Núñez Ginez: luego de la catástrofe, sale por la puerta de atrás

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+ Sección 22, sin vocación autocrítica y sin control frente a crisis


La desautorización que hizo la Asamblea Estatal de la Sección 22, a los integrantes de la Comisión Política —entre ellos Rubén Núñez y Francisco Villalobos, principales integrantes del Comité Ejecutivo Seccional del sindicato magisterial— para seguir siendo interlocutores frente a los gobiernos estatal y federal, en los hechos constituye una defenestración del tamaño de la que le hizo el gobierno federal a Monte Alejandro Rubido García, luego de la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán. Aunque de entrada parezca exagerada, hay innumerables similitudes frente a sus respectivas circunstancias.

En efecto, si a Rubido lo responsabilizaron por la fuga del Chapo, luego lo obligaron a encabezar la humillación pública nacional e internacional a nombre del gobierno federal, y finalmente lo cesaron sin el menor decoro posible, algo muy parecido ocurrió con la dirigencia seccional que el fin de semana fue relevada de la responsabilidad de la negociación, pero a la cual no le aceptaron ni su dimisión, y tampoco consideraron su relevo ante la histórica derrota a manos del gobierno federal.

Pues resulta que, en el caso de Rubido García, el gobierno federal rápidamente decidió que él era la pieza sacrificable del ajedrez federal frente a la catástrofe de credibilidad y confianza institucional, que significaba la fuga del capo más peligroso y buscado del mundo, del centro de reclusión que se suponía que era la joya de la corona del gobierno federal en materia de seguridad penitenciaria en el país y, según, en buena parte de nuestro continente.

Por eso, enviaron a Rubido y no a su jefe, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, a que contestara preguntas de los reporteros, a que los paseara por el penal, a que hiciera con ellos el llamado “chapotour”, para finalmente cesarlo sin siquiera darle las gracias por los buenos servicios prestados al gobierno federal durante décadas, y únicamente cargándole la responsabilidad por la “imprevisible” —así calificó él mismo la forma en que se fugó el Chapo— evasión que ocurrió en junio pasado del penal del Altiplano.

¿Qué intentó el gobierno federal? Hacer un control de daños político, frente al débil elemento técnico que no tenía cómo defenderse. En realidad, el verdadero responsable institucional por la fuga del Chapo Guzmán era Osorio Chong como cabeza de sector de la Comisión Nacional de Seguridad, de la cual a su vez depende todo el aparato civil de seguridad en el país. Aunque el responsable material —por acción u omisión— hubiera sido Rubido García, de todos modos Osorio Chong tendría que haber pagado el costo político por la evasión de Guzmán Loera.

No fue así porque al gobierno federal le interesa mucho proteger a sus figuras fuertes, por encima de cualquier circunstancia; pero sobre todo, porque cargándole toda la responsabilidad a una sola figura, el gobierno del presidente Peña Nieto intenta encubrir la otra parte de responsabilidad que pesa sobre quienes aparentemente no tuvieron nada que ver en el hecho, y fueron respaldados por quien comanda el gobierno de la República. ¿Quiénes son? El propio Peña Nieto, su secretario Osorio Chong y toda la cadena de mando superior a la que nadie tocó ni cuestionó, a pesar de compartir responsabilidades con Rubido, que fue el único sacrificado.

Aunque en sus proporciones, algo muy parecido ocurre al interior del magisterio oaxaqueño con Núñez Ginez y compañía.

CATÁSTROFE MAGISTERIAL

Ayer TIEMPO daba cuenta de un documento del Centro de Estudios y Desarrollo Educativo de la Sección 22 (CEDES-22), en el que se establece que la decisión que tomaron las bases del magisterio disidente (de removerlos de la comisión política negociadora) se debió “al enriquecimiento de los representantes, además de que no se consiguieron plazas para los normalistas, no se les permitió participar en el Concurso de Oposición y no pudieron pagar a los más de 81 mil integrantes”.

La nota establece que dicho documento señala la existencia de “corrientes políticas divididas” dentro del sindicato, entre los que se encuentran el exgobernador Ulises Ruiz y Andrés Manuel López Obrador. “En conclusión: el reclamo, la molestia y los disgustos crecieron cuando todo lo que se ganaba en las calles los integrantes de la Comisión Política de la Sección lo perdían en las mesas de negociación con las autoridades estatales y federales. Por lo que se considera que durante los 35 años de lucha, así como 23 años del Instituto (IEEPO), este comité se califica como el peor”.

Esto, básicamente, significa que a Núñez Ginez y los integrantes del Comité Seccional a los que defenestraron de esa responsabilidad política, les cargaron una responsabilidad que en realidad es de todos los poderes formales y fácticos dentro de la Asamblea Estatal, que permitieron que las cosas llegaran hasta estos niveles. Sólo quien no conoce ni entiende la forma en que se desenvuelven los poderes y equilibrios políticos dentro de la Asamblea magisterial, podría dar por válido que en realidad la comisión política negociadora tenía el poder que ahora pretenden atribuirle, o la capacidad de llevar al movimiento a su situación crítica actual. En realidad, pues, esto es responsabilidad de todos pero le están cargando el costo político, y la humillación, a su debilitado comité seccional.

Pues evidentemente en la Asamblea los acuerdos son multilaterales, y las decisiones nunca las toma el Comité Ejecutivo sino que se deciden en las plenarias de delegados. ¿Sólo Núñez tiene responsabilidad? ¿En dónde queda el papel que juegan los titiriteros detrás del movimiento? ¿Ellos estuvieron dormidos mientras un puñado de maestros, herederos de la insurgencia magisterial, terminaban con ésta gracias a sus frivolidades y tentaciones? Tales son argumentos inatendibles en un análisis realista.

Pero lo que ocurre es que los poderes fuertes al interior de la Sección 22 están humillando a Núñez, como carne de cañón para esconder las responsabilidades que ellos también tienen en este desastre político ocurrido en Oaxaca.

FELICIDADES

Darío Castillejos es un caricaturista de talla mundial. Es oaxaqueño, es talentoso, es exitoso y además sabe ser un gran amigo. Desde este espacio le enviamos un afectuoso abrazo, y nuestro reconocimiento, por haber ganado por segunda ocasión el Premio Nacional de Periodismo. ¡Enhorabuena!

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