiz.

Sólo que es tanto o más grave que en estos “nuevos tiempos” de Oaxaca, en los que se supone que reina la democracia, la inclusión y el desmantelamiento del aparato autoritario del pasado, los representantes de los partidos políticos (¿y de la sociedad?) en el Poder Legislativo decidieron, sin ningún pudor, un reparto meramente partidista del órgano ciudadano por excelencia, como lo debería ser el Instituto Electoral.

Esto significa no sólo una grave decisión que, según la experiencia federal, podría desacreditar más de lo que pudiera ayudar a la democracia electoral en Oaxaca, sino también una grosera repetición de los esquemas de reparto del poder, que las entonces fuerzas de oposición tanto criticaban en la entidad hace apenas unos meses.

¿CIUDADANIZACIÓN?

Uno de los mayores triunfos de la democracia obtenido por los mexicanos gracias al accionar institucional y democrático, y no de la convulsión, la agitación o las armas, fue la completa ciudadanización, a principios de la década de los 90’s, del Instituto Federal Electoral.

Si se recuerda, hasta entonces esa institución estaba en manos del gobierno federal —era, particularmente, un órgano dependiente de la Secretaría de Gobernación, que era quien organizaba los procesos electorales, contaba los votos y declaraba al ganador (siempre militante del PRI) de las jornadas electorales—, y esa era la razón fundamental por la que toda la sociedad mexicana desconfiaba de ellos. El punto “cúspide” de aquella Comisión Federal Electoral, ocurrió en 1988 al darse la tristemente célebre “caída del sistema” que, dicen, le dio el triunfo al candidato presidencial priista, Carlos Salinas de Gortari.

Así, luego de una compleja lucha los partidos consiguieron no la partidización, sino la ciudadanización del órgano electoral federal. Y entonces, ya como Instituto Federal Electoral, esa instancia vivió su época de mayor credibilidad, aceptación ciudadana, y fuerza moral como árbitro en los procesos electorales.

Sólo que la experiencia, en sí misma, no siempre ha sido buena. De hecho, luego de un exitoso periodo en el que el IFE fue integrado por personas de reconocida calidad profesional, académica, e incluso política (con José Woldenberg a la cabeza), pero sin una marcada tendencia partidista, las fuerzas políticas decidieron “partidizar” ese órgano. Y con eso asestaron un duro golpe a ese, que era el más exitoso ejercicio democrático que había ocurrido con las instituciones democráticas del país. ¿Por qué?

Porque por tratar de repartirse “democráticamente”, entre ellos, los asientos del Consejo General del IFE, abandonaron la vocación eminentemente ciudadana de ese Instituto, y lo sujetaron ya no al interés general, sino a la conveniencia de las dirigencias partidistas y sus respectivos grupos parlamentarios. El resultado fue que el primer sacrificado de la elección presidencial de 2006, fuera precisamente el IFE.

 

REPETIR ERRORES

En Oaxaca queda claro que los partidos coalicionistas están dispuestos a repartirse, en nombre de la democracia, la integración del IEE. El resultado, desde hoy, podemos preverlo: tachándolos de “priistas” y de servir al régimen del ex gobernador Ruiz, eliminarán a todos los integrantes del Consejo General encabezados por José Luis Echeverría Morales, para luego nombrar a otros consejeros que, evidentemente, ya no defenderán el interés priista, pero sí el de ellos y el del Gobernador del Estado. Y así, ¿qué cambia entonces? Es claro que nada. Los ciudadanos habrán sido nuevamente desdeñados. Sólo que ahora no en nombre del autoritarismo, sino de la “democracia” de los aliancistas. Qué desgracia.

Velaria: Ese no es el negocio que se debe indagar

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+ Complejos administrativos: Caja de Pandora real

Aunque pareciera que no tienen relación, varias decisiones del gobierno estatal parecen estar concatenadas para dilatar asuntos sobre los cuales ya debía haber investigaciones en curso y, a la par de ellos, mantener entretenida a la población con otros temas sobre los cuales tampoco parece haber voluntad real de esclarecimiento, pero que sí aparentan la revisión de lo hecho en el sexenio anterior.

Veamos tres posturas gubernamentales aparentemente sin relación entre sí. Y para no perder el orden, vayamos por orden cronológico. La primera de ellas, fue la declaración hecha en noviembre pasado por el entonces Gobernador Electo, en el sentido de que una de las primeras acciones de su gobierno, sería la revisión de los esquemas de Proyecto de Prestación de Servicios, a través de los cuales la administración del entonces gobernador Ulises Ruiz Ortiz construyó los complejos denominados Ciudad Administrativa y Ciudad Judicial.

Incluso, en los primeros días del mes de enero, la secretaria de la Contraloría y Transparencia Gubernamental, Perla Woolrich Fernández reiteró que se llevaría a cabo una investigación para establecer la forma en cómo fueron contratadas esas obras, y si todos los lineamientos de la obra se apegaban a los requerimientos del gobierno estatal. La sospecha que dejaban ver ambos personajes, era la relativa a que funcionarios de la anterior administración pudieran haberse visto beneficiados a través de la firma de un contrato descomunalmente ventajoso para los particulares.

