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Sección 22: apoyo a oposición, marginal en su lucha política

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+ Si gana oposición, ¿cuánto tardará el magisterio en romper?

Como cada año, la conmemoración del Día del Trabajo fue el marco en el que la dirigencia estatal de la Sección 22 del SNTE, entregó a los gobiernos estatal y federal, su pliego petitorio para el presente año. Estamos, por tanto, en la cuenta regresiva respecto al inicio de sus acciones de presión que, como cada año, iniciarán en la celebración del Día del Maestro. Hasta hoy, entre el mismo magisterio no termina de quedar claro qué postura asumirán para sus próximas jornadas de lucha. Esta determinación será trascendental no sólo ahora frente a sus negociaciones, sino también por el proceso electoral y, sobre todo, por quien resulte electo como próximo Gobernador de Oaxaca.

Hoy, resulta particularmente llamativo el contexto en el que están a punto de comenzar las jornadas de lucha y presión política, del magisterio hacia los gobiernos estatal y federal. A diferencia de otros años, hoy las principales exigencias del llamado “magisterio democrático” no tienen que ver con mejoras salariales.

Más bien, su pliego petitorio se centra en solicitudes de orden político, tales como el juicio político en contra del gobernador Ulises Ruiz, o la devolución de las escuelas que aún se encuentran en manos de la Sección 59 del mismo sindicato. Lo más relevante de sus demandas económicas, radica en la exigencia de garantías al gobierno federal, en la continuación del proceso de rezonificación salarial que lograron en 2006.

En otros tiempos, eran las demandas económicas las que enturbiaban el proceso de negociaciones entre el magisterio y el gobierno. Hoy, a diferencia del pasado, la discusión central no se basa fundamentalmente en exigencias presupuestales. Sólo que, lejos de que esta circunstancia genere algún tipo de situación favorable, lo cierto es que podría hacer más profunda y manipulable la inconformidad. Y ahí es donde radica la indeterminación actual del magisterio.

¿Por qué? Porque, como lo hemos apuntado ya en otros momentos, existen diversas corrientes entre los grupos decisivos de la Sección 22. El más radical, por ejemplo, exige que la jornada de lucha del presente año, sea particularmente intensa, para desgastar a través de ello las posibilidades de triunfo electoral del llamado “partido oficial”. Otras corrientes más moderadas, habrían deseado tomar partido en la lucha política, pero a través del apoyo abierto a la coalición de partidos de oposición. La corriente que hasta ahora se ha impuesto, es la que deslinda formalmente al magisterio de las cuestiones electorales, y más bien deja abierta la posibilidad de decidir personalmente a cada uno de sus integrantes, sobre sus inclinaciones políticas.

Todo esto parece hoy claramente comprensible. Sin embargo, faltará ver qué determina la Sección 22 respecto a sus jornadas de lucha. Saben que un conjunto de manifestaciones continuadas y masivas, afectaría más a los intereses políticos con los que hoy periféricamente convergen, que a los del priismo, a quien formalmente intentarían minar.

Así, de las reacciones propias del magisterio, se irá viendo qué rumbo toman en relación a las definiciones políticas. Aunque no lo manifiesten ni lo acepten públicamente, serán aliados coyunturales de la oposición, con quien comparten las aversiones recientes e históricas hacia el grupo gobernante, y por quienes trabajarán en muchos lugares del Estado. El magisterio, independientemente de que lo manifieste o no, buscará contribuir en la instauración de un gobierno emanado de fuerzas no priistas. Si se hacen del triunfo electoral, pasarán sólo algunos momentos de regocijo importante. Y después todo volverá a los cauces actuales.

MAGISTERIO OPOSITOR

Sería ingenuo el candidato a gobernador de la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso de Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo, si considera que al tener el apoyo fáctico de la Sección 22, podrá tenerla como aliada. Hoy, son aliados coyunturales y casuales. Pero existen razones poderosas, más allá de lo ideológico, por las cuales el magisterio oaxaqueño decidió no dar su aval a las fuerzas de oposición.

Una de esas razones, tiene que ver con la negativa del magisterio democrático, por cargar con las consecuencias de un posible apoyo a opciones políticas en las que ellos, esencialmente, no creen ni confían. Evidentemente, más allá de los esfuerzos y la posible vocación democrática, si Cué se convirtiera en gobernador de la entidad no tendría la capacidad de resolver todos los problemas de la entidad, y mucho menos tendría el apoyo incondicional ni la capacidad plena de entendimiento y satisfacción por parte de la 22. Y, según parece, ésta optó por evitar deslindes que les generen a ellos costos y cuestionamientos por los apoyos brindados a gobiernos ineficaces.

La segunda de esas razones, tiene que ver con la preservación de su capacidad de negociación. Independientemente de que apoyen o no, fáctica o formalmente, a las fuerzas de oposición, los grupos dominantes al interior de la Sección 22 comprenden en toda su magnitud que sostenerse en su imagen de beligerancia y resistencia, les permite tener siempre amplios márgenes de negociación, que podrían no tener frente a un gobierno con el que mantuvieran alianzas.

Si para lograr sus objetivos económicos o políticos, la 22 nunca titubea en el momento de cerrar calles, marchar, parar clases indefinidamente, o generar caos, para ellos es mucho más cómodo hacerlo en una posición de disidencia, oposición y crítica, que en la de volverse críticos de un gobierno al que inicialmente apoyaron.

Finalmente, esa postura se revelará a partir del 15 de mayo. Y dese ahora, es previsible que gane quien gane, la Sección 22 seguirá actuando del mismo modo y con la misma fuerza. Si apoyan a Cué, esto será meramente transitorio y, sobre todo, en el disimulo. Pero de convertirse éste en Gobernador, los profesores lo criticarán, presionarán y conminarán con la misma intensidad que ahora lo hacen frente a los gobiernos emanados del PRI. ¿Apuestan?

IMPUNIDAD

Las investigaciones ministeriales de la mayoría de los homicidios importantes que han ocurrido en los últimos años en Oaxaca, han sido atraídas por la PGR. Esto ha sido garantía de nada, porque la impunidad ha reinado en la misma medida que los expedientes que se han quedado en manos de la Procuraduría estatal. Si el caso de Brad Will está impune, ¿qué esperar de los muertos de Copala?

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Bolaños Cacho: Reses de hoy, son los carniceros del pasado

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+ Ni traiciones ni fracturas: Coalición busca suplir carencias

El 10 de noviembre de 2009, el ex presidente del Tribunal Superior de Justicia, Raúl Bolachos Cacho Guzmán, lanzó una exigencia de mayor apertura al Partido Revolucionario Institucional, para que no fueran “sólo seis” los contendientes por la candidatura a Gobernador del Estado. Desde entonces se dijo totalmente excluido del proceso definitorio de aquel instituto político y, redundando, desde entonces anunció su próxima salida del tricolor.

Hoy, casi seis meses después, nadie debía sorprenderse de lo decidido por el ex Titular del Poder Judicial del Estado. En aquellos momentos, su protesta en contra de la dirigencia priista, tenía como motivo no la antidemocracia ni la exclusión, sino el proceso natural de depuración y relevo en los grupos que detentan el poder. Sólo que el magistrado Bolaños, ahora, no era parte de los que participaban del reparto de posiciones, sino de los que, por el curso natural del tiempo, ahora les tocó quedarse fuera de él.

En realidad, el proceso sucesorio por el que atravesó el priismo a partir de noviembre pasado, generó ciertas expectativas sobre la competencia democrática, aunque finalmente terminó en lo mismo que todos los demás procesos anteriores: en la influencia determinante de la decisión tomada por el Jefe Político del PRI, y en los reacomodos posteriores en la repartición de las posiciones importantes de poder. No hubo variaciones, en esta historia que recurrentemente se ha escrito en el priismo. Y finalmente, en esa lógica, no era tanto la supuesta “antidemocracia” o la exclusión lo que le incomodaba a personajes como Bolaños, como el no comprender que él fue parte de unos tiempos que ya no son suyos en la política priista.

