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S-22: “martes negro” y su lucha interna por el poder

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+ Objetivos políticos perdidos: alerta lanzada por FARP

Entendiendo claramente que en política, como en todo a nuestro alrededor, el análisis del sentido de los hechos debe estar alejado de las coyunturas simples, de las casualidades, y sobre todo de la ausencia de matices, el estado actual de la Sección 22 del SNTE debía verse más allá de sus rejuegos con el gobierno estatal. Sus más recientes actuaciones y determinaciones, se inscriben en el marco de su dinámica interna de la lucha por el poder. No debíamos perder de vista esa cuestión trascendental.

Hasta el momento, ha sido largamente analizada la actuación y las determinaciones del llamado “magisterio democrático” de Oaxaca, a la luz de sus relaciones y los compromisos políticos que tiene con el gobierno de Gabino Cué Monteagudo.

Queda perfectamente claro que unos y otros fueron copartícipes en la lucha político-electoral contra el régimen priista del ahora ex gobernador Ulises Ruiz, y que de una u otra forma, ambos grupos asumieron el poder el pasado 1 de diciembre.

Del mismo modo, este tiempo ha puesto en claro algo que muchos no quisieron ver mientras todos eran parte de la oposición: que finalmente, el Gobierno del Estado comenzaría a tomar decisiones, y que éstas no serían avaladas incondicionalmente por la Sección 22.

Al contrario, se dijo desde siempre —y se ha venido constatando en la realidad— que el sindicato magisterial de Oaxaca no hace alianzas incondicionales ni tiene amigos, sino intereses; y que lucharía hasta el final por la defensa de sus causas, independientemente de quién fuera el Gobernador del Estado.

Incluso, ha quedado claro que en buena medida, el llamado “martes negro” (15 de febrero pasado, día que en un grupo de profesores se enfrentó con elementos federales durante la visita presidencial a la capital oaxaqueña) fue provocado por la falta de habilidad de los operadores políticos del gobierno estatal, para entender que al negociar con la Sección 22 no sólo debe hacerlo con su Secretario General, sino esencialmente con los líderes de los casi quince grupos que controlan fácticamente la asamblea estatal.

Sin embargo, un elemento que ha sido ignorado por completo hasta hoy, es el de los propios procesos, y momentos internos, que se viven en la Sección 22. ¿De qué hablamos? De que al interior, existe también una pugna abierta entre sus grupos de control por hacerse del cargo que ostenta hoy Azael Santiago Chepi, y que la lucha por alcanzar la dirigencia estatal del Sindicato Magisterial, ha desatado la furia y las tácticas más bajas que alguien pueda imaginarse.

Aunque pareciera extraño, podría ser que siguiendo esas coordenadas, se encuentren algunas de las respuestas que hacen falta, tanto de las relaciones entre el Sindicato magisterial y la administración del gobernador Cué, o con gente identificada con el gobierno priista de Ulises Ruiz.

Es altamente llamativo que sea desde el mismo seno de las organizaciones armadas, de donde surjan invitaciones a la Sección 22 a no perder el enfoque, el liderazgo y la ruta de su lucha; desde donde los llaman a sostener sus banderas y a no permitir que sus postulados de lucha queden extraviados; y desde donde les advierten de los peligros de confiarse de un gobierno (el del gobernador Cué) que para ellos no es tan amigable como hoy aún lo aparenta.

ADVERTENCIAS

El pasado 7 de marzo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo, las FARP, emitieron un comunicado a través del cual advierten que la Sección XXII de la CNTE se encuentra “en la mira represiva”. Aunque parece un poco extenso el extracto que a continuación reproduciremos, éste debe ser analizado con todo detalle en cada una de sus palabras:

“Empieza a salir a flote la lucha política e ideológica de dos de los principales grupos al interior del movimiento magisterial. Uno de ellos argumenta, contra el otro, complicidad y alianzas con el ulisismo (léase priismo) y agrega una larga lista de denostaciones. El otro argumenta que su contraparte está aliada con el diodorismo, el cual detenta en la actualidad parte de las mieles del poder estatal.

Pero las declaraciones de estos grupos y sus representantes no ayudan al movimiento magisterial ni popular, por el contrario lo perjudican mucho. Ambos se rasgan las vestiduras, sacando a flote su inmadurez y un poco de soberbia en sus alocuciones. En juego está el relevo de la dirigencia seccional, así es que muchas corrientes o grupos ya enfilan sus baterías. Al presentarse la oportunidad de hacer resbalar al oponente, no se pierde la oportunidad de hacerlo.”

La lucha ideológica no está demás, siempre y cuando se haga de manera adecuada, siguiendo los canales adecuados. La lucha política por los espacios es un derecho conquistado, pero es necesario ubicar correctamente cuál es el enemigo de clase, teniendo la capacidad de detectar el momento y las formas de hacerlo de tal manera que no se le den armas al adversario para golpear. En la lucha legítima por dirigir el movimiento magisterial no debe nadie llevarse entre las patas todo un proceso histórico. Con sus muchos aciertos pero también con sus muchos errores, la Sección XXII es en la actualidad un símbolo de la lucha social a nivel nacional.”

El señalamiento es clarísimo: que en su lucha por el poder, los grupos o corrientes internas de la 22 no sólo se están descalificando entre sí para ganar adeptos, sino que están corriendo el grave riesgo de desacreditar todo el proceso histórico por la democratización, y el referente nacional que son en cuanto a la lucha social.

Todo esto, según lo dicen atinadamente las FARP, lo que hará es dar armas a los oponentes: armas para desacreditar socialmente la lucha magisterial, para desautorizar a sus dirigentes, y para deslegitimar las banderas que ellos ondean para justificar su lucha como movimiento social.

RIESGO NO CALCULADO

Las FARP advierten sobre la revelación de datos de corrupción en el IEEPO. Dicen que esos datos, en cualquier momento, comenzarán a tocar las partidas presupuestales que fueron destinadas al Comité Ejecutivo Estatal de la 22. “El objetivo —dicen— es generar un ambiente de linchamiento en la opinión pública y sentar las bases para justificar una ofensiva represiva.” ¿Todo esto le queda claro a los “democráticos”? Tal parece, sin embargo, que en su lucha por el poder ya perdieron los límites. ¿Permitirán que “todo se vaya al traste”?, como lo advierte el grupo armado. El tiempo, sin duda, confirmará esa tendencia.

 

Tenencia: gobierno insensible y desentendido

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+ Ante falta de imaginación, cobrar es la opción

El Gobierno del Estado no sólo no comprende que el impuesto a la tenencia y uso de vehículos es uno de los gravámenes más impopulares que existen en Oaxaca y el país; tampoco comprende que la ciudadanía no es responsable por los excesos o errores presupuestales cometidos por los gobernantes del pasado; y que justamente fue esa una de esas razones por las que el pasado 4 de julio, la mayoría de los oaxaqueños los eligió como la opción democrática para gobernar.

Pareciera que desde hace unos días, el gobierno estatal decidió “darle juego” al secretario de Finanzas, Gerardo Cajiga Estrada, para que comenzara a “sensibilizar” a la ciudadanía oaxaqueña sobre la necesidad de pagar el impuesto a la tenencia vehicular, ahora como gravamen estatal.

Para fundamentar sus requerimientos de pago, ha desplegado un abanico de argumentos, aunque todos ellos no parecen más que meros pretextos para justificar la falta de imaginación y compromiso de cambio del Gobierno del Estado. ¿Qué ha dicho al respecto el Secretario de Finanzas?

Cajiga Estrada ha reconocido que aún cuando Oaxaca es una de las seis entidades federativas en las que son más altos los impuestos vehiculares, ha también dicho que sólo para 2011 las arcas estatales deberán erogar alrededor de 550 millones de pesos para los contratos de Proyectos de Prestación de Servicios; ha dicho que la entidad es una de las que menos recaudación fiscal tiene; que los anteriores gobiernos dejaron “hipotecado” el presupuesto estatal. Y que por todo eso es importante que la ciudadanía cumpla con sus obligaciones tributarias.