Por otro lado, la segunda de esas posturas oficiales, es la declaración hecha apenas la semana pasada por el secretario de Finanzas del Gobierno del Estado, Gerardo Cajiga Estrada, sobre el monto de 550 millones de pesos, que sólo en 2011 habrán de destinarse de las arcas estatales para pagar las anualidades respectivas de los Proyectos de Prestación de Servicios a través de los cuales se construyó Ciudad Judicial y Ciudad Administrativa.

El motivo de esa declaración, contrario a lo que parece, no era la denuncia moral o social respecto a un pago oneroso que podría servir para cubrir otras necesidades más apremiantes de miles de oaxaqueños que viven en condiciones de pobreza. No.

Esa revelación del secretario Cajiga Estrada, más bien estaba encaminada, con toda claridad, primero, a seguir dando argumentos de justificación respecto a la decisión de continuar cobrando —ya como gravamen estatal— el impuesto sobre tenencia y uso de vehículos; y, segundo, para de algún modo hacer de esa declaración un cierto tipo de “reproche” a la sociedad oaxaqueña, por haber optado por un gobierno corrupto durante los seis años anteriores. En el fondo era algo así como “si tú votaste por ese gobierno que malgastó recursos, ahora tú eres el responsable de pagar por sus tropelías”.

La tercera de las posturas que ahora se reseñan en este espacio, tienen que ver con el anuncio hecho el pasado domingo por el secretario de las Infraestructuras y el Ordenamiento Territorial Sustentable (Sinfra), Netzahualcóyotl Salvatierra López, de que el Gobierno del Estado había dado por terminada anticipadamente, la relación contractual con la empresa española Isolux, que estaba encargada de construir la velaria del Auditorio Guelaguetza.

Al hacer dicho anuncio, el secretario Salvatierra López aseguró que otras empresas tenían mayor capacidad técnica, y menor costo, que la empresa inicialmente contratada. En eso fundamentaba la decisión de rescindir el contrato a Isolux y encargar la terminación de la velaria a una empresa de origen mexicano denominada Lonas Lorenzo.

 

¿VAN TRAS LA VERDAD?

Aparentemente, esas tres cuestiones nada tienen que ver entre sí. De un tiempo a la fecha, es prácticamente nada lo que se ha dicho desde la nueva administración del Gobierno del Estado, sobre el avance en las investigaciones sobre la contratación de los Proyectos de Prestación de Servicios que fueron utilizados para construir los complejos de Ciudad Administrativa y Ciudad Judicial.

De hecho, las únicas coordenadas que conoce la sociedad oaxaqueña sobre esos contratos, que constituyen verdaderos esquemas ventajosos en los que presuntamente sí se encuentran involucrados ex funcionarios del Gobierno del Estado, son las que se han dado a través de la prensa.

Este espacio, en particular, en septiembre de 2007 reveló cuál fue la ruta que siguió el gobierno estatal para construir Ciudad Administrativa a través de contratos ventajosos y empresarios “amigos”, cómo fueron inflados los costos, y cómo tuvieron participación directa varios personajes que entonces ocupaban cargos de responsabilidad en la administración estatal.

Ahora bien, ¿alguien ha reparado en la cantidad de dinero que el Secretario de Finanzas está aceptando pagar por los esquemas PPS? Si él expresamente aseguró que sólo en 2011 se pagarán 550 millones de pesos, y esos contratos tienen una duración no menor a 15 años, entonces al final las arcas estatales estarán pagando alrededor de 8 mil millones de pesos. Es cuestión de hacer una multiplicación simple, para obtener ese resultado escalofriante para un estado pobre como el nuestro.

Frente a todo esto, ¿de verdad el gobierno estatal tiene voluntad para indagar, e ir al fondo sobre la construcción de Ciudad Administrativa y Ciudad Judicial? ¿De verdad tiene la intención tan firme como dice, para ir tras los ex funcionarios que se enriquecieron al aprovecharse de sus cargos?

Si todo esto es cierto, ¿entonces por qué las investigaciones sobre ese posible desfalco —que sería el más grande del que se tenga registro que ha ocurrido en Oaxaca—, se encuentran en un silencio inmóvil, que ya hasta parece cómplice?

Así, es positivo que hayan revocado el contrato ventajoso relativo a la velaria. No obstante, ese es apenas un desfalco mínimo comparado con lo que podrían restituir a las arcas estatales con el esclarecimiento de Ciudad Administrativa y Ciudad Judicial. Más bien, parece que de nuevo nos están entreteniendo a los oaxaqueños, mientras nos intentan cambiar oro por simples espejos.

 

PULSO POLÍTICO

Quedó claro que el edil citadino Luis Ugartechea, está aún lejos de tener el oficio requerido para actuar políticamente a su favor, dentro de la demarcación que gobierna. La configuración de las agencias municipales, da un pulso exacto sobre la presencia e incidencia que tienen las fuerzas políticas en la capital. Pronto sabremos, con datos duros, este primer ejercicio político, que huele raro. Abundaremos.

 

S-22: “martes negro” y su lucha interna por el poder

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+ Objetivos políticos perdidos: alerta lanzada por FARP

Entendiendo claramente que en política, como en todo a nuestro alrededor, el análisis del sentido de los hechos debe estar alejado de las coyunturas simples, de las casualidades, y sobre todo de la ausencia de matices, el estado actual de la Sección 22 del SNTE debía verse más allá de sus rejuegos con el gobierno estatal. Sus más recientes actuaciones y determinaciones, se inscriben en el marco de su dinámica interna de la lucha por el poder. No debíamos perder de vista esa cuestión trascendental.

