Indispensable, que reconformación del IEEPO sea conforme a la ley

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+ Ahora no enfrentarán problema político, sino frente a cada trabajador


Hasta con cierto aire de triunfalismo, el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca ha informado que 774 trabajadores de las oficinas centrales del instituto, han “cedido” al firmar su orden de readscripción a centros educativos. En esa misma tesitura, el IEEPO sostiene que serán entre 300 y 500 trabajadores “los que se quedarán en el edificio central”. Los números pudieran ser alentadores. Pero lo que también tendría que informarse es cómo se está realizando ese proceso de reubicación del personal de apoyo del instituto educativo.

En efecto, en una entrevista publicada en medios locales, el vocero del IEEPO, Jorge Oropeza, señalaba que en el instituto existen mil 600 trabajadores de base y de confianza, “a quienes están investigando individualmente con el objetivo de detectar a aquellos que ostentan una plaza de maestros o tienen dualidad de claves”. Al referir que sólo una persona —de las 774 que ya “cedieron”— se ha negado a firmar su orden de adscripción, informó que mil 100 trabajadores serán reubicados a otras unidades administrativas, y que todos estos empleados que serán readscritos, sólo tienen plazas administrativas.

Esa, que es la versión oficial, necesariamente debe ser confrontada ya no con la versión de la Sección 22, sino con la de los propios trabajadores. Pues al margen de cualquier cuestión política o del estado que guarda la relación entre el Instituto y la dirigencia magisterial, a muchos de los empleados lo que finalmente les preocupa es su propia situación laboral y salarial, así como el funcionamiento de los propios servicios educativos. Esta es una arista que el Director del IEEPO debe ver y atender con claridad, si su objetivo apunta a tener una relación constructiva ya no con el Sindicato, sino con los trabajadores, y si su intención es la de verdaderamente sanear el funcionamiento del Instituto.

Y es que resulta que en un primer momento, al IEEPO debiera preocuparle la incertidumbre que ha generado la forma en cómo la Oficialía Mayor, a cargo del doctor José Ramón Ramírez Peña, ha venido realizando el proceso de notificación de la readscripción de trabajadores que pertenecen al Personal de Apoyo y Asistencia a la Educación.

Pues según se desprende del oficio que personalmente se le ha entregado a cada trabajador reubicado, pareciera que lo que está haciendo la Oficialía Mayor del IEEPO es desconocer el nombramiento respectivo, cuando en realidad lo que intenta hacer es notificarle al empleado su nuevo centro de trabajo. Es un error de forma trascendente, que innecesariamente está generando miedo y desconcierto entre los trabajadores.

Dice ese documento —del cual obra una copia en poder de esta columna, y que fue entregado masivamente a los trabajadores como acto de notificación de su nueva ubicación de trabajo—, que con fundamento en el artículo tercero transitorio del decreto por el que se emite el Reglamento Interno del IEEPO, “se deja sin efecto todo nombramiento otorgado, designado o reconocido con anterioridad a la entrada en vigor del presente Reglamento”. Innecesaria y equivocadamente, dicho documento alude a ese artículo tercero transitorio para informarle a los trabajadores que, con la autorización del Director General, y al ser éstos personal de apoyo, se les asigna un nuevo centro de trabajo.

Pareciera que con esa fundamentación, la Oficialía Mayor del IEEPO intenta no dejar espacio a la duda de que su actuación es correcta. Sin embargo, si en el mismo documento se reconoce la relación laboral, y el estatus de “personal de apoyo” de los trabajadores a los que se les está reubicando en centros educativos, ¿para qué entonces aludir un artículo transitorio, de un reglamento en el que el personal de apoyo ni siquiera es mencionado, únicamente para notificarles su cambio de adscripción?

Lo único que dicho documento ha generado es una incertidumbre innecesaria, que puede derivar en el inicio de acciones legales por parte de los trabajadores que gracias a la poco afortunada redacción del documento hoy creen que, o se les está desconociendo su plaza, salario, prestaciones o antigüedad, o que se les está modificando su relación laboral en aparente contrasentido a la promesa pública del Director General del IEEPO de que, salvo los empleados con responsabilidades de dirección o coordinación, a nadie se le perturbaría en su estabilidad laboral, salario o prestaciones.

¿QUÉ CRITERIO DE ADSCRIPCIÓN SE UTILIZÓ?

Esta es otra de las dudas razonables, que al margen de cualquier cuestión sindical o política, hoy tienen los trabajadores que antes estaban en las oficinas centrales y que ahora están siendo reubicados. Según la versión de los empleados, no hay claridad en cuáles fueron las razones por las cuales se decidió qué empleados se iban a otras áreas, y quiénes se quedaban en las oficinas centrales del Instituto. Esta falta de claridad, también atribuible a la Oficialía Mayor, pero compartida con los titulares de las áreas que fueron recientemente nombrados, ha generado dudas que hasta ahora no han sido despejadas.

¿Qué criterio utilizaron? Hay quien dice que uno de los mecanismos fue ver quién de todos los trabajadores se atrevía a entrar desde el primer día a las instalaciones centrales del IEEPO, mientras la Sección 22 llamaba desesperadamente a no hacerlo. Otra versión, dice que la selección y la segregación se está haciendo casi azarosamente. Una más —la que siempre existe y que atiende a la sempiterna teoría conspirativa— apunta a que los trabajadores que están siendo avalados para continuar realizando funciones dentro de las oficinas centrales, son los que ya tienen algún tipo de contubernio con los nuevos directivos.

LÍOS INNECESARIOS

Por el bien del Instituto, todo eso debiera quedar claro. Los nuevos funcionarios deben comenzar a entender que si ya vencieron a la Sección 22 —y ni eso, porque a la relación gobierno-sindicato le quedan aún muchos capítulos por escribirse—, ahora a lo que se van a enfrentar es a cada trabajador, por la vía legal y no por la movilización, defendiendo su estabilidad y sus ingresos. Si ya de por sí ese va a ser un dolor de cabeza para el nuevo Instituto, lo será mucho más si a sus problemas actuales e inminentes le suman los provocados por la opacidad y la ineptitud de algunos de sus recién nombrados funcionarios.

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