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Mariana Yáñez, integrante de Litigio Estratégico Indígena, recibe la medalla Donají por su labor en derechos humanos y medio ambiente

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Oaxaca de Juárez, Oaxaca. 25 de abril de 2025. En el marco de la ceremonia conmemorativa por el aniversario de la fundación de Oaxaca de Juárez, el presidente municipal Raymundo Chagoya entregó la medalla Donají a la abogada Mariana Yáñez, integrante de la organización Litigio Estratégico Indígena.

La medalla Donají es la máxima distinción que otorga la ciudad a personas que han realizado aportes excepcionales en beneficio de la colectividad. En esta ocasión, se reconoció la labor de Mariana Yáñez, vicepresidenta de Litigio Estratégico, en la defensa jurídica de comunidades indígenas, mujeres, niñas y niños, así como su compromiso con la protección ambiental.

Desde 2018, Mariana Yáñez forma parte de Litigio Estratégico Indígena, organización fundada en 2008 por abogadas y abogados indígenas. Uno de sus principales frentes ha sido la lucha legal, iniciada en 2014, por el rescate de los ríos Atoyac y Salado, considerados entre los más contaminados del país y que atraviesan la capital oaxaqueña.

Nacida en el centro histórico de Oaxaca, Mariana Yáñez proviene de una familia con profundo arraigo en la ciudad. Es hija del abogado laboralista y defensor de derechos humanos José María Yáñez Gatica y de la abogada Lourdes Unda Polaco. Su trabajo también incluye la participación en la elaboración de iniciativas legislativas y mesas de diálogo con instancias gubernamentales.

Edgar Aldair Pérez Ortiz, premio nacional de la juventud 2019 y también integrante de Litigio Estratégico Indígena, destacó que la organización no cuenta con financiamiento externo ni recursos institucionales. A pesar de ello, ha logrado establecer precedentes legales en materia ambiental que hoy son estudiados a nivel nacional e internacional.

AL MARGEN || La democracia, (de nuevo) a prueba 

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Adrián Ortiz Romero Cuevas 

Por momentos nos resultó hasta ociosa la palabra “democracia”, en todas las acepciones y formas de comprensión que genera dicho término. Luego de la tercera transición en México, parece que echamos a dormir los estertores de la palabra y nos hemos ido acomodando (¿resignando?) al regreso del régimen de partido hegemónico. Pero cuando parecía que todo volvía al aburrimiento democrático que décadas permeó en México, nos encontramos con la elección judicial. 

En efecto, a grandes rasgos, podríamos comprender que la democracia ocurre cuando el pueblo interviene directamente en la elección de sus gobernantes, en la determinación de su organización política, y en ser el titular de las garantías, derechos, servicios y obligaciones que impone y presta el Estado. Todo eso podríamos entenderlo perfectamente. Sólo que eso sería tanto como limitar los amplios alcances de la democracia, cuando ésta es comprendida en toda su magnitud.

Tradicionalmente, a pueblos como el mexicano se nos ha sembrado la idea de que la democracia comienza y termina cuando el ciudadano común se erige legítima y posiblemente como votante, emite su sufragio y éste cuenta de modo efectivo en la decisión colectiva de quiénes serán los gobernantes para los años siguientes. Es, cierto, una forma básica y efectiva de hacer valer la intervención popular en las decisiones del poder. Pero también es un concepto limitado, que lleva a naciones como la mexicana, a ciertas “irresponsabilidades” y desatenciones que redundan en atrasos.

La democracia, se supone, es el voto; pero mucho más que éste: democracia es que los gobernantes realicen sus gestiones públicas cumpliendo cabalmente con los requerimientos de honradez, legalidad, transparencia y rendición de cuentas. 

No obstante, democracia es también que el ciudadano se involucre en la labor del gobierno. Puede hacerse desde la opinión pública, desde la generación e impulso a la sociedad civil organizada; en la exigencia de claridad en la gestión gubernamental y en la búsqueda de que los poderes públicos cumplan con sus deberes, y otorguen y respeten los derechos y servicios que están obligados a prestar a la población.

Hoy podríamos pensar que tenemos una democracia más sólida, aunque en realidad nuevamente tenemos que poner a debate los conceptos que se supone que ya eran sólidos y estables. Se suponía que ya teníamos una democracia mucho más sólida, porque ya no existía un partido hegemónico (el PRI, aunque ahora existe Morena); también pensábamos que las decisiones presidenciales sobre la sucesión ya no eran la ley implacable de antes (hasta que nos topamos con YSQ). Y así podríamos seguir adelante. Nada volvió a ser como antes, aunque parece que sí. Y justo ahí fue donde nos topamos con la elección del Poder Judicial. 