Hasta el momento, ha sido largamente analizada la actuación y las determinaciones del llamado “magisterio democrático” de Oaxaca, a la luz de sus relaciones y los compromisos políticos que tiene con el gobierno de Gabino Cué Monteagudo.

Queda perfectamente claro que unos y otros fueron copartícipes en la lucha político-electoral contra el régimen priista del ahora ex gobernador Ulises Ruiz, y que de una u otra forma, ambos grupos asumieron el poder el pasado 1 de diciembre.

Del mismo modo, este tiempo ha puesto en claro algo que muchos no quisieron ver mientras todos eran parte de la oposición: que finalmente, el Gobierno del Estado comenzaría a tomar decisiones, y que éstas no serían avaladas incondicionalmente por la Sección 22.

Al contrario, se dijo desde siempre —y se ha venido constatando en la realidad— que el sindicato magisterial de Oaxaca no hace alianzas incondicionales ni tiene amigos, sino intereses; y que lucharía hasta el final por la defensa de sus causas, independientemente de quién fuera el Gobernador del Estado.

Incluso, ha quedado claro que en buena medida, el llamado “martes negro” (15 de febrero pasado, día que en un grupo de profesores se enfrentó con elementos federales durante la visita presidencial a la capital oaxaqueña) fue provocado por la falta de habilidad de los operadores políticos del gobierno estatal, para entender que al negociar con la Sección 22 no sólo debe hacerlo con su Secretario General, sino esencialmente con los líderes de los casi quince grupos que controlan fácticamente la asamblea estatal.

Sin embargo, un elemento que ha sido ignorado por completo hasta hoy, es el de los propios procesos, y momentos internos, que se viven en la Sección 22. ¿De qué hablamos? De que al interior, existe también una pugna abierta entre sus grupos de control por hacerse del cargo que ostenta hoy Azael Santiago Chepi, y que la lucha por alcanzar la dirigencia estatal del Sindicato Magisterial, ha desatado la furia y las tácticas más bajas que alguien pueda imaginarse.

Aunque pareciera extraño, podría ser que siguiendo esas coordenadas, se encuentren algunas de las respuestas que hacen falta, tanto de las relaciones entre el Sindicato magisterial y la administración del gobernador Cué, o con gente identificada con el gobierno priista de Ulises Ruiz.

Es altamente llamativo que sea desde el mismo seno de las organizaciones armadas, de donde surjan invitaciones a la Sección 22 a no perder el enfoque, el liderazgo y la ruta de su lucha; desde donde los llaman a sostener sus banderas y a no permitir que sus postulados de lucha queden extraviados; y desde donde les advierten de los peligros de confiarse de un gobierno (el del gobernador Cué) que para ellos no es tan amigable como hoy aún lo aparenta.

ADVERTENCIAS

El pasado 7 de marzo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo, las FARP, emitieron un comunicado a través del cual advierten que la Sección XXII de la CNTE se encuentra “en la mira represiva”. Aunque parece un poco extenso el extracto que a continuación reproduciremos, éste debe ser analizado con todo detalle en cada una de sus palabras:

“Empieza a salir a flote la lucha política e ideológica de dos de los principales grupos al interior del movimiento magisterial. Uno de ellos argumenta, contra el otro, complicidad y alianzas con el ulisismo (léase priismo) y agrega una larga lista de denostaciones. El otro argumenta que su contraparte está aliada con el diodorismo, el cual detenta en la actualidad parte de las mieles del poder estatal.

Pero las declaraciones de estos grupos y sus representantes no ayudan al movimiento magisterial ni popular, por el contrario lo perjudican mucho. Ambos se rasgan las vestiduras, sacando a flote su inmadurez y un poco de soberbia en sus alocuciones. En juego está el relevo de la dirigencia seccional, así es que muchas corrientes o grupos ya enfilan sus baterías. Al presentarse la oportunidad de hacer resbalar al oponente, no se pierde la oportunidad de hacerlo.”

La lucha ideológica no está demás, siempre y cuando se haga de manera adecuada, siguiendo los canales adecuados. La lucha política por los espacios es un derecho conquistado, pero es necesario ubicar correctamente cuál es el enemigo de clase, teniendo la capacidad de detectar el momento y las formas de hacerlo de tal manera que no se le den armas al adversario para golpear. En la lucha legítima por dirigir el movimiento magisterial no debe nadie llevarse entre las patas todo un proceso histórico. Con sus muchos aciertos pero también con sus muchos errores, la Sección XXII es en la actualidad un símbolo de la lucha social a nivel nacional.”

El señalamiento es clarísimo: que en su lucha por el poder, los grupos o corrientes internas de la 22 no sólo se están descalificando entre sí para ganar adeptos, sino que están corriendo el grave riesgo de desacreditar todo el proceso histórico por la democratización, y el referente nacional que son en cuanto a la lucha social.

Todo esto, según lo dicen atinadamente las FARP, lo que hará es dar armas a los oponentes: armas para desacreditar socialmente la lucha magisterial, para desautorizar a sus dirigentes, y para deslegitimar las banderas que ellos ondean para justificar su lucha como movimiento social.

