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Alianza opositora: la alternancia, ¿y nada más?

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+ Desafío: bajar la pobreza y subir la democracia

Hasta ahora, todos los intentos por emprender y consolidar la llamada “Reforma del Estado” en Oaxaca, han sido banales, simulados o infructuosos. Hoy, cuando de nuevo la guerra por el poder está desatada, todos los partidos y aspirantes a la gubernatura hablan nuevamente de la democracia, el combate a la pobreza y la urgencia del desarrollo. Sólo que nadie ha mostrado disposición a explicar cómo, y en qué aspectos sustantivos, estará dispuesto a lograr tales misiones, y particularmente la de la democracia.

El asunto no es menor: hoy, cuando se encuentra prácticamente fraguada la alianza de partidos de oposición, en ella todos sus protagonistas se rasgan las vestiduras asegurando que esa será la pauta para el cambio democrático que necesita la entidad. Habría que comenzar a distinguir, en sus puntos más finos, en qué se diferencian la transición a la democracia, y la alternancia de partidos. Nadie en las fuerzas políticas y entre los aspirantes a la gubernatura, hasta ahora, se ha atrevido a abordar el asunto.

Existen, sin duda, diferencias sustanciales entre esos dos términos, y el caso de la democracia mexicana ofrece diversos ejemplos precisos de uno y otro. Pareciera una paradoja, pero a nivel federal ha ocurrido una transición democrática progresiva —por momentos a un grado de lentitud desesperante— que no necesariamente fue determinada por la alternancia de partidos en el poder presidencial.

¿Por qué? Porque la transición democrática que ocurre en México, no comenzó ni terminó con el arribo de Vicente Fox a la Presidencia y, de hecho, su presencia en el ámbito político fue un obstáculo y un fracaso para la democracia que va más allá de lo electoral. Esa transición democrática, pactada y paulatina, comenzó a ocurrir cuando se dieron hechos trascendentales, como la ciudadanización del Instituto Federal Electoral, el fortalecimiento a la independencia del Poder Judicial de la Federación, y la diversificación de las fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión.

El problema, en el ámbito federal, es que el inicio de esa lentísima transición democrática, trajo como consecuencia una alternancia de partidos en los poderes federales –Ejecutivo y Legislativo- que no ha sido bien comprendida, y que tampoco ha servido como base para dar los siguientes pasos para la transición democrática.

Baste con ver que ninguna de las reformas trascendentales que se han planteado las fuerzas políticas nacionales —la fiscal, laboral, económica, petrolera y ahora política— ha podido transitar al menos parcialmente para adquirir la calidad de ley y, lo más importante, aplicarse. Todas esas reformas que se encuentran pendientes, tienen como común denominador las largas discusiones legislativas que no llegan a ningún lado, la excesiva mesura de los partidos, y la preponderancia que le dan todos a sus propios cálculos e intereses partidistas.

Así, ninguna reforma transcendental ha podido ocurrir tras nueve años de gobiernos federales panistas. Pero tampoco ha contribuido a eso, que el Congreso tenga mayorías relativas de Acción Nacional, del PRI o composiciones más heterogéneas. Es decir, que de todos modos el proceso de transición democrática se encuentra detenida en el país, y no existen visos de que algo trascendental pueda ocurrir para cambiar el estado de cosas en el mediano plazo.

¿Y OAXACA?

Ese referente federal, es preciso ser comprendido en Oaxaca porque aquí el atraso es todavía mayor. Esto, dicho en otras palabras, podría establecerse del siguiente modo: aquí, los poderes del Gobierno se encuentran supeditados por completo a la figura del Gobernador. El Poder Judicial no tiene independencia alguna respecto al Ejecutivo, y el Legislativo tiene una mayoría abrumadora que lo lleva exactamente al mismo punto de supeditación. Así, explicada la situación política de la entidad muy a grandes rasgos, ¿cómo hablar de democracia?

El problema, en realidad, no radica solamente en que los candidatos a la gubernatura, y sus partidos, aseguren que con la sola alternancia en el poder podrá ocurrir una transición a la democracia en Oaxaca, sino sobre todo en que éstos evaden cualquier planteamiento lógico y coherente sobre el asunto. Tal parece que no saben cómo conducir un proceso de esa naturaleza, o que precisamente se encuentran empecinados en que esa transición sea sólo discursiva, pero no real en el ejercicio del poder.

En un primer momento, quien asegure que la transición a la democracia ocurrirá con la sola alternancia, está totalmente equivocado. Dicho proceso tendría, en primer término, que estar enmarcado en una dominación opositora de los poderes Ejecutivo y Legislativo, y en la existencia de un planteamiento claro y aceptado desde ahora, de cómo tendría que ocurrir dicho proceso. Nadie sabe si en estas elecciones próximas, que serán las primeras concurrentes, podría ocurrir un triunfo opositor tanto en la gubernatura como en el Congreso del Estado. Y, además, el plan de transición democrática simplemente no existe.

El problema, en el otro escenario, es todavía más grave: ¿Qué haría un proyecto opositor que alcanza el poder y comienza a ejercerlo en las concentraciones actuales que existen? Seguramente, estaría decidido a no cambiar nada. El problema es que la ralea de buena parte de quienes hoy pretenden encabezar la alianza opositora, es justamente priista. Es decir, que todos traen, de un modo u otro, al tricolor en la sangre, y que un triunfo opositor en esas circunstancias les daría una doble legitimidad para continuar ejerciendo el poder del modo en como se hace hasta ahora.

TODOS CALLAN

Esta tendría que ser una discusión urgente y fundamental entre todos los que aspiran a alcanzar el poder gubernamental en Oaxaca. Sin embargo, todos prefieren omitir el tema porque saben que lo más cómodo y sencillo es seguir gobernando del mismo modo en como se hace, y únicamente envolverse en una casaca partidista distinta a la actual. Incluso, quienes se sorprenden, desde el oficialismo, por la aparición de alianzas como la que aquí ocurre, deberían voltear a ver en qué condiciones democráticas se ejercer el poder, y cómo ello se presta para que la manipulación haga su trabajo y sus detractores digan que van a propiciar la democracia, pero reservándose el cómo y el para qué. Esta es una feroz guerra por el poder, no por la democracia.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

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Panal: una significativa suma simbólica a Alianza

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+ Carmona: de nuevo, las cosas le salen de lo peor

¿En qué estaría pensando el diputado local y dirigente estatal del Partido Nueva Alianza, Cristóbal Carmona Morales, cuando hace 15 días negó rotundamente que ese partido se sumaría a la Alianza opositora en Oaxaca? Es lo que muchos se preguntaban cuando, el viernes pasado, el líder nacional de ese partido, Jorge Kahwagi Macari, vino a Oaxaca a confirmar exactamente lo contrario: que Nueva Alianza sí integrará la coalición, y que impulsarán como candidata a la gubernatura a su ex diputada federal, Irma Piñeiro Arias.