Hoy debemos preguntarnos si realmente estamos preparados para todo ello. Los primeros ejercicios de la democracia en la elección judicial no parecen claros. Los candidatos no saben cómo actuar; no tienen nada que ofrecer; y desde los sectores oficiales resuena la idea de que ya todo está anticipadamente decidido. Tenemos que repensar con mucha serenidad lo que ocurra el primer domingo de junio. Pero antes tenemos que ver qué pasa en mayo. Este ejercicio democrático, que puede ser calificado de histórico, también podría terminar siendo tildado de catastrófico. 

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Murió el Papa

Carlos R. Aguilar Jiménez

Según la fe cristiana, San Pedro fue el primer obispo de Roma, primer Papa y el inicio del poder pontificio que se fue extendiendo en base a estrategias políticas, alianzas con emperadores y reyes, siendo en el año 754 cuando el papa en turno se convirtió en soberano y pontífice absoluto al serle donado por Pipino el Breve, un enorme territorio en Italia, (donde hoy solo queda el Vaticano) consiguiendo después, con Carlomagno, quien fue coronado por el papa León III estableciendo con el Sacro Imperio Romano, todo el poder político, económico y religioso de la actual Iglesia Católica.

Creciendo cada siglo después de Cristo, en todos los sentidos el poder de los Papas, que incluso sometían a monarcas y emperadores, no fue sino hasta la Reforma, cuando la iglesia católica perdió a Inglaterra y casi todo Europa central y del norte, pero que, por la imposición a la fuerza del catolicísimo en el continente recién descubierto, América, el inmenso poder y riqueza obscena del Papa, volvió al sumar millones de nuevos creyentes a sus filas, con sus correspondientes diezmos y pagos.

Si bien o mal, antes que llegaran los católicos a América, todos sus habitantes veneraban a Tonatiuh, Quetzalcóatl o Cosijo, lo cierto es que desde el siglo XVI casi todos los latinoamericanos son católicos que veneran al Papa y sus secuaces, sin que importe la tristemente célebre historia del papado, comenzando, por ejemplo, con Alejandro Borgia o Pío XII quien enterado de los campos de concentración, jamás este último se pronunció en contra del exterminio de judíos y las atrocidades alemanas, apoyando y bendiciendo a Mussolini y al nazismo. Y sin considerar la extrema misoginia del jefe político y espiritual de los católicos que jamás permitirá el reconocimiento de igualdad de derechos de mujeres a quienes la Biblia, la iglesia católica y los infalibles Papas, consideran seres inferiores, ni venderán uno solo de sus inmensos tesoros para aliviar el hambre de niños o apoyar económicamente la investigación científica en salud, porque dicen sirven más los rezos y oraciones.

Según la iglesia Católica, el Papa es infalible en sus decisiones, pues su infalibilidad proclamada en el Concilio del Vaticano dice: Cuando el Papa habla desde la silla de San Pedro, cuando indica la doctrina que debe definir a la Iglesia, esta investido de la infalibilidad que el divino Redentor quiso dar a su iglesia, por virtud de la divina asistencia que se prometió a San Pedro, de tal forma que un Papa no se equivoca nunca, pues su infalibilidad no es una inspiración, sino una asistencia divina que le impide errar en asuntos de costumbres y fe. Si el Papa es infalible para los creyentes posee certeza divina, por lo que las mujeres nunca tendrán igualdad de derechos, los curas pederastas son inocentes, la Tierra es plana, está en el centro del universo y los que no son católicos se irán al infierno. Amén.  

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista.

Hay que amar al idioma español como José Agustín, no desmadrarlo como los tiktokeros

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Renato Galicia Miguel 

¿Quién será ‘Loque’?, ¿quién será ‘Rompelsilencio’? Un buen de tiktokeros, redactores, reporteros y leedores de noticias de medios y páginas digitales los mencionan, pero nadie los describe y ubica en sus videos y notas.

(Me recuerdan a los ‘Aquiles’ de la consigna,  “y dicen, y dicen, que somos minoría, ‘aquiles’ demostramos que somos mayoría”, al que ni los halcones de los años setenta ni los polis de tantas décadas para acá han  encontrado nunca en cuanta marcha callejera por más que los han buscado).

¡Naaa, qué! Son las espantosas, terribles y blasfémicas neomuletillas del idioma español: las pulgas, ladillas, cucarachas de nuestra lengua que, peor que virus, circulan en compus y móviles.

Para quien pensaba que los dijónimos (sinónimos indiscriminados de dijo) eran lo peor de nuestra escritura, aquellas viles expresiones, entre varias más, nos vienen a demostrar que todavía se puede cavar más hondo, caer más bajo.

(Lo cual me recuerda, a su vez, que cuando pensábamos que Televisa era lo peor de la tele mundial,  vino TV Azteca  a demostrarnos en los años noventa que todavía se podía ser más bazofia).

Son neovicios del habla y la escritura que reflejan una gran carencia de lecturas de veras y, por lo mismo, una falta grave de vocabulario conciso y claro —ya no digamos una pobreza creativa evidente.

Al igual que indican un bajo nivel cultural por más que se ostenten blasones de cursos,  talleres y diplomados, licenciaturas, maestrías y doctorados.