La primera cuestión que salta a la vista, es que el secretario Cajiga Estrada está tratando de justificar la permanencia de impuestos ilegales y rechazados a partir del manejo presupuestal del pasado. Y puede ser que tenga razón en decirlo. Porque no es un secreto que la administración anterior se valió de mecanismos como el de la bursatilización de ingresos futuros para obtener recursos económicos frescos para inversión, y que en esos procesos uno de los impuestos que dejó precisamente en garantía fue el relativo al parque vehicular.

Sin embargo, los argumentos que hasta el momento ha esgrimido el Titular de la Secretaría de Finanzas, parecen tendientes a “castigar” a la ciudadanía por los manejos presupuestales incorrectos ocurridos en el pasado, como si los particulares que tienen vehículos de motor hubieran sido los directamente responsables de los mecanismos utilizados por el gobierno de Ulises Ruiz y anteriores, y como si los contribuyentes fueran los finalmente obligados a cubrir el costo de esos posibles excesos al contratar compromisos ligados a temas presupuestales.

Hasta el momento, son nulas las opciones que el Gobierno Estatal ha explorado en relación a la búsqueda de mecanismos de recaudación alternativos a la tenencia vehicular. Esta debía ser una obligación de un gobierno que, en buena medida, llegó al poder gracias a la firme oposición de la ciudadanía hacia medidas impopulares, que ellos supieron canalizar como capitales y ganancias electorales directas. Debían de ser más cuidadosos al respecto.

INSENSIBILIDAD

Hace dos años, en 2009, cuando la administración del entonces gobernador Ulises Ruiz Ortiz determinó que hubiera un reemplazamiento, la oposición ciudadana fue similar a la que hoy existe. La inconformidad de fondo no radicaba en que fuera el gobierno de Ruiz quien dispusiera la medida, o que ésta implicara molestias a los particulares: independientemente de los colores partidistas, la ciudadanía se opuso a lo que consideraba como un atropello y un abuso reiterado, para un sector que era un fiel contribuyente cautivo.

El gobierno de Ruiz trató, como ahora lo hace el secretario Cajiga Estrada, de justificar esa medida que era eminentemente recaudatoria. Dijo que era por motivos de seguridad; aseguró que el reemplacamiento era uno de los compromisos signados en el Pacto Nacional por la Legalidad, la Justicia y la Legalidad; e incluso aseguró que disponía el reemplacamiento porque era necesario contar con un padrón vehicular actualizado. Como debe recordarse, nadie le creyó.

Ahí fue donde surgió un sector de la oposición que llevó a Gabino Cué a la gubernatura del Estado, el pasado 4 de julio. Los electores que lo favorecieron con su voto, lo hicieron no para que repitiera los mismos esquemas del pasado, sino justamente para que buscara todos los mecanismos al alcance para que no se cometieran los mismos abusos que entonces. En un primer momento el Gobernador pareció entender tal cuestión. Pero es claro que ante manifestaciones implacables, como la voluntad del secretario Cajiga por cobrar la tenencia a como dé lugar, revelan que no se comprendió cuáles fueron las razones de fondo por las que la ciudadanía votó por ellos.

Es muy fácil culpar a otros, o al pasado, por los hechos presentes. Sin embargo, si la ciudadanía quiso cambio fue precisamente para que se hallaran las soluciones posibles y viables para innumerables problemas, entre los cuales se encontraban los abusos fiscales de que era objeto la ciudadanía.

Es claro que, en todo esto, no ha habido disposición para iniciar una búsqueda de opciones, y que más bien se pretenden imponer los criterios poco imaginativos, a través de los cuales se le cobra más a quienes ya pagan (porque es más fácil ir sobre los cautivos que conseguir contribuyentes nuevos), y se sigue privilegiando a quienes producen algún bien y no pagan un solo peso por concepto de impuestos.

Nadie debía de sorprenderse, así, por hallar cada vez más vehículos emplacados en otras entidades federativas. Pues así como es tarea del Estado cobrar impuestos, también lo es la de los ciudadanos ver de qué modo cuida más su economía.

Y contrario a lo que dice el secretario Cajiga, quien emplaque fuera de Oaxaca no incurre en falta alguna. ¿O qué acaso instruirán a los agentes de tránsito para que, en este estado eminentemente turístico, se pongan a revisar y a hostigar a todos aquellos que tienen pinta de foráneos y desean no emplacar en Oaxaca?

 

OPOSICIÓN

DE LA OPOSICIÓN

Con estas medidas, no tardará mucho antes de que emerjan ciertas organizaciones ciudadanas que se opongan a los opositores que hoy están en el gobierno, y busquen mecanismos legales para evadir el cobro de la tenencia. Qué paradoja, y qué burla, ¿no?

Sección 22-Gobierno: boicot, por todos lados

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+ Oaxaca, ante una guerra de soberbia y fuerza

Más allá de las confianzas y los catastrofismos, queda claro que el Gobierno del Estado sigue sin entender la lógica de la Sección 22 del SNTE. Consecuencia de aquel “martes negro” en el que un grupo de profesores se enfrentó con elementos federales en el marco de la primera visita presidencial a Oaxaca, ambos grupos entraron en una disputa que hoy se desenvuelve en varias bandas. Sólo que este es un diálogo de sordos, en el que todos degeneran todo lo que dicen sus interlocutores.

La relación actual del Gobierno del Estado y la Sección 22 está hoy marcada por los enredos. Por un lado, la administración estatal asumió que con la sola negociación con la dirigencia seccional del magisterio, tendría controladas todas las situaciones, y que particularmente podría mantener el control de situaciones tan trascendentales como una visita del Presidente de México a nuestra entidad.

Eso fue exactamente lo que hizo el gobierno estatal, a través de la intervención del director del IEEPO, Bernardo Vásquez Guzmán. Éste, desde el inicio de la administración, tomó diversas medidas tendientes a congraciarse con la dirigencia seccional de la Sección 22.

Por esa razón manifestó un expreso desconocimiento a la Sección 59 del SNTE, aceptó la integración al programa de trabajo del magisterio del llamado “plan educativo alterno” frente al rechazo de la Alianza por la Calidad de la Educación, y comenzó a sostener intenso diálogo con el secretario General de la 22, Azael Santiago Chepi.

En su lógica, Vásquez Guzmán supuso que el Líder magisterial era por sí mismo quien tenía el control de todos los hilos del gremio educativo, y que en verdad él era el fiel de la balanza en cuanto a las determinaciones que tomara la 22 frente a hechos políticos trascendentales.

Nunca tomó en cuenta que aún cuando parece un eufemismo, en realidad el control del Sindicato magisterial en Oaxaca sí es colegiado, y que en éste son mucho más fuertes los factores reales de poder, que los formales. En realidad, el control de la 22 lo tienen los líderes de las alrededor de 15 corrientes internas, que son quienes tienen el control total de la Asamblea Estatal, que es en la que se toman todos los resolutivos y se confeccionan las estrategias de lucha del magisterio oaxaqueño.

Así, el resultado no podía ser otro más, que el ocurrido en el marco de la gira presidencial. El Gobierno del Estado consideró que únicamente negociando y acordando con los líderes visibles de la Sección 22, encabezados por Santiago Chepi, podría mantener el control y la gobernabilidad durante la visita del presidente Felipe Calderón, y que ningún sector magisterial habría de manifestarse o salirse del “script” que ya habían consensuado con aquellos que más que dirigentes, eran meros representantes del sindicato magisterial sin poder de decisión.