¿Qué significa todo esto? Porque aún cuando pudiera suponerse que esta contradicción es un rasgo de la diferencia de opiniones, e incluso de la autonomía que tiene la dirigencia estatal de un partido sobre sus órganos nacionales, es evidente que un asunto de esta naturaleza no se explica con romanticismos, sino más bien con el ejercicio implacable —y, en este caso, desventurado— de los vicios de la política partidista.

¿Por qué? Porque es evidente que, como lo habíamos apuntado en otros momentos, durante largo tiempo los poderosos núcleos del priismo oaxaqueño, se dieron a la tarea de fomentar la cooptación y la corrupción de los líderes opositores de la entidad. Pensaron, erróneamente, que esa sería una estrategia eficaz para desarticular cualquier intento de relación amistosa entre éstas, y eliminar los riesgos de una nueva coalición opositora como la que ocurrió en 2004.

Por eso, hasta hace unos meses lo único que predominaba en las relaciones políticas entre los partidos de oposición, eran las confrontaciones. Aplicando la vieja estrategia de “divide y vencerás”, era lo que más le convenía al priismo. Sin embargo, pronto el escenario partidista cambió, y para evadir todas esas cooptaciones, fueron las dirigencias nacionales de los partidos opositores las que tejieron los puentes para la conformación de una alianza en Oaxaca.

Así, cooptados o no, los líderes estatales de esas fuerzas, prefirieron callar y ceñirse a los resolutivos de sus órganos superiores. Ese era el punto en el que cualquier arreglo previo que éstos, en Oaxaca, hubieran hecho con el oficialismo, quedaba rebasado por las determinaciones de los órganos nacionales. En esas condiciones, nadie se iba a aventurar a hacer el ridículo de asegurar la no conformación de una alianza, que más temprano que tarde sería desmentida por su dirigencia nacional. Hoy se sabe: nadie, excepto Cristóbal Carmona Morales.

¿Qué dijo el Dirigente estatal del Panal? Vale la pena recuperar algunas de las frases más significativas de un comunicado que el diputado Carmona emitió el pasado 17 de enero, y que usted puede leer completo en nuestro blog. “El presidente estatal del Panal, Cristóbal Carmona Morales, rechazó que ese instituto político vaya a participar en la coalición que los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Convergencia (PC) han establecido para contender en los comicios de este año.

“Consideró difícil que la coalición rinda buenos resultados ya que dijo, es complicado explicar la manera en que la ultraderecha se pueda mezclar con la izquierda, como se pretende hacer en Oaxaca, Sin embargo, dijo, si ellos lo logran hacer pues adelante, nosotros definitivamente vamos a ir solos (…) en su opinión, la coalición no tiene un fin propositivo ni busca una alianza con la ciudadanía para mejorar las actuales condiciones económicas y sociales, más bien se trata de una alianza sustentada en el rencor.

“Es válido que quieran derrocar al PRI (…) pero que no sea con base en el odio”. ¿Qué tal? Sin duda, de aquí en adelante cada una de esas palabras le resonará en la conciencia al diputado Carmona —si es que la tiene—, cada que se vea obligado a participar o pronunciarse a favor de una alianza con la que dijo no estar de acuerdo. ¿Debería renunciar a su cargo partidista, como un acto de congruencia? ¿O, más bien, al externar dicho posicionamiento, fue congruente con los operadores priistas que lo presionaron para ello?

LA HISTORIA

Una declaración así del dirigente Carmona era suicida. Quizá, en una infinita ingenuidad, desconoce que la conformación de la coalición opositora es un esfuerzo nacional, que se encuentra muy por encima de los membretes y los intereses de dirigentes estatales poco confiables. Como él. Si tuviera más sensibilidad, sabría que el interés que mueve al Panal a sumarse a este esfuerzo opositor, tiene un origen añejo y que no se iba a desmoronar por una declaración tan precaria como la suya.

¿Por qué? Porque Panal, a nivel nacional, es nada menos que el brazo electoral de la poderosa presidenta del SNTE, Elba Esther Gordillo Morales; y que en su grupo más selecto de enemigos políticos a ultranza, se encuentra el nombre del gobernador Ulises Ruiz Ortiz.

¿Por qué? El diputado Carmona se debería saber esa historia a la perfección. Es, de hecho, lo que le dio origen al cargo partidista que hoy ostenta. Pero si la olvidó, aquí se la recordamos. En 2004, la profesora Gordillo fue depuesta de la coordinación de la fracción priista en San Lázaro, por un grupo de legisladores priistas que entonces respondían al interés del tabasqueño Roberto Madrazo Pintado. Entre ellos se encontraba el ahora Gobernador de Oaxaca.

Cuando ocurrió la contienda interna del PRI para elegir a su candidato presidencial, Gordillo apoyó al gobernador del Estado de México, Arturo Montiel. Carmona apareció como su representante en Oaxaca. Una vez que estalló el escándalo por su abultada e inexplicable fortuna, el mexiquense declinó a ir por la candidatura. Pero la Profesora no se detuvo en su hostigamiento al priismo madracista, y prometió no olvidar los agravios. Y luego de ese capítulo, la estructura montielista quedó en un desamparo que, posteriormente, fue aprovechado por Nueva Alianza para establecer sus redes en las entidades federativas. Por eso, desde el inicio están contemplados como parte de la Alianza.