Si no se quiere amar a la lengua española como se merece, por lo menos hay que tener tantita m*** y cultivarla un poquito.

Un aspecto que no excluye el uso del lenguaje irreverente, antisolemne, sino todo lo contrario (más hoy, cuando están cayendo tantas sacrosantas normas y reglas ortotipográficas de la gramática formal y de la rígida Real Academia de la Lengua), como lo demostró el apreciadísimo José Agustín con su novela ‘La tumba’ hace ya cincuenta años.

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista.     

Cierran aldeanos San Felipe del Agua

Carlos R. Aguilar Jiménez

Atribuyéndose despóticamente derechos sustentados en sus “abusos y malas costumbres”, comuneros de San Felipe del Agua, hace años impiden brutalmente el acceso al cerro del mismo nombre, argumentando que asambleas del pueblo dictaminaron no dejar pasar a quien no sea pueblerino del lugar, con el pretexto de cuidar el entorno, violando el artículo 11 constitucional que dice: “Derecho a la libertad de tránsito”. Este derecho permite que los mexicanos nos desplacemos libremente por el territorio nacional, sin necesidad de permiso, autorización o salvoconducto, de tal forma que el gobierno debiera garantizar la libre circulación en cualquier montaña, valle, rio o playa, sin necesidad de permiso o pago, porque además no entregan recibo ni pagan a Hacienda.

Con la misma lógica los habitantes del municipio de Oaxaca de Juárez debieran prohibir el acceso a la ciudad, igual que a los pueblerinos del “pueblo mágico” de Capulálpam de Méndez y de todas las aldeas, caseríos y pueblos, donde para entrar exigen un pago, abusando de la gente que pretende visitar o conocer esos lugares, que en general son sucios y feos, aunque campiranos o pintorescos por donde pasa el turista extorsionado en la entrada.

Bueno fuera, que aunque no se así, si se comenzara a incendiar el cerro de San Felipe y siguieran impidiendo el acceso, dado que la mayoría de los deflagraciones se producen por causas naturales, por acumulación de electricidad estática, rayos o relámpagos, incluida la caída de micro meteoritos o por pirómanos desquiciados, de tal forma que una vez iniciado el incendio en tiempos de sequía, viento y máximo calor, este se propague incendiando todo a su paso, y es entonces cuando los abusivos comuneros de todos los pueblos y aldeas que cobran por acceso, suplican, imploran y piden ayuda del gobierno y los forasteros y hasta instalan puestos de abastecimiento a damnificados.

El Gobierno del Estado, indiferente y omiso a lo que hacen los abusivos pueblerinos, que amparados en sus “abusos y malas costumbres”, violan artículos constitucionales de libre transito en el país, permite que en San Felipe del Agua, no haya acceso libre a senderistas, corredores y para todos los habitantes de la ciudad que gustan del ejercicio y campismo, permitiendo que los póngidos comuneros de San Felipe del Agua, bloqueen el acceso a la montaña, o que cobren por entrar como lo hacen en San Andrés Huayapan y otros lugares, donde valdría el cobro si hay instalaciones artificiales construidas para entretenimiento, no y nunca, si son espacios silvestres naturales, como la montaña.

Si la condición de cobro u abuso de los pueblos sigue sin restricción alguna del gobierno estatal, en breve ya no se podrá entrar a ninguna aldea sin pagar, y estaría bien si hubiera reciprocidad: que todo aquel pueblerino, especialmente los aldeanos de San Felipe paguen por entrar a Oaxaca, o que los habitantes de la ciudad les cobren a los pueblerinos por circular en las calles y venir a comprar y surtir lo que sus pueblos no tienen ni tendrán.  

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista.     

CONTRAFUEGO || Disolver el Congreso

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Aurelio Ramos Méndez

Si el Congreso de la Unión sirve entre poco y nada quizá lo más conveniente para el país sea disolverlo, en aras de la austeridad republicana, y los ingentes recursos que absorbe destinarlos a la atención de los problemas sociales más acuciantes.

No es desapego o infravaloración de la democracia, sino lo que recomienda el sentido común en tiempos de vacas flacas.

El Poder Legislativo es el encargado de hacer las leyes y el principal garante de la democracia y la representatividad popular, funciones de las cuales, sin embargo, ha venido siendo despojado despacito y en silencio.

Salta esta reflexión a la luz del retiro táctico por el Ejecutivo de su iniciativa de ley en materia de desaparición de personas. Tal como ocurrió con la reforma judicial, y otros controvertidos proyectos cuyo trámite ha redundado en ninguneo de diputados y senadores.

El Ejecutivo suele jugar al amague y gambeteo con las cámaras del Congreso, pero para algunas organizaciones sociales los representantes populares de plano no existen o son un cero a la izquierda.