 

REACCIÓN MAGISTERIAL

En nuestra entrega del pasado 22 de febrero apuntábamos que: “Vásquez Guzmán le dio todo a Chepi a cambio de no generar conflicto. Sólo que esto no gustó a los 15 dirigentes reales del magisterio, quienes finalmente generaron la violencia para reventar sus acuerdos. Por eso, Chepi finalmente fue presionado para ser él quien anunciara los resolutivos. Y que lo entiendan bien: las renuncias de Irma Piñeyro, Bernardo Vásquez, Marco Tulio López y Benjamín Robles son irremediables. Al ser acuerdo de Asamblea, ya no están sujetas a negociación. Caro paga el Gobernador los errores y la ingenuidad de sus negociadores.”

Hubo quien, ante esa lectura nuestra de los hechos del llamado “martes negro” (15 de febrero), las reacciones posteriores de la Asamblea Estatal del magisterio, y el repudio del que era objeto Santiago Chepi por sus determinaciones no consensadas con la base magisterial, dijo que nuestra interpretación de los hechos era errónea, descontextualizada, o sacada de la realidad. El tiempo, sin embargo, nos da la razón.

Hay quienes hoy ven radicalismo en las acciones de la Sección 22. Quienes aseguran lo anterior, no comprenden que en el núcleo de ese sindicato se encuentran las bases más radicales, que son las que en buena medida deciden y encauzan el rumbo de las acciones de lucha. Y que frente a circunstancias como las actuales, esos grupos radicalizados ya habrían decidido tomar acciones mucho más contundentes de lo que hasta hoy han sido.

Dentro de la 22, hoy ocurre una intensa discusión interna no por tratar de derrocar al gobierno de Cué ni mucho menos. En realidad, los debates de fondo tienen que ver con su urgencia por demostrar que en realidad su dirigencia está vendida a cambio de favores al gobierno estatal, y que por esa razón deben accionar con más contundencia para dejar claro que ellos y su lucha, se encuentran más allá de las prebendas y los beneficios que un funcionario le pueda dar a uno de sus representantes.

Así, el escenario es complejo. El Gobierno del Estado pretende mantener su dignidad e imagen de fuerza, al no ceder al magisterio la destitución de ninguno de los funcionarios antes señalados. Esa actitud tiene, también, ciertos rasgos de soberbia que se manifiestan en su voluntad por minimizar la fuerza real y la capacidad de movilización de los trabajadores de la educación.

Pero la 22 está en una posición exactamente similar. Ellos, por encima del interés educativo y del aprovechamiento y de sus resultados en el campo de la docencia, pretenden mantener a salvo, cueste lo que cueste, esa misma dignidad, la percepción de fuerza que siempre han tenido, y el “respeto” que debe tenerle el gobierno estatal como un auténtico poder fáctico en la entidad.

Unos no parecen comprender a cabalidad la percepción de los otros. Y esto es igual en el sentido contrario. Así, lo que queda claro es que no necesitan que nadie más les venga a enturbiar el escenario. Ellos solos se han encargado de revolver una relación que no tendría por qué estar en este nivel de confrontación, que en cualquier momento puede reventar.

 

PAVEL: ¿POR QUÉ ATACA?

El diputado local perredista, Pavel López Gómez no se cansa de exigir el cese de los principales funcionarios de la Auditoría Superior del Estado, e incluso la desaparición de éste órgano. ¿La razón? Que la ASE le está requiriendo cuentas al ex edil de Juchitán, Mariano Santana López Santiago sobre los ejercicios 2009 y 2010. ¡Y éste, es papá del diputado! Algo no cuadra, dicen, en esas cuentas. Por eso tanto “interés” en ir contra el órgano de fiscalización estatal.

 

PRI Oaxaca: pleitos internos inhiben política

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Ante el tamaño de los problemas y retos que enfrenta el PRI en Oaxaca, es claro que la resolución de su dirigencia es lo de menos. Mientras el escenario estatal se inunda no sólo de temas actuales y polémicos para debatir, sino también de los apenas visibles, pero ya presentes, excesos que se pretenden cometer desde el poder, el priismo oaxaqueño no ha dejado de padecer los efectos de la resaca por la derrota electoral, y tampoco ha podido autodeterminar qué rumbo tomará su dirigencia, sus bases, y los principios políticos e ideológicos que dicen defender.

Hoy, el principal problema visible del tricolor oaxaqueño, parece radicar en el “abaratamiento” de la figura y las funciones que ellos entienden que debe tener su dirigente partidista.

Como todo en política, en antaño las formas eran esencia del fondo, y por esa razón no era raro encontrar entre la lista de líderes formales del priismo, a hombres y mujeres distinguidos, respetados, educados, bien formados como cuadros políticos, y además con conocimientos profundos no sólo de la operación electoral, sino de los temas de fondo que, al menos retóricamente, debía defender y posicionar su partido.

Esa figura, sin embargo, quedó superada ante la inmediatez y el pragmatismo con los que desde hace unos años a la fecha, comenzó a manejarse el priismo. ¿Por qué inmediatez y pragmatismo?

Porque es claro que aquellos dirigentes de amplia formación dejaron de ser necesarios y útiles para los factores de poder del partido, que más bien dieron cabida a personas expertas únicamente en la operación electoral —entiéndase como todas las formas posibles, legales e ilegales, de “ingeniería electoral”—, pero ignorantes del verdadero ejercicio político, de la labor de gobierno, y de la formación de posicionamientos y liderazgos verdaderamente sustentados.

Veamos si no. Al hacer una revisión rápida de la mayoría de los dirigentes políticos del priismo en Oaxaca, podremos ver que ninguno de éstos tiene amplia formación que no sea en otro campo que el de la ingeniería electoral; que hoy, ni siquiera sus principales detractores pueden presumir de otro gran calado que no sean los arrebatos por el poder, los golpes bajos y las operaciones enmarcadas en una especie de “guerra sucia”.

Veamos si no. Hoy, el dirigente estatal formal es el diputado federal Eviel Pérez Magaña. Dentro del PRI, su principal detractor se llama Jorge Franco Vargas, que también ostenta el cargo de legislador federal, y que presume de una amplia carrera política que, sin embargo, fue realizada meteórica y circunstancialmente.

Ajeno a ese grupo, lejos de cualquier pudor y teniendo como punto de apoyo el Gobierno del Estado, se encuentra un gris individuo llamado Germán Espinosa Santibáñez, a quien sus propios rencores personales y una serie de alianzas inconfesables, lo mueven a tratar de asaltar la dirigencia de un partido, que por sí solo tiene perdido el rumbo desde hace bastante tiempo.

¿Qué tienen en común esos tres personajes? Que todos forjaron sus respectivas carreras políticas a la sombra de otros; que nunca figuraron en nada más que no fueran las simples y básicas tareas de la operación electoral; y que, ni siquiera, ganaron algo de respeto o credibilidad por las responsabilidades públicas que ocuparon.

Así, en el caso del diputado Pérez Magaña, éste sólo pudo ser impulsado como candidato a la gubernatura gracias a una onerosísima campaña en medios, que le permitiera construir, a través de la imagen, lo que no pudo hacer con política.

El caso del diputado Franco es aún peor: éste sólo cosechó glorias como operador electoral. Pero ingenuamente “desconoce” que más allá de las estructuras electorales que manejó —pero a las que también aterrorizó—, no tiene los mejores bonos de credibilidad y aceptación por parte del oaxaqueño de a pie.  Por eso, aún hoy no puede salir a la calle sin una fuerte custodia de elementos de seguridad.

El caso de Espinosa no dista de ellos: nunca se caracterizó por dotes de político, ni de administrador eficiente, ni de funcionario con altura de miras. Y es que ellos, y todos los demás que aspiran a la dirigencia priista podrán ser eso o mucho menos. El problema es que ninguno parece estar a la altura de los problemas que hoy enfrenta Oaxaca.