En aquellos momentos, en este espacio señalamos que la historia actual de Bolaños Cacho Guzmán, bien podría resumirse en un adagio que reza lo siguiente: “las reses de hoy, fueron los carniceros del pasado”. ¿Por qué? Porque, según apuntábamos en aquellos momentos, que “puede verse, como cada seis años, que los carniceros de ayer son las reses de hoy. Así se pueden resumir, en términos cortos y sencillos, todas y cada una de las inconformidades de quienes hoy se sienten marginados. No les falta razón ni al magistrado Raúl Bolaños Cacho, ni al ex senador Sadot Sánchez (…) en sus lamentaciones y señalamientos [sobre su exclusión en el proceso de selección del candidato priista a Gobernador]. Sólo que el desplazamiento del que hoy son objeto, ellos —directa o indirectamente— también lo provocaron en otros momentos y en otras circunstancias, valga la redundancia, frente a otros personajes de su mismo partido.”

Así, quienes vivieron en carne propia y conocen el ejercicio del poder bajo el régimen priista aún reinante en Oaxaca, saben y entienden que procesos como este no se fundan ni en las lealtades ni en las traiciones, como en los ciclos. En su momento, innumerables personajes que hoy se encuentran en el más completo olvido y abandono, fueron los que ejercieron posiciones determinantes en la administración pública, la política partidista o los procesos sucesorios en el priismo.

Quienes comprendieron bien las reglas bajo las cuales se rigen los procesos políticos del tricolor —ciertamente antidemocráticos, excluyentes y avasalladores, pero del que todos son o fueron parte—, supieron sobrevivir ya sea dentro o fuera del ámbito político. Los que no, emigraron a otras fuerzas políticas a buscar posiciones que, en casi ningún caso, ha sido verdaderamente de primer nivel.

Irremediablemente, dentro de no mucho, se agotará el tiempo de bonanza de quienes ahora gobiernan, y éstos se convertirán en objeto de la misma exclusión con la que hoy desplazaron a los priistas más longevos, que hace diez, veinte o treinta años, ejercieron la misma práctica para hacerse del poder. Si todos comprenden bien su circunstancia, sabrán asumirlo como parte de un sistema partidista que sólo responde a su naturaleza (independientemente de lo buena o mala que ésta sea). De lo contrario, acusarán y se lamentarán de una antidemocracia, de la que —como en su momento Bolaños Cacho Guzmán— también fueron grandes beneficiarios.

BOLAÑOS, OPOSITOR

Ayer, en su columna Con Mayúsculas, Juan Diego aseguraba que ante la ruptura formal del magistrado Bolaños Cacho Guzmán con el priismo, y su adhesión pública a la Coalición Unidos Por la Paz y el Progreso de Oaxaca, éste habría asegurado la primera posición en la lista de candidatos a las diputaciones locales por el principio de representación proporcional, desplazando así a Jorge Alberto Valencia Arroyo, Iván Mendoza, Eufrosina Mendoza Cruz, Víctor Rafael González Manrique, Claudio Valladares y Adriana Coronado, que hasta antes de esta última negociación irían, en ese orden, en las posiciones 1 a 6, pero que ahora ocuparán de la segunda a la séptima en la lista. ¿Qué gana o qué pierde con esto la oposición?

En el ámbito de las pérdidas, la coalición opositora tendrá que prever, con toda claridad, que la suma simbólica de Bolaños Cacho Guzmán tiene importantes mensajes políticos, pero no un arrastre importante en cuanto a votación. En efecto, si se mira en perspectiva, hasta ahora esta es la única escisión habida en el priismo respecto al proceso de designación de su candidato a Gobernador, y por esa razón la decisión del Magistrado en retiro, cobra relevancia. Sin embargo, no por ello se tendría que considerar que junto a él vendrá un caudal de votos para la oposición. Eso simplemente no ocurrirá.

¿Y qué gana? Sin duda, gana la posibilidad de llevar al Congreso a un personaje de mayor experiencia y solidez política, que la de todos los que ocupan hoy las primeras posiciones en la lista de candidatos por el principio de representación proporcional. Bolaños Cacho Guzmán, en realidad, estaría llenando algunas de las numerosas inconsistencias que habrán de tener las bancadas opositoras en cuanto a la preparación y experiencia legislativa de sus integrantes.

JUSTA DIMENSIÓN

Así, es necesario ver, en la dimensión real, lo que implica la ruptura del magistrado Bolaños Cacho Guzmán con el priismo, y su adhesión a las fuerzas de oposición. La coalición opositora aprovechará y explotará el simbolismo que trae aparejada esa decisión, y el priismo simplemente habrá de minimizarla, descalificarla o incluso ignorarla. El leitmotiv de todo esto es el poder, no la democracia.

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Campañas electorales: prometen debate y cumplen con ataques

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+ Intrascendente, acusar adicciones, VIH o estabilidad emocional

Apenas comenzaron las campañas, y algunos dirigentes y candidatos a la gubernatura ya comenzaron a distraerse del debate político real que debería existir en Oaxaca. Durante su apertura de campaña, el abanderado de la coalición Por la paz y el progreso de Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo, retó a sus adversarios a un debate público, y a someterse a pruebas clínicas de antidoping; cuestionado por la prensa al respecto, el abanderado del PRI-PVEM, Eviel Pérez Magaña, señaló que, más bien, los que hicieron ese llamado tendrían que someterse a pruebas psicológicas para demostrar su estabilidad emocional. Y como si esto no fuera suficiente, el dirigente estatal del Partido Nueva Alianza, Cristóbal Carmona Morales, conminó a Cué a realizarse ¡una prueba de detección del VIH-Sida!

Es evidente que, por un lado, esto no fue lo que, de cara a los oaxaqueños, los candidatos a la gubernatura prometieron debatir; y, en la otra vertiente, nada de esto es lo que cualquier ciudadano responsable e interesado en la competencia electoral, esperaría escuchar. Parece claro, por tanto, que si esa fue una muestra del “debate de altura” que todos prometieron, en realidad están comenzando mal sus labores de proselitismo.

Independientemente de quién sea el acusador y quién el acusado, parece claro que, de entrada, una discusión tan trivial como la de los perfiles psicológicos, de adicciones o incluso sobre una enfermedad de transmisión sexual, es lo mismo intrascendente, que frívola e innecesaria. Oaxaca tiene problemas y rezagos enormes, y está tan apremiado de respuestas y propuestas serias, como para que sus inminentes gobernantes desperdicien minutos, horas o recursos, para polemizar sobre asuntos que, por principio de cuentas, se inscriben en la vida privada de las personas, para después —en su mayoría— convertirse en irrelevantes para la vida pública del Estado.

Para efectos prácticos, lo que cada uno quiso decir fue lo siguiente: con sus insinuaciones, Cué Monteagudo puso en sus oponentes, el señalamiento tácito de que uno, o varios, tiene adicción a alguna sustancia prohibida; el candidato Pérez Magaña sugirió la inestabilidad emocional de su acusador implícito; y Carmona Morales retó a Cué a una prueba totalmente inicua como la del VIH, quizá pretendiendo poner en duda no su salud, sino sus preferencias sexuales.

Retomando este último caso, ¿qué de inmoral, inconfesable o inadmisible, tendría que uno de los candidatos sufriera de una enfermedad venérea? Y siguiendo el ejemplo: ¿una posible tendencia homosexual convertiría a un candidato en inelegible? Seguramente no. Y al contrario: ese cuestionamiento más bien revela un talante de intolerancia, desubicación y discriminación que en nada ayuda a la candidata de Nueva Alianza, Irma Piñeyro Arias, y que mucho menos abona al debate serio que hoy se espera por Oaxaca.

Algo más o menos parecido ocurre con los retos sobre el antidoping o las pruebas psicológicas. Gabino Cué Monteagudo podría tener otros defectos, que nada tienen que ver con las alucinaciones o la inestabilidad emocional. En esta lógica, ni el pragmatismo ni la incongruencia política —que podrían ser dos características negativas perceptibles de Cué y la alianza que encabeza— se inscriben en el ámbito de los desequilibrios emocionales que sus detractores acusan.

Incluso, en la historia reciente de Oaxaca ha habido innumerables políticos sobre los que, en su momento, pesaron sospechas fundadas sobre su adicción a sustancias prohibidas; sin embargo, hoy sobre los gobernantes y opositores actuales pesan otros señalamientos, también con amplias posibilidades de ser fundados, pero que nada tienen que ver con el gusto por las drogas.