SIMULADOR

¿A poco por ser un prócer de la política, Carmona Morales es dirigente estatal de Nueva Alianza? Evidentemente no. Fue una consecuencia natural del antipriismo que, particularmente, debería entenderse como “antimadracismo” o “antiulisismo”. ¿Y sus declaraciones son también una casualidad? De nuevo, no. Son consecuencia de la connivencia y la cooptación que de gente como él ha hecho el oficialismo. Lamentablemente, para él, los intereses que se juegan son por mucho superiores a él. Por todo eso, al final no ha quedado más que en el más sonoro de los ridículos.

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PAN vs PRI: el país, en medio de la disputa

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Adrián Ortiz Romero Cuevas

A pesar de que al inicio de este sexenio, el Partido Revolucionario Institucional tenía una amplia desventaja, fueron ellos como fuerza política quienes le dieron legitimidad y cauce al gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa. En el 2006, la crisis de legitimidad institucional era contagiosa, y fue sólo a través de ese camino de la prudencia y el reconocimiento, que unos y otros lograron hacer frente a los intentos de generar una desestabilización mayor en el país.

Han pasado poco más de tres años desde aquellos aciagos momentos de incertidumbre para el país, y está a punto de ocurrir lo entonces inimaginable: las otrora fuerzas aliadas se alejan y se distancian, y los polos que antes fueron equidistantes, hoy se unen para tratar de frenar a ese tercero en discordia que hoy los tiene en vilo. Lo riesgoso, en esta guerra política que se antoja ser de magnitudes importantes, radica en el hecho de que en medio de todo se encuentra nada menos que la viabilidad democrática e institucional del país. Es, por tanto, mucho lo que está en juego, por una guerra partidista.

 

EL CONTEXTO

En diciembre de 2005, no parecía del todo lógico que el inminente candidato del Partido de la Revolución Democrática a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, pudiera sufrir descalabros importantes que lo llevaran a perder la cómoda ventaja que tenía sobre todos sus adversarios.

Tampoco parecía creíble que el abanderado presidencial panista, Felipe Calderón Hinojosa, tuviera la posibilidad de remontar las cifras que le daban pocas posibilidades de triunfo incluso dentro de su partido, para al menos enfrentar decorosamente al entonces poderoso ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal, que llegaba a una contienda con amplia ventaja. Calderón había emanado de un proceso interno viciado, en el que desde la Presidencia de la República se trató de impulsar a Santiago Creel. Sólo que el propio mecanismo para la elección del candidato, potenció las posibilidades de Calderón, quien finalmente se impuso en la postulación aún en contra de la voluntad presidencial y del grupo que entonces se encontraba en posesión del gobierno federal.

En el lado del priismo, sin embargo, las cosas no eran desalentadoras: Roberto Madrazo Pintado, líder nacional de ese partido, se había logrado imponer a todos sus demás competidores en una contienda interna marcada por la violencia discursiva y los mecanismos “duros” de sometimiento a todas las corrientes políticas. Se aseguraba que Madrazo tenía importantes posibilidades de triunfo, debido a que 20 de las gubernaturas del país se encontraban en manos de tricolores, y que de ahí emanaría la fuerza para llevarlo a la victoria.

Los hechos, finalmente, hablaron por sí mismos. López Obrador cometió todos los errores imaginables, y muchos más. Minó los soportes en los que descansaba su fortaleza, y permitió que el panismo le arrebatara puntos porcentuales de preferencia electoral, basándose en una guerra sucia de poco calado. Calderón aprovechó el interés presidencial no de que él ganara, sino de no entregar el gobierno a un priista o perredista, y finalmente Madrazo Pintado se desdibujó en una campaña poco consistente que nunca pudo demostrar el empuje y la cohesión de esas veinte gubernaturas.

El resultado fue abrumador: el panismo venció al perredismo en los comicios presidenciales por una ventaja de apenas 220 mil votos —que no representa ni medio punto porcentual del total de la votación—; el priismo se colocó como una lejana tercera fuerza electoral. Y en el Congreso el panismo se hizo de una mayoría cómoda que fue seguida por el perredismo. A pesar del arrinconamiento priista, el encono que derivó de las acusaciones de fraude electoral entre los azules y los amarillos, rápidamente los convirtió en el fiel de la balanza, y en el número indispensable para lograr las mayorías legislativas que se necesitaban para sostener el rumbo institucional del país.

Así fue. Calderón Hinojosa sólo pudo tomar protesta de su cargo en el Congreso, aquel 1 de diciembre de 2006, gracias al aval del priismo; en los momentos más críticos de la resistencia civil, fue el tricolor quien le brindó la estabilidad necesaria, y le abrió la posibilidad de alcanzar acuerdos firmes que cerraran el paso a los enemigos del calderonismo.

Así fue como, en casi todo el primer tramo de la actual administración federal, hubo un acuerdo casi permanente entre el priismo y el panismo, para sostener las relaciones mutuas de poder.

 

SUBE Y BAJA PANISTA

Al presidente Calderón le ha tocado gobernar en medio de uno de los contextos más complicados en que podría encontrarse el país. En estos tres años, todas las promesas de desarrollo y empleo se vieron canceladas; la delincuencia se elevó a niveles alarmantes, y la economía se desplomó lo mismo por factores internacionales que por los fallos del propio modelo económico de nuestro país, y la dependencia que existe en relación a los Estados Unidos.

¿Qué pasó con el PRD y las fuerzas de izquierda en estos años? Que, al igual que el panismo, tomaron algunas decisiones erróneas y los costos fueron altos. López Obrador, por ejemplo, desperdició la oportunidad de convertirse en un auténtico líder de la oposición en México, y más bien optó por demasiado tiempo por el camino de la confrontación y la diatriba. El electorado cobró cada una de esas facturas, tanto al panismo como al perredismo, en los comicios federales intermedios de 2009.

¿Qué pasó entonces? Que el PAN y el PRD, aún enfrentados frontalmente por los resultados de la elección presidencial de 2006, recibieron en conjunto un fuerte revés por parte del electorado. Acción Nacional perdió la mayoría relativa que ostentaba hasta entonces en la Cámara baja, y el perredismo fue relegado al tercer sitio. El gran ganador de esa reyerta fue el priismo que, decantado en sus 19 gobernadores, logró una mayoría casi absoluta, con la cual está hoy disputando los espacios más importantes, y las decisiones más trascendentales, a un presidente que parece estar perdiendo el control del país y de su partido.

¿CIVILIDAD?