RIESGO NO CALCULADO

Las FARP advierten sobre la revelación de datos de corrupción en el IEEPO. Dicen que esos datos, en cualquier momento, comenzarán a tocar las partidas presupuestales que fueron destinadas al Comité Ejecutivo Estatal de la 22. “El objetivo —dicen— es generar un ambiente de linchamiento en la opinión pública y sentar las bases para justificar una ofensiva represiva.” ¿Todo esto le queda claro a los “democráticos”? Tal parece, sin embargo, que en su lucha por el poder ya perdieron los límites. ¿Permitirán que “todo se vaya al traste”?, como lo advierte el grupo armado. El tiempo, sin duda, confirmará esa tendencia.

 

Tenencia: gobierno insensible y desentendido

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+ Ante falta de imaginación, cobrar es la opción

El Gobierno del Estado no sólo no comprende que el impuesto a la tenencia y uso de vehículos es uno de los gravámenes más impopulares que existen en Oaxaca y el país; tampoco comprende que la ciudadanía no es responsable por los excesos o errores presupuestales cometidos por los gobernantes del pasado; y que justamente fue esa una de esas razones por las que el pasado 4 de julio, la mayoría de los oaxaqueños los eligió como la opción democrática para gobernar.

Pareciera que desde hace unos días, el gobierno estatal decidió “darle juego” al secretario de Finanzas, Gerardo Cajiga Estrada, para que comenzara a “sensibilizar” a la ciudadanía oaxaqueña sobre la necesidad de pagar el impuesto a la tenencia vehicular, ahora como gravamen estatal.

Para fundamentar sus requerimientos de pago, ha desplegado un abanico de argumentos, aunque todos ellos no parecen más que meros pretextos para justificar la falta de imaginación y compromiso de cambio del Gobierno del Estado. ¿Qué ha dicho al respecto el Secretario de Finanzas?

Cajiga Estrada ha reconocido que aún cuando Oaxaca es una de las seis entidades federativas en las que son más altos los impuestos vehiculares, ha también dicho que sólo para 2011 las arcas estatales deberán erogar alrededor de 550 millones de pesos para los contratos de Proyectos de Prestación de Servicios; ha dicho que la entidad es una de las que menos recaudación fiscal tiene; que los anteriores gobiernos dejaron “hipotecado” el presupuesto estatal. Y que por todo eso es importante que la ciudadanía cumpla con sus obligaciones tributarias.

La primera cuestión que salta a la vista, es que el secretario Cajiga Estrada está tratando de justificar la permanencia de impuestos ilegales y rechazados a partir del manejo presupuestal del pasado. Y puede ser que tenga razón en decirlo. Porque no es un secreto que la administración anterior se valió de mecanismos como el de la bursatilización de ingresos futuros para obtener recursos económicos frescos para inversión, y que en esos procesos uno de los impuestos que dejó precisamente en garantía fue el relativo al parque vehicular.

Sin embargo, los argumentos que hasta el momento ha esgrimido el Titular de la Secretaría de Finanzas, parecen tendientes a “castigar” a la ciudadanía por los manejos presupuestales incorrectos ocurridos en el pasado, como si los particulares que tienen vehículos de motor hubieran sido los directamente responsables de los mecanismos utilizados por el gobierno de Ulises Ruiz y anteriores, y como si los contribuyentes fueran los finalmente obligados a cubrir el costo de esos posibles excesos al contratar compromisos ligados a temas presupuestales.

Hasta el momento, son nulas las opciones que el Gobierno Estatal ha explorado en relación a la búsqueda de mecanismos de recaudación alternativos a la tenencia vehicular. Esta debía ser una obligación de un gobierno que, en buena medida, llegó al poder gracias a la firme oposición de la ciudadanía hacia medidas impopulares, que ellos supieron canalizar como capitales y ganancias electorales directas. Debían de ser más cuidadosos al respecto.

INSENSIBILIDAD

Hace dos años, en 2009, cuando la administración del entonces gobernador Ulises Ruiz Ortiz determinó que hubiera un reemplazamiento, la oposición ciudadana fue similar a la que hoy existe. La inconformidad de fondo no radicaba en que fuera el gobierno de Ruiz quien dispusiera la medida, o que ésta implicara molestias a los particulares: independientemente de los colores partidistas, la ciudadanía se opuso a lo que consideraba como un atropello y un abuso reiterado, para un sector que era un fiel contribuyente cautivo.

El gobierno de Ruiz trató, como ahora lo hace el secretario Cajiga Estrada, de justificar esa medida que era eminentemente recaudatoria. Dijo que era por motivos de seguridad; aseguró que el reemplacamiento era uno de los compromisos signados en el Pacto Nacional por la Legalidad, la Justicia y la Legalidad; e incluso aseguró que disponía el reemplacamiento porque era necesario contar con un padrón vehicular actualizado. Como debe recordarse, nadie le creyó.

Ahí fue donde surgió un sector de la oposición que llevó a Gabino Cué a la gubernatura del Estado, el pasado 4 de julio. Los electores que lo favorecieron con su voto, lo hicieron no para que repitiera los mismos esquemas del pasado, sino justamente para que buscara todos los mecanismos al alcance para que no se cometieran los mismos abusos que entonces. En un primer momento el Gobernador pareció entender tal cuestión. Pero es claro que ante manifestaciones implacables, como la voluntad del secretario Cajiga por cobrar la tenencia a como dé lugar, revelan que no se comprendió cuáles fueron las razones de fondo por las que la ciudadanía votó por ellos.

