AMLO frente a la izquierdas: medra con sus carencias y eleva costo de negociación

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A contracorriente de las tendencias internacionales, en México Andrés Manuel López Obrador busca llevar al límite la negociación con las izquierdas, como si él fuera el único candidato posible. Eso es lo que demuestra con las amenazas y el ultimátum que lanzó alrededor de la elección del Estado de México. Sin embargo, es también necesario pensar en la necesidad de una candidatura de equilibrio a pesar del contexto en el que pareciera que la propia partidocracia tiene como conjura autoprotegerse incluso a costa de ir a la inmolación.

En efecto, la sentencia de Andrés Manuel López Obrador respecto a la elección del Estado de México está lejos de ser fortuita. Cuando falta menos de un mes para que se celebren los comicios, López Obrador parece haber abandonado ya sus dos ideas iniciales, consistentes en: a) que los triunfos en las elecciones locales eran relativamente importantes siempre que el partido Movimiento de Regeneración Nacional pudiera sentar sólidamente las bases del activismo electoral rumbo a 2018; y b) que no contemplaba la posibilidad de celebrar alianzas con cualquier otra de las fuerzas de izquierda, porque su intención era presionarlas hasta menguarlas, pero sin negociar directamente con ellas.

¿Por qué López Obrador abandonó esas ideas iniciales? Primero, porque parece que ya se dio cuenta que contrario a lo que inicialmente, con Delfina Gómez sí tiene posibilidades de ganar la emocional elección del Estado de México, aunque no las suficientes con lo que ha conseguido hasta el momento. Ayer, por ejemplo, El Universal presentaba una encuesta relacionada con la elección mexiquense, en la que revelaba que a pesar de que parece existir un empate técnico entre Delfina Gómez y Alfredo del Mazo, el PRI mantiene una ventaja relativa pero determinante.

Es bien sabido que, en esos casos, aún hace falta sumar los factores no relacionados directamente con la intención del voto, sino los que tienen que ver con la movilización del día de la jornada con la que los priistas pretenden afianzar la ligera ventaja que revelan las encuestas, lo cual pondría a Delfina en la senda de la derrota en los comicios más importantes dentro de la antesala de la elección presidencial.

Pues según la encuesta que presentaba ayer El Universal, Del Mazo aventaja a la abanderada del partido Morena, Delfina Gómez, sólo por 1.6 puntos porcentuales, 19.1% frente a 17.5%. A lo largo de los distintos levantamientos, desde febrero Delfina Gómez alcanza más del 17% de las preferencias y sin mostrar adhesiones significativas de nuevos votantes potenciales.

Por su parte, la candidata del Partido Acción Nacional (PAN), Josefina Vázquez Mota, ha quedado relegada al tercer lugar con una diferencia de casi siete puntos con Gómez y de casi nueve con Del Mazo. Tan sólo de febrero a la fecha, Vázquez Mota ha perdido por lo menos nueve puntos porcentuales que no se han repartido entre el resto de los candidatos, sino entre las personas que no manifiestan su preferencia electoral, que esta vez alcanzan el 30%. En cuanto a la consistencia de los votantes, conforme se desarrollan las campañas y se acerca la elección, las preferencias se consolidan. Si en febrero el 41.1% aseguró estar conforme con su decisión electoral, en mayo 47.9% indican que su voto no cambiará. El PAN continúa siendo la segunda opción de aquellos que podrían modificar su intención, con 10.9%, seguido del PRD, 9.4%, y Morena 9.0%.

DIEZMAR A LA IZQUIERDA

A estas alturas, López Obrador parece haber entendido que, emocionalmente, ganar la elección del Estado de México le pondrá un pie en la Presidencia de la República. Será el factor de indicación que le permitiría dar la imagen de que su partido no sólo puede ser competitivo en la creación de estructuras electorales, sino que ya es capaz de ganar elecciones por sí solo. No obstante, sabe que necesita por lo menos los votos del candidato del PRD para poder llevar a Delfina Gómez al gobierno del Estado de México y que, eventualmente, le ocurriría algo similar en la elección presidencial. Por eso parece haber cambiado la percepción respecto a las alianzas con los demás partidos.

Esto, a partir de que la idea inicial del tabasqueño consistía en ganar adeptos a partir del desmembramiento orgánico y voluntario del PRD y de las otras fuerzas de izquierda. Desde que se fundó Morena, comenzó un éxodo paulatino pero constante de las filas de otros partidos hacia la opción del tabasqueño, a partir de la sola idea de que la única opción de izquierda que sí podría ganar era la de Andrés Manuel.

Éste nunca ha negociado la incorporación de nadie, pero sí ha aceptado la desbandada desde el perredismo. No ha intentado la cooptación negociada porque sabe que eso significa ceder los espacios que él no está dispuesto a dar a menos que sea estrictamente necesario. Por eso, en su juego perverso incluso ha dejado ver la posibilidad de rechazar a las demás fuerzas de izquierda en un intento de demostrar que Morena es fuerte por sí mismo y que quien se sume tendrá que hacerlo sin pedir nada a cambio. Y ello, pues, ha implicado diezmar al perredismo que, por facciones, se ha ido sumando al tabasqueño en una merma que beneficia al tabasqueño más que a nadie, aunque éste no lo acepte.

Sin embargo, hoy las cosas parecen estar cambiando. López Obrador sabe que los necesita pero no cede. No lo hace para negociar una alianza de facto por la razón antes mencionada de que tendría que dar algo a cambio. Por ello, más bien está intentando asustar a las demás izquierdas —como dice la sabiduría popular— con el petate del muerto. ¿Por qué? Porque dice que de no haber alianza en el Estado de México, en la que el PRD se entregue por completo sin pedir nada a cambio, entonces tampoco habrá posibilidad de negociar ningún tipo de alianza para la elección presidencial de 2018.

Queda claro que este es un juego en el que él está apretando la negociación para ver hasta dónde consigue que llegue. El PRD a nivel nacional se encuentra menguado, aunque sabe que su candidato en el Estado de México no tiene posibilidades de ganar aunque sí de regatear los votos que Delfina Gómez necesita para ganar; y debería de saber que con todo y su desprestigio actual, aún puede ser el fiel de la balanza para una posible victoria de la izquierda en México con la figura de Andrés Manuel López Obrador.

Así que a partir de ahora, todo será un juego de fuerzas en el que unos y otros intentarán establecer sus propios parámetros de negociación y defenderlos hasta donde sea posible. Andrés Manuel está lucrando vilmente con las carencias políticas del PRD; y si éste no asume sus posibilidades reales de competitividad, terminará entregándose a cambio de nada en una negociación que desde el inicio se ha mostrado completamente desigual a favor del tabasqueño.

EL MACRÓN MEXI… ¿DE VERDAD?

Hay quien ahora intenta buscar un Emmanuel Macron mexicano, que es representante del establishment pero que no representa a ningún partido ni grupo de poder y que, al contrario, es la materialización del hartazgo social a la partidocracia en Francia. Pero, ¿de verdad eso podría ocurrir en un contexto como el nuestro en el que los partidos están dispuestos a ir juntos hasta la ignominia con tal de no perder el poder? Puede haber carisma, propuesta y contacto ciudadano. ¿Pero cómo luchar contra la maldita cifra negra de los costos electorales —esos que no se declaran porque se van en movilización, compra de votos, corrupción y demás, que casi siempre salen de las arcas públicas y de los compromisos indeseables de los políticos en campaña—, y las prácticas ilegales que son cosa común de los procesos electorales?

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