Desde julio pasado, cuando se conoció el resultado final de los comicios, se supo que el escenario cambiaría. El PRI arrebató los espacios más importantes al PAN, y demostró cómo sus gobernadores sí pueden ser capaces de unir esfuerzos por su partido. Uno de los aspirantes priistas a la candidatura presidencial, el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, es el más aventajado de todos hoy en día.

Y entonces Acción Nacional viró y encontró nuevos aliados: en su panorama, el adversario a vencer era el PRI y ya no el PRD; y entonces halló alianzas de oportunidad que hoy se están materializando en las coaliciones que están a punto de erigirse en varias entidades de la República, incluyendo Oaxaca. El problema, en todo esto, es que la crisis interna de los partidos está siendo llevada al plano político: hoy, unos y otros se condicionan presupuestos, se dan golpes bajos en el partidismo, y se reviran los golpes amenazando con parálisis legislativa.

El asunto no parece sencillo. A principios del pasado mes de diciembre, cuando apenas se había podido lograr la aprobación del paquete económico de 2010, el presidente Calderón presentó un paquete de reformas políticas, para que fueran discutidas en el Congreso. Si bien, este era un imperativo democrático e institucional para el país, también fue un mecanismo a través del cual se buscó desviar la atención de la discusión nacional y hacerla transitar de los temas económicos, a los de orden político. El PRI no la aceptó, pero prometió analizarla y discutirla en este primer mes del año.

Luego vino la consolidación de las alianzas, y la amenaza del priismo de impulsar una contrarreforma que devolviera la obligación constitucional al Ejecutivo federal, de acudir al Congreso a presentar verbalmente su informe de gobierno. Hoy, incluso, el tricolor asegura que el tema de la reforma política no es prioritaria para el país, y que primero se dedicará a discutir y analizar los temas económicos y sociales que más preocupan a la población.

No se trata de que una reforma en ese sentido tenga que ser discutida y aprobada, sin analizarse, por las fuerzas políticas opositoras al Presidente. Pero México necesita con urgencia evolución y transformaciones democráticas, que no pueden seguir sujetas al criterio o los vaivenes de una fuerza política, y mucho menos a los cálculos políticos que tienen como telón de fondo la distracción y no los cambios de fondo. Es cierto que una discusión sobre el andamiaje jurídico del país, puede ser menos atractiva que una de carácter social o económico. Pero una no se puede subestimar en pos de la otra, por un motivo que no tiene que ver estrictamente con la vocación democrática de unos y de otros.

Esas dos fuerzas, al final, tendrían que repensar a dónde quieren llevar al país, con ese curioso, pero poco viable, sistema de pesos y contrapesos que significan los ataques y las amenazas. En la disputa partidista, deben estar sujetas las discusiones y los intereses de esa naturaleza; pero no la estabilidad nacional y mucho menos las instituciones del Estado, que necesitan evolución pero no a costa de su debilitamiento o puesta en la mesa equivocada de las negociaciones partidistas.

Caso Cabañas: las disyuntivas del manejo informativo

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+ Repercusiones no sólo deportivas: son para todo el país

Alrededor de las 6 de la mañana del lunes, en todos los medios informativos del país comenzó a circular información escalofriante: uno de los jugadores estrella del club América de futbol había sido baleado una hora antes, en un bar de la ciudad de México. De inmediato, se dio un despliegue informativo que lo mismo fue del registro puntual de hechos a la especulación; de la consternación al más crudo de los amarillismos; y del punto central de lo que implicaba el hecho, a la manipulación informativa que, finalmente, ha impactado lo mismo en la develación de más situaciones de corrupción —que no son raras en el país—, que en el golpeteo político de oportunidad que, curiosamente, tampoco es raro en México.

A lo largo de la semana que concluye, el disparo de arma de fuego que recibió el paraguayo Salvador Cabañas ha ido de extremo a extremo. Una de las tantas discusiones, por ejemplo, comenzó en el delicadísimo estado de salud en que se encuentra el jugador como consecuencia del ataque, y terminó en un durísimo cuestionamiento sobre qué hacía dicho personaje, en una madrugada de lunes, en un bar en el que aún a las 5 de la mañana se continuaban ingiriendo bebidas embriagantes.

Esa, entre muchas otras, es una discusión de extremos que finalmente no redunda en nada. En efecto, lo más probable es que, como consecuencia de ese hecho, Cabañas quizá no vuelva a ser el mismo de antes, e incluso nunca vuelva a figurar en el futbol de primera división de México. Es la consecuencia, indeseable pero natural, de un hecho como este.

Sin embargo, el otro extremo de la discusión es el más interesante: ¿qué hacía Cabañas, en la farra, al filo del amanecer? Hacía lo que cualquier otro individuo —sea deportista, empresario, estudiante o desempleado— cuando tiene el tiempo, la oportunidad y el dinero para ir a pagarse una buena juerga en un antro de moda.

Es cierto que siendo un deportista de alto rendimiento, un referente para niños y jóvenes, y una estrella a la que idolatran miles de personas, ese no es el mejor ejemplo que podía dar. Pero antes y después de este hecho, la vida deportiva —como cualquier otra en la que corre el dinero y la fama a raudales— ha sido así, porque finalmente más allá de que uno sea jugador, entrenador o demás, todos son hombres y mujeres con aficiones, defectos y hábitos que no necesariamente son, o deberían ser, un referente sobre la moral o la buena conducta para la sociedad.

No obstante, cuestionamientos como este ocuparon buena parte del espacio que, durante los primeros dos días, se dio al caso Cabañas en no pocos medios informativos, en los comentarios deportivos, y hasta en los “análisis políticos” que se han hecho sobre el asunto. Todo esto se vino a aderezar con la difusión de una imagen tomada al jugador minutos después del ataque, en el que se le ve tirado, con el pecho descubierto y manchado de sangre.

¿Tenía algún valor todo esto? Tal parece que no. Y es así porque si el primer extremo del cuestionamiento reprobaba con dureza que el paraguayo y su esposa estuvieran en la parranda en lugar de en su casa, como dicen que debería ser, en el otro extremo se encontraba una difusión “informativa” de una imagen escalofriante que no tenía más razón para aparecer en la prensa de todo el país, que el alimentar el morbo de la sociedad y darle los elementos para corroborar que, en efecto, Cabañas había sido herido y que estaba grave. Nada sustantivo en un asunto que, por sus propias características, tenía todos los elementos para consternar, como lo fue, a toda la nación mexicana, a la afición al futbol y a los seguidores de Las Águilas.