¿EVADIR EL DEBATE?

Todo esto, más bien, lo que revela es un ánimo profundo por querer evadir el debate de fondo. La llamada “agresión contra el hombre”, es la que ocurre cuando frente a un debate serio, la pobreza de ideas y argumentos para sostener y contrariar las ideas que se vierten, lleva a los interlocutores a descalificarse entre sí. Este parece ser un claro destello de cómo todos, en conjunto, están haciéndose a un lado en la discusión de los temas urgentes para Oaxaca.

Sin duda, todavía hoy se encuentra en la completa incertidumbre cuál es el proyecto viable que cada uno de los candidatos a la gubernatura, plantea para Oaxaca. Poco es, en realidad, lo que puede esperarse de una propuesta política que se basa en las promesas de un nuevo pacto social; en las soluciones que supuestamente serán atraídas casi con magia, por una transición que primero debe entenderse como alternancia. Hasta hoy, todo se reduce a continuismos, cambios o esperanzas que, por sí solas, tienen nulas capacidades de modificar el panorama actual de Oaxaca.

Conforme pasen los días, se irá viendo si el tema central de las propuestas políticas tiene que ver con el debate serio de ideas, o si se centra en la descalificación de los adversarios. Y si bien, es prácticamente nula la posibilidad de que pudiera realizarse un debate formal entre los candidatos a la gubernatura, todo aquel oaxaqueño con intereses distintos a los de las conveniencias, estará esperando que existan argumentaciones claras y reales sobre lo que puede, y lo que no, ocurrir en el futuro próximo en nuestro estado.

Finalmente, y contrario a lo que algunos pretenden hacer ver, esta no tendría por qué ser una competencia entre buenos y malos, o entre bienaventurados y perversos. Esa es la visión más reducida de la realidad, que sin embargo es la que parece tener quienes lanzan retos y cuestionamientos irrelevantes para los asuntos que debían debatirse en una campaña proselitista.

Muy pronto, todos los abanderados tendrán que apartarse de los discursos incendiarios, triunfalistas o esperanzadores que hoy los caracterizan; será entonces cuando comience a apreciarse su respectivo calado, y lo que debía ser lo verdaderamente importante: qué decisiones tomarán a partir del día siguiente al de la victoria electoral.

¿SÓLO UN RUMOR?

Existe una constante en los conflictos que hoy ocurren entre los priistas de diversos municipios de Oaxaca: en la mayoría de ellos se acusan imposiciones derivadas de acuerdos oscuros, en los que están involucrados personajes como Alejandro Avilés y Antonio Amaro Cancino. ¿Será que las candidaturas se venden? En Xoxocotlán podrían dar respuesta.

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Inicio de campañas: Eviel y Gabino, a disputar lo incierto

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+ Candidaturas a alcaldías: brota, de nuevo, lo peor del PRI

 

Ayer domingo arrancaron formalmente en Oaxaca, las campañas proselitistas de quienes aspiran a gobernar la entidad. En los respectivos actos políticos, el común denominador fueron las promesas de civilidad, de hacer campañas de propuestas y del alejamiento de la descalificación y de la intriga. Ninguna de las fuerzas políticas en disputa, tiene hoy referencias claras sobre un posible triunfo. Pero mientras todo eso ocurre, los choques en puntos estratégicos del proceso electoral se hacen más intensos, y revelan muchos de los vicios que los propios grupos políticos prometieron erradicar para estos comicios.

Es claro que, en primer término, las campañas para la gubernatura inician en Oaxaca, en un evidente marco de incertidumbre. A pesar de que cada una de las fuerzas políticas ha tratado de influir a su favor en la percepción ciudadana, a través de la publicación de encuestas, lo cierto es que todo esto no ha hecho más que profundizar el desconcierto. En conjunto, se descalifican en sí mismas todas las encuestas que, al mismo tiempo, dan por ganador a uno y otro abanderado por amplios márgenes de ventaja, cuando la realidad más bien apunta a una competencia cerrada que, finalmente, podría nunca dejar de serlo.

Por esa razón evidente de desconfianza y reserva por parte del ciudadano común, ayer tanto los candidatos como los representantes partidistas, iniciaron sus respectivos trabajos proselitistas abonando por una prudencia, civilidad y respeto que quizá sólo duren un momento.

El abanderado de la Coalición PRI-PVEM, Eviel Pérez Magaña prometió encabezar un gobierno transparente y que, de ganar la gubernatura, emprenderá la construcción de un nuevo pacto social; el candidato de la Coalición PAN-PRD-PT-PC, Gabino Cué Monteagudo reiteró la urgencia de un cambio en el ejercicio del poder, y de la consecución de la transición política. Pero será a partir de hoy, cuando se pueda ver con claridad si esas buenas intenciones y vocación democrática de las fuerzas políticas y sus candidatos, tienen o no sustento en sus respectivas estrategias de campaña.

Hasta ahora, las fuerzas políticas han priorizado la construcción de sus respectivas estructuras electorales. Éstas, a diferencia del trabajo político que se realiza con el ciudadano común, no tiene que ver con convencimientos y generación de simpatías, sino con un trabajo estratégico en el que, a través de recursos económicos y operadores electorales, se generan esquemas en los que participan cientos de promotores que se encargarán de asegurar un número determinado de votos a cambio de la entrega de ciertos bienes o cantidades de dinero.

Sólo que la preocupación por la construcción del trabajo de estructuras electorales, hace hoy inciertas todas las previsiones sobre cómo se comportarán, y cuán aceptadas serán tanto las coaliciones como los abanderados a la gubernatura. Está comprobado, por ejemplo, que las acciones de radicalización o violencia de matices electorales, dejó de ser rentable frente al ciudadano que decide su voto, pero sin comprometerlo, intercambiarlo, o venderlo.

A partir de ahora, esta tendrá que ser no sólo una preocupación real, sino prioritaria, para todos los abanderados. Particularmente, los abanderados de las dos coaliciones, ya comprobaron que sus trabajos de estructuras electorales los tienen en un empate técnico. La diferencia a favor, la tendrán que buscar frente a los ciudadanos comunes, que aún no deciden su voto. Ahí, cada uno de los abanderados, demostrará si en sus estrategias existe sólo confianza excesiva en sus respectivas maquinarias electorales, o si tienen también la capacidad de incidir de verdad en el ánimo ciudadano, con la campaña de civilidad, propuestas y cambio que tanto han prometido, y que ayer reiteraron en el inicio formal de sus trabajos proselitistas.

 

CHOQUES MUNICIPALES

Sin embargo, muy a pesar de las supuestas vocaciones democráticas, en los partidos y coaliciones no han podido abandonar por completo sus prácticas de antaño. Es claro que buena parte del triunfo electoral que alguno de los abanderados a la gubernatura pueda lograr, tendrá como base el trabajo político territorial en los municipios. Bien, pues hoy algunos de los procesos para designar candidatos a Presidentes Municipales, atraviesan por una crisis importante, que finalmente podría incidir de modo negativo sobre quienes buscan la gubernatura.

En el caso de las negociaciones al interior de la coalición PRI-PVEM, existen varios focos rojos encendidos. En las definiciones de municipios como Santa Cruz Xoxocotlán, Santa María Huatulco, y el mismo Tuxtepec, comienzan a ocurrir inconformidades importantes que podrían trascender a la minimización que, desde la cúpula priista, se le da a las inconformidades en esos municipios.

La historia parece parecida en esa y otras demarcaciones: el Comité Estatal del PRI anunció, inicialmente, que habría procesos de evaluación para designar a los candidatos, y que los mejor posicionados serían quienes encabezarían las fórmulas para las alcaldías. Hoy se sabe que esto no fue así. En los tres casos —y varios otros, como el de Usila—, se acusan imposiciones, negociaciones cupulares, e incluso arreglos económicos, entre la dirigencia, los negociadores del Candidato a Gobernador, y los aspirantes.