PROBLEMAS SERIOS

Si el cargo de dirigente partidista sirviera sólo para realizar giras de trabajo al interior del Estado, sostener encuentros con la militancia, administrar las prerrogativas económicas que las arcas públicas entregan a los partidos, aparecer en las fotos, encabezar la operación electoral, e incidir en el otorgamiento de candidaturas, ninguno de los antes mencionados tendría problema alguno para ostentar ese cargo. De hecho, aún con su perfil estarían sobrados para encabezar esas responsabilidades.

El problema es que hoy Oaxaca requiere mucho más de sus dirigentes políticos. Esto porque por puro sentido democrático, el PRI tendría que estar ahora mismo generando sus propias iniciativas para la reforma política; debía estar organizando, y encabezando, a las fuerzas de oposición en la entidad. Y debía estar esgrimiendo, todos los días y desde todas las trincheras, los argumentos mínimos necesarios para nutrir el debate sobre las transformaciones institucionales que se avecinan.

El problema es que nadie toma esas banderas, porque ni las entienden ni las conocen ni les interesa. Unos y otros parecen estar esencialmente preocupados por el asalto a los cargos partidistas, por las postulaciones para 2012, y por la satisfacción de sus ambiciones personales.

Pero nadie entiende que más allá de las grillas baratas —de las que son expertos—, se encuentran temas de fondo que debían ser abordados a partir de un verdadero ejercicio de política. Parece mucho pedir para quienes tienen el control del PRI, o lo desean. Y ello equivale a una derrota anticipada para Oaxaca.

MÁS DE LO MISMO

Más de lo mismo, es lo que hay en el Colegio de Bachilleres de Oaxaca, mientras Germán Espinosa ocupa su tiempo en intentar asaltar al PRI de Oaxaca. Y vean si no: en la Dirección Administrativa del Colegio se encuentra Rogelio Cadena Espinosa; y éste, que fue empleado de la Secretaría de Finanzas en la administración anterior, nombró a Carlos Sandoval Habib en el área de adquisiciones. ¿Les suenan los parentescos? ¿Qué compromiso, o lazo familia, existe entre Germán Espinosa y Rogelio Cadena? Y aún peor: ¿qué favor están pagando al tristemente célebre MAO a través de su sobrino? Son preguntas.


Reforma constitucional: no al diálogo sin matices

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+ Gobierno y oposición deben tener visión de Estado

El peor escenario para una reforma constitucional, es aquel en el que no existe diálogo amplio ni consenso no sólo de los poderes formales, sino de toda la sociedad. En esa lógica, tratar de que en Oaxaca ocurra una reforma profunda a la Constitución Política del Estado sin antes consultar a todos los oaxaqueños y enriquecer el debate de fondo, significa tan poco como una repetición de los esquemas autoritarios y cupulares del pasado. Eso debían comenzar a entenderlo todos los actores políticos, tanto desde el oficialismo como en la oposición.

En Oaxaca lo que parece estar ocurriendo, es un simple diálogo sin matices. ¿Por qué? Porque por un lado, el régimen gobernante planteó todo el conjunto de reformas constitucionales en una sola iniciativa, en la que no alcanzó a plantear todos y cada uno de los argumentos, a través de los cuales debía exponer los motivos que los llevan no sólo a tratar de cambiar, desechar y crear nuevas instituciones, sino también a establecer las razones —y el método de ingeniería constitucional— para llevar a cabo la construcción de las nuevas instituciones que plantean para nuestro estado.

No obstante, desde el ámbito de la oposición, el diálogo tampoco parece matizado, ni enriquecido, y mucho menos lo suficientemente estructurado para ser un auténtico debate de la altura y los alcances que la circunstancia requiere. Esto se centra en dos razones fundamentales:

La primera, que esencialmente el Partido Revolucionario Institucional, y la fracción parlamentaria de ese partido en el Congreso del Estado, sólo están reaccionando a la propuesta enviada hace unas semanas por el Titular del Poder Ejecutivo del Estado, pero sin conseguir la articulación de argumentos que combatan con razones político-jurídicas de peso, los intentos del Gobierno del Estado por conseguir la aprobación lisa y llana de su propio proyecto de reformas.

La segunda razón no es menos importante. El hecho de ser oposición, y de haber entregado el poder que detentaron por décadas, no necesariamente descartaba al PRI como un posible generador de propuestas para una reforma constitucional integral. La derrota electoral, su soberbia dominante, y el inmovilismo que los invadió desde el 1 de diciembre, no le permitieron al tricolor generar una sola propuesta propia de reforma a las instituciones políticas, administrativas y de control en Oaxaca.

Hasta ahora, todos sus movimientos han sido motivados sólo por la premura, por la reacción y por los intentos desesperados de no dejar pasar una oportunidad que, aunque coyuntural, habrá de ser trascendental para la gobernabilidad y la construcción de las instituciones del futuro en la entidad.

En el fondo, lo que debería haber es más seriedad y vocación democrática por todas las partes. Esto porque para un auténtico Estado democrático, resultaría francamente inadmisible la posibilidad de que se llevara a cabo una transformación constitucional tan profunda como la que se pretende en Oaxaca, primero sin que antes hubiera una discusión intensa entre quienes integran formalmente el órgano legislador estatal y quienes se aparecen como factores fundamentales de poder; y segundo, sin que a ese diálogo no fueran invitadas a participar, y a tomar posiciones preponderantes, todos los sectores de la sociedad que contribuyeron al triunfo electoral de los que ahora detentan el poder.

 

REFORMA AMPLIA

Es claro que los tiempos actuales ya no permiten que sea sólo en el consenso de los poderes formales, como se pretendan dar los cambios institucionales que se requieren. Aunque esa no es una visión equivocada, sí es una percepción estrecha y limitada de lo que es la participación ciudadana en los procesos democráticos.

Si hoy mismo el gobierno estatal está convocando al público para que participe en la confección del Plan Estatal de Desarrollo; y sólo el Revolucionario Institucional está manifestando su deseo de hacer una convocatoria amplia para la discusión de la reforma electoral, entonces lo que podemos ver es que se corre el riesgo de que desde ambas trincheras se asuman posiciones maniqueas, que vean inopinadamente como “bueno” lo propio, y como “malo” lo ajeno.

Así, lo único que se construiría sería la nada. Y los deseos de que la reforma constitucional tuviera consenso y legitimidad, se quedaría en una simple aspiración retórica, pospuesta por la resistencia de los actores políticos a someter a verdadera consideración del ciudadano su visión de cómo debe llevarse a cabo la transformación institucional del Estado.

En realidad, visto desde una perspectiva más serena, debía ser de mayor preocupación para el gobierno estatal, que la amplia convocatoria que está realizando a los oaxaqueños fuera para discutir no el plan de desarrollo, sino el contenido de una reforma constitucional que transformará profundamente —aunque no sabemos si en sentido positivo o negativo— la forma de ejercer el poder y estructurar las instituciones del gobierno.

Esto porque un plan de desarrollo se puede realizar a través de instrumentos metodológicos específicos, e inclusive debe ser estructurado por especialistas; no obstante, una reforma constitucional debe confeccionarse a partir de la sensibilidad política, de la visión de conjunto, y de un sentido de pluralidad que particularmente en Oaxaca se manifiesta a través de la pluriculturalidad, la plurietnicidad, y la diversidad de formas de organización política y visiones particulares de para qué y cómo debe servir el poder a los ciudadanos.

Debía haber un consenso más amplio entre el gobierno y la oposición para ensanchar los canales de diálogo y debate sobre la reforma constitucional. Oaxaca no es un estado monocromático, y por tanto la discusión no debe estar marcada por el reduccionismo legislativo, por la limitación de voces, o por la ausencia de propuestas y visiones distintas.