Es muy fácil culpar a otros, o al pasado, por los hechos presentes. Sin embargo, si la ciudadanía quiso cambio fue precisamente para que se hallaran las soluciones posibles y viables para innumerables problemas, entre los cuales se encontraban los abusos fiscales de que era objeto la ciudadanía.

Es claro que, en todo esto, no ha habido disposición para iniciar una búsqueda de opciones, y que más bien se pretenden imponer los criterios poco imaginativos, a través de los cuales se le cobra más a quienes ya pagan (porque es más fácil ir sobre los cautivos que conseguir contribuyentes nuevos), y se sigue privilegiando a quienes producen algún bien y no pagan un solo peso por concepto de impuestos.

Nadie debía de sorprenderse, así, por hallar cada vez más vehículos emplacados en otras entidades federativas. Pues así como es tarea del Estado cobrar impuestos, también lo es la de los ciudadanos ver de qué modo cuida más su economía.

Y contrario a lo que dice el secretario Cajiga, quien emplaque fuera de Oaxaca no incurre en falta alguna. ¿O qué acaso instruirán a los agentes de tránsito para que, en este estado eminentemente turístico, se pongan a revisar y a hostigar a todos aquellos que tienen pinta de foráneos y desean no emplacar en Oaxaca?

 

OPOSICIÓN

DE LA OPOSICIÓN

Con estas medidas, no tardará mucho antes de que emerjan ciertas organizaciones ciudadanas que se opongan a los opositores que hoy están en el gobierno, y busquen mecanismos legales para evadir el cobro de la tenencia. Qué paradoja, y qué burla, ¿no?

Sección 22-Gobierno: boicot, por todos lados

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+ Oaxaca, ante una guerra de soberbia y fuerza

Más allá de las confianzas y los catastrofismos, queda claro que el Gobierno del Estado sigue sin entender la lógica de la Sección 22 del SNTE. Consecuencia de aquel “martes negro” en el que un grupo de profesores se enfrentó con elementos federales en el marco de la primera visita presidencial a Oaxaca, ambos grupos entraron en una disputa que hoy se desenvuelve en varias bandas. Sólo que este es un diálogo de sordos, en el que todos degeneran todo lo que dicen sus interlocutores.

La relación actual del Gobierno del Estado y la Sección 22 está hoy marcada por los enredos. Por un lado, la administración estatal asumió que con la sola negociación con la dirigencia seccional del magisterio, tendría controladas todas las situaciones, y que particularmente podría mantener el control de situaciones tan trascendentales como una visita del Presidente de México a nuestra entidad.

Eso fue exactamente lo que hizo el gobierno estatal, a través de la intervención del director del IEEPO, Bernardo Vásquez Guzmán. Éste, desde el inicio de la administración, tomó diversas medidas tendientes a congraciarse con la dirigencia seccional de la Sección 22.

Por esa razón manifestó un expreso desconocimiento a la Sección 59 del SNTE, aceptó la integración al programa de trabajo del magisterio del llamado “plan educativo alterno” frente al rechazo de la Alianza por la Calidad de la Educación, y comenzó a sostener intenso diálogo con el secretario General de la 22, Azael Santiago Chepi.

En su lógica, Vásquez Guzmán supuso que el Líder magisterial era por sí mismo quien tenía el control de todos los hilos del gremio educativo, y que en verdad él era el fiel de la balanza en cuanto a las determinaciones que tomara la 22 frente a hechos políticos trascendentales.

Nunca tomó en cuenta que aún cuando parece un eufemismo, en realidad el control del Sindicato magisterial en Oaxaca sí es colegiado, y que en éste son mucho más fuertes los factores reales de poder, que los formales. En realidad, el control de la 22 lo tienen los líderes de las alrededor de 15 corrientes internas, que son quienes tienen el control total de la Asamblea Estatal, que es en la que se toman todos los resolutivos y se confeccionan las estrategias de lucha del magisterio oaxaqueño.

Así, el resultado no podía ser otro más, que el ocurrido en el marco de la gira presidencial. El Gobierno del Estado consideró que únicamente negociando y acordando con los líderes visibles de la Sección 22, encabezados por Santiago Chepi, podría mantener el control y la gobernabilidad durante la visita del presidente Felipe Calderón, y que ningún sector magisterial habría de manifestarse o salirse del “script” que ya habían consensuado con aquellos que más que dirigentes, eran meros representantes del sindicato magisterial sin poder de decisión.

 

REACCIÓN MAGISTERIAL

En nuestra entrega del pasado 22 de febrero apuntábamos que: “Vásquez Guzmán le dio todo a Chepi a cambio de no generar conflicto. Sólo que esto no gustó a los 15 dirigentes reales del magisterio, quienes finalmente generaron la violencia para reventar sus acuerdos. Por eso, Chepi finalmente fue presionado para ser él quien anunciara los resolutivos. Y que lo entiendan bien: las renuncias de Irma Piñeyro, Bernardo Vásquez, Marco Tulio López y Benjamín Robles son irremediables. Al ser acuerdo de Asamblea, ya no están sujetas a negociación. Caro paga el Gobernador los errores y la ingenuidad de sus negociadores.”