En el caso de Xoxocotlán, fueron determinantes la ambición, las complicidades y arreglos económicos entre el edil Argeo Aquino y el diputado Antonio Amaro, para imponer a Julio César Alonso, por encima de Héctor Ruiz y José Alberto Ramírez. Xoxo, como bien se sabe, se disputa no por la democracia sino por el botín que representa; en el caso de Huatulco, nadie ha podido parar la rebelión de Jorge Sánchez, y el rechazo a Fernando Franco. Ayer mismo, en tres sitios distintos fue imposible la realización de la convención de delegados. Tuxtepec, para no variar, se enfrenta a una inconformidad similar.

¿ESA ES DEMOCRACIA?

Se entiende que en la democracia priista, siempre han reinado los acuerdos que se toman desde las cúpulas, y que luego legitiman “las bases del partido”. Pero este ejercicio reiterativo le está haciendo daño al “partidazo”: hoy, su estrategia, se basa en exigir disciplina a los no favorecidos, para imponer no a los mejores cuadros, sino a quienes representan el amiguismo o la preservación de sus negocios o intereses. Eso les traerá más pena que gloria.

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Cajas de ahorro: impunidad y fraude van de la mano

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Tal parece que la historia de fraude e impunidad que ha envuelto la operación de las llamadas cajas de ahorro en Oaxaca, comenzó en 2007, cuando Caja Centenario —una organización de ahorro y crédito con asiento en la región mixteca de Oaxaca— sorpresivamente se declaró en quiebra, dejando a varios cientos de ahorradores en la más completa indefensión jurídica e imposibilidad de recuperar sus recursos. De entonces a la fecha, se calcula que los ahorradores defraudados son más de 20 mil, y también se ve lejana la posibilidad tanto de hacer justicia, como de imponer frenos y regulaciones específicas a las cajas populares.
Las cajas de ahorro nacieron como consecuencia de las presiones económicas ocurridas en el país durante la segunda mitad de la década anterior. En aquellos años, particularmente en 1995, las instituciones financieras y la banca comercial tuvieron un fuerte colapso, que llevó a la quiebra a la mayoría, y que motivó un histórico rescate gubernamental que consistió en la recapitalización de los bancos, en la absorción de las pérdidas por parte del gobierno, y el otorgamiento de garantías sobre la existencia del capital, a todos los ahorradores.
Dicho colapso al sistema bancario del país, generó una parálisis en el ahorro y préstamo, que duró más de un lustro. En todo ese tiempo, un número muy limitado de mexicanos tenía la posibilidad de acceder a créditos bancarios, ya porque éstos imponían fuertes requisitos —imposibles de cumplir para la mayoría— para el otorgamiento de una línea de crédito, o ya porque al encontrarse descapitalizadas las mismas instituciones tenían pocas posibilidades de disponer de capital para prestar a los particulares.
Así, la gran mayoría de la población se hallaba en una situación de desventaja: quien tenía capitales económicos, se veía desalentado a invertir en la banca comercial, debido a que ésta otorgaba tasas de interés, en rendimiento del efectivo, muy bajas; en contraparte, quienes solicitaban préstamos también se veían imposibilitados para cumplir todos los requisitos que imponía la banca. Así, una salida natural ocurrió cuando particulares comenzaron a organizar a otros ahorradores para crear instituciones al margen del sistema bancario, que tuvieran mayores posibilidades de otorgar rendimientos atractivos a los ahorradores, y de generar líneas de crédito para los acreedores.

FRAUDES, DE ANTAÑO
En todo el país proliferaron las cajas de ahorro, que ofrecían atractivos rendimientos y préstamos flexibles, pero a cambio de estar al margen de la regulación y las garantías al ahorrador que otorga el sistema bancario. Así, surgieron casos como el de la Caja El Arbolito, que en Mexicali, defraudó en 1996 a más de 42 mil familias, y sus propietarios fueron acusados de un fraude por más de mil 800 millones de pesos; o como el del llamado “Rey de las Cajas de Ahorro” a quien en el año 2000, las autoridades decidieron congelar las cuentas de La Caja Popular Nayarita después de descubrir socios fantasma en su lista de ahorradores y el presunto lavado de dinero del cártel de los hermanos Amezcua.
Esta caja popular operaba desde 1996 y contaba con 8 mil 300 ahorradores que depositaron más de 120 millones de pesos. De acuerdo con información del periódico La Jornada, José Cirilo Ocampo Verdugo fundó un imperio que llegó a abarcar 25 estados de la República. El llamado Rey de las Cajas de Ahorro aguardaba en su expediente cinco autos de formal prisión y 20 órdenes de aprehensión emitidos por jueces de los fueros común y federal en los estados de México, Veracruz, Colima, Durango, Puebla, Jalisco y el Distrito Federal.
Ante la falta de regulación en el sector, la CNBV se dio a la tarea de trabajar en la Ley de Ahorro y Crédito Popular, aprobada el 4 de julio de 2001 y que entró en vigor a partir de junio de 2005, para garantizar la seguridad de los ahorros de las personas que decidan invertir en este tipo de instituciones financieras.
A partir de 2005 las cajas de ahorro sólo pueden operar bajo la figura de Sociedades Cooperativas de Ahorro y Préstamo o como Sociedades Financieras Populares. Para ello, teóricamente, deben estar afiliadas a federaciones y confederaciones con el fin de integrar un fondo o seguro de protección del ahorro similar al de los bancos. Según cifras de la Confederación de Cooperativas Financieras de la República Mexicana, este tipo de organizaciones capta 22 mil millones de pesos anualmente y cuenta con varios millones de usuarios.

OAXACA: FRAUDE E IMPUNIDAD
Todo lo que antes ya había ocurrido en otras entidades federativas, luego ocurrió, y con mayor intensidad, en Oaxaca. en 2007 se dio el primer caso en el que una organización de ese tipo, creada bajo el amparo de autoridades municipales y con la supuesta ignorancia de las estatales, se declaró en quiebra dejando a varios cientos de familias sin ahorros. La incidencia en el fracaso de estas operadoras, se incrementó cuando el problema comenzó a ser politizado. Y hoy, tanto los particulares como el mismo sector público se enfrentan a un gravísimo problema que tiene en la inconformidad directa a unos 25 mil ahorradores, pero sobre el que nadie parece tener el remedio efectivo, ni un cálculo exacto de su magnitud real.
De acuerdo con cifras proporcionadas por fuentes del Congreso del Estado, en Oaxaca existen más de un millón de ahorradores en cajas populares. Éstas tienen una captación de dinero imposible de determinar, sobre la cual generan préstamos y rendimientos para sus socios. En el último año, ha ocurrido un crecimiento exponencial en el número de cajas de ahorro que se declararon en quiebra, y que dejaron a sus socios en el completo desamparo. ¿Cuál es el problema?
El problema inicial, radica en la falta de una regulación específica que otorgue seguridad y garantías en las operaciones de esas cajas. Un segundo cuestionamiento, tiene que ver con la inestabilidad y la incertidumbre para el ahorrador, en que operan esas instituciones que no se someten a ningún tipo de regulación por parte de las autoridades bancarias federales; un tercero, radica en la voracidad y el dolo habido en más de uno de los propietarios de las cajas; y el último, aunque no por ello menos importante, es que, ante los fraudes y el cierre de esas organizaciones, lo único que la autoridad ha propiciado es la impunidad.