Los colectivos de búsqueda de desaparecidos al parecer ni siquiera se enteraron de que en 2024 hubo elecciones y fue renovado el Legislativo. Porque, hasta donde se sabe, ninguna de estas organizaciones interpeló a los aspirantes a entrar en las cámaras, sobre todo en los estados más afectados por este problema: Jalisco, Guanajuato, Tamaulipas, Sonora, entre otros.

Les pasó de noche la elección legislativa o sus abanderados perdieron y se quedaron sin curules ni escaños. En todo caso, de otro modo no se explica el desdén que por ahora demuestran por los trabajos camerales en torno de este asunto.

La presidenta Sheinbaum cursó al Legislativo una iniciativa que suspendió enseguida, en atención al estridente escándalo generado por el variopinto conjunto de buscadores de personas desaparecidas. Compás de espera para escucharlos, como si no fue el Congreso el ámbito constitucionalmente habilitado para escucharlos y atender sus reclamos.

En el Senado y la cámara baja presumiblemente hay legisladores que conocen del grave y traumático problema, o mal pueden decirse representantes populares. Tienen la responsabilidad de escuchar todas las voces y ver el tema desde las distintas aristas del cubo.

Al desdeñar el inmediato trámite legislativo aquellos colectivos dieron a entender que aspiran a ser escuchados por la titular o algún integrante del Ejecutivo, como en los tiempos de Peña Nieto, Calderón o Fox, mandatarios de quienes en modo alguno puede decirse que no escuchaban al pueblo, pues lo escuchaban mediante Pegasus y el Cisen, pero lo escuchaban.

A juzgar por los hechos, el Ejecutivo ninguna enseñanza asimiló del azaroso destino de la reforma judicial, cuya iniciativa ventilada durante meses también fue suspendida con objeto de abrir un período de escucha a los antagonistas del proyecto.

Al igual que con el tema judicial, el riesgo con la iniciativa sobre desaparecidos estriba en el deliberado enmarañamiento por sus objetores y la posibilidad de que estos logren hacerla naufragar como es su patente intención.

Infiltrado hasta la médula por intereses obscuros, los grupos más activos tienen el claro afán de manipular el tema de los desaparecidos, con la finalidad de tundir y desprestigiar al gobierno federal. Lo denotó el pretendido hallazgo de hornos crematorios en Teuchitlán, Jalisco, caso en el cual la apuesta de tales grupos fue alta.

La patraña de la supuesta de hornos hitlerianos buscó radicar la idea de que si las desapariciones son atribuibles al Estado responsable de la seguridad pública y si fueron hallados crematorios masivos, el mexicano es por donde se mire un estado nazi. Peor aún en el caso de los 43 de Ayotzinapa.

Cualquiera que sea el motivo de fondo que inspira las acciones de los grupos de buscadores y del Ejecutivo federal, el retiro de la iniciativa presidencial entraña un lamentable ninguneo al Legislativo. Inquietante desconsideración, si se repara en lo reiterado del recuso.

Vale por lo mismo el interrogante de si sería preferible cerrar el Congreso, vista su inutilidad ante los asuntos más trascendentes y lo escaso de los recursos económicos para solucionar algunos de los principales problemas sociales.

BRASAS

Morena es escenario de una campal entre robustos ejemplares de la delincuencia política, que luchan para evitar ser expulsados o, peor, consignados ante instancias de procuración de justicia.

Así como en la ronda infantil del grupo de elefantes que se columpiaba sobre la tela de una araña, esos personajes se defienden a empellones, codazos y patadas en las canillas, ahora que la telaraña ya no resiste más. 

Desde el ascenso al poder de esta fuerza política en 2018 y aun antes, verdaderos elefantes de la corrupción fueron trepándose uno por uno a la telaraña, la cual ahora amenaza reventarse y obliga a tirar lastres.

Ya fue echado Miguel Ángel Yunes Márquez y hay indicios para suponer que viene el turno de Alejandro Murat Hinojosa, aunque son muchos los que menos insensatos que oportunistas urgidos de impunidad todavía se columpian en la frágil red, ajenos al peligro de desfonde partidista.

Son legión los caciques, corruptos, vividores y negociantes de la política que ingresaron a Morena como contraprestación del dudoso respaldo electoral o parlamentario prestado a este movimiento. Parece llegado por fin el momento de la depuración.

Con un pasado negro en la política nacional y estatal de Veracruz, los Yunes –una dinastía bíblica– resultaban sencillamente indefendibles en su interés de obtener credencial de militantes.

A la parentela Murat se la acusa de un cúmulo de delitos. Desde el peculado en su paso por instituciones como el Infonavit, hasta el lavado de dinero mediante la compra de bienes raíces en el extranjero y el despojo de centenares de predios, casas, negocios y bienes en general, aprovechando sus posiciones en distintos órdenes de gobierno. ¿No va siendo hora ya de levantarles la canasta?

