Otro año de problemas: la crisis es permanente

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+ Ciudadanía: urge fomentar más sociedad civil

 

Cuando termina el año, llega el momento de hacer los recuentos. Al revisar los archivos y las publicaciones, podemos darnos cuenta que desde hace bastantes años, todos han sido calificados como “críticos”, “fatalistas”, “caóticos” y demás. Es decir, que no sólo 2009 fue un año fatídico —pues igual, o peores, fueron los anteriores—, sino que toda la década podría haberlo sido. Incluso, este año que termina, bien podría ser nada menos que la continuación de la llamada “generación de la crisis”. Urge, por tanto, que como ciudadanos comencemos a comprender nuestro papel en este caos recurrente y casi permanente.

2009 fue un año cargado de crisis y problemas. Desde el año previo —2008— podíamos prever que la crisis económica que entonces nos enseñaba su feo rostro, era apenas el comienzo de un periodo mayor de incertidumbre, que se dejaría ver en toda su magnitud durante este año que culmina. Desde hace más de doce meses, apuntamos que los problemas financieros reales no se verían únicamente en el momento en que la economía estadounidense —e irremediablemente la mexicana— parecía estar a punto de colapsar, sino que esto tendría efectos extensivos hacia todos los meses siguientes.

Pudimos ver que eso fue lo que pasó: a finales de 2008 el gobierno federal echó a andar un plan anticrisis que, se suponía, ayudaría a paliar los efectos de la crisis internacional. En Oaxaca —como en las 32 entidades de la República— se adoptaron sendos planes del mismo tipo para que los gobiernos estatales hicieran lo propio estimulando a la economía y el empleo.

Hoy, al finalizar el año, los silenciosos resultados de esos programas, pueden verse simplemente en el fracaso y el disimulo. Ningún gobierno —ni el federal ni los estatales, incluido Oaxaca— hizo un balance de cuáles habían sido los resultados de sus programas anticrisis. Esto porque el gobierno federal falló en su labor de sostener el empleo y la economía en medio de una crisis mal manejada y mal comprendida; y porque los gobiernos estatales —como el de nuestro estado— aprovecharon la crisis para adoptar nuevos impuestos —como el del reemplacamiento vehicular— y nuevos programas de inversión sobre los que nadie supo cuál fue su destino, ejecución y resultado. Mucho de eso, al final, más bien resultó ser de acciones coyunturales y de mera simulación.

Luego, México se enfrentó a un problema de salud pública que, desde un principio, muchos se negaron a comprender. Ese problema se llamaba Influenza porcina —luego denominada Tipo A o Humana. El pánico general por la enfermedad se propaló, y rápidamente las precauciones extremas, y las medidas sanitarias, también se convirtieron en pérdidas económicas para una sociedad que durante una semana dejó de funcionar casi por completo.

Se supone, en la explicación oficial, que el problema de la influenza vino a degenerar todos los buenos resultados que se esperaban de los programas anticíclicos emprendidos por el gobierno federal. Lo cierto, de todo esto, es que de todos modos nuestra economía se encontraba en un estado de debilidad importante, y que todos esos fueron factores que únicamente se sumaron a una crisis que de por sí habría sido desastrosa, como lo es, para la mayoría de los mexicanos.

 

SOCIEDAD CIVIL

Sin embargo, pareciera que de todo esto es responsable el gobierno. Se le culpa de las violaciones a los derechos humanos, del mal manejo de la economía, de la inmovilidad política, de la falta de acuerdos, de la corrupción, de la impunidad, del cambio climático y demás. Es decir, que para el buen mexicano, el gobierno tiene la culpa de todo, y la sociedad es la víctima eterna que resiente todos los efectos de su mal gobierno, pero nunca puede ni debe hacer algo para contribuir en la búsqueda de remedios a los grandes males del país.

Se acusa al partidismo, al yunque, a la derecha, a la izquierda, al PRI, al PAN, a Andrés Manuel López Obrador; a Estados Unidos, la Influenza, y así, seguido de un largísimo “etcétera”. En realidad, todos somos responsables. Y es así porque México es un país que tiene muy poca sociedad civil. Sí. Tiene muy poca de esa población organizada, a la que muchos tachan incluso de ser algo inexistente o un mal chiste que no contribuye en nada a mejorar al país.

Tendría que haber más personas, grupos, asociaciones u organizaciones, con o sin nombre, que —como lo hemos señalado en diversas ocasiones— pudieran tener la capacidad de organizarse y actuar razonadamente frente a los problemas del Estado. Si los entes de gobierno no tienen la posibilidad de interactuar verdaderamente con la sociedad, y ésta no tiene la capacidad de hacerle ver a los gobernantes todos o algunos de los errores que cometen, entonces es evidente que no hay posibilidades de entender globalmente los problemas nacionales, y hacer planteamientos serios para resolverlos.

Debe haber una conciencia clara de cuáles son los problemas nacionales, y la claridad meridana para dilucidar cuáles deben ser las soluciones y los planteamientos de fondo. Mientras la sociedad y el gobierno se asuman como dos entes, o bloques, que en nada pueden interactuar ni correlacionarse, todos seguiremos dando vueltas alrededor de los mismos problemas, planteando las mismas soluciones bipolares e inoperantes que hasta el momento, y viendo con desánimo que los problemas no se resuelven. Debemos terminar, entre todos, con este círculo vicioso que nos llevará a nada bueno.

Sin duda, esa es nuestra propuesta de reflexión social para el año que termina, y el nuevo que comenzará a partir de mañana. No podemos exigirnos ser un mejor país, si quienes integramos la sociedad, más allá de los partidos, los gobiernos y los grupos aparentemente “de poder”, únicamente levantamos los hombros ante los problemas y optamos por el camino fácil de las lamentaciones y la victimización. ¿Cómo hemos contribuido al mejor país que queremos? Deberíamos comenzar a hacerlo. Deberíamos comenzar a poner a prueba el sistema, para ver que desde la sociedad sí se puede hacer más de lo que normalmente se hace.

FELIZ AÑO 2010

Deseamos que a nadie gane la desesperanza, y veamos este 2010 como el inicio de un nuevo ciclo que abrirá retos y oportunidades. Agradecemos, como cada año, a nuestros queridos lectores siguieron la aventura diaria de este espacio. A todos, sin distingos, les enviamos un fuerte abrazo y nuestros mejores deseos de salud, paz y trabajo para la avalancha que nos espera en el año que inicia. Nos leemos el próximo lunes. ¡Felicidades!

almargen@tiempoenlinea.com.mx

almargenoaxaca.wordpress.com

1 COMMENT

  1. HOLA ADRIAN EXCELENTE TU RESUMEN ANUAL DEL 2009 OJALA Y TODOS NOS PODAMOS COMPROMETER A TOMAR DECISIONES ASERTIVAS EN ESTE AÑO PUES EN CUANTO A NUESTRO ESTADO SE REFIERE SERA DECISIVO PARA QUE EL PRÓXIMO SEXENIO Y ASÍ PODER EXIGIR Y EXIGIRNOS UN MEJOR OAXACA. FELIZ AÑO.

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