Burócratas: el incremento y la inconformidad, eran previsibles

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Demandas de Burócratas

+ Gobierno colonizó a burócratas; dirigencia paga apoyo oficial


En el gobierno estatal deben estar felices, aunque la felicidad les durará muy poco. El viernes lograron un acuerdo con la dirigencia del sindicato de burócratas, que representa un ahorro sustancial para las finanzas estatales. El problema es que si lo que querían era tener por largo tiempo a una dirigencia sindical a modo, y a su servicio, entonces erraron la estrategia de sostenimiento y legitimación de sus agentes colonizados, y por un raquítico dos por ciento, los obtusos estrategias del gobierno anularon la posibilidad de entrar a la reforma (urgente) de la burocracia en Oaxaca.

En efecto, el viernes el secretario general del Sindicato de Trabajadores de los Poderes del Estado e Instituciones Descentralizadas de Carácter Estatal de Oaxaca (STPEIDCEO), Felipe Noé Cruz Pinacho, confirmó el incremento del 7 por ciento logrado con el gobierno del estado. Reconoció, además, que éste no se consultó con las bases y dijo que si bien “esas prácticas de consultar a las bases se daban con anterioridad (…) se debe dejar claro que el Comité ejecutivo, de la mano con la comisión negociadora, tiene la facultad resolutiva y no consultiva”, remató.

Tanto la decisión, como la actitud soberbia del dirigente, encendieron a las bases del sindicato, que desde el mismo viernes activaron protestas en contra de su dirigencia. La primer molestia de los agremiados, es el incremento alcanzado, el cual es mucho menor a los conseguidos en toda la última década por las tres dirigencias sindicales que han negociado anualmente con el gobierno estatal.

La segunda molestia de los sindicalizados, radica en la incapacidad de la dirigencia para imponerse en una negociación más productiva con la contraparte patronal. Ahí quedaron confirmadas todas las acusaciones relacionadas con que el gobierno había apoyado a la planilla blanca —de la que emanó Cruz Pinacho como dirigente— y de que ese apoyo había sido a cambio de tener, valga la expresión, un sindicato blanco.

Y es que resulta que, como lo apuntaba el fin de semana el periodista Cuauhtémoc Blas en su columna Crónicas de la Ínsula, los aumentos de sueldo han venido a la baja en detrimento de los trabajadores desde Adán López Cruz (7.1 %), Joel Castillo (9%), Víctor Bustamante (9%), Juan Rosas (8.9%) y al actual Cruz Pinacho (7%), el más bajo. “Es la peor negociación de la historia”, es lo que han referido los sindicalizados ante el anuncio del incremento, y es lo que se refleja en la comparativa de números y porcentajes alcanzados en los últimos años.

En medio de esa inconformidad, el mismo viernes surgieron los argumentos que intentaban defender la decisión del dirigente Cruz Pinacho, aunque sin reparar en que al usar esos argumentos a quien en realidad estaban justificando era a la parte patronal, y eso no ayudaba a la aceptación de esta nueva realidad sindical. Quienes defendían el incremento, decían que era producto de la nueva realidad nacional, en la que la caída en los precios del petróleo y los recortes federales recién anunciados, afectaban las finanzas estatales.

Eran, en resumen, exactamente los mismos argumentos que ha esgrimido el gobierno en su intento por explicar la crisis financiera que vive, y los constantes préstamos que en los últimos años ha solicitado que el Congreso local le autorice.

Lo más curioso de todo, es que cada uno de esos argumentos ha sido, para el gobierno y ahora para el sindicato, ampliamente rebatibles, ante el hecho de que ninguno de los anuncios de recortes federales ha implicado disminución a los recursos que se transfieren a las entidades federativas (lo que se recortó fue en gastos de infraestructura y obra); y ante la realidad de que, al esgrimir esas justificaciones, la dirigencia del STPEIDCEO se reveló como un apéndice más del gobierno en turno, que ahora trabaja y sirve para sus intereses. Esa es una doble derrota que, por haber cometido este error elemental de cálculo, tendrá que sortear el cuestionado Secretario de Administración, Alberto Vargas Varela, ante la necesidad (ya cancelada) de continuar dando pasos en el replanteamiento de la relación del gobierno con la burocracia.

 

SINDICATO SOMETIDO

El gobierno estatal, vía la Secretaría de Administración, apoyó abiertamente a la planilla blanca para que pudiera ganar las elecciones, en diciembre pasado. Lo hizo hasta el nivel del desaseo y la ignominia total. Y la intención que se veía, desde entonces, era (como pretende siempre todo patrón que lidia con una organización de trabajadores) tener a un sindicato aún más afín a los interés oficiales. Lo lograron a plenitud en diciembre. Pero ya fallaron en la posibilidad de plantear una estrategia de “colaboración” (colaboracionismo) de largo plazo. ¿Por qué?

Porque la dirigencia Cruz Pinacho llegó no sólo con más la mitad de la burocracia en contra (que fue la que votó por otras planillas), sino también con un profundo cuestionamiento por el apoyo oficial que recibió. Por eso, si él y el gobierno hubieran tenido una estrategia verdaderamente inteligente para manejar esta relación, lo primero que debieron haber hecho fue demostrar que con este nuevo dirigente, los trabajadores tendrían más beneficios, para después (en el mediano plazo) ir replanteando la relación a partir del cobro de los favores hechos en campaña para que Cruz Pinacho ganara.

Sin embargo, la realidad es que todos optaron por el camino fácil, y terminaron desperdiciando los pesos, por cuidar los centavos. Su gran estrategia radicó en marcar desde el inicio del destino de la nueva relación gobierno-sindicato, y sólo están consiguiendo que todos los antiguos adversarios de la planilla blanca, que no son pocos, se unan para una segunda andanada de inestabilidad.

El motivo, evidentemente, se los regalaron con este pingüe (para los burócratas, que desde hace años no habían obtenido menos de un 8.9% de incremento salarial) incremento. Y con ello cancelaron cualquier posibilidad de continuar replanteando la relación del gobierno con los trabajadores, a quienes ya alertaron (con evidencias) del charrismo de su dirigencia, y a quienes ahora tendrán encima todo el tiempo para evitar un nuevo albazo.

 

FRACASO TOTAL

Cuando llegó Vargas Varela a la Secretaría de Administración dijo que su meta era lograr la profesionalización de la burocracia. Pronto se le olvidó tal objetivo. De hecho, su mejor logro era éste, de tener una dirigencia sindical subordinada. Lástima (para él) que le haya durado tan poco…

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