¿CORRUPCIÓN? POR FAVOR

Sin embargo, junto con la consternación y la tristeza genuina que provocó en muchos el lamentable ataque a Salvador Cabañas, también surgió otra polémica que, aunque es escandalosa, está lejos de ser nueva en el país: la simulación y la falta de respeto hasta a algunas de las normas de convivencia más elementales.

El asunto tiene bastante de fondo: hace menos de un año, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal determinó reducir el horario de apertura y venta de bebidas embriagantes de todos los centros de diversión de la capital del país. Se supone que con las nuevas disposiciones, ningún centro nocturno podía vender bebidas alcohólicas a sus clientes después de las 2.30 de la mañana, y que ninguno podría continuar operando una hora después. El caso Cabañas puso en evidencia que esas reglas de operación de bares y centros de diversión, fue una discusión estéril que se apagó en los amplios mantos de la corrupción.

Si recordamos bien, cuando la ALDF dispuso todo lo anterior para las discotecas, bares y restaurantes, todas las organizaciones del ramo se manifestaron en contra de las nuevas reglas y aseguraron que eso les afectaría gravemente en sus ganancias y operaciones, y que incluso se pondría en riesgo la permanencia de miles de empleos que tienen que ver con esas actividades. El gobierno y la Asamblea del DF aseguraron que era para normar las actividades de esos establecimientos y ceñirlos a un orden más estricto. Pero sus detractores incluso dijeron que era una contradicción profunda el hecho de que el gobierno más progresista del país estuviera tomando ese tipo de medidas que restringían las libertades de las personas y minaban una actividad tan productiva como la del esparcimiento nocturno.

Hoy está claro que todas esas escaramuzas no tuvieron efecto alguno. Unos y otros asumieron sus posiciones y todos se cobijaron en la corrupción. El gobierno, según ellos mismos, habría logrado meter en cintura a quienes siempre se habían escabullido de las reglamentaciones que imponía la autoridad; y los dueños de esos establecimientos prefirieron no volver a referirse al tema, e invertir más en la compra de inspectores y autoridades delegacionales, para poder continuar con sus operaciones habituales pero ahora ya no cobijados en la ley, ni en algo más que la corrupción pura y llana.

EFECTO INTERNACIONAL

Finalmente, ayer se dio a conocer que el presidente Felipe Calderón había prometido a su homólogo paraguayo, Fernando Lugo, esclarecer completamente el ataque al futbolista y seleccionado nacional de ese país. La razón es evidente: aunque le inviertan millones de dólares en promoción turística a nuestro país, un hecho de esa naturaleza destruye lo que tanto ha costado edificar. Ante ello, ¿qué hacer? Darle a todo esto el carácter de pleito de cantina, o aparentar que la ley se cumple y que no hay impunidad. Nada, en realidad, está resuelto de fondo.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

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PRI: ¿Por qué se generan las confrontaciones?

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+ Aspirantes a gubernatura, ¿Cómo son asumidos?

Dedicado a la memoria de

mi padre, Ismael H. Ortiz Romero.

Adrián Ortiz Romero Cuevas.

Quienes entienden correctamente la lógica de los procesos políticos, consideraban que si el proceso para elegir en el PRI a su candidato a Gobernador transitaba sin mayores incidentes, el árbitro de la contienda no tendría por qué convertirse o ser llevado a figurar como un foco importante de atención para los medios informativos o la opinión pública. Está ocurriendo exactamente lo contrario, y por eso mismo habría que entender qué mensajes se envían hoy desde el poder a los aspirantes a la gubernatura.

En efecto, el pasado miércoles el senador potosino Carlos Jiménez Macías se apersonó nuevamente en Oaxaca —tal y como lo ha hecho con regularidad desde hace casi tres meses—, pero ya no sólo para sostener encuentros y edificar el diálogo con los aspirantes a la gubernatura, sino ahora para dirigirse a los medios informativos y enviar los mensajes correspondientes a todos aquellos que tienen intereses dentro del proceso sucesorio del priismo.

¿Qué dijo el senador Jiménez, que funge como delegado en Oaxaca del Comité Nacional de su partido, y también como árbitro en este proceso interno? En realidad, parecería que nada nuevo. Esto porque además de reiterar el posicionamiento rígido del priismo respecto a las alianzas entre distantes partidos de oposición, el Legislador por San Luis Potosí reiteró tres puntos que no son nuevos: el respeto de la dirigencia nacional a los procesos del priismo oaxaqueño, el llamado a todos los aspirantes para que se conduzcan con prudencia y dentro de los límites de la moral política; y el hecho de que la decisión final sobre quien recaerá la candidatura aún no ha sido tomada, y que tampoco responderá a caprichos sino a quien garantice el triunfo del tricolor en los comicios de julio próximo.

Parecería que nada nuevo. Sin embargo, lo que verdaderamente debe llamar la atención, es en sí el hecho de que el senador Jiménez haya tenido que salir al paso en los medios de información, para reiterar esas tres circunstancias que, se supone, eran plenamente conocidas y asumidas por los seis aspirantes a la gubernatura y sus equipos. Esta, por tanto, es una consecuencia natural del enrarecimiento que, por diversas circunstancias, le están tratando de inyectar al proceso mismo desde diversos frentes.

Las explicaciones de ese enrarecimiento son visibles: en más de uno de los aspirantes a la candidatura del tricolor a la gubernatura, ha comenzado a permear más la desesperación que la civilidad, motivado todo en la inequidad que reiteradamente acusan. Esto los ha llevado a emprender mecanismos de descalificación hacia sus adversarios internos, que han escalado el bajo perfil y han logrado enturbiar el ambiente entre ellos.

El problema, en todo esto, es que en el lado opuesto —entre quienes son señalados como beneficiarios de la inequidad que sus contrapartes acusan— han comenzado a dominar, en niveles importantes, actitudes de soberbia que finalmente no han hecho más que alimentar las discordancias entre todos ellos. Unos y otros, no han entendido que tanto las actitudes derrotistas, como las triunfalistas, no tienen aún sustento alguno en la realidad como para ser asumidas, y que por tanto era apremiante la necesidad de reiterar las reglas reales del juego, para hacerlos regresar al orden.