 

RIESGO BOOMERANG

Hacer reformas sin el suficiente consenso y la verdadera legitimidad ciudadana, será para el actual régimen tanto como un proceso de transformación únicamente sexenal. Así como el entonces gobernador Ulises Ruiz hizo su “reforma del Estado” a modo —a la que nadie creyó, y a nadie convenció—, este intento puede terminar en algo similar, o peor, si no se solidifica con el basamento democrático necesario. Deben tomarle la importancia necesaria a un asunto de esta magnitud. Desdeñarlo, es tanto como desacreditar esta oportunidad histórica para Oaxaca.

 

Esquemas PPS: un error satanizarlos

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+ Corrupción, cuestionamiento de fondo

Sería un error satanizar, o descalificar indiscriminadamente esquemas de construcción de obra pública como los Proyectos de Prestación de Servicios, popularmente conocidos como “PPS”. Aunque en Oaxaca existen al menos dos monumentales experiencias amargas sobre ellos, es necesario distinguir si tales cuestionamientos surgen del esquema de construcción en sí mismo, o de la forma en que fueron concretados por el Gobierno del Estado.

De entrada, es necesario señalar que formas de construcción de obra pública como los PPS o los Pidiregas fueron creadas hace algunos años por el gobierno federal, motivados por la necesidad de sortear las adversidades e insuficiencias presupuestales propias de un país como el nuestro, y la urgencia de realizar obras prioritarias para el desarrollo nacional.

A través de esos esquemas, empresas como la Comisión Federal de Electricidad, Pemex y el mismo gobierno federal, han podido realizar carreteras, autopistas, hidroeléctricas, presas, centrales eléctricas y obras de infraestructura, que de haberlas ejecutado con el solo dinero del presupuesto federal, habrían tardado años, o décadas, en concluirse.

¿Cómo funciona dicho esquema? A grandes rasgos, la particularidad de los PPS y Pidiregas, radica en que particulares dueños de grandes capitales económicos, y que cuentan con la tecnología, técnica e infraestructura necesaria, contratan con el gobierno federal la realización de una obra determinada.

Así, el particular construye la obra hasta su conclusión, y al estar terminada realiza un tipo de “arriendo” al gobierno federal durante un tiempo determinado. Dentro de esa temporalidad —que pueden ser diez, quince o veinte años, según lo estipulado— el particular se encarga de la operación de la obra, y a cambio el gobierno federal le paga una cantidad determinada, en una calidad equiparable a la de un arrendatario.

Al concluir dicho periodo, el particular habrá recuperado su inversión junto con las ganancias respectivas, entrega la administración del bien al sector público, y entonces el gobierno federal consolida la propiedad de la obra para seguirla ejecutando por sí mismo.

Eso fue lo que se hizo —aparentemente— en Oaxaca con la construcción de Ciudad Administrativa y Ciudad Judicial, las cuales ejecutó el Gobierno del Estado a través de particulares que suministraron los recursos económicos necesarios para la construcción, que ejecutaron materialmente la obra hasta su conclusión, y que hasta la fecha administran los inmuebles a cambio de una cantidad de dinero que el Gobierno del Estado le paga anualmente a los constructores de la obra.

De acuerdo con el Presupuesto de Egresos de Oaxaca para el presente año, el gobierno estatal destinó más de 270 millones de pesos para cubrir los compromisos adquiridos con los contratos PPS.

Hasta ahí, todo parece “normal”. Y es así porque en realidad los cuestionamientos de fondo sobre la construcción de Ciudad Administrativa y Ciudad Judicial no nacen en sí mismos del esquema PPS, sino de las sospechas de corrupción, de tráfico de influencias y de favoritismos que pesan sobre los funcionarios de la administración del gobernador Ulises Ruiz Ortiz, que presuntamente habrían manipulado dicho esquema para hacer de esas obras un enorme y fraudulento negocio del que ellos mismos habrían salido beneficiados.

 

ADEFESIOS PÚBLICOS

Ciudad Administrativa y Ciudad Judicial fueron construidas por particulares contratados por el Gobierno del Estado, a un costo determinado, que las arcas estatales habrán de cubrir durante un periodo no menor a quince años.

Sólo que, en realidad, nadie sabe con exactitud quiénes son esos particulares, a quiénes representan, y quiénes podrían ser los “empresarios” reales que serían los beneficiarios de las ganancias reportadas por ese negocio.

Asimismo, nadie sabe con exactitud cuánto costó cada obra, si el costo que los particulares cobraron al Gobierno fue mediamente justo o si fue exagerado; y si desde el mismo gobierno permitieron deliberada, o voluntariamente, que esos particulares se excedieran en el cobro para obtener ganancias desproporcionadas, de la ejecución de esas obras que podrían haber costado mucho menos dinero del finalmente erogado.

Ese es el quid de todo este asunto. En Oaxaca todas las disposiciones legales referentes a la “regulación” de la contratación de esquemas PPS, están hechas para dar amplias facultades discrecionales al Gobernador del Estado, para que los contrate fuera de toda regulación o vigilancia por parte de otras instancias, tales como el Congreso del Estado o el órgano superior de fiscalización estatal.

Esa es la razón por la que ahora mismo la sociedad oaxaqueña desconoce cómo fueron contratadas las obras de Ciudad Administrativa y Ciudad Judicial, quiénes fueron los constructores, cuánto cobraron por ello, y qué tipo de relaciones económicas o de contubernio sostenían entre ellos, para hacer de ese esquema un descomunal negocio que está generando quebrantos económicos continuos al presupuesto estatal.

Todo eso es lo que, de entrada, debe explicar el gobierno estatal a la sociedad oaxaqueña. La administración del gobernador Cué tendrá que establecer con puntualidad todas las incógnitas que existen respecto a la construcción de esos dos complejos administrativos, y despejar todas las dudas sobre los fraudes que presumiblemente realizaron servidores públicos coludidos con particulares, para incrementar los costos reportados y obtener beneficios económicos a partir de ello.

En ese punto, es donde se debería centrar la discusión sobre la posible aplicación del gobierno de Gabino Cué de esquemas PPS para la construcción de obras urgentes. Los Proyectos de Prestación de Servicios o son malos en sí mismos. Lo que hace falta es que, de cara a la sociedad, se replanteen todas las normas referentes a la contratación y regulación de ese esquema, y exista total pulcritud y transparencia a la hora de llevar a cabo la contratación de nuevas obras.

 

¿REPETIR ESQUEMAS?

El Gobierno del Estado tiene ese compromiso: hacer transparentes y claras todas las decisiones que tome para la construcción de obra pública en todos los sentidos. La experiencia indica que todo lo objetivo puede ser aparentemente pulcro, pero lo subjetivo ser una porquería. Deben iniciar por hacer público, siempre, todo lo relativo a la realización de obras. Ello dará legitimidad al gobierno, y evitará que un puñado de constructores se enriquezca a costa del presupuesto.

Presunto culpable: gobierno se boicotea solo

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+ Padre Amaro, y Ley de Herodes, los ejemplos

Pretender acallar la libertad de expresión desde el gobierno, no sólo es un acto que atenta contra las garantías y principios fundamentales que establece la Constitución federal, sino que además es un error y una estupidez las que comete el régimen que lo intenta. La historia reciente de nuestro país, nos ha enseñado que cada que desde el poder público se ha intentado ejercer alguna acción de control o censura, particularmente sobre cintas cinematográficas que reflejan cierto aspecto de la vida nacional, siempre los efectos han sido contrarios y los gobiernos han quedado mal parados.

Nuevamente, para refrendar aquella vieja —pero no por ello desfasada— consigna de no olvidar, volteemos un poco al pasado reciente. En el andar de las últimas dos décadas, nos encontramos con al menos tres intentos claros de censura a películas mexicanas, que más temprano que tarde revelaron la vena autoritaria de los gobiernos o grupos que lo intentaron, fueron proyectadas tal y como fueron creadas a pesar de todos y, lejos de ser minimizadas, por ese hecho alcanzaron notoriedad y atención del público, independientemente de la calidad de producción que tuviera la historia en cuestión.