JUSTICIA, AUSENTE
Hoy, lamentablemente, el quiebre de cajas de ahorro puede contabilizarse por docenas. Muchos de los ahorradores que perdieron su capital, hoy son carne fresca para las jaurías de manipuladores que pretenden hacer de este problema, un movimiento de tinte social, político y electoral, ajeno a cualquier posibilidad de arreglo.
El Gobierno del Estado, por su parte, parece no haber calculado el problema a tiempo, y algunos de sus funcionarios incluso parecen tener vínculos de protección y complicidad con defraudadores de este tipo. Y el Congreso del Estado, con las medidas que ha tomado hasta el momento, no sólo no ha podido frenar la incertidumbre que reina alrededor de las cajas de ahorro y, al contrario, con sus llamados a la precaución a todos los ahorradores del Estado, parece haber llamado a la paranoia y la incertidumbre a los involucrados. Ante la duda, miles de personas han retirado sus ahorros de cajas hasta entonces sanas financieramente, creando con la salida intempestiva de capitales, faltantes que luego llevaron al colapso a esas instituciones.
En todo esto, se prevé la aprobación próxima de una legislación estatal de la materia que, de antemano lo dicen, no podrá regular todas las operaciones, ni tampoco podrá cancelar todas las posibilidades que existen hoy de generar un fraude alrededor de las cajas populares. Comentan que ni siquiera la ley federal antes comentada, tiene todos los cabos atados, y que una norma local tendría que seguir los lineamientos insuficientes de la legislación federal.
Lo más grave de todo, es que frente a los hechos consumados, la Procuraduría del Estado ha actuado con total ineficiencia y parcialidad. Existen órdenes de aprehensión por delitos relacionados con esas sociedades, que están pendientes de cumplimentar, y que no se sabe ni cómo ni cuándo lograrán ejecutarse. Muchos de los implicados en los fraudes, si no es que todos, huyeron a otras entidades o a otros países, cargando con el dinero que pudieron recuperar de las instituciones quebradas. Casi la totalidad de ellos, antes tuvieron vínculos con el sector oficial, y derrocharon grandes sumas de dinero ajeno en la compra de bienes inmuebles, vehículos terrestres y aéreos, y lujos indebidos.
Para sorpresa de todos, el número de detenidos y presentados ante la justicia, es diametralmente opuesto al de los defraudados. Los primeros son poquísimos, mientras que los segundos se cuentan por miles. La autoridad ha fallado —quizá voluntariamente— en actuar con la eficacia requerida como para integrar expedientes penales que lleven ante la justicia a los defraudadores, y con la eficiencia requerida como para lograr los mandamientos judiciales y lograr las aprehensiones, antes de que estos huyeran.
Así, aquí el asunto no sólo implica el fraude masivo, sino también la grosera impunidad que hoy parece ser el común denominador en las cajas de ahorro de Oaxaca.

Zona triqui: ¿Y la justicia, por qué no les llega nunca?

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+ La dejadez oficial: punto generador de la añeja violencia
El 7 de abril de 2008, murieron abatidas a balazos dos jóvenes indígenas de la zona triqui, en una emboscada similar a la ocurrida hace unos días en el camino a San Juan Copala. Las dos mujeres, fueron atacadas con armas de alto poder, y ultimadas por ráfagas de arma de fuego que impactaron el automóvil en el que viajaban. El hecho tomó relevancia, porque esas dos víctimas eran locutoras de una estación radiofónica comunitaria denominada “la voz que rompe el silencio”. Hoy, ese hecho, como todos los ocurridos en la zona, continúan en la más completa y vergonzosa impunidad.
Las dos mujeres triquis asesinadas, respondían al nombre de Teresa Bautista Flores, de 24 años de edad, y Felicitas Martínez Sánchez, de 20 años; en un hecho abominable para casi cualquier persona, pero casi “normal” para los gobiernos estatal y federal, ambas fueron masacradas cuando viajaban en un vehículo de motor, en medio de la turbulenta zona de Copala.
La versión oficial de los hechos, dada a conocer por el gobierno de Oaxaca meses más tarde, apuntó a que el automóvil en el que viajaban Teresa Bautista y Felicitas Martínez, fue confundido con el de otras personas, a las que el comando armado buscaba para ejecutar; sobre el gobierno de Oaxaca, y el federal, recayó el señalamiento de diversos organismos nacionales e internacionales de observación y protección a periodistas, en el sentido de que esa versión era poco creíble, dado que las dos mujeres fungían como locutoras de una estación radiofónica comunitaria, y que esa pudo haber sido la causa de la ejecución.
Ninguno de los dos gobiernos, pudo nunca responder a ese cuestionamiento. El gobierno de Oaxaca, en aquellos momentos, minimizó el hecho, y asumió la postura de que aquellas muertes no eran más que parte de la ola violenta que azota a la región; el gobierno federal, casi al mismo tiempo, respondió turbiamente que Teresa Bautista y Felicitas Martínez eran amas de casa, y no “periodistas”, como las organizaciones civiles nacionales e internacionales trataban de ubicarlas, y que por tanto, la fiscalía especializada de atención a delitos cometidos en contra de periodistas, de la Procuraduría General de la República, no tenía por qué intervenir en el asunto.
Lo cierto es que, entre las excusas de unos y las de los otros, nadie indagó el hecho. Varios días después de ocurrida esa ejecución doble, diversos sectores de la prensa que se edita en la capital del país, tomaron en consideración del hecho y exigieron investigaciones. Nada fue suficiente para lograr resultados. La Procuraduría General de Justicia del Estado aseguró que realizaba las investigaciones correspondientes, aunque luego de ser atraída la investigación por la PGR, de todos modos los resultados de las indagatorias nunca lograron corroborar que las versiones, los móviles y los señalados, correspondían a la realidad. Hasta hoy, no existe un solo detenido por aquella emboscada.
Así, el caso de Teresa Bautista y Felicitas Martínez se vino a sumar a una larga lista de impunidad. Anterior a esos hechos, se tiene el registro de la desaparición de las hermanas Daniela y Virginia Ortiz Ramírez, quienes salieron de El Rastrojo para dirigirse a San Marcos Xinicuesta, el 5 de julio de 2007 y a la fecha se ignora cómo y dónde están. Sólo en lo que va del presente año, la Unión de Bienestar Social de la Región Triqui, ha denunciado el asesinato violento de unos 15 activistas.
El MULT igualmente reporta que entre septiembre de 2004 y julio de 2007, fueron asesinadas dos mujeres, otras han sido violadas y obligadas a emigrar de sus comunidades; las niñas también son objeto de violencia sexual, como sucedió a una menor de 14 años violada. A esta lista se sumó una agresión con arma de fuego contra la niña Sofía Bautista Martínez, en octubre de 2007, tras recibir un balazo en la cabeza luego de que vecinos de Guadalupe Tilapa dispararan contra la población de San Juan Cuyuchi, Copala.
Así, la lista de agresiones, asesinatos, emboscadas e impunidad podría hacerse simplemente interminable. Cada una de las organizaciones cuenta sus propios muertos. Y, así, uno tendría que preguntarse: ¿En dónde ha estado, todo este tiempo, el gobierno?

AUTORIDAD AUSENTE
Si la emboscada ocurrida el martes pasado, hubiera sido un hecho completamente aislado, que ocurriese en una zona no caracterizada por la violencia, entonces podría considerarse con todo rigor que es imposible prever un hecho tan fortuito como aquel. Sin embargo, aún cuando puede ser medianamente válida esa imposibilidad de previsión en este caso, lo cierto es que la región es una zona permanente de conflicto, en la que la autoridad ha estado ausente, y ha fallado en su deber de fomentar la paz, perseguir los delitos y procurar la justicia a los particulares.
Si otras hubieran sido las circunstancias y las personas emboscadas, la agresión ocurrida hace unos días no habría sido más que una estadística. Ahí tenemos que en los últimos años, docenas de personas han sido acribilladas en las mismas circunstancias —y quizá, incluso, por los mismos grupos paramilitares—, sin que la autoridad hiciera algo efectivo no sólo para encontrar y castigar a los responsables, sino también para poner remedio de fondo a los conflictos y la violencia que ahí son comunes.
Por esa razón, este no es un asunto de sólo perseguir delincuentes, sino de enfrentar las responsabilidades de fondo con la trascendencia que hasta hoy ha estado ausente. Se haría parcialmente justicia si ahora el gobierno tiene la posibilidad de hallar y procesar a quienes asesinaron a los activistas de derechos humanos, como también lo sería si hallaran a los homicidas de Teresa Bautista y Felicitas Martínez, o a los secuestradores de Daniela y Virginia Ortiz Ramírez.

