+ Tiempo de esperanza, agotado; ahora, los hechos
El gobierno de Gabino Cué inicia con grandes expectativas y enormes retos, pero también con oportunidades importantes. Más allá de la “rumorología” sobre la integración del gabinete de trabajo, lo que a la ciudadanía le interesan son otros temas que, si bien están relacionados, son también paralelos a la integración de las secretarías y direcciones del Gobierno del Estado. El reto más importante de este gobierno, sin duda, es el de comenzar a dar respuestas a esas inquietudes y reclamos profundos que tiene el ciudadano, justamente porque ayer terminó el tiempo de las esperanzas, y hoy comienza el de los hechos.
Hasta hoy, es claro que en muchos existe marcada atención sobre la conformación del Gabinete de Gobierno, porque a través de éste el gobernador Gabino Cué dará las primeras pautas sobre el rumbo que tome su administración, y también sobre los grupos y factores políticos que finalmente fueron tomados en cuenta para el reparto de las cuotas de poder.
Junto a ello, se encuentran quienes están esperando las primeras decisiones que Cué tome ya como titular del Poder Ejecutivo, así como el momento en que ocurra la presentación formal de su programa de Gobierno, y del Plan de Desarrollo. Se entiende también, que esas dos serán pautas objetivas sobre el cauce que tome la administración estatal, así como las áreas que serán consideradas como prioritarias en la atención y desarrollo para el nuevo gobierno.
¿Por qué tanto interés, en esta ocasión, en algo que cada inicio de sexenio ocurre? Todo se inscribe, en realidad, en las altas expectativas de cambio que generó el grupo político de Gabino Cué, primero como candidato, y luego como gobernador electo. Desde su trinchera, sistemáticamente se ofreció la idea de “Un Oaxaca nuevo” que, ahora más que nunca, muchos están esperando, y que a partir de mañana comenzarán a reclamar con fuerza mientras siguen viendo que el estado de cosas es más difícil de cambiar, de lo que en realidad aparenta.
En ese sentido, la realidad indica que no es necesario esperar cambios radicales en plazos cortos, ni tampoco la conformación de un gabinete de trabajo con súper hombres o personas altamente preparadas para las misiones administrativas o políticas que respectivamente se les encomiende. En realidad, las tareas de gobierno serán encomendadas a personajes en específico y, cada uno de ellos, dependerá y responderá no sólo al Gobierno del Estado, sino también al grupo político del que emanaron.
Ante ello, habría que entender bien esta aparente contrariedad, que asimismo suena a resignación o escepticismo. Gabino Cué llegó al gobierno de Oaxaca gracias a la combinación y suma de una serie de factores y fuerzas partidistas, políticas y sociales, que ahora tendrán como recompensa un espacio en el gobierno.
En este sentido, será comprensible —mas no justificable— que el gabinete de trabajo sea repartido en base a cuotas y cercanías personales al gobernante, antes que por perfiles profesionales. Igualmente, será explicable que cada uno de los representantes de esos grupos políticos en la administración estatal —nada menos que cuatro partidos políticos distintos, y un número indeterminado de grupos al interior de cada una de las fuerzas políticas—, responda primeramente a su respectiva facción, para luego hacerlo al interés gubernamental.
Será en la posibilidad de generar sinergias, y no en la sola conformación del gabinete, es en lo que se verá si verdaderamente el gobierno de Cué, y sus colaboradores, tienen la capacidad de articular un gobierno eficiente, que tenga la capacidad de dar respuestas a la gente.
RESPONDER A LA GENTE
No obstante, aún antes de conocer los documentos, programas, planes, e incluso el nombre de los funcionarios que encabezarán cada una de las secretarías y direcciones del Gobierno del Estado, ya pueden preverse cuáles serán las primeras exigencias de la ciudadanía a las cuales debe responder el gobierno inmediatamente.
La ciudadanía, en ese sentido, espera mucho del gobierno de Cué. Tiene expectativas altísimas, por ejemplo, en la modificación sustancial de esa vorágine de excesos, frivolidad y sospechas de corrupción que siempre envolvieron al gobierno del priista Ulises Ruiz Ortiz. Del mismo modo, la ciudadanía espera ya no seguir viendo una administración gubernamental enmarcada siempre en la confrontación política con los grupos sociales, los gremios, y las asociaciones de lucha sindical que existen en la entidad.
El oaxaqueño de a pie, en esa lógica, espera no volver a ver a una administración estatal convertida en una mera agencia de colocación, o en una bóveda inagotable de la que salen recursos económicos y humanos para ser manejados con fines electorales. La ciudadanía está ávida de no volver a ver un gobierno que aplica la máxima de “o estás conmigo, o estás en mi contra” que prevaleció los últimos años, y mucho menos espera ver la creación de camarillas o cofradías caracterizadas por la suntuosidad, el oropel y las superficialidades, que llegan a vicios tan extremos, como el de nombrar a amigos o socios en puestos clave de la administración estatal, u ocupar los recursos del Estado para impulsar públicamente a familiares, “compromisos” o personas relacionadas en aspectos sentimentales.
En resumen, la ciudadanía espera mucho del gobierno de Cué. Pero ese mucho va más allá del Plan de Gobierno. El oaxaqueño espera bastante de su nuevo gobierno, pero en aspectos como la honestidad, la congruencia e incluso la moralidad. En el desempeño, en las decisiones de gobierno, en la honorabilidad, e incluso en la sensibilidad política, radican muchos de los factores que llevaron a la administración del hoy ya exgobernador Ruiz, a ser la más repudiada y vilipendiada de que se tenga memoria.
EXPECTATIVAS ¿FANTÁSTICAS?
Es cierto que Oaxaca no cambiará en un día. Pero es cierto, e irrebatible, que lo que sí tiene oportunidad de cambiar Gabino Cué Monteagudo en un día, es la conformación del gobierno. Sus colaboradores, y él mismo, deben tener una actuación radicalmente distinta, —para bien— a la de sus antecesores, para tener ganado un buen trecho de la credibilidad y aceptación ciudadana. Los ciudadanos cometeremos un error si de antemano le auguramos un fracaso, como igualmente lo haremos si de nuevo le extendemos un cheque en blanco. Habrá que afinar el sentido crítico y la sensibilidad para observar a este nuevo gobierno.
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