La primera de las cintas que encontramos en ese somero recuento es Rojo Amanecer. Película protagonizada por los actores José Alonso y María Rojo, entre otros, que revela la vida de una familia clasemediera mexicana, que habita en uno de los edificios contiguos a la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, cuando ocurre la matanza de estudiantes el 2 de octubre de 1968, a manos del batallón Olimpia, del Ejército Mexicano, y que involuntariamente se convierte en objeto de los excesos y la brutalidad de los agentes policiacos y elementos militares que terminan masacrando a la familia completa.

Según una reseña publicada ayer por el periódico El Universal, de la Ciudad de México, “una noche de principios de 1989, Carlos Salinas de Gortari se levantó de su asiento en la residencia oficial de Los Pinos y recibió, entre risueño y serio, a Valentín Trujillo. El entonces mandatario acababa de ver el filme Rojo amanecer, donde se abordaba la matanza estudiantil de Tlatelolco, y quería darle su opinión a Trujillo, el productor.

“Salinas de Gortari le soltó entonces la frase: ‘Felicidades por la película, pero el Ejército queda mal, podría suavizarse eso’. Trujillo lo entendió y eliminó dos secuencias en que soldados se pasean entre cuerpos y sangre. Años después el material sería incluido en el DVD que ahora se encuentra a disposición de todos.”

Otra de las cintas que padeció una circunstancia más o menos similar, fue La Ley de Herodes, producida en 1999 por Luis Estrada, y protagonizada por el actor Damián Alcázar. Aquella película, hacía un reflejo y parodia de lo que habían sido los gobiernos del PRI, con todos sus vicios y la contrariedad que generaba el hecho de que el más corrupto personaje de la cinta —que había emergido desde la más honda de las ingenuidades— no sólo no era castigado por sus crímenes y excesos, sino que finalmente era premiado por todas sus trapacerías, bribonerías, engaños y tomaduras de pelo, reflejándose como un político modelo que defendía la democracia y los principios constitucionales desde la más alta tribuna de la nación, con la calidad de diputado federal.

Cuando se iba a estrenar esa cinta, el gobierno de Ernesto Zedillo hizo todo lo posible para no permitirlo. Primero se enfrentaron al hostigamiento por parte del Instituto Mexicano del Cine; la contrariedad surgió porque Estrada había decidido cambiar el final, en el que el protagonista aparece en las Islas Marías purgando una condena por todos sus crímenes, por el que comentamos en líneas anteriores.

De acuerdo con El Universal, “a finales de 1999, y durante cuatro meses, La ley de Herodes se proyectó sin permiso de Estrada en Cineteca Nacional y Cinemark. No se respetaban los horarios; se interrumpía hasta tres o cuatro veces la exhibición sin previo aviso y hasta se anunciaban localidades estaban agotadas, cuando ni siquiera había gente en las salas.

“Al final, el escándalo fue monumental. Los medios internacionales hicieron eco del hecho y cuestionaron el régimen democrático de Ernesto Zedillo. Al final, en febrero del siguiente año, se estrenó masivamente. Y Amerena —director del Imcine— fue removido de su cargo.”

IGLESIA INTOLERANTE

A principios de esta década, el cine mexicano vio la luz de El Crimen del Padre Amaro, protagonizada por Gael García Bernal y Ana Claudia Talancón. Esa, era la historia de un sacerdote católico joven, que llega a una población y se enamora de una bella chica.

A la par de esa historia, se desenvuelve otra en la que el párroco titular tiene nexos con narcotraficantes y es denunciado por un periodista local a través de la prensa. Mientras se ve cómo la Cúpula Católica mueve todos sus hilos de poder para frenar el escándalo mediático, el joven cura sostiene una relación amorosa furtiva con la joven, hasta que ésta resulta embarazada. Todo llega a su punto clímax cuando éste la obliga a abortar y ella muere desangrada en el momento en que se le practica un legrado clandestino.

Cuando se iba a estrenar esa cinta, diversos grupos pro católicos llamaron a hacer un boicot, respaldados silenciosamente por el gobierno federal panista, que entonces acababa de asumir el presidente Vicente Fox.

¿Qué tienen en común todas esas historias? Que los intentos de censura siempre han acabado exactamente en lo contrario. Tiene tal nivel de respaldo y respuesta social cualquier intento gubernamental por censurar, que siempre el efecto es proporcional a la intensidad con que se intentan esas acciones.

Existen infinidad de razones jurídicas para demostrar por qué la cinta Presunto Culpable no tiene razón de estar metida en una serie de controversias judiciales que, en realidad, no intentan salvaguardar los derechos de un particular, sino impedir que esa cinta se exhiba y sea bien recibida por el público en las salas de cine.

 

EFECTO CONTRARIO

No existe, repetimos, fundamentación suficiente como para considerar que finalmente Presunto Culpable pueda ser retirada de las salas de cine. Pero, en el caso de que ese intento se consumara, de todos modos ello no detendría los efectos y el recibimiento del público, a través de canales informales o incluso de la piratería. La denuncia que hace es mucho más fuerte y profunda que cualquier intento por acallarla.

Académicos de la UABJO: ¿hay autocrítica?

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+ No debía haber baños de pureza en el STAUO

Es cierto que el gobierno estatal, la Rectoría de la UABJO, e incluso la dirigencia del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Oaxaca, el STAUO, tienen muchas cuentas pendientes respecto a su actuación y pulcritud en el manejo de los recursos públicos. Sin embargo, es claro que junto a ellos también se encuentra un grupo más que, por si fuera poco, también se ha resistido a la autocrítica real sobre su desempeño: los profesores universitarios.

En efecto, es claro que tratar de ver hoy sólo de forma unidireccional, un asunto como el de los dineros destinados al pago de los trabajadores académicos de un centro de estudios de nivel superior como la UABJO, es tan erróneo como tratar de asegurar que todo es un mito. En realidad, asuntos como estos se agravan por la suma de factores. Nadie, en ese sentido, está exento de responsabilidades.

¿Por qué voltear también a ver a los trabajadores académicos? Porque aún cuando algunos son verdaderos universitarios, comprometidos con su labor y con la enseñanza en el nivel superior, también es claro que en diversos sectores se han anidado innumerables vicios que debían ser corregidos, a la par de la retabulación salarial que exige su sindicato, y que ya ha venido otorgando La Federación. ¿De qué hablamos?

De que los mismos académicos de la UABJO deberían hacer una labor autocrítica, para determinar que en su ámbito no todas las cosas son tan perfectas como lo pretenden aparentar, y que tampoco son tan inmaculados como parece.

Todo aquel que conoce la Universidad y sus entresijos, sabe que en diversas escuelas y facultades ocurren groseras prácticas de ausentismo, de acaparamiento, de engaño a la universidad, y de defraudación a la educación superior que dicen impartir los catedráticos. Todo esto ocurre, nada menos que a manos de profesores universitarios.

Veamos algunos casos en específico. Uno de ellos, acaso el más socorrido, tiene que ver con el abierto descontrol y discrecionalidad que existe en el otorgamiento de horas/clase en prácticamente toda la Universidad. En ese sentido, no es raro que muchos catedráticos se resistan a tener plazas de medio tiempo, o de tiempo completo, porque económicamente les resulta más redituable ser beneficiarios de esa aparente anarquía en el control de las horas frente a grupo.

Y es que, en efecto, aunque todo aquel que está, o alguna vez ha estado frente a un grupo impartiendo una materia en instituciones de educación superior, conoce las complejidades de preparar diariamente una clase, y sabe de la inversión de energía física e intelectual que ello requiere, en la UABJO existen profesores universitarios que, se supone, diariamente imparten hasta seis u ocho materias distintas.

De nuevo, un verdadero académico, entiende que eso es materialmente imposible o que, en su defecto, quien tiene la capacidad de impartir esa cantidad de materias todos los días, es porque debe ser un auténtico erudito en su campo de estudio, y que debe tener conocimientos francamente enciclopédicos para lograrlo.