¿JUSTICIA TOTAL?
La justicia sería parcial aún con la aprehensión de los autores materiales e intelectuales, porque una solución integral al conflicto tendría que implicar también la pacificación de la zona, el desarme de los grupos, y la realización de acciones para atender socialmente a las comunidades para preservar la paz a través de la presencia preventiva de corporaciones policiacas. Esto no sabemos cuándo, e incluso si algún día ocurra. El gobierno debe dejar de ver este como un asunto electoral, y asumir su responsabilidad por la dejadez, la ineptitud de sus funcionarios, y la larguísima impunidad que éstos han fomentado.
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Copala: salida fácil es culpar a gobierno estatal por todo

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+ Responsabilidad conjunta: todos ayudan a incendiar la zona

Errónea y precipitadamente, organizaciones disidentes como la Sección 22 del SNTE, se apresuraron a responsabilizar al Gobierno del Estado por la emboscada que sufrieron, hace tres días, los integrantes de una misión humanitaria, y en las cuales por lo menos dos de ellos perdieron la vida y varios más se encuentran desaparecidos. El error inicial no consiste en culpar a un inocente, sino en confundir —y evadir— los señalamientos de fondo sobre la violencia que desde hace varias décadas azota a la región triqui.

Evidentemente, en un primer momento resulta ilógico considerar que un gobierno es responsable por las acciones que ejecutan particulares. En este caso, la micro región de los triquis ha padecido una disputa histórica entre tres organizaciones de lucha social —la Unión de Bienestar Social de la Región Triqui (Ubisort), el Movimiento Unificador de Lucha Triqui (MULT) y el Movimiento Unificador de Lucha Triqui Independiente (MULTI)— que pretenden hacerse del control social, político y económico de una región que se ha batido en interminables divisiones y enfrentamientos.

Ante esa circunstancia tan identificable, parecería que el gobierno no tendría por qué cargar con responsabilidad alguna por las disputas históricas, que todavía hoy se dirimen violentamente entre la Ubisort, el MULT y sus diversas escisiones. Podría pensarse, incluso, que si son esas organizaciones las generadoras de la violencia, entonces tendría que ser con una respuesta implacable por parte del Estado, como se le podría dar solución a los excesos, las vejaciones, y las agresiones cometidas en contra de los indígenas, que han cometido esas organizaciones.

Sin embargo, esto es tan erróneo como el tratar de considerar que el gobierno está lejos de todos los señalamientos. Si bien es cierto que éste no puede tener el control de las disputas y las decisiones que toman y ejecutan las organizaciones en conflicto, lo es también que la responsabilidad de fondo para el gobierno estatal se encuentra en el hecho de haber desatendido por completo la zona, y permitir que entre las mismas comunidades, y las organizaciones que las manejan, ocurrieran hechos tan abominables como las matanzas, la persecución, los actos de segregación y hostigamiento en contra de los habitantes de esas comunidades, y la aparición de células paramilitares que tomaron el control de la zona.

En ese punto es donde se encuentra, en realidad, uno de los problemas más graves que enfrenta la zona triqui, y por los que su problemática social y política nunca ha podido resolverse: porque el gobierno ha asumido que las disputas entre las poblaciones y grupos no tienen remedio; y porque, al asumir esa idea como válida, fomentaron una desatención social que terminó de sumir a las comunidades en la marginación, la pobreza y el abandono, que hoy se hace patente, ante el marcado rechazo que esas comunidades manifiestan en contra de unos representantes gubernamentales, que hasta ahora se acordaron de la existencia de la región triqui.

Antes y ahora, sería imposible una solución de fuerza. El gobierno estatal ha fracasado recurrentemente en su pretensión de llamar al diálogo a las partes en conflicto, porque es fácilmente previsible que, entre ellas, posiblemente jamás haya entendimiento. Empero, independientemente de la concertación política, los conflictos pueden desactivarse, emprendiendo acciones concretas de desarrollo social, que pusieran remedio a la inconformidad de los habitantes.

Es cierto que, en gran medida, las disputas por la región triqui tienen actores y motivos  perfectamente identificables. Pero esas desavenencias son alimentadas por miles de personas que tienen hambre, que nacieron y crecieron en medio de la confrontación y la marginación, y que aún cuando desean la paz y gustosos recibirían una oportunidad, saben que ahí no existen opciones sociales para hacer a un lado la violencia.

TODOS, RESPONSABLES

Así, si bien el gobierno estatal carga con responsabilidad en este asunto, por la incapacidad de quienes tienen en sus manos el control de la gobernabilidad y los asuntos políticos del Estado, también es cierto que las organizaciones sociales y gremiales que hoy nuevamente pretenden erigirse en mártires, no están exentos de ser parte de las causas de estos enfrentamientos.

¿Qué ha hecho, efectiva y palpablemente, la Sección 22 del SNTE para desactivar la violencia que impera en la zona? Evidentemente, muy poco. Es cierto que el sindicato magisterial no tiene el deber de desactivar conflictos sociales o políticos. Sin embargo, es innegable que éste es uno de los organismos con mayor presencia e influencia política en todas las regiones del Estado, y que por tanto pudo haber sido uno más de los factores que, por medio de una atención social tan básica como la educación y la concordia, habría contribuido a desactivar las posibilidades de violencia.

Sin embargo, la Sección 22 ha preferido ser parte de las discordancias políticas que ahí se viven. San Juan Copala se erigió en municipio autónomo a principios de 2007, gracias al respaldo político que recibieron de diversas organizaciones sociales que un año antes habían participado de la revuelta magisterial. La creación de esa autoridad paralela y el establecimiento de una ley y justicia particular, no hicieron sino crear un icono de la rebelión social, a cambio de someter a todo un pueblo a condiciones aún más profundas de miseria marginación, y acentuar las discordancias que ya existían entre los pueblos.

Por eso, varios de los grupos que ahora se sienten martirizados, en realidad cargan con parte de la responsabilidad por esa disputa, debido a que no fueron a tiempo un factor de paz; y porque ellos mismos intervinieron para profundizar las disputas y azuzar la violencia.

DESORIENTADO

Tuvo que intervenir el gobernador Ulises Ruiz para conjurar la potencial huelga que estaba a punto de estallarle al director del Cobao, Cándido Coheto Martínez. Éste no lograba entenderse, en la mesa de negociación, con el dirigente del Sutcobao, Tomás Matus. Hubo una razón: Coheto atendió más las negociaciones del PRI en las que se repartieron las candidaturas a presidentes municipales, que su responsabilidad con la institución que dirige. ¿Qué tal?

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Violencia en zona triqui: nadie se espante; es la impunidad

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+ Problema real: la violencia, y no las disputas entre grupos

La tarde del martes, un convoy fue emboscado mientras se dirigían, en una misión humanitaria, al municipio autónomo de San Juan Copala, ubicado en la región mixteca de Oaxaca. Según los reportes dados a conocer hasta la tarde de ayer, fueron dos activistas los que perdieron la vida; uno de ellos era de origen finlandés; las tres organizaciones que se disputan el control territorial y político de la zona, se deslindaron de los hechos; algunas organizaciones internacionales de paz condenaron enérgicamente la agresión; y el Gobierno del Estado, una vez más, se limitó a lamentar los hechos y prometer resultados en sus investigaciones ministeriales.

Es indispensable, en primer término, comprender a cabalidad el contexto en el que se origina este hecho. La triqui, es una zona indígena que a lo largo de más de tres décadas, ha vivido azotada por los conflictos y las disputas territoriales entre grupos políticos y de reivindicación indígena. En los últimos años, ese nivel de violencia no sólo no ha disminuido, sino que se ha incrementado. Esto, a pesar de los aparentes intentos del gobierno estatal por lograr acuerdos de paz.

Esto, como es evidente, no ha ocurrido. Y, al contrario, la región triqui nunca dejó  de ser un territorio icónico para los movimientos sociales y políticos. Prueba de ello, es la declaración, anunciada en enero de 2007, de que San Juan Copala se erigiría como el primer municipio autónomo del territorio oaxaqueño. Esta era apenas una de las tantas consecuencias desatendidas, que tuvo el conflicto magisterial y popular ocurrido un año antes en la entidad.

Sin embargo, la violencia en esa zona apareció mucho tiempo antes, y no ha cesado. Antes y después de la declaración de autonomía de San Juan Copala, en la zona se han vivido feroces enfrentamientos entre tres organizaciones que intentan tener el control de la región, de sus habitantes, y del mundo de dinero que ellos representan. Una de esas organizaciones, es el Movimiento Unificador de Lucha Triqui; otra es la Unión de Bienestar Social de la Región Triqui; y una tercera, que es una escisión de la primera: el Movimiento Unificador de Lucha Triqui Independiente. Por las manos de esas tres organizaciones, recurrentemente han corrido ríos de sangre inocente, que a nadie le ha interesado saldar, y mucho menos investigar para hacer justicia.