Eso es lo que vino a reiterar el senador Jiménez Macías a Oaxaca. Pues para nadie era, antes del miércoles, un secreto que este habrá de ser un proceso que se determine aquí y no en la dirigencia nacional, que una de las reglas básicas, para todos, era la de mantener la civilidad y la prudencia —y no hacer lo contrario por exceso o defecto—; y que la decisión sobre quién abanderará al priismo, aún está lejos de ser tomada.

LA LÓGICA DEL PODER

Las siguientes consideraciones pueden ser compartidas o no por la clase política, por la opinión pública o por quienes buscan ser postulados para un cargo de elección popular. Pero son sólo algunos de los razonamientos en los cuales se sustenta el Jefe Político del priismo, para tomar libremente la decisión sobre quién será el Candidato a Gobernador.

En esa lógica, que es la del poder, ninguno de los que aspiran a hacerse de la candidatura a Gobernador puede acusar inequidad o favoritismos hacia otro de los candidatos. Según esos razonamientos, cada uno de los aspirantes priistas ha tenido oportunidades sobradas de crecer políticamente, de acceder a cargos públicos y comisiones políticas, y de construir sus propias posibilidades de aspirar a la gubernatura.

Según esa visión, en este razonamiento es en el que se fundamenta la decisión de impulsar desigualmente y con mayor vehemencia, al aspirante que menos posibilidades había tenido de adentrarse en el ánimo de la militancia priista y el electorado. Así, esa es la razón por la que el diputado federal Eviel Pérez Magaña, ha recibido fuertes apoyos para poder entrar, posicionarse frente a los demás aspirantes, y tomar una posición dentro de la contienda interna del priismo.

Si esto se observa en sentido contrario, es evidente que ese mismo razonamiento tendría que llevar a considerar a todos los demás, que tal inequidad no existe. Pues en otros momentos, cada uno de ellos había tenido su propio momento de crecer y asumir con sustento real que podía convertirse en aspirante a la gubernatura.

Por ello, dicen, el Jefe Político no le ha negado a ninguno de los seis aspirantes su derecho a participar del proceso interno que actualmente se desarrolla; y que, del mismo modo, el Mandatario nunca habría de desestimar el potencial real y experiencia que tiene cada uno de los que pretende convertirse en abanderado. Sin embargo, se considera que si todos tuvieron ya su oportunidad de acceder al poder y crecer políticamente, ahora lo menos que pueden hacer, es comprender que quien los hizo llegar al sitio en el que se encuentra, es también quien debe influir esencialmente sobre quién será su sucesor.

DELEGADO FIRME

Por cierto, en su encuentro con los medios del pasado miércoles, el senador Jiménez Macías dejó bien en claro que él ha sido, y seguirá siendo, el delegado del CEN del PRI en Oaxaca. Con ello, y aunque no lo dijo, quedó de manifiesto que las intrigas y la guerra de trascendidos y filtraciones, también estaban tratando de hacer blanco en él. A ver si estas reiteraciones son bien entendidas por todos los aspirantes, o si todo esto sigue siendo un buen propósito de uno o dos días, que rápidamente es superado por la incertidumbre y la desesperación, que ha sido moneda corriente en este proceso interno del PRI.

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EPR: nuevos señalamientos a Policías de Oaxaca

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Adrián Ortiz Romero Cuevas

+ FPAR: ¿por qué es tema de cuidado para PGJE?

Hace cinco días, el Ejército Popular Revolucionario emitió un comunicado a través del cual, se congratula por el reinicio de los trabajos de la Comisión de Mediación con el gobierno federal, para lograr la presentación con vida de sus dos integrantes desaparecidos desde mayo de 2007 en Oaxaca. Sin embargo, en la misiva vierten señalamientos directos en contra del comandante Pedro Hernández Hernández, en los cuales lo acusa ante diversos organismos internacionales de defensa de los derechos humanos, de comandar un nuevo grupo paramilitar del Gobierno del Estado, con el que ha realizado los más recientes actos de represión policíaca que han ocurrido en la entidad. ¿Qué hay alrededor de todo esto?

Es evidente que la historia y las relaciones entre los cuerpos policiacos de Oaxaca y dicho grupo armado, no son nuevas. De hecho, como bien debe recordarse, luego del conflicto magisterial y popular ocurrido en Oaxaca de mayo a diciembre de 2006, quedaron pendientes abundantes señalamientos hechos por las organizaciones inconformes, sobre transgresión a los derechos humanos. Sin embargo, uno de los puntos más álgidos de esta cuestión, se dio en mayo de 2007, cuando el EPR denunció la desaparición de dos de sus militantes, y acusó que todo eso había ocurrido aquí en la capital oaxaqueña.

Desde que ocurrieron los hechos, el EPR sostuvo que había sido un grupo paramilitar del gobierno de Oaxaca, el que había ubicado y aprehendido ilegalmente a sus compañeros. Ante las denuncias, el grupo armado no reparó en aceptar no sólo en revelar públicamente la identidad de los dos desaparecidos —Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya—, sino también en aceptar que ellos, como muchos otros de sus integrantes, tomaron parte del movimiento magisterial del año previo, en su calidad no de guerrilleros sino de luchadores sociales.

En un primer momento, tanto el gobierno federal como el de Oaxaca se negaron a realizar una investigación verdaderamente sustantiva sobre los hechos, y no fue sino hasta cuando el EPR inició acciones de sabotaje a instalaciones estratégicas de Petróleos Mexicanos, que el gobierno del presidente Felipe Calderón accedió a iniciar una indagatoria real sobre las desapariciones.

Mientras ello ocurría, también se daban una serie de desencuentros de orden político entre los gobiernos de Oaxaca y federal, y particularmente entre algunos funcionarios estatales y representantes de la Secretaría de la Defensa Nacional en el Estado, que comenzaron una guerra mediática de filtraciones, acusaciones y descalificaciones, que tenían como leit motiv la desaparición de los dos eperristas.

