+ Gobernadores no actúan peor: más bien, así han sido siempre
La reciente difusión de grabaciones telefónicas en las que participan gobernadores priistas, ha servido como pretexto para que todos los opositores descalifiquen no sólo a los personajes, sino también al anquilosado —y excesivamente amplio— marco institucional en el que se desenvuelven. En este momento, no sólo han tratado de sacar provecho de la posible injerencia de los Mandatarios en asuntos electorales y de evadir la discusión respecto a la legitimidad de utilizar el espionaje como herramienta política, sino que también se critican fuertemente los excesos y el poder desmedido que tienen los Ejecutivos estatales en cuestión.
Es evidente que, en ese sentido, para gozar de calidad moral y política para señalar, también se debe tener un historial libre de complicaciones. En ese sentido, una de las tantas voces que se ha alzado para criticar no sólo los excesos y la posible injerencia de los gobernadores en asuntos electorales, sino también el uso del aparato y el presupuesto gubernamental de las entidades federativas para asuntos no propios de la función pública, es la del ex gobernador de Oaxaca, Diódoro Carrasco Altamirano. Éste, independientemente de sus posiciones y convicciones político-partidistas actuales, carece de legitimidad para criticar un sistema, unas facultades, y una forma de gobierno que él mismo ejerció y de todo lo que en su momento también él fue beneficiario.
Carrasco Altamirano, como bien lo sabemos, gobernó la entidad oaxaqueña de 1992 a 1998; su paso por la gubernatura, que todavía correspondió en gran medida a los tiempos de la hegemonía total del PRI en México, estuvo marcado por la misma circunstancia de todos los políticos priistas de su tiempo: haber sido beneficiarios de un poder ilimitado durante el tiempo de su gestión, y haber utilizado no sólo los medios —políticos, económicos y de control— del partido tricolor, sino del Estado, para que éste no perdiera el poder que todos los priistas en conjunto ejercían.
Sin embargo, la otra porción de realidad del ex gobernador Carrasco, tiene que ver con su emigración del priismo. Desde que abandonó la gubernatura del Estado, en 1998, se alejó totalmente de los procesos políticos de su partido en Oaxaca. Esto, en razón de los rompimientos recurrentes que existen entre los mandatarios sucesivos, no sólo en nuestra entidad, sino en prácticamente todos los ámbitos de gobierno inclusive cuando ambos emanan del mismo partido.
Así, al transmitir la titularidad del Poder Ejecutivo del Estado a su sucesor, José Murat, Carrasco fue nombrado primero subsecretario, y después secretario de Gobernación, durante el último tramo del gobierno del presidente Ernesto Zedillo. Una vez concluidas sus funciones, en diciembre del año 2000, el ex Mandatario oaxaqueño se alejó por completo del priismo. Nunca fueron públicos los intentos por reintegrarse en alguna posición dentro del priismo. Y en 2006 hizo pública su renuncia a dicho partido, y su adhesión a Acción Nacional, que lo había postulado como candidato a diputado federal por el principio de representación proporcional.
Como es natural, a partir de entonces Carrasco se convirtió en un crítico feroz de muchas de las prácticas de las que él mismo fue parte. No es mala la crítica, cuando se señalan cuestiones que son incorrectas o inadmisibles en un sistema democrático en ciernes. Al contrario. Pero sí resulta ser poco convincente cuando al asumir posiciones, uno mismo se escandaliza de lo que también fue parte. Ese es el caso del ex Gobernador de Oaxaca que ahora nos ocupa.
OLVIDAR EL PASADO
En un artículo publicado ayer en el periódico Milenio, el ex gobernador Carrasco señalaba, a propósito de las grabaciones telefónicas recientemente difundidas, lo siguiente: “A nadie, medianamente informado, sorprende lo que prueba la difusión de las grabaciones: el papel protagónico de algunos gobernadores en el curso, la dirección, la logística, los recursos, los apoyos, las alianzas, la captura del órgano electoral, “la operación política” en suma, como se denomina a este conjunto de actos ilegales, en las campañas políticas en los estados donde tienen el poder.”
En otras partes del texto, dice lo siguiente: “No es tampoco la primera vez que este tipo de grabaciones aparece, y menos la primera que los balconeados se llaman a agravio, tratando de desviar la atención del hecho principal: que se les cogió con las manos en la masa, comportándose como sultanes (Leo Zuckerman) cuyo poder ilimitado decide sobre ‘vidas y haciendas’.
“El comportamiento de estos gobernadores es efectivamente un viaje por el túnel del tiempo, como dice Agustín Basave, una vuelta a un pasado lejano donde nada ni nadie se oponía al dictado de los gobernantes, y donde éstos controlaban, sin contrapesos, poderes e instituciones.
“Este tipo de conductas, uno de los efectos nocivos derivados de la tropezada alternancia en el Ejecutivo federal, amenaza con nulificar el esfuerzo histórico de las luchas y movimientos democráticos por construir instituciones electorales autónomas, imparciales, garantes en efecto de condiciones legales y prácticas equitativas para todos los partidos y candidatos contendientes.
“Las grabaciones difundidas han transparentado lo que ya se sabía, el uso faccioso del poder y muy particularmente de los recursos del poder, para garantizar la perpetuación de los grupos gobernantes. De ahí la reciente discusión sobre la necesidad e importancia de las alianzas opositoras a este PRI: se trata de sacar a las mafias del poder, para que el pueblo y los ciudadanos tengan oportunidad de decidir, en condiciones libres y democráticas, qué es lo que realmente quieren.”
RECORDAR EL PASADO
El cambio de partido, no significa “borrón y cuenta nueva” respecto al pasado. Quienes recuerdan la operación política de Carrasco cuando era gobernador, en lo administrativo y en lo electoral, saben que él fue parte de lo mismo que hoy critica. El problema, en realidad, no radica en que el ejercicio de los Gobernadores se haya deteriorado: más bien, no evolucionó ni se perfeccionaron los frenos y los contrapesos. Pero ahora, como antes, en las entidades federativas se ejerce el poder a plenitud. Igual que como él, en su momento, lo hizo. Y así, no hay mucha calidad moral para señalarlo.
almargenoaxaca.wordpress.com