En este marco, se puede asegurar que ninguna instancia estatal tiene cifras exactas de cuántas personas han muerto en esa interminable lucha por las aversiones étnicas y políticas habidas en la zona triqui; parece claro que los altos índices de violencia rebasaron por mucho, y desde hace bastante tiempo, cualquier posibilidad de mediación o pacificación a través de la sola invitación al diálogo. Esta última política ha tenido tanto eco, como la de los llamados a misa.

Lo más lamentable de todo, es que mientras la cifra de indígenas triquis muertos violentamente por esas disputas políticas se incrementa casi todos los días —independientemente de que los caídos tengan o no que ver con las organizaciones o los conflictos que ahí se dirimen a balazos—, todas las autoridades siguen perdidas en un mar de evasivas, justificaciones y deslindes sobre toda esa violencia, que debía ser dimensionada de manera distinta, y que debía generar una profunda preocupación a un gobierno que, sin embargo, ve esos odios casi como un asunto “normal”.

LOS CAÍDOS SON PERSONAS

Desde que ocurrió la emboscada de la misión de paz, hace dos días, todas las instancias y grupos involucrados, han buscado el modo de evadir sus responsabilidades, y han tratado de sacar ventajas políticas sobre el hecho.

Ahí está, por un lado, el Gobierno del Estado, que se ha mostrado más preocupado por deslindarse del hecho, que por emprender acciones concretas para indagar el hecho y para dar garantías de paz en la zona. Por su parte, la Sección 22 del SNTE —que fue uno de los principales impulsores políticos del municipio autónomo de San Juan Copala— resolvió, sin más, que es el gobierno estatal el responsable de la masacre. Y las tres organizaciones sociales con presencia en la zona, disimuladamente, han buscado también el modo de tomar distancia de los hechos, y condenarlos.

Estas posturas son, por decir lo menos, aberrantes. Todos los pronunciamientos tienen como preocupación de fondo, el hecho de que en la emboscada murió un activista europeo; que el hecho motivó el pronunciamiento a nivel internacional de organismos como Amnistía Internacional. Y que ahora la presión política para dar cauce a los problemas de violencia que ocurren en la región triqui, no sólo se centrarán en contra del gobierno estatal, sino que ésta también alcanzará al gobierno federal. Y que, por si fuera poco, las tres organizaciones de lucha social indígena con presencia en la zona, serán indagadas y señaladas por una violencia que, hasta ahora, unas y otras han ejercido libremente.

Hasta ahí, nadie parece preocuparse por lo verdaderamente importante: que los caídos el martes pasado son, al igual que los centenares de muertos habidos en la zona durante las añejas hostilidades, personas que colateralmente se convirtieron en víctimas de las disputas políticas que nadie ha querido ni ha podido remediar. Y que, mientras las balas deciden el presente y futuro de la región, docenas de miles de indígenas ven cancelados hasta sus derechos y garantías más básicas como las de la paz, la salud, educación y demás.

Quizá ahora que la violencia abatió a personas extrañas a la región, y que la mirada internacional se puso nuevamente en Oaxaca, comience a haber la voluntad (hasta ahora extraviada) de atender la zona. Propios y extraños deberían abandonar la obtusa idea de que esta es una guerra entre buenos y malos, entre derecha e izquierda, o entre socialismo y capitalismo. Los muertos son personas, a las que también mató la dejadez y la impunidad. Y eso es lo realmente preocupante.

¿DINERO SUCIO?

Ayer, en su columna de Milenio Diario, el periodista Joaquín López-Dóriga señalaba que la investigación federal al despacho Álvarez Puga y Asociados, tiene preocupados a varios gobernadores que tenían contratados sus servicios, y no precisamente de outsourcing. Todo apunta, entonces, al gran negocio que algunos hallaron, en la forma legaloide, de convertir el dinero público en privado. Por eso, aquí y allá, hay algunos que tiemblan.

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Alcaldía de Oaxaca de Juárez: todos los intereses se enlazan

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+ Priistas, tras su “disciplina”; en oposición, disputa emerge

Sin mayores aspavientos, en apariencia, el Partido Revolucionario Institucional definió a quien será su candidata a Presidenta Municipal por Oaxaca de Juárez. En la coalición de partidos de oposición, como se esperaba, la definición por esa misma candidatura entró ya en la ruta de las inconformidades, las desavenencias y las disputas. Habrá que ver con detenimiento cómo se suman, en cada una de las fuerzas electorales, los apoyos e intereses reales para sus respectivos abanderados; y, sobre todo, qué grupos son los que finalmente se imponen en la definición coalicionista por la capital oaxaqueña. Veamos cada uno de los escenarios.

Se señalaba al principio que, aparentemente, la definición de la candidatura priista para la capital del Estado, ocurrió sin mayores complicaciones. Desde los primeros días de marzo, el priismo cupular abrió su juego político a la vista del público, y en él mostró las cartas con las que finalmente jugaría. Esto, para que todos los actores del priismo que albergaban aspiraciones por Oaxaca de Juárez, acusaran recibo del mensaje enviado y vieran cuál sería el desenlace final de su “democracia interna”.

Así, desde el mismo día en que Beatriz Rodríguez Casasnovas renunció a la titularidad de la Secretaría de Turismo (7 de marzo), se dejó ver, desde el poder, que ella sería la abanderada por la capital del Estado; y que, de ahí en adelante, lo que tendría que ocurrir serían reacomodos internos, declaraciones de disciplina, o posibles (aunque no esperados) rompimientos. Finalmente, ocurrió lo que se esperaba: luego de un periodo prudente, todos los involucrados declinaron en sus aspiraciones, y se mostraron dispuestos a “sumarse” al trabajo político del PRI.

¿Por qué no hubo complicaciones? Porque tal parece que la gran mayoría de los involucrados han sido parte de una cadena de beneficios, de la que nadie querría deshacerse. El único personaje con quien sí se entabló una negociación, fue con Martín Mathus Alonso, a quien le fue ofrecida la candidatura a una diputación local a cambio de declinar sus aspiraciones por la alcaldía citadina. Fuera de él, un ejemplo representativo se encuentra en Javier Villacaña Jiménez, quien decidió nuevamente esperar mejores tiempos, y continuar con la labor de gestión social, a través de la cual sostiene su presencia en ciertos sectores de la capital y que, valga decirlo, le permite subsistir sin mayores complicaciones.

¿Por qué nadie rompió abiertamente? Porque la lógica actual del priismo establece que, si es el Jefe Político quien le ha dado todo a quienes ahora se sienten con posibilidades de alcanzar una candidatura, es él quien fundamentalmente tiene la potestad para decidir, por encima de la conciencia y las aspiraciones de cada uno de ellos. Así, nadie rompió porque a ninguno le conviene alejarse del esquema cuasi burocrático en el que casi todos han vivido en los últimos años.

Ahora, lo importante tendrá que hacerse en la suma real de todos esos factores que, en las palabras, ya declinaron a favor de quien el Jefe Político decidió. Hoy, en ese sentido, la suma del priismo ha sido sólo aparente. Y, poco a poco, el Revolucionario Institucional comienza a resentir los primeros estragos de haberse enfrascado en una democracia interna que tiene todo menos eso en su esencia. La capital podría convertirse en un fuerte dolor de cabeza no por las rupturas, sino por la naturaleza misma de quien fue electa como candidata, y por las grietas que está creando ese método de centralizar las decisiones, suplir las conciencias, y generar “unidad” a partir del dilema en el que los hacedores de esa unidad, no tienen otra alternativa.

OPOSICIÓN DESHECHA

¿Y qué ocurre en la oposición? Que su idea inicial de “repartir” equitativamente las diferentes candidaturas en juego, ahora está desmantelada por completo. En un primer momento, los impulsores de la coalición opositora plantearon que, partiendo del modo en que definieran a su Candidato a Gobernador, habrían de repartir las demás posiciones entre los partidos que apoyaran la decisión. Así, el convergente Gabino Cué Monteagudo fue impulsado por todas las fuerzas políticas opositoras. Y por esa razón, ahora la disputa por posiciones como la alcaldía citadina parece ser entre el Partido Acción Nacional y el de la Revolución Democrática.