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México libre de analfabetismo

Carlos R. Aguilar Jiménez

Hace unos días se unieron el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos  (INEA) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), para declarar oficialmente a México, libre de analfabetismo, iniciando la campaña: “Alfabetizando transformamos y dejamos huella” presumiendo que en nuestro país todos sabemos leer y escribir, suponiendo que descifrar letras, palabras y oraciones es suficiente en el siglo XXI para triunfar en la vida y ser exitoso, como ocurría en el pasado y hasta el siglo XX, cuando saber leer y escribir era básico para desempeñarse en empleos o trabajos elementales, pero, en estos tiempos también es indispensable no ser analfabeto digital.

Saber leer y escribir sin comprender, entender y trascender textos o lecturas es ser: analfabeto funcional, porque una cosa es decodificar letras y palabras convirtiéndonos en lectores capaces de leer chismes de internet, mensajes, anuncios e instrucciones básicas, que es lo que necesita saber un obrero, campesino o cualquier trabajador elemental, y otra, muy diferente, es entender los conceptos, significados, leer entre líneas y trascender lo leído, analizando lo escrito, filosofando, comprendiendo y con espíritu critico reflexionar respecto de lo leído.

Si, que bien que todos los mexicanos sepamos leer, así ya pueden leer la boleta electoral, instrucciones para recibir la dadiva de bienestar y cumplir con las instrucciones escritas que les den sus jefes, ajenos completamente a la lectura de libros clásicos, poéticos, literarios, artísticos, astronómicos, matemáticos, históricos, de divulgación científica o cualquier tipo de libro que exija reflexión, contexto y especialmente, gusto por leer, placer por entender y saber, para ser una persona culta, docta y principalmente, educada

Saber leer y escribir es importante y es el inicio del camino hacia una formación académica en busca de un titulo profesional, una licenciatura, maestría o doctorado; es también fundamental para, por formación autodidacta, triunfar en el comercio, los negocios o cualquier actividad que requiera concentración, evaluación, y análisis de probabilidades o mercadotecnia, no obstante, con el elemental hecho de leer y escribir, sucede lo mismo que con las matemáticas básicas, porque no es lo mismo saber sumar, dividir o multiplicar que, entender calculo diferencial.

Decodificar letras para entender el silabario o palabras y frases, sirve para leer el libro vaquero, los anuncios en la calle y hasta mensajes de redes, pero es inútil si no se complementa con conocimientos de tecnologías digitales, informáticas, matemáticas, algebraicas por lo menos y, especialmente la capacidad de critica y análisis, de tal suerte que presumir en estos tiempos que todo el país sabe leer es loable si se tratara de niños de segundo de primaria del siglo pasado, pero en estos tiempos digitalizados, tecnológicos y capitalistas neoliberales, debiese presumirse superar el analfabetismo funcional, digital y saber inglés, como todos los habitantes de Dinamarca.

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista.     

AL MARGEN || Tras los restos de Nueva Alianza Oaxaca

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Adrián Ortiz Romero Cuevas

Pudiera parecer increíble que hasta entre los grupos políticos más testimoniales existen disputas. Es lo que ocurre con el partido Nueva Alianza en Oaxaca, en donde a pesar de no contar con representación legislativa, ni con una identidad propia, ni un derrotero claro, sus militantes se encuentran metidos en una lucha intestina que no parece tener otra razón que la disputa por los restos mortales de ese partido. 

En efecto, el dirigente estatal Bersahín López López ha corrido con suerte. El partido que representa en Oaxaca hace mucho dejó de tener una base social real en la entidad, y sin embargo ha logrado mantener sus prerrogativas. Nueva Alianza nació como un apéndice político del SNTE, y pretendió ser articulado como un ariete magisterial en los procesos electorales. La realidad indica que tal objetivo nunca se cumplió en Oaxaca, porque el magisterio local ha sido disidente de su dirigencia nacional, y las fuerzas magisteriales oaxaqueñas se han ido aglutinando en otras expresiones políticas, que no necesariamente corresponden a las que se identifican con Nueva Alianza.

Aún así, Nueva Alianza en Oaxaca mantuvo su registro como fuerza política, administrada por López López, que siempre intentó —sin éxito— ser quien figurara en alguna de las posiciones de representación para ese partido. No lo logró en las legislaturas previas sino hasta la LXV Legislatura, a través de Adriana Altamirano. En un pésimo cálculo político —que más bien pareció ser una rabieta—, Bersahín López anunció que no construirían ningún tipo de alianza con otros partidos para los comicios de 2022; y se autoproclamó, a través de una asamblea que él mismo conformó, como candidato a Gobernador. 

Su campaña fue francamente intrascendente. En algunos momentos intentó friccionarse con el entonces candidato de Morena Salomón Jara que, aunque acusó recibo de sus señalamientos, decidió nunca responder a alguno de ellos. En el cálculo del morenista, contestarle significaría darle visibilidad a Nueva Alianza y reconocerle a su candidato una estatura que no tenía. Obviamente en la jornada electoral arrasó Jara, y una vez convertido en gobernador se reunió con todo tipo de actores políticos de oposición; pero nunca tuvo, y parece que ni tendrá, la disposición de recibir a su antiguo oponente del Partido Nueva Alianza.