Hubo quien, ante esa lectura nuestra de los hechos del llamado “martes negro” (15 de febrero), las reacciones posteriores de la Asamblea Estatal del magisterio, y el repudio del que era objeto Santiago Chepi por sus determinaciones no consensadas con la base magisterial, dijo que nuestra interpretación de los hechos era errónea, descontextualizada, o sacada de la realidad. El tiempo, sin embargo, nos da la razón.

Hay quienes hoy ven radicalismo en las acciones de la Sección 22. Quienes aseguran lo anterior, no comprenden que en el núcleo de ese sindicato se encuentran las bases más radicales, que son las que en buena medida deciden y encauzan el rumbo de las acciones de lucha. Y que frente a circunstancias como las actuales, esos grupos radicalizados ya habrían decidido tomar acciones mucho más contundentes de lo que hasta hoy han sido.

Dentro de la 22, hoy ocurre una intensa discusión interna no por tratar de derrocar al gobierno de Cué ni mucho menos. En realidad, los debates de fondo tienen que ver con su urgencia por demostrar que en realidad su dirigencia está vendida a cambio de favores al gobierno estatal, y que por esa razón deben accionar con más contundencia para dejar claro que ellos y su lucha, se encuentran más allá de las prebendas y los beneficios que un funcionario le pueda dar a uno de sus representantes.

Así, el escenario es complejo. El Gobierno del Estado pretende mantener su dignidad e imagen de fuerza, al no ceder al magisterio la destitución de ninguno de los funcionarios antes señalados. Esa actitud tiene, también, ciertos rasgos de soberbia que se manifiestan en su voluntad por minimizar la fuerza real y la capacidad de movilización de los trabajadores de la educación.

Pero la 22 está en una posición exactamente similar. Ellos, por encima del interés educativo y del aprovechamiento y de sus resultados en el campo de la docencia, pretenden mantener a salvo, cueste lo que cueste, esa misma dignidad, la percepción de fuerza que siempre han tenido, y el “respeto” que debe tenerle el gobierno estatal como un auténtico poder fáctico en la entidad.

Unos no parecen comprender a cabalidad la percepción de los otros. Y esto es igual en el sentido contrario. Así, lo que queda claro es que no necesitan que nadie más les venga a enturbiar el escenario. Ellos solos se han encargado de revolver una relación que no tendría por qué estar en este nivel de confrontación, que en cualquier momento puede reventar.

 

PAVEL: ¿POR QUÉ ATACA?

El diputado local perredista, Pavel López Gómez no se cansa de exigir el cese de los principales funcionarios de la Auditoría Superior del Estado, e incluso la desaparición de éste órgano. ¿La razón? Que la ASE le está requiriendo cuentas al ex edil de Juchitán, Mariano Santana López Santiago sobre los ejercicios 2009 y 2010. ¡Y éste, es papá del diputado! Algo no cuadra, dicen, en esas cuentas. Por eso tanto “interés” en ir contra el órgano de fiscalización estatal.

 

PRI Oaxaca: pleitos internos inhiben política

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Ante el tamaño de los problemas y retos que enfrenta el PRI en Oaxaca, es claro que la resolución de su dirigencia es lo de menos. Mientras el escenario estatal se inunda no sólo de temas actuales y polémicos para debatir, sino también de los apenas visibles, pero ya presentes, excesos que se pretenden cometer desde el poder, el priismo oaxaqueño no ha dejado de padecer los efectos de la resaca por la derrota electoral, y tampoco ha podido autodeterminar qué rumbo tomará su dirigencia, sus bases, y los principios políticos e ideológicos que dicen defender.

Hoy, el principal problema visible del tricolor oaxaqueño, parece radicar en el “abaratamiento” de la figura y las funciones que ellos entienden que debe tener su dirigente partidista.

Como todo en política, en antaño las formas eran esencia del fondo, y por esa razón no era raro encontrar entre la lista de líderes formales del priismo, a hombres y mujeres distinguidos, respetados, educados, bien formados como cuadros políticos, y además con conocimientos profundos no sólo de la operación electoral, sino de los temas de fondo que, al menos retóricamente, debía defender y posicionar su partido.

Esa figura, sin embargo, quedó superada ante la inmediatez y el pragmatismo con los que desde hace unos años a la fecha, comenzó a manejarse el priismo. ¿Por qué inmediatez y pragmatismo?

Porque es claro que aquellos dirigentes de amplia formación dejaron de ser necesarios y útiles para los factores de poder del partido, que más bien dieron cabida a personas expertas únicamente en la operación electoral —entiéndase como todas las formas posibles, legales e ilegales, de “ingeniería electoral”—, pero ignorantes del verdadero ejercicio político, de la labor de gobierno, y de la formación de posicionamientos y liderazgos verdaderamente sustentados.

Veamos si no. Al hacer una revisión rápida de la mayoría de los dirigentes políticos del priismo en Oaxaca, podremos ver que ninguno de éstos tiene amplia formación que no sea en otro campo que el de la ingeniería electoral; que hoy, ni siquiera sus principales detractores pueden presumir de otro gran calado que no sean los arrebatos por el poder, los golpes bajos y las operaciones enmarcadas en una especie de “guerra sucia”.

