Poder Judicial: Sin reformas, los logros se contraen

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El diputado presidente del Congreso del Estado, Herminio Manuel Cuevas Chávez, ha asegurado que antes de que finalice la próxima semana quedará discutido, analizado y resuelto el paquete fiscal estatal para el próximo año. Por otra parte, este día el magistrado Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, Héctor Anuar Mafud Mafud rendirá su informe anual de actividades, en la que detallará los avances y logros en la impartición de justicia, y en la puesta en marcha del sistema de justicia penal bajo el modelo acusatorio adversarial.

Es evidente que, aún con los logros y avances que cada año tienen los Poderes del Estado en Oaxaca, el análisis y la discusión sobre su situación y futuro inmediato debería ir más allá de los recuentos parciales. Ambos se encuentran urgidos de transformaciones trascendentales, que no sólo fortalezcan el trabajo cotidiano, sino que además contribuyan a una verdadera democratización y modernización institucional del poder público en Oaxaca.

¿A qué nos referimos? A que, en el país, los últimos treinta años han sido de un tránsito lento pero constante de la completa hegemonía de un grupo político dominante, a ciertos destellos de auténtica pluralidad democrática en las instituciones del Estado. Esto es, que todavía en la década de los ochentas, en el orden federal el poder del Jefe del Ejecutivo avasallaba a los ámbitos legislativos y judiciales; en el Congreso, por tanto, existían “mayoriteos” pero no equilibrios de poder, ni discusiones trascendentales, y mucho menos una oposición capaz de erigirse verdaderamente en un contrapeso o en un freno para las decisiones del Presidente.

El ámbito judicial no se escapaba a esta dominación presidencial. En efecto, aún cuando en el Texto Constitucional federal promulgado en 1917, se establecía que los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación serían electos por el Congreso a propuesta de las Legislaturas de los Estados, el artículo 96 constitucional sufrió una reforma en 1928 que consolidó, para esos efectos, la dominación presidencial en la designación de los integrantes del Alto Tribunal.

Aquella reforma, ocurrida durante el gobierno del general Plutarco Elías Calles, establecía que “los nombramientos de los Ministros de la SCJN serían hechos por el presidente de la República y sometidos a la aprobación de la Cámara de Senadores, la que otorgará o negará esa aprobación en el improrrogable término de 10 días”. Y dicho numeral, establecía una disposición que no está por demás mencionar: “Si la Cámara no resolviere dentro de dicho término, se tendrán por aprobados los nombramientos.” Además, quedó como facultad de la Corte elegir a los magistrados de circuito y jueces de distrito. Es decir, que de todos modos, el dominio último de toda la conformación de los tribunales federales la tenía el Presidente de la República.

Sin embargo, esa total dominación presidencial sobre el Poder Judicial de la Federación se disminuyó, en gran medida, con las reformas constitucionales de la materia ocurridas en diciembre de 1994. Fue hasta entonces que se estableció que, como hasta ahora, los Ministros de la Corte serían electos por el Senado, considerando una terna propuesta por el Presidente. Asimismo se instituyó un Consejo de la Judicatura, que incrementó enormemente el nivel de certeza y profesionalización de los juzgadores y empleados del Poder Judicial Federal.

Esos cambios, en gran medida, deben ser entendidos como rasgos de democratización de los poderes federales; pero también como ejemplos de cómo poco a poco se ha ido desproveyendo al presidencialismo de las facultades avasalladoras que tenía, sobre los demás poderes, hace apenas unas cuantas décadas.

REZAGO CONSTITUCIONAL

¿Por qué mencionamos todo esto? Porque, con ejemplos claros, podemos ver no sólo cómo, a nivel federal, el otrora omnímodo poder presidencial poco a poco se ha ido desarticulando; también podemos ver cómo, en Oaxaca, es muy poco lo que se ha avanzado en la democratización, y en una verdadera recomposición de los equilibrios y contrapesos en el poder público. Aquí, todos podemos ver que el Poder Ejecutivo continúa dominando a los demás Poderes, pero nadie parece percatarse de la situación, y mucho menos alarmarse o cuestionarse por qué no ha habido cambios institucionales en todo ello. Veamos si no.

¿Qué tiene de trascendental que el Titular del Poder Legislativo anuncie que para el 22 de diciembre estará resuelto el paquete económico del Gobierno estatal para el próximo año? Que, como ocurre en casi todas las decisiones del Congreso del Estado, es en realidad poco lo que verdaderamente se discute y se equilibra en dicha Soberanía, de las decisiones preconcebidas que se envían desde el Poder Ejecutivo.

Aunque se diga que, como en este caso, existen análisis y debates, es evidente que en realidad la capacidad de acción del Legislativo no deja de ser limitada y meramente simbólica. Lo mismo ha ocurrido con las comparecencias de los Titulares de las Secretarías; y antes con la votación, anticipadamente favorable, de una serie de reformas trascendentales durante el último año. Es decir, que el Congreso no ha podido, ni ha querido, convertirse en un verdadero contrapeso del Poder Ejecutivo.

Algo similar ocurre con el Poder Judicial. No dejan de ser dignos de resaltar los logros obtenidos en el trabajo cotidiano. Pero no deja de ser cuestionable que el Poder Judicial del Estado, continúe componiéndose y rigiéndose en Oaxaca por reglas constitucionales locales, equiparables a las federales de 1928 que, para efectos prácticos, tienen 15 años en desuso.

Podrá argumentarse que más allá de eso, el Poder Judicial local es funcional y libre para ejercer sus funciones; que existe profesionalización de los juzgadores y empleados judiciales; y que no están bajo el dominio del Ejecutivo. Sin embargo, es claro que con esas reglas constitucionales casi decimonónicas, es poco lo que pueden argumentar sólidamente a su favor, en cuanto al avance democrático de la conformación de los poderes en nuestro Estado.

CUESTIONES DE FONDO

Así, estos señalamientos van más allá de lo bien o mal que los titulares actuales de esos dos poderes, han actuado en el ejercicio de sus funciones. Sin embargo, en el ideal, cada uno de los Titulares actuales de los tres poderes del Estado, tendrían que ser los principales impulsores de las transformaciones democráticas que le urgen a Oaxaca. Pero, con logros parciales, siguen evadiendo esa responsabilidad, y deber democrático de avanzada.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

almargenoaxaca.wordpress.com

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