Gobierno bisoño: no entendió lógica de la Sección 22

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+ Magisterio no hace alianzas incondicionales

Sólo quien carece de nociones básicas sobre cómo funciona el ejercicio del poder, podría creer aquella engañosa versión de que el ahora gobernador Gabino Cué Monteagudo y la dirigencia real de la Sección 22 del SNTE eran aliados, y que “juntos” habían ganado los comicios de julio pasado. Anteayer, la realidad implacable ubicó a todos en su contexto real, y puso en evidencia a quienes por ingenuidad o conveniencia se creyeron aquella patraña.

Una de las tantas reglas no escritas del ejercicio del poder, dice que “los enemigos de mis enemigos, son mis amigos”. Siguiendo esa lógica, podría considerarse que dos de los más importantes enemigos en común del anterior Gobernador de Oaxaca (Ulises Ruiz Ortiz), eran precisamente quienes hoy tienen en sus manos —formal y materialmente— la gobernabilidad y las funciones públicas de la entidad.

En efecto, si a alguien contaba entre sus adversarios más selectos el ahora ex gobernador Ruiz, eran justamente a Gabino Cué y a la Sección 22. El primero, aún en la derrota electoral de agosto de 2004, desde el primer momento logró incrustar en el gobierno de Ruiz, la duda y el cuestionamiento (tanto mediático, como de todos los sectores políticos no priistas del país) sobre la legitimidad de su triunfo electoral, y los excesos que potencialmente podría cometer como gobernante. En esa primera vertiente, aún antes de ejercer plenamente el poder, Ruiz ya cargaba con todos los sambenitos que le colgó su adversario Cué ante la opinión pública a todos los niveles.

El segundo de sus adversarios era justamente la Sección 22. Esto, porque debido a una combinación de factores internos y externos (su cercanía a Roberto Madrazo, la pugna con Elba Esther Gordillo, la identidad de izquierda de la dirección magisterial, los tintes de radicalismo y subversión, etcétera), los intereses magisteriales eran totalmente opuestos a los del entonces Gobernante.

Así, siguiendo rutas identificadas y paralelas, aunque con seguridad no coordinadas al inicio, ambos grupos se dedicaron a mellar a un gobierno que, ya ejerciendo el poder, se dedicó a cometer todo tipo de excesos y errores, que no hicieron más que confirmar los cuestionamientos que, aventuradamente, sus adversarios les habían endilgado sin siquiera saber bien a bien cuál sería el estilo de gobierno de Ruiz.

Todo se agudizó a raíz del conflicto magisterial de 2006. Si bien desde antes la Sección 22 ya había decidido ir por la cabeza de Ruiz, éste con la represión les dio todos los argumentos necesarios no sólo para exigir su renuncia, sino también para prender la mecha de los disturbios que tuvieron de rodillas a Oaxaca durante más de siete meses.

Cuando ello ocurrió, voluntaria e involuntariamente los discursos tanto de la 22, como de todos los sectores de oposición en Oaxaca —encabezados por Cué—, se empataron irremediablemente, y parecieron conformar un bloque sólido con un objetivo definido, del que todos públicamente hicieron eco: sacar a Ruiz del Gobierno de Oaxaca.

No lo lograron, aunque a cambio todos se fueron a casa con enormes ganancias políticas. De hecho, el conflicto de 2006 no hizo sino empoderar por completo a la Sección 22, y generarles la seguridad de que ellos tienen la gobernabilidad del Estado en las manos.

En el ámbito político, el conflicto de 2006 hizo nada menos que catapultar como indiscutible y total, el liderazgo y la imagen de demócrata que Cué entonces tenía apenas construida entre los factores nacionales de poder panistas, perredistas y lopezobradoristas. Fue sólo a partir de entonces —no antes ni después— que Cué comenzó a reconstruir su candidatura a Gobernador, la alianza y los elementos que le permitieron el triunfo electoral en julio del año pasado.

 

¿ALIANZA INCONDICIONAL?

Entre 2006 y 2010, la 22 y Cué tuvieron discursos que, aunque siguiendo sus propias vertientes, eran sorprendentemente parecidos tanto en planteamientos como en metas. Fue a partir de eso, que se creó la idea de que uno y otros eran aliados, que juntos irían por la debacle priista, y que juntos gobernarían el Estado.

Había más de un engaño en esos señalamientos. Quizá Cué sí fue y es aliado de la 22 (o trata de serlo); pero ello no significa que el llamado “magisterio democrático” acepte ser aliado del ahora gobernante, y mucho menos que a partir de eso se hubieran comprometido a la no movilización, a tener alianzas incondicionales, o incluso a actuar abiertamente a favor de la causa política del gobernador Cué.

En realidad —y este es un argumento casi tan viejo como la lucha magisterial—, la Sección 22 tiene objetivos políticos mucho más profundos, y por ello nunca ha hecho ni alianzas incondicionales, ni compromisos que pongan en riesgo la defensa de sus intereses. Es, digámoslo así, una de las demostraciones más acabadas que existen en el país, de cómo un grupo de lucha política puede también asimilar sus prácticas, cuando así conviene a sus intereses, con las de una radicalizada asociación sindical.

La mejor muestra de la ausencia de ese supuesto pacto incondicional entre uno y otro, la dieron cuando anunciaron, y lo cumplieron, que saldrían a marchar masivamente, justo al arranque del gobierno de Cué.

Frente a eso, el 19 de noviembre pasado en este espacio nos preguntábamos: “¿Para qué salir a marchar justamente al inicio de la nueva administración estatal?” Y nos respondíamos lo siguiente:

“Para demostrar y advertir a Cué, que ellos son fundamentales para la gobernabilidad del estado, que fueron un factor decisivo que lo llevó al poder, y que ahí están presentes. Ya se verá qué tanto espacio les concede el nuevo gobierno. Pero independientemente de eso, la 22 seguirá marchando, exigiendo y movilizándose, porque su lógica es la de la lucha social y la preservación de sus conquistas laborales e intereses económicos, no la de las alianzas incondicionales y mucho menos la de los simples juegos electorales. Veremos, incluso, a una 22 más altiva que nunca.”

 

PREVISIÓN CUMPLIDA

Hoy, los hechos nos dan la razón: los hechos del pasado martes dieron las razones perfectas para tener, desde ya, a una Sección 22 tanto o más activa que nunca. Está demostrado que los pactos incondicionales son una falacia; está claro que su beligerancia rebasa cualquier compromiso. Y que al gobierno le urgen operadores eficaces, si no quiere ver destruidos los escenarios favorables que construían con sus cuentas alegres.

2 COMMENTS

  1. Coincido en que la sección 22 va a refrendar a toda costa sus prerrogativas,pero no creo que las circunstancias permitan que se salga de control.Por otro lado es pertinente no escandaliizar ante un fenómeno de carácter socilógico de inconformidad y muy globalizado y para muestra Egipto.¿Apostarías máscara contra cabellera?

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