Veamos si no. Hoy, el dirigente estatal formal es el diputado federal Eviel Pérez Magaña. Dentro del PRI, su principal detractor se llama Jorge Franco Vargas, que también ostenta el cargo de legislador federal, y que presume de una amplia carrera política que, sin embargo, fue realizada meteórica y circunstancialmente.

Ajeno a ese grupo, lejos de cualquier pudor y teniendo como punto de apoyo el Gobierno del Estado, se encuentra un gris individuo llamado Germán Espinosa Santibáñez, a quien sus propios rencores personales y una serie de alianzas inconfesables, lo mueven a tratar de asaltar la dirigencia de un partido, que por sí solo tiene perdido el rumbo desde hace bastante tiempo.

¿Qué tienen en común esos tres personajes? Que todos forjaron sus respectivas carreras políticas a la sombra de otros; que nunca figuraron en nada más que no fueran las simples y básicas tareas de la operación electoral; y que, ni siquiera, ganaron algo de respeto o credibilidad por las responsabilidades públicas que ocuparon.

Así, en el caso del diputado Pérez Magaña, éste sólo pudo ser impulsado como candidato a la gubernatura gracias a una onerosísima campaña en medios, que le permitiera construir, a través de la imagen, lo que no pudo hacer con política.

El caso del diputado Franco es aún peor: éste sólo cosechó glorias como operador electoral. Pero ingenuamente “desconoce” que más allá de las estructuras electorales que manejó —pero a las que también aterrorizó—, no tiene los mejores bonos de credibilidad y aceptación por parte del oaxaqueño de a pie.  Por eso, aún hoy no puede salir a la calle sin una fuerte custodia de elementos de seguridad.

El caso de Espinosa no dista de ellos: nunca se caracterizó por dotes de político, ni de administrador eficiente, ni de funcionario con altura de miras. Y es que ellos, y todos los demás que aspiran a la dirigencia priista podrán ser eso o mucho menos. El problema es que ninguno parece estar a la altura de los problemas que hoy enfrenta Oaxaca.

PROBLEMAS SERIOS

Si el cargo de dirigente partidista sirviera sólo para realizar giras de trabajo al interior del Estado, sostener encuentros con la militancia, administrar las prerrogativas económicas que las arcas públicas entregan a los partidos, aparecer en las fotos, encabezar la operación electoral, e incidir en el otorgamiento de candidaturas, ninguno de los antes mencionados tendría problema alguno para ostentar ese cargo. De hecho, aún con su perfil estarían sobrados para encabezar esas responsabilidades.

El problema es que hoy Oaxaca requiere mucho más de sus dirigentes políticos. Esto porque por puro sentido democrático, el PRI tendría que estar ahora mismo generando sus propias iniciativas para la reforma política; debía estar organizando, y encabezando, a las fuerzas de oposición en la entidad. Y debía estar esgrimiendo, todos los días y desde todas las trincheras, los argumentos mínimos necesarios para nutrir el debate sobre las transformaciones institucionales que se avecinan.

El problema es que nadie toma esas banderas, porque ni las entienden ni las conocen ni les interesa. Unos y otros parecen estar esencialmente preocupados por el asalto a los cargos partidistas, por las postulaciones para 2012, y por la satisfacción de sus ambiciones personales.

Pero nadie entiende que más allá de las grillas baratas —de las que son expertos—, se encuentran temas de fondo que debían ser abordados a partir de un verdadero ejercicio de política. Parece mucho pedir para quienes tienen el control del PRI, o lo desean. Y ello equivale a una derrota anticipada para Oaxaca.

MÁS DE LO MISMO

Más de lo mismo, es lo que hay en el Colegio de Bachilleres de Oaxaca, mientras Germán Espinosa ocupa su tiempo en intentar asaltar al PRI de Oaxaca. Y vean si no: en la Dirección Administrativa del Colegio se encuentra Rogelio Cadena Espinosa; y éste, que fue empleado de la Secretaría de Finanzas en la administración anterior, nombró a Carlos Sandoval Habib en el área de adquisiciones. ¿Les suenan los parentescos? ¿Qué compromiso, o lazo familia, existe entre Germán Espinosa y Rogelio Cadena? Y aún peor: ¿qué favor están pagando al tristemente célebre MAO a través de su sobrino? Son preguntas.


Reforma constitucional: no al diálogo sin matices

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+ Gobierno y oposición deben tener visión de Estado

El peor escenario para una reforma constitucional, es aquel en el que no existe diálogo amplio ni consenso no sólo de los poderes formales, sino de toda la sociedad. En esa lógica, tratar de que en Oaxaca ocurra una reforma profunda a la Constitución Política del Estado sin antes consultar a todos los oaxaqueños y enriquecer el debate de fondo, significa tan poco como una repetición de los esquemas autoritarios y cupulares del pasado. Eso debían comenzar a entenderlo todos los actores políticos, tanto desde el oficialismo como en la oposición.