¿Qué ocurrió entonces? Que el 25 de abril de 2008, una cuadrilla del Ejército Mexicano, acompañada por elementos de la Policía Federal y de la entonces Agencia Federal de Investigación, se apersonó en las instalaciones de lo que era la Policía Ministerial del Estado, para aprehender al comandante Pedro Hernández Hernández y al elemento Ángel Reyes Cruz, bajo acusaciones de ser los presuntos responsables materiales de la detención y desaparición de los dos eperristas.

¿Qué ocurrió entonces? Que ese intento de venganza orquestado por tres instancias federales —la Secretaría de Seguridad Pública, la de Defensa Nacional y la Procuraduría General de la República— en contra de funcionarios estatales por algunos de los agravios derivados de la crisis popular y magisterial, simplemente falló.

Esto porque, vencido el término constitucional del arraigo que se le impuso a los dos detenidos, éstos fueron liberados por no habérseles acreditado las acusaciones que se les habían formulado. Ambos regresaron a sus funciones. La investigación sobre los eperristas volvió prácticamente a su punto de inicio. Y hasta ahora es mínimo lo que públicamente se sabe sobre posibles avances en la investigación sobre su paradero.

ATENCIÓN, EN

OTRO ASPECTO

Hoy, Pedro Hernández Hernández funge como comandante de la Fuerza Policial de Alto Rendimiento (FPAR). Particularmente, esa corporación llama la atención porque fue la única que no le fue retirada de la potestad directa del procurador Evencio Nicolás Martínez Ramírez, para ser transferida a la cadena de mando de la Policía Estatal y la Secretaría de Seguridad Pública. ¿Qué tiene eso de raro?

En apariencia, nada. Incluso, podría considerarse que una instancia como la de procuración de justicia, necesariamente debe de contar con ciertos elementos policiacos bajo la orden directa del Ministerio Público del Estado, para que realice funciones que especialmente le encomiende la instancia ministerial. Todo esto puede entenderse, debido a que la antigua Policía Ministerial —que era un órgano de la Procuraduría estatal— pasó a ser Agencia Estatal de Investigaciones y se adscribió a la SSPE.

El problema para la FPAR, en realidad, tiene poco o nada que ver con la represión policiaca hacia grupos o manifestaciones sociales, y más bien se inscribe en otros ámbitos. Esto porque, de un tiempo a la fecha, en todas las actuaciones policiacas que ha habido para hacer frente a disturbios o inconformidades sociales, no ha quedado duda de quiénes son los que actúan, cuál es el resultado de esas intervenciones de fuerza, y a qué mando e instancia pertenecen. Hoy, a diferencia del pasado, sobre el sector público de Oaxaca no pesan las acusaciones por violaciones a los derechos humanos que antes abundaban.

Más bien, sobre la FPAR pesan hoy una fama pública que, si bien no tiene que ver con la represión, tampoco es digna de presumirse. Quienes conocen la cotidianeidad de la Procuraduría, saben que el mejor camino para ejecutar una orden de aprehensión en términos específicos, se encuentra en ese grupo.

No es raro, por ejemplo, que dicho grupo sí utilice violencia innecesaria en el momento de las detenciones, o que éste actúe en asuntos sobre los que tienen particular interés algunos funcionarios de la PGJE. Vamos, hoy es casi indisoluble la asociación de FPAR con términos inadmisibles como “sabadazo” o “brutalidad policiaca”, cuando de ejecutar órdenes de aprehensión o atender asuntos de particular relevancia.

ASUNTO IGNORADO

Lo peor del asunto, es que a temas como este en la Procuraduría parecen no tener importancia. Los señalamientos que realizan la sociedad o los medios de información, son tomados como asuntos de saña e inquina, y no como reflejo de lo que en realidad sucede, y que debería ser considerado por el procurador Evencio Nicolás Martínez Ramírez. No le convendría estar rodeado de represores, pero tampoco de transgresores a la legalidad.

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Sobre los notarios

Este espacio le ha dado seguimiento a los señalamientos de corrupción que envuelven al otorgamiento de fiats notariales. Usted, lector, puede consultar lo que aquí se ha escrito sobre el tema, los días 21, 22 y 24 de diciembre de 2009. Hoy, 27 de enero, el diario Reforma, en su sección Templo Mayor, da cuenta de lo siguiente:

“POR MÁS que lo quieren ocultar, en Oaxaca cada día crece el escándalo por la supuesta venta desde el gobierno estatal de decenas de patentes de Notario Público.

“SABIDO ES que en muchos estados (por no decir que en todos) las fiats notariales se reparten de manera discrecional, a gusto del mandatario en turno, generalmente como pago por favores políticos.

“SIN EMBARGO, aquí la cosa pasó de ser un asunto de caprichosa decisión del gobernador a un caso de tal nivel de corrupción que… ¡hasta los funcionarios de Ulises Ruiz se espantaron! Y ésas ya son palabras mayores.

“SEGÚN SE DICE, la Procuraduría oaxaqueña investiga a un grupo de funcionarios locales que, por medio de chanchullos, lograron que el gobierno estatal otorgara patentes notariales a quienes ellos se las habían vendido ilegalmente.

“SE HABLA de que son por lo menos 10 de las 30 fiats que han sido entregadas durante el actual gobierno, en montos que irían de los 3 a los 10 millones de pesos ¡cada una!

“Y AUNQUE hasta ahora no hay detenidos, ni nada que se le parezca, los malosos señalan una curiosa coincidencia: el escándalo del tráfico de influencias se da a la par del silencioso despido de Arturo Vásquez Urdiales, quien fuera hasta diciembre Consejero Jurídico del gobierno estatal.

“PERO COMO dentro del honesto gobierno del honesto Ulises nadie quiere decir nada, habrá que seguir buscando curiosas coincidencias.”

Aquí se dio cuenta de este asunto, antes que en ningún otro medio informativo local o del Distrito Federal.

Adrián Ortiz Romero.

Alianza opositora: van partidos… ¿pero y las facciones?

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Adrián Ortiz Romero Cuevas

+ Sumas y deslindes: el verdadero “quid” de su efectividad

A menos que algo realmente extraordinario ocurra en los próximos días, es previsible que próximamente las dirigencias estatales y nacionales de los partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática, PT y Convergencia, confirmen su participación en la coalición opositora para los comicios de Oaxaca. Ante este escenario, habría que plantearse si la sola decisión de las direcciones partidistas es suficiente para arrastrar a toda su militancia y simpatizantes, o si dicha unión sólo representa un efecto mediático que no corresponde del todo a la realidad.