Todo eso, sin embargo, no importa en la UABJO. Ahí, gracias a la posibilidad de obtener beneficios de ese tipo, o de impartir clases de pésima calidad, muchos que son sólo trabajadores académicos de nombre, pero que no se han ganado auténticamente ese calificativo, hoy exigen una retabulación salarial como si de verdad la merecieran.

Junto a ellos se encuentran, además, todos aquellos que imparten cátedra universitaria sin siquiera contar con un título profesional que los avalen; quienes cubren su tiempo completo en ausencia, pero enviando a adjuntos que no tienen ni el perfil profesional, ni la experiencia ni los conocimientos suficientes para hacerlo. O quienes auténticamente defraudan a la Universidad, y a sus alumnos, cobrando por un trabajo que no realizan.

POLÍTICOS-UNIVERSITARIOS

Empero, en un segmento especial habría que analizar hasta qué punto los empleados académicos de la UABJO, que además tienen responsabilidades en la administración pública, cumplen cabalmente con las actividades para las que les paga la Máxima Casa de Estudios.

Ahora mismo, por ejemplo, personajes como el subsecretario de Gobierno, Fausto Díaz Montes, comparten sus responsabilidades públicas con el trabajo académico que se supone que debería estar realizando en la Universidad.

Hasta ahora, él es uno de los que ha dicho nada respecto a la situación en que se encuentra su plaza de tiempo completo en la UABJO, y sería abominable corroborar que sigue cobrando como profesor-investigador, cuando hoy tiene responsabilidades de otro tipo que le deben estar absorbiendo el cien por ciento de su tiempo.

Pero esa situación no es nueva. Profesores universitarios como el doctor Evencio Martínez Ramírez, Pedro Celestino Guzmán, Heriberto Antonio García, y muchos otros personajes que recurrentemente figuran en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UABJO como profesores de medio tiempo, o de tiempo completo, nunca solicitaron licencia a esa responsabilidad, para ocupar los cargos públicos que ostentaron, o que ostentan.

Es a todas luces imposible —e inmoral, y antiético— que un Secretario General de Gobierno, un Procurador General de Justicia, o un Ombudsman estatal, puedan cumplir con todas las obligaciones y responsabilidades que implican sus cargos, y también puedan ser profesores universitarios, como a varios de ellos hoy tiene la UABJO.

Es evidente que esta parte de la crítica no les acomoda a los maestros de la Máxima Casa de Estudios. Aunque hay muchos académicos verdaderamente comprometidos con su labor, también es cierto que en otros se anidan los deseos de aprovecharse de sus momentáneas buenas posiciones políticas, para abusar no solamente de la Universidad, sino también del compromiso académico que claramente no tienen, y que debía ser en ellos el motor para poner siempre el ejemplo de lo bueno, y no de lo malo como recurrentemente hacen.

 

PEDRO Y EL LOBO

Qué mal se ha visto la contralora Perla Woolrich “anunciando” los procesos judiciales que están en puerta para los funcionarios corruptos. Lejos de ayudar, con eso ya les dio el “pitazo” a todos los posibles indiciados para que desaparezcan, o tomen medidas preventivas. A ver si no le termina pasando como a la historia de Pedro y el Lobo. Debería demostrar eficacia, y bajarle cuando menos dos rayitas a su lenguaraz actitud de protagonismo.

UABJO: gobierno puede dar muestra de cambio

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+ Opacidad y contubernio: disyuntiva presupuestal

Tanto el STAUO, como la Rectoría de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, e incluso el Gobierno del Estado, se han esmerado en los últimos años por sólo administrar el problema de los millonarios recursos económicos para la retabulación salarial de los profesores universitarios, que sorprendentemente se encuentran “perdidos”.

Es claro que hasta ahora, todos los actores y grupos involucrados han tenido una voraz voluntad por no resolver ese tema de fondo, ya que para todos resulta más conveniente sobrellevarlo y manipularlo de acuerdo a sus intereses, que verdaderamente abordarlo y resolverlo. En razón de ello, puede afirmarse que en el tratamiento que le dé el gobierno de Gabino Cué Monteagudo a este asunto, dará una muestra contundente de si verdaderamente tiene voluntad de cambio, o si en el fondo su vocación es aparentar mucho para que nada cambie.

¿Por qué asegurar lo anterior? Porque aún cuando pareciera que el gobierno estatal y la administración universitaria nada tienen que ver, en realidad esta es una percepción diametralmente equivocada. En primer término, el gobierno interactúa intensamente con la Universidad, en temas como los conflictos sociales, las posibles acciones de inestabilidad, el porrismo, y todos los asuntos que recurrentemente atiende la Secretaría General de Gobierno.

Pero junto a ello —en una relación mucho más discreta—, el Gobierno del Estado también tiene mucho que ver con la administración universitaria, debido a que los recursos económicos que le transfieren a la Universidad tanto las arcas locales, como las federales, necesariamente pasan por las cuentas bancarias del gobierno estatal. Y ahí es donde justamente se encuentra la colusión y el quid de este conflicto económico, laboral y político, que tanto la Rectoría de la UABJO, como el STAUO, y el Gobierno del Estado, se han resistido a resolver.

¿En qué consiste ese conflicto? En que desde hace algunos años, el Sindicato de Trabajadores Académicos ha reclamado que se les hagan efectivos diversos beneficios económicos a sus agremiados (quienes trabajan frente a grupo) que la Federación ha venido disponiendo no sólo para la UABJO, sino para todas las universidades públicas del país.

En particular, los integrantes del STAUO aseguran que ellos reciben un salario de menos de 40 pesos por hora/clase, cuando a nivel nacional la retabulación y nivelación salarial para esos trabajadores universitarios dispone que se debe percibir alrededor de 270 pesos por cada hora efectiva de clase impartida.

El asunto no es menor: en diversas ocasiones, los trabajadores académicos han demostrado con pruebas documentales, que cada año el presupuesto de la UABJO dispuesto desde el Presupuesto de Egresos de la Federación, incluye millonarios recursos económicos para otorgar ese beneficio salarial a los trabajadores académicos.

Sólo que a pesar de todas sus denuncias, de las pruebas presentadas, y de las conminaciones tanto al rector Rafael Torres Valdez, como a la anterior administración del gobierno estatal, para que ambos expliquen en dónde y cómo fueron aplicados esos recursos que nunca se han reflejado en el bolsillo de los profesores universitarios, lo único que han encontrado son oídos sordos, evasivas, promesas incumplidas y, por si fuera poco, compromisos que luego se revelan como auténticas tomaduras de pelo, que ellos han creído a pie juntillas hasta que nuevamente se asumen como defraudados.

 

CAJA DE PANDORA

No obstante, aunque pudiera creerse que este es un asunto de reciente aparición, en realidad las transferencias de recursos federales destinadas a la retabulación salarial de los trabajadores académicos de la UABJO han ocurrido por lo menos durante diez años seguidos, sin que hasta ahora se sepa del destino de esos recursos.

En ese sentido, es evidente que la Rectoría de la Universidad nunca ha reportado esos recursos; que el gobierno estatal ha hecho mutis al respecto, como si nada tuviera que ver en ese asunto. Y que los académicos universitarios siguen recibiendo salarios no sólo insuficientes, sino indignos para quienes imparten cátedra universitaria.

¿Por qué asegurar, entonces, que la forma en cómo aborde este asunto la administración del gobernador Cué, dará cuenta de cuánta voluntad real de cambio tiene para Oaxaca? La respuesta es simple: porque en la medida que el gobierno estatal decida seguir siendo cómplice de la corrupción universitaria, y que asimismo decida seguir sosteniendo sus propios actos de corrupción y malversación de fondos relacionados con las millonarias transferencias relacionadas con la retabulación salarial, entonces podremos ver que los cambios prometidos —un combate frontal a la corrupción, entre ellos—, fueron sólo cosméticos.

