+ Responsabilidad política, la otra carga de funcionarios
El derecho administrativo mexicano establece claramente que todos los servidores públicos pueden enfrentar, por el ejercicio de sus funciones, responsabilidad administrativa, judicial y política.
Esto lo debería comenzar a entender el ahora ex director Jurídico de la Secretaría General de Gobierno, Mario Emilio Zárate Vásquez, para evitar las amenazas sin sentido, los intentos manipulación y las autoinculpaciones que ha lanzado recientemente.
¿Cuál es el motivo de su molestia? Todo se centra en la reciente aprehensión en una comunidad rural de Oaxaca, del presunto integrante de un grupo criminal, de nombre Flavio Méndez Santiago, y apodado “El amarillo” o “El armadillo”.
Éste, al ser presentado por las autoridades federales ante los medios de información de la capital del país, relató buena parte de sus actividades delictivas, pero también aseguró haber sido nada menos que director de la Policía Municipal de Santa Cruz Xoxocotlán.
Cuando ello ocurrió, aquí en la entidad surgió la interrogante de para qué administración, y autoridad municipal, había trabajado Méndez Santiago. Pronto se supo que éste había fungido como mando policiaco en el trienio que constitucionalmente le correspondía al doctor Roberto Efrén Molina Hernández.
Y en ese punto fue donde, también, se desató una serie de señalamientos sobre la responsabilidad por la contratación del presunto criminal como agente policiaco.
En términos sencillos, Mario Emilio Zárate —que había fungido como síndico Procurador en esa administración— acusó a Molina de haber tenido como escolta a Méndez Santiago. También dijo que éste había sido contratado por la alcaldesa interina, Sandra Eugenia Ramírez Flores.
Sólo que ambos, Molina y Ramírez, se defendieron asegurando que la Dirección de Seguridad Pública, y la Policía Municipal de esa demarcación, se hallaban bajo el mando y responsabilidad de Zárate Vásquez. Luego aparecieron documentos oficiales de esa administración, en poder de varios medios informativos, que parecían probar ese hecho.
El fondo del asunto es este intento de manipulación, que para Zárate Vásquez ya se convirtió en una amenaza abierta, e incluso cuantificada para varios medios informativos, incluido TIEMPO: que sepamos, al ex Director Jurídico de la General de Gobierno, nadie lo responsabilizó o señaló por tener vínculos con un grupo criminal, sino por ser presuntamente el responsable de la contratación de El Amarillo.
La diferencia entre uno y otro señalamiento, es sustancial: en el primero de los casos, podría haber ocurrido que los medios informativos, o sus adversarios políticos, o quien fuere, acusara públicamente a Zárate Vásquez, con o sin pruebas, de pertenecer o tener vínculos con un grupo criminal.
En el segundo de los casos, que es el que corresponde a lo que verdaderamente ocurrió, la prensa oaxaqueña hizo eco de señalamientos asimismo públicos, de que él habría sido el responsable de la contratación de Flavio Méndez Santiago. Nada más. Sería temerario, ilegal, y hasta absurdo, que oficiosamente un medio informativo hiciera señalamientos, sin contar con las probanzas correspondientes, de que tal o cual persona pertenece o tiene nexos con un grupo criminal.
RESPONSABILIDAD POLÍTICA
Formalmente, todo servidor público puede ser sujeto de tres tipos de responsabilidad por el desempeño de las funciones que le confiere la ley: la primera, es la administrativa; la segunda es la penal; y la tercera, es la política.
En una de las vertientes de ésta última, y no en las dos anteriores, es justamente donde se inscribe el embrollo en que hoy está envuelto no sólo Zárate, sino todos los ex funcionarios del gobierno municipal de Santa Cruz Xoxocotlán, que entre 2005 y 2007 tuvieron a su cargo las funciones administrativas y de gobierno de esa demarcación que se relacionan con lo dicho por El Amarillo.
¿Por qué? Porque aún cuando pareciera que los ex munícipes Molina y Ramírez Flores —uno constitucional, y la otra interina— se eximieron públicamente de responsabilidad al señalar a Zárate Vásquez, es claro que, en todo caso, los tres tendrán que responder ante la sociedad por la presencia de El Amarillo en Xoxocotlán, así como participar en la misma medida en el deslinde de responsabilidades.
Hasta donde se sabe, ninguno de los tres tiene requerimientos pendientes por parte de autoridad alguna. Quizá sea después —cuando como consecuencia de las investigaciones que realice la PGR se arroje algún resultado que involucre a alguno de ellos— que Molina, Ramírez Flores o Zárate Vásquez sean llamados a declarar o se instaure algún proceso penal en su contra.
Sin embargo, la responsabilidad política permanece. Hoy, esos tres personajes —que ya son simples civiles— deben dejar de lado los amagues inicuos e innecesarios, para estar dispuestos a responder por sus actos frente a la sociedad.
Aunque quizá no amerite que alguno de ellos sea sujeto de juicio político o de responsabilidad, su carga política ante los oaxaqueños de todos modos prevalece, y es a partir de ello que Zárate y los demás involucrados deben estar prestos a aclarar este asunto ante la instancia que los requiera.
Es claro que amenazando a la prensa, Zárate ni gana algo y, al contrario, exhibe por completo su alto grado de intolerancia e incapacidad para analizar las situaciones en las que se encuentra involucrado.
Los medios informativos estatales, dan cuenta todos los días de hechos públicos y señalamientos de los actores sociales y políticos. En ese sentido, tratar de culpar al mensajero de los asuntos de fondo, revela un peligroso talante antidemocrático y autoritario que no corresponde a un gobierno democrático y abierto como el que encabeza el gobernador Gabino Cué Monteagudo.
Por ello, Zárate debe revisar con cuidado quiénes son sus acusadores reales, e incluso si no ha sido él mismo quien se ha señalado con sus amenazas. La prensa oaxaqueña ha dado cuenta de lo que corresponde a su responsabilidad política como funcionario. Pero nada más. Pero eso, al parecer, le queda claro a todos, menos a él.
TEMA PRIORITARIO
En la asamblea plenaria del PRI, se resolvió atender como un asunto de la más alta prioridad, el de la situación de inseguridad y abusos que viven los migrantes centroamericanos en la frontera sur. Este importante acuerdo, fue consecuencia del trabajo legislativo y las gestiones realizadas por el diputado federal oaxaqueño, Jorge González Ilescas.