Esa es la raíz de muchas de las fricciones intestinas en Nueva Alianza. Bersahín se dedicó a presionar a la entonces diputada Altamirano de diversas formas, para mantener provechos de la posición legislativa que habían conseguido gracias a los márgenes de votación logrados por sus candidatos a diputados en los comicios de 2021. Le vendió la falsa idea de que ella había llegado a ser diputada gracias a él, y que debía obedecer ciegamente a sus intereses. De esa actitud es de donde surgieron los señalamientos —probados ante el Tribunal Electoral de Oaxaca—, de violencia política, e incluso personal, ejercida por López en contra de Adriana Altamirano. 

Y es que, de hecho, Bersahín no logró lo que Adriana Altamirano sí: interlocución con el grupo en el poder, construcción de acuerdos y la posibilidad de espacios. La presión permanente del dirigente a la diputada radicaba en lograr que el Gobernador lo recibiera y negociara con él. Al ver que esto no ocurriría (porque es posible que ningún gobernador en los últimos tiempos haya tenido tan amplio margen de maniobra como Jara, lo cual le hace innecesario negociar), decidió imprimir fuerza a sus presiones. Lo probado ante el Tribunal Electoral no se invalida por los señalamientos de que la Magistrada Presidenta es cercana —comadre, de hecho— de la ahora exdiputada Altamirano. Como dice la conseja: una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa… 

Así, la frustración se convirtió en un conflicto personal; en un cruce de acusaciones y en diversas agresiones. En eso mismo se inscribe el supuesto atentado —lleno de contradicciones e interrogantes— que sufrió López López hace algunas semanas, del que inmediatamente acusó a su ex correligionaria. Todo ello ocurrió en los días previos a la emisión de la resolución del Tribunal Electoral local, por el que se probaron en su contra los actos de violencia. La respuesta fue la acusación del supuesto conflicto de interés, y la expulsión del partido de la exlegisladora; ambas, cuestiones que aún no pasan por el tamiz de la legitimidad ante los tribunales. 

¿Qué se disputan hoy? Por un lado, los espacios políticos que no tienen ni uno ni la otra; y las prerrogativas del partido, sobre las cuales tiene el control el dirigente y de las que ha hecho una forma de vida. No hay que buscarle demasiado. Al final, el pleito es por lo poco que queda de Nueva Alianza que, en los hechos, nuevamente se quedó sin ninguna representación relevante en la escena política oaxaqueña. 

@ortizromeroc

@columnaalmargen

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La Suprema Corte analizará por primera vez el alcance de los derechos lingüísticos en materia de violencia de género

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La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) aceptó atraer el recurso de revisión presentado por María Fernanda Hernández Morales, activista indígena zapoteca, en el que se plantea un tema inédito en la agenda judicial mexicana: la traducción completa de una ley estatal al zapoteco para garantizar el acceso efectivo a los derechos de las mujeres indígenas.

La joven es activista de Litigio Estratégico Indígena AC asociación que litiga por el rescate de los ríos Salado y Atoyac en Oaxaca.

El asunto deriva de un juicio de amparo promovido contra el Congreso del Estado de Oaxaca por la omisión de traducir y difundir en lenguas indígenas la Ley Estatal de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia de Género. El Juzgado Segundo de Distrito reconoció la violación a derechos fundamentales, pero ordenó únicamente traducir una versión sintetizada de la norma.

La quejosa consideró insuficiente esta medida, por lo que solicitó la revisión de la sentencia. El recurso fue admitido y atraído por la Segunda Sala de la SCJN el pasado 2 de abril de 2025, bajo el número de expediente 148/2025.

Este caso abre la puerta para que el máximo tribunal del país determine si el derecho de acceso a la información de las personas indígenas implica la obligación estatal de traducir las normas jurídicas en su totalidad y no solo en versiones resumidas.

Carlos Morales, abogado de Litigio Estratégico explica que “La resolución sentará un precedente clave para la protección de los derechos lingüísticos y culturales de los pueblos originarios, y contribuirá al fortalecimiento de políticas públicas en materia de igualdad, no discriminación y acceso a la justicia con enfoque intercultural.”

CONTRAFUEGO || Nace un führer

Aurelio Ramos Méndez

“Sobre advertencia, no hay engaño”, reza el refrán. Nadie podrá llamarse a sorpresa, si en enero de 2029 Donald Trump inaugura un tercer periodo presidencial o de plano anuncia su perpetuación en el poder, vía un golpe de Estado, sin necesidad siquiera de una ley habilitante a lo Adolfo Hitler.

El 2 de abril el megalómano, mesiánico y desquiciado presidente gringo dejó perplejo al mundo con el anuncio de aranceles al por mayor y el estallido de una guerra comercial global. El genuino golpetazo, que era para haber desatado no preocupación sino espanto, lo había asestado sin embargo 72 horas antes. 

