+ Congreso dividido: una oportunidad que puede ser riesgosa
De acuerdo con el Programa de Resultados Electorales Preliminares, la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso habría ganado no sólo la gubernatura del Estado, sino también 15 de las 25 diputaciones locales, y un número importante de Presidencias Municipales. Ante ese resultado, es previsible que en la conformación de la próxima Legislatura no habrá una mayoría definida. Esa circunstancia abre la posibilidad de que se forme un bloque de consenso que impulse reformas y un trabajo legislativo intenso. Pero también podría dar pie a una falta total de acuerdo, que termine en la confrontación entre fracciones parlamentarias, y el inmovilismo en las funciones del Congreso del Estado.
En principio, queda claro que nuevamente la intención del voto estuvo lejos de ser diferenciada. La ventaja obtenida por el candidato a Gobernador Gabino Cué Monteagudo, arrastró también a quienes aparecían como aspirantes a diputaciones locales y alcaldías. En no pocos casos, dichos personajes habían realizado un trabajo proselitista discreto y, en otros como el de Huatulco, la postulación de la Coalición opositora a la Primera Concejalía entró en la ruta de la disputa ante los tribunales, y se definió sólo dos días antes de los comicios. En ambos casos, la intención del voto favorable al candidato a Gobernador, impulsó a los demás abanderados que habrían obtenido victorias no por trabajo sino por inercia.
Así, en global la victoria es para la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso. Pero, en el caso de todos los elegidos —diputados y ediles—, cada uno de ellos tiene una militancia establecida, que pronto saldrá a relucir en la función que le toque realizar. Es decir, que esta unión de partidos se aprecia como simplemente electoral, pero no para la consolidación de proyectos de trabajo o alianzas a futuro. Al asumir sus responsabilidades, los panistas se declararán como tales y ya no como parte de la Coalición, igual que los perredistas, petistas o convergentes. Y, seguramente, cada uno formará sus propios bloques.
Esta es la previsión en la conformación del Congreso del Estado. A reserva de cuál sea el resultado final de la votación en los 25 distritos electorales, y cómo se repartan las 17 curules restantes bajo el principio de la representación proporcional entre todas las fuerzas políticas participantes, lo que desde hoy puede preverse es que ninguna de las fuerzas políticas, por sí sola, tendrá una mayoría absoluta de legisladores, y por ende de votos. Esto, como se asegura en líneas anteriores, abre posibilidades inéditas al trabajo legislativo del Congreso del Estado.
En primer término, estas posibilidades se abren, porque ahora como nunca será necesario demostrar la capacidad de negociación e interlocución política que construyan todas las fuerzas políticas ahí representadas, para poder conseguir consensos. Del mismo modo, una vez que asuma la gubernatura del Estado, Gabino Cué Monteagudo tendrá ante sí el reto de construir una relación civilizada, indistintamente con todas las fuerzas políticas. Puede preverse que casi siempre necesitará el apoyo de más de dos representaciones parlamentarias para poder materializar sus proyectos, o lograr la aprobación de leyes o decretos sobre los cuales tenga interés particular o sean apremiantes para el Estado.
Es decir, que será únicamente a partir de ahora —ante el fin de las “aplanadoras legislativas” y los llamados “carros completos” característicos del priismo, que aprueban o desechan decisiones por verticalismos, pero no por convicción—, que se inaugurarán episodios reales de interlocución, debate y también oposición. Si se construye una verdadera labor política en el Congreso, el solo hecho de que nadie tenga la mayoría hará que cada decisión sea más discutida, analizada y legitimada.
MALOS AUGURIOS
En el ámbito federal, la Cámara de Diputados carece de una mayoría simple de legisladores de una fuerza política desde 1997; en el Senado de la República, ésta mayoría no existe desde 2006. El común denominador en el trabajo legislativo de ambas cámaras, en ese marco, ha sido el de la falta de acuerdos, la confrontación casi siempre poco razonada entre fracciones parlamentarias, y el triunfo del inmovilismo por encima de cualquier buen resultado en el trabajo legislativo.
Este es el riesgo que se corre en Oaxaca, si la pluralidad de fuerzas no es razonada, y si se prefiere la confrontación al consenso. El Congreso del Estado podría convertirse en una suerte de Babel, en la que todos gritan y todos denuncian, pero en la que nadie logra entenderse para nada. Para que esto pase, o se conjure, será entonces indispensable que cada una de las fuerzas políticas determine con exactitud y prudencia en quiénes habrán de recaer sus respectivos liderazgos y coordinaciones de fracción, y que éstos personajes designados puedan estar a la altura de las decisiones, del papel y del momento histórico en el que les tocará participar en la política oaxaqueña.
Particularmente, habrá que considerar el papel que desempeñe la fracción parlamentaria del PRI, que ahora será minoritaria, pero que no por ello dejará de ser importante para la función del Congreso del Estado. A nivel federal, el PRI ha demostrado cierto grado de institucionalidad, aunque también ha sido una de las grandes protagonistas y responsables del inmovilismo que afecta a las cámaras legislativas. Si las posturas de oposición recalcitrante que han demostrado a nivel federal se reproducen en Oaxaca, junto con las intrigas de las que también son expertos en sembrar entre sus adversarios, no habrá entonces una expectativa muy alta de ellos.
Pero tampoco hay que perder de vista el trabajo que hagan las fuerzas que ahora son de oposición, pero que a partir de septiembre serán mayoritarias. El solo reparto del poder podría hacerlas entrar en la ruta de la confrontación. Y si privilegian las ambiciones sobre la oportunidad que tienen ante sí, entonces ya podremos ir previendo la falta de resultados, que los afectará a ellos, pero que impactará de peor forma sobre Oaxaca.
RECUENTO DE DAÑOS
Pronto comenzará el análisis interno de lo que les hizo falta a los priistas para ganar esta, que era la más importante de todas sus batallas. Más allá de las mañas o todo lo que le achaquen a la oposición como herramientas de triunfo, ellos deben revisar sus propias prácticas y procesos. La soberbia los derrotó. Pronto abundaremos.
Twitter: @aortizromero