Por un lado, la administración del rector Torres Valdez tendría que explicar con puntualidad no sólo qué han hecho ellos con esos recursos, sino también qué han hecho al menos los últimos tres rectores respecto a ese asunto. Al guardar silencio, Torres es cómplice de los ex Rectores, respecto a las posibles malversaciones que hubiesen ocurrido en ese rubro por lo menos en la última década.

Pero eso mismo debe también explicarlo el gobierno estatal. Cuando menos, en los seis años que Ulises Ruiz gobernó la entidad, nunca hubo disposición a entablar un diálogo serio y honesto sobre ese asunto, en el que la administración estatal también explicara cuál fue el paso por las arcas estatales de esos recursos provenientes de la Federación; a quién y cómo fueron entregados, para qué fueron utilizados; y cuál fue el paradero final de eso que tenía que ser de beneficio para los profesores universitarios.

 

ACCIONES CLARAS

En ese sentido, sería deseable que el STAUO también clarificara sus objetivos y dejara de intercambiar oro por espejos. No se trata de paralizar la Universidad indefinidamente; pero sí de trazar una ruta a través de la cual le pudieran dar seguimiento permanente a un asunto que les sería de gran beneficio. Hasta ahora, ondear la bandera de la retabulación sólo para conseguir su revisión salarial anual, equivale a abaratarla y degradarla, y a que la sociedad considere que ese es sólo un pretexto para sostener sus chantajes. Y es claro que por la corrupción, por las complicidades que cada vez son más difíciles de esconder, y por el trasfondo real de ese asunto, nadie debería tomarlo como el mero capricho de un sindicato. Mucho menos el Gobierno del Estado.

Usos y costumbres: los sacrifican las distorsiones

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+ Asunto de educación, no de su reconocimiento

¿Debemos responsabilizar al reconocimiento constitucional de los usos y costumbres de los pueblos originarios, por los abusos que en su nombre cometen algunas personas que, o ignoran, o no les importa el dictado de la ley? Hoy, cuando se supone que Oaxaca está en un proceso de “transición democrática” y de inminentes cambios constitucionales, esa debería ser una discusión vigente y nutrida, justamente para no entrar en una posible vertiente de regresión política.

Oaxaca vive, en ese sentido, momentos particularmente difíciles: hoy, los supuestos máximos representantes del indigenismo, y de los usos y costumbres —como la diputada local por el Partido Acción Nacional, Eufrosina Cruz Mendoza—, parecen estar convencidos justamente de la desaparición de ese sistema, y de la partidización de las comunidades indígenas, para que sea a través del sistema de partidos que éstos elijan a sus autoridades municipales.

Por el otro extremo, se encuentran las fuerzas que, lamentablemente nada hacen, pero que podrían estar generando los contrapesos suficientes para defender no sólo posiciones políticas o de poder, sino la posibilidad de que, en la práctica, prevalezca un sistema alternativo de determinación política plenamente reconocido por la Constitución federal vigente, el cual, ante las circunstancias, se aparece como uno de los logros democráticos más importantes de las últimas décadas.

El problema, así, es que todos los grupos de poder parecen haber olvidado qué son, y por qué fueron reconocidos los usos y costumbres. La estrechez de miras, y la falta de formación real de quienes hoy detentan el poder —y también de los que hacen la oposición—, se refleja en este intento destructivo en contra de un sistema como los usos y costumbres, pero promoviendo la subsistencia de los vicios colaterales de ese sistema que sí deberían desaparecer.

¿En qué se funda el señalamiento de que los supuestos defensores de los usos y costumbres pretenden desaparecer el sistema? En que, en términos sencillos, actores políticos como la diputada Cruz Mendoza, lo único que ha hecho es distorsionar la auténtica visión democrática de los usos y costumbres, para ceñirse a la visión etnocida que pretende desterrar las formas alternativas de determinación política, para consolidar la visión partidista, que es la que siempre han promovido los grupos dominantes, como el panista al que ella pertenece.

En ese sentido, intentos como el de la diputada Cruz Mendoza van claramente encaminados a socavar los usos y costumbres, por considerar que atentan contra las garantías individuales, y particularmente los derechos políticos como los que, dice, le fueron transgredidos a ella cuando pretendió ser presidenta municipal de su natal Quiegolani. Ello equivale a querer aplicar la muerte asistida a un individuo, que a lo mucho se encuentra enfermo de un resfrío.

¿Por qué? Porque en realidad, intentos como ese no están encaminados a reencauzar, y ceñir a la legalidad, las formas de determinación política originarias de las comunidades indígenas, sino a desaparecerlas.

Ello sería tanto como tratar nuevamente de “aculturizar” a los indígenas para pretender “occidentalizarlos”. Esa visión, fue la que prevaleció a principios del siglo XX. Pero todos los estudiosos sociales del mundo, hace décadas que concluyeron que a las comunidades indígenas no se les debe “integrar”, “occidentalizar” o “positivizar”, sino reconocérseles en sus propias visiones y forma de organización.

Fue justamente por eso, que reformas constitucionales federales en materia indígena, como la de 1991 al artículo 4º, y la de 2001 a varios preceptos de la Carta Fundamental, estuvieron esencialmente encaminadas a hacer el reconocimiento constitucional de la composición pluricultural y étnica de nuestra nación, así como sus formas de organización política, social y económica. Casi nada.

 

CLAROSCUROS

Sin embargo, con todo ello no se busca santificar un sistema que también necesita ajustes que, más que legales, parecen ser urgentes en el ámbito de lo práctico. Es decir, que las autoridades municipales electas bajo el sistema de usos y costumbres, deben tener mejor información, mayor grado de conocimiento de sus atribuciones y límites funcionales, y también mayor atención por parte de los gobiernos estatal y federal para remarcarles claramente el campo de atribuciones que les establecen las leyes. ¿De qué hablamos?

De casos como el que señalábamos ayer en este espacio. Es decir, de autoridades municipales que en nombre de los usos y costumbres, pretenden transgredir los límites legales y constitucionales que marcan las leyes, y abusar indiscriminadamente de los particulares. Ahí es donde las autoridades de los otros ámbitos de gobierno debían poner atención para no dejar ese asunto, básico de legalidad, a la deriva.

Es claro que en Oaxaca lo que las autoridades municipales, y las asambleas comunitarias, necesitan, es tener un grado mayor de información y conocimiento sobre lo que dicen las leyes. Remediando eso, también se resolverían prácticamente la totalidad de los abusos que se cometen en contra de las personas, los cuales constituyen la base de satanización de todo el sistema, y que permiten la subsistencia de los señalamientos que sí deberían remarcarse directamente en contra de quienes cometen los abusos.

En el caso del que aún se duele la ahora diputada Cruz Mendoza, se habría resuelto si su asamblea comunitaria, y la autoridad municipal que le negó el derecho a ser votada, hubieran sabido que los derechos políticos de los ciudadanos mexicanos son inalienables, y por tanto no están sujetos a la voluntad o arbitrio de nadie.

Muchas autoridades, asimismo, dejarían de cometer tantos abusos en contra de los particulares, si tuvieran claro que usos y costumbres no es sinónimo de inobservancia de la ley, y por tanto supieran cuáles son los límites hasta donde pueden llegar como autoridades, y en qué punto deben detenerse para no quebrantar el Estado de Derecho.

 

¿ELIMINAR EL SISTEMA?

Ese es el quid de la discusión. Pensar en eliminar los usos y costumbres, equivale a un profundo acto de ignorancia y de profunda regresión democrática, que por sí mismo pondría en duda el proceso de transición que el actual régimen tanto se ha encargado de prometer a los oaxaqueños, y que también iría en contra de lo que se ha legislado, en el ámbito constitucional federal, a favor del reconocimiento de los grupos indígenas.