+ Calderón: ni concejales priistas lo respaldan
Si lo aprecian, alguien debería regalarle a Pablo Calderón González, encargado del despacho de la Presidencia Municipal de Oaxaca de Juárez, algún manual, o darle algunos “tips”, de cómo hacer política sin morir en el intento. Aunque lleva menos de un mes en dicho cargo, ese tiempo le ha sido suficiente para unificar a propios y extraños, con voz y voto para tomar decisiones dentro del Ayuntamiento, en su contra.
Ante este panorama, que enturbia las relaciones institucionales en el Gobierno de la capital oaxaqueña, y que revela el mal momento por el que pasan los grupos representativos dentro de la Comuna citadina, debemos preguntarnos qué pasa entre los concejales. La respuesta a este asunto en particular, podemos encontrarla no en la descoordinación ni en las cotidianas controversias habidas entre el oficialismo y la oposición en cualquier órgano de gobierno. No. El problema, en realidad, claramente se manifiesta en la falta de oficio político y de entendimiento del rol que debe ocupar, quien hoy tiene encargada la titularidad del Ayuntamiento citadino.
Hoy, es evidente que nadie está dispuesto a dar la cara por el síndico Calderón González. El pasado miércoles, por ejemplo, en la Sesión de Cabildo, claramente pudo verse el deplorable estado actual de la política que se practica dentro mismo del Palacio Municipal: mientras los regidores Margarita García García y Giovany Vásquez Sagrero hicieron añicos al Encargado de la Presidencia —por asuntos de los que él es indiscutiblemente responsable—, ninguno de los concejales del PRI quiso decir algo en su descargo. Y de hecho, por primera vez en la presente administración, al votarse un acuerdo impulsado por quien ostenta el cargo de Munícipe, hubo abstenciones de parte de dos regidores priistas.
Para entender esa inusitada molestia, debemos acudir y entender el asunto que la detonó. Si bien desde hace tiempo es sabido entre los regidores, que el síndico Calderón nunca se asumió precisamente como un elemento de conciliación y diálogo entre los miembros del Cabildo, hoy a todos incomoda que su falta de entendimiento de que su trabajo no es técnico, sino político, lo lleve a cometer errores que para cualquier persona avezada en las tareas de gobierno, consideraría como básicas.
Así, en la Sesión de Cabildo del pasado miércoles los regidores de oposición se quejaron airadamente porque el síndico Calderón González omitió correrles la invitación para que asistieran a la reunión en donde se acordaría la priorización de obra pública para lo que resta de la administración, lo cual implica la inversión de un monto de recursos públicos por alrededor de 11 millones de pesos.
Teniendo los argumentos acusatorios a su favor, la regidora Margarita García dijo, por ejemplo, que con esas actitudes, iban “de Guatemala a ‘Guatepeor’” en la conducción del gobierno de la capital oaxaqueña; y el regidor Giovany Vásquez Sagrero señaló que si antes errores u “omisiones” que se cometían desde la Presidencia Municipal eran por estrategia o por falta de experiencia (en clara referencia, en el primer caso, al edil José Antonio Hernández Fraguas; y en el segundo, a Miguel Ángel Bustamante Underwood), hoy parecían cometerse voluntariamente. Es decir, con dolo.
UNIDAD FICTICIA
La molestia, en ese sentido, no era para menos: aunque a los regidores se les ha asegurado hasta el cansancio, que los recursos del Ayuntamiento están ejercidos por completo, y que por tanto no existía más dinero pendiente de ejercer, de buenas a primeras se decidió una priorización de obras por un monto importante. Al no haber sido invitado ningún concejal de oposición, nadie de ellos tuvo conocimiento oficialmente, ni pudo manifestar cualquier posición respecto a qué obras fueron las priorizadas, a quién se le asignaron, y los montos respectivos.
Ese tipo de señalamientos, de haberse vertido en otros momentos, habría generado una defensa en bloque de los concejales priistas. Pero en este caso, nadie quiso hacer nada para enmendar las cosas. La razón era simple: los regidores priistas, tampoco fueron invitados a esa reunión de priorización de obras. Y todo eso, en realidad, se unió a otras molestias que desde siempre fueron sabidas por quienes tuvieron en sus manos la responsabilidad de conducir el Ayuntamiento.
En varios momentos, y en diversos medios, se ha apuntado que, por ejemplo, el síndico Calderón González trataba de regañar a los regidores priistas en las reuniones privadas que ocurrían para discutir, previo a las sesiones públicas, algún tema que fuera de particular interés para el Presidente Municipal en turno.
Ahora mismo, cuando él es el responsable, en más de una ocasión ha tratado de repetir sus actitudes. Sólo que si antes era detenido por el Edil —que sí sabía hacer y entender las reglas básicas de la política—, ahora ha sido encarado por sus mismos compañeros regidores, quienes airadamente le han reclamado sus imprudencias, su falta de tacto, y su ánimo por asumirlos como subordinados o incondicionales cuando, en realidad, todos ostentan la misma jerarquía política, y la unidad del grupo priista fue construida en base al entendimiento, y no a los menosprecios o los desplantes.
Por todo eso, Calderón González tiene hoy muchos más problemas de los que debería. Porque además de los problemas propios de la administración citadina, de la inconformidad de la mayoría de las Agencias Municipales por la falta de respuesta a sus necesidades, y de la corrupción que no deja de estar presente en el otorgamiento de licencias para bares y centros nocturnos de diversión —que formalmente son imposibles de extender en estos momentos, pero que sin embargo se emiten—, entre muchos otros, hoy tiene en contra hasta a los concejales de su partido.
Mucho de esto tiene su origen en el no saber hacer política, y en nunca haberse asumido como parte de ese grupo. Aunque no le guste, las relaciones e intereses que comparte con Sergio Castro, no son suficientes para que sus pares hagan algo por él. Le urgen el manual o los tips, antes de que acabe con lo poco que dejaron sus dos antecesores.
ES PREGUNTA
¿Será cierto que Patricia Villanueva Abrajám dejará en breve la dirigencia de la CNOP, a cambio del Fiat notarial que ya le habría sido entregado? Un buen trueque: el sector priista seguirá siendo una ficción cada día más decadente, mientras que la fe notarial es un excelente, y perpetuo, seguro de desempleo.