En el blanquiazul, inicialmente, consideraron que la candidatura a la alcaldía citadina sería para ellos. En razón de ello, desde el principio impulsaron a Luis Ugartechea Begué como su potencial abanderado, e incluso lo mostraron como el seguro elegido como candidato a Presidente Municipal. Luego, ya metidos en eso, el perredismo mostró como una opción al ex magistrado del Poder Judicial del Estado, Raúl Bolaños Cacho Guzmán, y anunciaron la realización de encuestas para determinar sobre quién recaería la candidatura. En ese escenario, era previsible que Bolaños Cacho tuviera mayor aceptación ciudadana que el prospecto del panismo.

Sin embargo, en el perredismo no se tomó en cuenta que algunas de las tribus estaban quedando en el descobijo. Una de esas tribus, precisamente, es la de los herederos del extinto líder istmeño Daniel López Nelio. Su hijo y sobrinos —Lenin López Nelio López, Jesús Romero, y demás— intentaron participar en algunos de los procesos definitorios por la capital del estado. Ninguno de ellos, hasta ahora, ha tenido éxito en sus aventuras electorales. Y por eso, buscan desesperadamente posiciones —o percepciones— a partir de las cuales puedan negociar mayores espacios en el sector público.

Primero, y como lo apuntamos hace unos días, los López trabaron una alianza con el regidor del Ayuntamiento citadino, Geovany Vásquez Sagrero, para tratar de hacer contrapesos y obligar a la cúpula coalicionista a negociar la candidatura del ex rector de la UABJO, Francisco Martínez Neri; hoy, buscan hacer exactamente lo mismo en relación a Bolaños Cacho, a través de la figura de Humberto López Lena.

¿QUÉ BUSCAN?

López Lena busca inclusión en un reparto al que no había sido invitado; su cercanía con el oficialismo, lo hace entrar en una ruta en la que, por donde se le vea, resulta más un lastre que una ayuda a la causa de la coalición opositora; y él, junto con los López, buscarán minar todo si no se benefician con algo. Son de la patética idea de que hasta perdiendo, ganan.

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Fuero civil vs fuero militar: disputa, en todos los frentes

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+ EPR: meses de silencio roto, por intervenir en el debate

Han pasado más de tres años desde que el gobierno que encabeza el presidente Felipe Calderón, decidió enviar al Ejército a encabezar la lucha contra el crimen organizado. De entonces a la fecha, el panorama nacional ha cambiado diametralmente, tanto en el grado de violencia como en la actuación misma de las fuerzas armadas. Hoy, uno de los debates centrales sobre la lucha anticrimen y la actuación de las fuerzas castrenses, recae en un tema trascendental: ¿Debe reforzarse el fuero de guerra o, por el contrario, los miembros del Ejército, Marina y Fuerza Aérea, deben someterse a los tribunales civiles por su actuación en las calles y frente a los civiles?

Este asunto ni es ocioso ni es menor: por una decisión presidencial, se quebrantó el principio constitucional de que en tiempos de paz, las fuerzas armadas deben permanecer en sus cuarteles. Además, esa decisión fue tomada por el gobierno federal sin tomar en cuenta que, tal como se encuentra ahora, el marco legal de las fuerzas armadas no les otorga las atribuciones y facultades suficientes como para realizar labores de seguridad pública y persecución de delitos. Y, sobre todo, que en una campaña militar como la que ahora ocurre en el país, la interacción directa del Ejército se da directamente con civiles, y no con otros grupos similares a ellos. Esta situación, en conjunto, implica una serie de problemas importantes no sólo para el presente, sino para la imagen y sustento futuro de las fuerzas castrenses mexicanas. Veamos el asunto a detalle.

Es claro, en primer término, que lo que formalmente ocurre en México no es una guerra, sino un asunto grave de inseguridad pública. Al enviar al Ejército a las calles, el propio gobierno federal fue quien tomó la determinación de calificar esta serie de acciones como “guerra contra el crimen organizado”. Una guerra, para todos los efectos legales y políticos, se declara entre dos entes que tienen la misma categoría, y se enfrenta con sus respectivas fuerzas armadas, que tienen un mismo grado de legitimidad y respaldo en sus acciones. Si esto se observa como un asunto de fuerza, fue el propio Estado quien le dio el carácter de similar, y legitimidad, a un grupo amorfo e ilegal, como el del crimen organizado.

Sin embargo, más allá de la fuerza, el imprimir el calificativo de “guerra” a un asunto que no es tal, tiene otras implicaciones: existen diferencias sustanciales entre la actuación de las fuerzas de seguridad pública (es decir, las corporaciones policiacas) y lo que realizan los militares. Los primeros se encargan preservar la seguridad y el orden, y los segundos de defender a la nación ante invasión exterior, agresión por potencia extranjera o trastorno interior. Y, por estas razones, el Ejército no está preparado para realizar labores relativas a la seguridad pública.

¿Por qué es importante esto? Porque, en los últimos tres años, ha habido una incidencia constante de excesos y agresiones, por parte de miembros del Ejército, a civiles. Se han violado gravemente los derechos humanos de muchos mexicanos y, actualmente, éstos no tienen la posibilidad de que un militar se someta al fuero civil, y reciba de éste un castigo por sus acciones indebidas.

Hoy, subsiste el fuero militar, con el que todo miembro de las fuerzas armadas que comete delitos o faltas en su actuación, es sometido a la jurisdicción de los tribunales castrenses, para ser procesado, enjuiciado y castigado. ¿Por qué eso no es suficiente? Porque de acuerdo con la propia Constitución, y con la legislación internacional, las fuerzas armadas deben tener una regulación específica en sus actuaciones; y porque, en todo caso, cuando existen civiles involucrados en faltas cometidas por militares, éstos deben ser sometidos a la jurisdicción civil y no a la militar, como ocurre ahora.

PRONUNCIAMIENTOS

¿Por qué es eso trascendental? Porque, pase lo que pase, las normas no tienen efectos retroactivos. Y, de cualquier manera —es decir, se den o no las reformas a la legislación castrense para ampliar el fuero civil o reforzar la jurisdicción militar—, prevalecerá la posibilidad de que, en el futuro, el presidente Calderón, y los actuales mandos militares, puedan ser llevados a juicio ante tribunales internacionales, acusados de la comisión de delitos de lesa humanidad.

Esto es lo que, como puede verse, hace trascendental la discusión, las medidas y las propuestas que hoy en día se ventilan públicamente en el ámbito nacional. En el gobierno federal ha habido importantes resistencias a aceptar la ampliación de la jurisdicción civil para los militares; al contrario, se busca reforzar el marco legal y constitucional para asegurar que éstos sigan respondiendo ante su propia jurisdicción por las faltas cometidas.

Sólo que tienen en su contra a la legislación internacional que también es exigible para México y, sobre todo, la exigencia ciudadana de que los militares sean más responsables en sus actuaciones en contra del crimen organizado, que como una medida importante para afianzar su prudencia se permita a los tribunales civiles juzgar su actuación.

Así, importantes grupos han comenzado a pronunciarse. Uno de ellos, que llama la atención, es el Ejército Popular Revolucionario, quien por más de una década ha buscado castigo a los crímenes que, en su visión, ha cometido el Ejército y que han quedado impunes por la negativa del Estado a revisar su actuación.

VOZ EPERRISTA

Este grupo, rompiendo el periodo de silencio más prolongado desde su fundación, apuntó en un comunicado, fechado el 20 de abril, que “se debe exigir juicio y castigo a los militares y su respectiva cúpula por tribunales civiles nacionales e internacionales porque en nuestro país no existe la justicia, ésta se vende al mejor postor y está al servicio de los grandes empresarios nacionales y extranjeros. La exigencia de ‘garantías jurídicas’ y la demanda de mantener el fuero militar es una pretensión anticonstitucional y retrógrada que busca plena impunidad, así como borrar de la memoria colectiva los derechos constitucionales y las conquistas sociales…”. Esta es una más de las voces que se unen por el fuero civil a los militares. Finalmente, la responsabilidad de fondo recaerá en el comandante supremo de las fuerzas armadas. Es decir, en el presidente Calderón.

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