Quedó para la historia su declaración del domingo 30 de marzo respecto a la intención de buscar un tercer mandato, con el peligro que ello significa para el género humano: “No estoy bromeando”, dijo.

“Cada vez hay más personas que me piden un tercer mandato, que de alguna manera es un cuarto mandato por la otra elección, la de 2020, que fue totalmente amañada”, añadió, develando una genuina vocación de führer

Se equivocará de manera rotunda quien no tome en serio las amenazas de este narcisista patológico de retener el mando, así sea mediante la violencia. 

Como si estuviéramos en Alemania, en 1933, espérese incluso la peor locura, si el gobernante de la principal potencia ya intentó un autogolpe de Estado para no soltar el mando.

Ensayo de lo que puede venir habría sido en tal caso, en efecto, lo ocurrido el 6 de enero de 2021. 

Ese día Trump azuzó a sus seguidores, quienes con pistolas, explosivos y rifles, y ataviados con cuernos de búfalo y piel de bisonte, tomaron el Capitolio al costo de cinco vidas.

Semejante antecedente torna ocioso presumir hoy que la Constitución, las leyes y las costumbres políticas hacen inviable la permanencia del despreciable ególatra un tercer cuatrienio en la Casa Blanca. Inviable incluso mediante la machincuepa de usar al vicepresidente JD Vance como patético “Juanito”, poniéndolo a calentarle el asiento.

Dese más bien por seguro que, si se lo propone ni el previsible fracaso de su estrategia comercial internacional a base de tarifazos o el inexorable trabajo de Cronos –finalizará su segundo periodo a la edad de 82 años—lo harán desistirse de su propósito de eternización en el Salón Oval. 

Para el cultor del “primero yo, yo, yo, y por último yo” la permanencia en el cargo resulta imperiosa, condición indispensable para intentar concretar su delirante y peligroso programa de gobierno; ese contra el cual el expresidente Barack Obama ya convocó abiertamente a la resistencia civil.

El presidente 44 de EU instó con firmeza a los estadunidenses ir más allá de las palabras y tomar acciones concretas de oposición a Trump:

“Durante la mayor parte de nuestras vidas ha sido fácil decir que eres progresista, o decir que estás a favor de la justicia social, o decir que estás a favor de la libertad de expresión, y no tener que pagar un precio por ello… 

“Ahora estamos en uno de esos momentos en los que no basta con decir que estás a favor de algo. Puede que realmente tengas que hacer algo y posiblemente sacrificarte un poco”, les dijo.

Luego criticó sin sutilezas al magnate de la pelambrera anaranjada, de quien dijo que actúa “como un aspirante a dictador que anda por ahí tratando de castigar a sus enemigos”.

En modo alguno es improbable que veamos la reedición del mitin “Salvemos América”, de aquel 6 de enero, ahora con los extravagantes supremacistas de QAnon, Tea Party, nacionalsocialistas, Proud Boys y otras linduras jugándose a fondo para atornillar en la silla al convicto de 34 delitos.

Para horror de la Humanidad y no obstante sus pavorosas, sádicas políticas, Trump podría clasificarse entre los gobernantes más longevos. Por encima de Joe Biden y Ronald Reagan, y aun de personajes como el primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, que en 2018 regresó al poder a los 92 años de edad.

Y de gobernantes latinoamericanos famosos por su permanencia y ancianidad. Desde el paraguayo Alfredo Stroessner, que llegó al poder a los 42 y permaneció en él 35 años, hasta el dominicano Joaquín Balaguer, quien dejó la presidencia a los 89, o el peruano Alberto Fujimori, fallecido en septiembre pasado, que pretendía postularse de nuevo en 2026, a los 85.

Para hacerse de todo el poder en la Alemania nazi, Hitler maquinó la Ley para Remediar las necesidades del Pueblo y del Reich, ley habilitante del 24 de marzo mediante la cual se arrogó la totalidad de facultades legislativas. Hace rato que Trump avanza por ese sendero.

Un Congreso asustado le ha cedido toda la autoridad en diversos aspectos; el principal, que el paso por el Legislativo de sus órdenes ejecutivas en materia comercial –los arancelazos– sea un mero trámite.

Por mandato constitucional senadores y representantes deben discutir y discernir mediante votos el establecimiento de tales gravámenes; pero eso hoy en el país dizque de la libertad y la democracia es una extravagancia.

Las órdenes ejecutivas tienen fuerza de ley por el poder de la firma del delincuente-presidente.

El congresista republicano por Tennessee, Andrew Ogles, como en cualquier república bananera, ya propuso revisar la Enmienda 22 de la Constitución que prohíbe la elección presidencial en más de dos ocasiones.

La justificación de Ogles lo deja a uno entelerido de pavor: 

Que Trump es “la única figura en la historia moderna capaz de revertir la decadencia de nuestra nación y restaurar la grandeza de Estados Unidos”.