En Oaxaca lo que parece estar ocurriendo, es un simple diálogo sin matices. ¿Por qué? Porque por un lado, el régimen gobernante planteó todo el conjunto de reformas constitucionales en una sola iniciativa, en la que no alcanzó a plantear todos y cada uno de los argumentos, a través de los cuales debía exponer los motivos que los llevan no sólo a tratar de cambiar, desechar y crear nuevas instituciones, sino también a establecer las razones —y el método de ingeniería constitucional— para llevar a cabo la construcción de las nuevas instituciones que plantean para nuestro estado.

No obstante, desde el ámbito de la oposición, el diálogo tampoco parece matizado, ni enriquecido, y mucho menos lo suficientemente estructurado para ser un auténtico debate de la altura y los alcances que la circunstancia requiere. Esto se centra en dos razones fundamentales:

La primera, que esencialmente el Partido Revolucionario Institucional, y la fracción parlamentaria de ese partido en el Congreso del Estado, sólo están reaccionando a la propuesta enviada hace unas semanas por el Titular del Poder Ejecutivo del Estado, pero sin conseguir la articulación de argumentos que combatan con razones político-jurídicas de peso, los intentos del Gobierno del Estado por conseguir la aprobación lisa y llana de su propio proyecto de reformas.

La segunda razón no es menos importante. El hecho de ser oposición, y de haber entregado el poder que detentaron por décadas, no necesariamente descartaba al PRI como un posible generador de propuestas para una reforma constitucional integral. La derrota electoral, su soberbia dominante, y el inmovilismo que los invadió desde el 1 de diciembre, no le permitieron al tricolor generar una sola propuesta propia de reforma a las instituciones políticas, administrativas y de control en Oaxaca.

Hasta ahora, todos sus movimientos han sido motivados sólo por la premura, por la reacción y por los intentos desesperados de no dejar pasar una oportunidad que, aunque coyuntural, habrá de ser trascendental para la gobernabilidad y la construcción de las instituciones del futuro en la entidad.

En el fondo, lo que debería haber es más seriedad y vocación democrática por todas las partes. Esto porque para un auténtico Estado democrático, resultaría francamente inadmisible la posibilidad de que se llevara a cabo una transformación constitucional tan profunda como la que se pretende en Oaxaca, primero sin que antes hubiera una discusión intensa entre quienes integran formalmente el órgano legislador estatal y quienes se aparecen como factores fundamentales de poder; y segundo, sin que a ese diálogo no fueran invitadas a participar, y a tomar posiciones preponderantes, todos los sectores de la sociedad que contribuyeron al triunfo electoral de los que ahora detentan el poder.

 

REFORMA AMPLIA

Es claro que los tiempos actuales ya no permiten que sea sólo en el consenso de los poderes formales, como se pretendan dar los cambios institucionales que se requieren. Aunque esa no es una visión equivocada, sí es una percepción estrecha y limitada de lo que es la participación ciudadana en los procesos democráticos.

Si hoy mismo el gobierno estatal está convocando al público para que participe en la confección del Plan Estatal de Desarrollo; y sólo el Revolucionario Institucional está manifestando su deseo de hacer una convocatoria amplia para la discusión de la reforma electoral, entonces lo que podemos ver es que se corre el riesgo de que desde ambas trincheras se asuman posiciones maniqueas, que vean inopinadamente como “bueno” lo propio, y como “malo” lo ajeno.

Así, lo único que se construiría sería la nada. Y los deseos de que la reforma constitucional tuviera consenso y legitimidad, se quedaría en una simple aspiración retórica, pospuesta por la resistencia de los actores políticos a someter a verdadera consideración del ciudadano su visión de cómo debe llevarse a cabo la transformación institucional del Estado.

En realidad, visto desde una perspectiva más serena, debía ser de mayor preocupación para el gobierno estatal, que la amplia convocatoria que está realizando a los oaxaqueños fuera para discutir no el plan de desarrollo, sino el contenido de una reforma constitucional que transformará profundamente —aunque no sabemos si en sentido positivo o negativo— la forma de ejercer el poder y estructurar las instituciones del gobierno.

Esto porque un plan de desarrollo se puede realizar a través de instrumentos metodológicos específicos, e inclusive debe ser estructurado por especialistas; no obstante, una reforma constitucional debe confeccionarse a partir de la sensibilidad política, de la visión de conjunto, y de un sentido de pluralidad que particularmente en Oaxaca se manifiesta a través de la pluriculturalidad, la plurietnicidad, y la diversidad de formas de organización política y visiones particulares de para qué y cómo debe servir el poder a los ciudadanos.

Debía haber un consenso más amplio entre el gobierno y la oposición para ensanchar los canales de diálogo y debate sobre la reforma constitucional. Oaxaca no es un estado monocromático, y por tanto la discusión no debe estar marcada por el reduccionismo legislativo, por la limitación de voces, o por la ausencia de propuestas y visiones distintas.

 

RIESGO BOOMERANG

Hacer reformas sin el suficiente consenso y la verdadera legitimidad ciudadana, será para el actual régimen tanto como un proceso de transformación únicamente sexenal. Así como el entonces gobernador Ulises Ruiz hizo su “reforma del Estado” a modo —a la que nadie creyó, y a nadie convenció—, este intento puede terminar en algo similar, o peor, si no se solidifica con el basamento democrático necesario. Deben tomarle la importancia necesaria a un asunto de esta magnitud. Desdeñarlo, es tanto como desacreditar esta oportunidad histórica para Oaxaca.