La Sección 22 debe explicar para qué pide cooperaciones

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Guelaguetza Popular

+ ¿Quién financia, por ejemplo, la Guelaguetza magisterial?


Uno de los principales resolutivos de la Asamblea Estatal de la Sección 22 del pasado miércoles, fue el de establecer una cooperación de veinte pesos semanales para cada profesor agremiado a su organización. El argumento para validar dicha determinación fue la inmovilización de las cuentas bancarias de la gremial por parte de la Secretaría de Hacienda, en el marco de la expulsión de toda la estructura sindical incrustada en el antiguo IEEPO. ¿Para qué, y a quién rinde cuentas, la Sección 22 por los recursos que por distintas cuestiones pide a sus agremiados?

En efecto, no es nueva ni única la cooperación exigida por el Comité Ejecutivo Seccional a todos sus agremiados. Reiteradamente, la dirigencia magisterial exige a los trabajadores de la educación cuotas supuestamente voluntarias para financiar actividades concretas. Una de esas actividades es la llamada Guelaguetza Popular, que desde 2006 ha organizado la dirigencia magisterial con el aval y la labor de los trabajadores, pero también con apoyos gubernamentales. Fuera de ese hecho, la gremial solicita aportaciones a los trabajadores, que no impactan en una cuestión de solidaridad en el momento de las movilizaciones y las acciones de protesta.

Pues resulta que la propia Sección 22 reconoció que la principal cuenta congelada fue una del Banco Santander, en la cual el Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, le deposita a la dirigencia magisterial en Oaxaca, parte de los recursos provenientes de las cuotas sindicales que el patrón (es decir, el IEEPO) le retiene a cada uno de los trabajadores agremiados en la Sección 22. Se entiende, pues, que una parte de esos recursos se queda en el CEN, y otra es “regresada” a los comités seccionales para que éstos puedan financiar sus actividades. Hasta ahí no hay mayor duda.

El problema surge cuando esto se utiliza como justificación para la imposición de una cuota semanal de veinte pesos a cada trabajador, dizque para financiar las movilizaciones y las jornadas de lucha que vienen. Utilizando aritmética básica, se puede concluir que si cada trabajador (son 81 mil, aproximadamente) cumple con su cuota, entonces la dirigencia magisterial tendría una suma superior al millón 600 mil pesos semanales sólo por ese concepto. La pregunta es, ¿para qué va a utilizar esos recursos?

Podría entenderse que, en alguna medida, sirve para costear los traslados y los gastos que genera la manutención de algunos de los dirigentes magisteriales cuando se trasladan y pernoctan en la capital del país, mientras negocian con instancias federales. Ya hace algunas semanas se dio a conocer en redes sociales, una imagen del secretario General de la Sección 22, Rubén Núñez Ginez, mientras viajaba —según— en la zona de primera clase en un vuelo comercial que iba de la capital de Oaxaca hacia la Ciudad de México.

Sin embargo, aún considerando que verdaderamente algunos —o todos— los integrantes del Comité Seccional (son más de 150, y no todos tienen necesidad de trasladarse o permanecer en la capital del país, y mucho menos de forma continua o permanente) costearan sus viajes con esos recursos, de todos modos no se alcanza a justificar la posible recaudación de una suma de dinero de tal magnitud para ser utilizada, y mucho menos justificada, en esas actividades, subrayando el hecho de que fue impuesta semanalmente.

De hecho, en el gremio magisterial es bien sabido que el Comité Seccional no paga la movilización de sus trabajadores. Los trabajadores de la educación, a través de sus delegaciones y estructuras regionales, tiene desde hace años un esquema perfectamente armado en el que las movilizaciones siempre son financiadas por ellos mismos.

El esquema más exitoso para eso, radica en que no todos los trabajadores se movilicen: lo hace un porcentaje de ellos, y quienes no acuden a las marchas recibían su constancia de participación sindical a través de las cooperaciones económicas o en especie que realiza para que viajen, coman y tengan dónde dormir, los profesores que sí asisten a las marchas, plantones o movilizaciones en Oaxaca o la capital del país. Incluso, cuando se decretan las movilizaciones masivas, son los mismos trabajadores los que se organizan para viajar en grupos. Sólo bastaría ver la alta incidencia de accidentes carreteros que hay entre profesores de la Sección 22, en el marco de sus movilizaciones y acciones de lucha… que no paga la dirigencia magisterial.

¿QUIÉN PAGA LA

GUELAGUETZA MAGISTERIAL?

Para la realización de la Guelaguetza magisterial —que ya es algo así como una “tradición” dentro de la Sección 22, que nació al calor de la revuelta magisterial de 2006— el magisterio estableció desde el inicio que cada trabajador debía dar una cooperación de 10 pesos. Esto, porque la dirigencia magisterial aseguraba que era una actividad autofinanciada que demostraba su disciplina y capacidad de organización. Lo que nunca dejó claro la 22 es si realmente recibía algún tipo de apoyo por parte del gobierno estatal.

Durante la administración del gobernador Ulises Ruiz casi de inmediato quedó claro que sí. Luego del conflicto magisterial, el gobierno estatal no sólo le facilitó infraestructura y medios para la realización de su Guelaguetza alternativa, sino que incluso les daba insumos por los que ellos se supone que debían pagar. Así, por ejemplo, durante varios años el gobierno estatal pagó todo lo relacionado con el alquiler de estructuras, lonas, sillas, mamparas y templetes utilizados para su presentación. Hubo una ocasión en la que incluso les facilitó el acceso al Auditorio Guelaguetza para cumplirles su capricho de hacer su presentación en el mismo recinto donde se realiza la llamada Guelaguetza oficial.

¿Qué apoyos recibe ahora para esa actividad, para la que exige cooperación a sus agremiados? Esta administración ha sido mucho más cuidadosa en dejar ver si les presta algún tipo de ayuda. Y dado el nivel de connivencia habido hasta hace menos de una semana entre la dirigencia magisterial y el Gobierno del Estado, no sería extraño que esas “facilidades” —que le ahorrarían dinero a los organizadores, cuyo destino nunca ha sido dado a conocer— continuaran, con la oscuridad sobre el destino de los recursos recabados entre los propios trabajadores dizque para financiar esas actividades.

DEMASIADO PREOCUPADOS

La Sección 22 no renta edificios, ni paga salarios. ¿Para qué quiere más de un millón y medio de pesos semanal?

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