El abogado del magnate, Boris Epshteyn, reveló que hace dos años escuchó a aquel decir que no piensa limitarse a gobernar sólo dos periodos, y que él, tras haber estudiado las leyes, llegó a la conclusión de que Trump “encontrará la manera” de postularse en 2028.

Con mayor fervor el desembozado neonazi y exestratega del ultraderechista mandatario 47, Steve Bannon, ya le pidió que se lance otra vez por la presidencia, y el interfecto no dijo no.

Trump incluso comentó que la elección de Vance y la inmediata cesión por éste de la silla puede ser una maniobra releccionista, “pero también hay otras”.

A todo esto, será interesante, en la hipótesis de consolidación de una dictadura, constatar cuál será la postura del piquete de mexicanos admiradores hasta la adoración del aspirante a führer y de su combo de neonazis. Porque Eduardo Verástegui no está solo.

BRASAS

Insiste no con perseverancia sino con franca necedad el empresario Ricardo Salinas Pliego en verles cara de estúpidos a los mexicanos.

Ahora salió con el chorro de babas de los motivos que tuvo para haber roto su amistad con el expresidente López Obrador.

“Solíamos ser amigos al principio y teníamos muchas conversaciones”, dijo, como si la amistad fuese no un sentimiento continuo, permanente, sino intermitente, esporádico, una relación que se practica de vez en cuando.

Con la inocencia de un recién nacido el contumaz evasor de impuestos agregó: “me di cuenta (de) cómo se aprovechaba de mí y me mentía todo el tiempo”.

Salinas P. hizo sus comentarios en una entrevista con el economista Matt Kibbe y refirió así una de las razones del rompimiento:

“Tuvimos una gran discusión al principio de su mandato sobre cómo no podía soportar que el sector privado hiciera obras de caridad. Todo se haría a través del gobierno”.

Al margen su opción preferencial no por las políticas públicas sino por la caridad, el concesionario de TV Azteca fingió ausencia de noción del tiempo o fue abiertamente mentiroso.

Dijo que dicha gran discusión ocurrió en 2021, a propósito de la iniciativa presidencial para prohibir la condonación de impuestos a las empresas y sus fundaciones.

Sólo que 2021 no era “al principio” sino a la mitad del sexenio, precisión que resulta relevante pues lleva a preguntar por qué, rotas ya sus relaciones con el Presidente, permaneció cerca de éste hasta el final del mandato.

¿Será que, logrero como es, esperaba sacar algún provecho de esa cercanía? ¿Estar cerca le permitía traficar con influencias? ¿Aspiraba a que le fuesen condonados sus impuestos? 

El deudor de ¡63 mil millones de pesos! a la hacienda pública se abstuvo de explicar por qué se mantuvo como integrante del consejo económico del gobierno obradorista, si entre él y Amlo había un abismo ideológico insalvable.

Mendaz hasta la médula, dijo que el tabasqueño “mató a miles de fundaciones que hacían todo tipo de trabajos diferentes, unas buenas, otras malas (…). Quería que todos estuvieran al servicio del Estado”.

¡Pues, claro! ¡Hasta las piedras saben que la filantropía y las fundaciones son socorridos recursos empresariales para la evasión de impuestos!

Po lo mismo un gobierno responsable tiene la obligación de exigirles a los causantes que paguen sus impuestos y hagan después con su dinero lo que les venga en gana.

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El bien más devaluado de la temporada ha sido la palabra Joaquín López Dóriga.

No es que se cotizara muy alto, pero mantenía un nivel aceptable en el régimen de flotación de voces del periodismo.

El viernes pasado, en Milenio, Joaquín exhibió la devaluación en ciento por ciento de su palabra, que es decir de su fiabilidad.

Dijo que continuará en el ejercicio de su oficio hasta que el cuero aguante. O sea, que incumplirá su compromiso de renunciar, a pesar de que perdió la apuesta que cruzó con Gerardo Fernández Noroña.

El periodista aseguró que el presidente del Senado viajó a Francia en primera clase y éste ofreció que renunciaría a su carrera política si se demostraba que eso era verdad.

López Dóriga aceptó el desafío y perdió, pero ya dijo: “No me voy”. Pobre. Quedó como mendaz y cobardón.

RESCOLDOS

Sin audiencia y por consiguiente sin anunciantes, y peor sin publicidad gubernamental ni recursos por debajo del agua, Atypical TV ya da sus últimas boqueadas. El publicista Carlos Alazraki, dueño y director, otrora beneficiario de costaladas de dinero público, ya salió con sus colaboradores a pasar el sombrero entre los televidentes. El más dispuesto, ese dechado de simpatía que es Javier Lozano Alarcón. Sí, el compinche del ciudadano chino Zhenli Ye Gon, a quien en tiempos de Calderón le fue incautada ¡una habitación de cuatro por cuatro repleta de fajos de dólares!

aurelio.contrafuego@gmail.com

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