Hasta ahora, este asunto se ha analizado pero sin tomar en cuenta prácticamente ningún matiz. Es decir, que en los análisis rigoristas, la sola conformación de la alianza opositora se convierte en un riesgo para el priismo; o que, en el caso contrario, la imposibilidad de erigir esa unión de partidos, equivaldría a otorgar un pase casi automático al priismo para que continuara gobernando la entidad durante los próximos seis años. En realidad, la exploración de este asunto va más allá de esos dos razonamientos correctos, pero incompletos.

Mucho se ha dicho hasta ahora, sobre el proceso interno del priismo, que uno de sus factores fundamentales para conducirse a la victoria se llama “unidad”. Esto se ha reiterado hasta el cansancio, no sólo porque prácticamente en todos los procesos electorales existen descontentos, sino también porque la mayoría de las ocasiones ello deriva en rupturas y debilitamiento de las estructuras electorales.

En el caso particular del proceso interno del priismo en Oaxaca, se ha exigido equidad y prudencia, porque lo contrario equivale a quebrantar la unidad y poner en riesgo la victoria, que sólo se consigue en las urnas. Es evidente que el solo hecho de que cualquiera de los seis aspirantes priistas rompa la unidad y emigre del partido, significará un obstáculo importante para que el tricolor pueda cumplir con sus objetivos.

No hay mentira sobre ello, aunque tampoco se descubre el hilo negro.

Sólo que si en el priismo una cohesión real entre todos los actores y sectores políticos, es factor indispensable para que quien resulte candidato pueda obtener el triunfo, esa misma condición se da entre los partidos de oposición que hasta ahora están tratando de erigirse en coalición. Sólo que en ese campo, hoy, hay existen muchas más restas que sumas entre los factores de decisión de esas fuerzas opositoras.

¿Por qué? Porque aún cuando las dirigencias nacionales y estatales del PAN y PRD están determinadas a que pase lo que pase, se integre la coalición y peleen con todo por la gubernatura, las alcaldías y el Congreso del Estado, al interior de esas fuerzas políticas ha habido todo tipo de rebeliones que, lo que están dejando en claro, es que buena parte de los militantes y líderes de la oposición irán al proceso electoral enmarcados por la simulación, el desgano y las confrontaciones.

Hasta ahora, muchas han sido las voces que, alrededor de la alianza, y entre los mismos partidos que lo integran, han manifestado las contradicciones políticas e ideológicas que todo esto conlleva, y que han desautorizado cualquier posibilidad de que tanto la coalición como sus candidatos, tengan viabilidad en el momento de gobernar y de plantear sus respectivos proyectos de gobierno.

Al final, la mayoría de las voces que se han escuchado, han sido alineadas y/o doblegadas por la disciplina de sus partidos o jefes políticos. Pero eso, en realidad, no significa que los apoyos están garantizados y mucho menos que los sectores inconformes participarán de la alianza.

JUNTOS, ¿DE VERDAD?

Hasta ahora, por el lado de Acción Nacional, no sólo ha sido Manuel Espino Barrientos quien mostró su desacuerdo a las alianzas electorales con las fuerzas de izquierda. También lo hizo el propio ex presidente Vicente Fox, e incluso el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont.

En la trinchera perredista las voces de inconformidad han sido mucho mayores. Esto porque si desde el principio al dirigente nacional Jesús Ortega Martínez, se le calificó de “orgánico” y “vendido al calderonismo”, esta inusitada disposición a emprender las alianzas con el panismo en varias entidades federativas, no ha hecho más que acendrar las descalificaciones en su contra.

¿Qué ocurre en el caso de Oaxaca? Que más allá del ánimo gubernamental —y la cizaña y compra de líderes opositores que desde el oficialismo se ha venido operando para minar la coalición—, aquí mismo sí existen fuertes sectores del panismo que no terminan de convencerse de lo que están disponiendo tanto su dirigencia estatal, como la nacional, sobre la coalición opositora. Y mucho menos están conformes con el candidato —el senador Gabino Cué Monteagudo— que está prácticamente impuesto para encabezar la alianza.

Evidentemente, para manifestar esa inconformidad tienen razones de sobra. Son razones seguramente no iguales, pero sí legítimas, las que se anidan entre los sectores panistas de otras entidades del país —una parte del llamado “panismo yunquista” que encarnan el ex presidente Fox y el ex dirigente Espino Barrientos— para inconformarse con esas mismas decisiones que se toman desde la dirigencia nacional.

Si este asunto lo observamos desde el lopezobradorismo, es evidente que él y su amplia facción tampoco parecen muy conformes. Sólo que ellos, a diferencia de los panistas, sí parecen estar dispuestos a ir en uniones que tengan como único objetivo la toma del poder. Quizá en Oaxaca, donde el cuasi candidato Cué es un connotado seguidor del lopezobradorismo, esas corrientes del Gobierno Legítimo y las incondicionales del ex Candidato Presidencial del PRD sí colaboren con el trabajo político. Pero ello, seguro, no ocurrirá en otras entidades donde el candidato de la coalición es panista.

El fondo de este asunto, es que esas fracturas ponen en entredicho la posibilidad de ganar. No basta con que se hagan declaraciones de unidad. Y si PAN y PRD no cuidan todos los detalles para subsanar cuanto antes las fracturas, su alianza sólo será de membretes pero sin un potencial claro para dar la batalla electoral en los comicios de julio.

SUMAR Y RESTAR

Humberto Lópezlena declinó a participar en los comicios municipales. En el priismo y en la oposición, esto clarifica el camino para quienes sí están metidos de fondo en el tema. Entre los tricolores, el único que hasta ahora ha mostrado sustento claro para aspirar a la Alcaldía citadina, es Martín Mathus Alonso. En la oposición, no deja de insistirse en Raúl Bolaños Cacho.

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Alianza PAN-PRD en Estados desata ira priista

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+ Respuesta tricolor: inadecuada para democracia

Adrián Ortiz Romero Cuevas

La semana pasada fue de turbulencia extrema entre los partidos que pretenden erigirse en coalición para contender por las gubernaturas de al menos tres entidades federativas. Al inicio de esa semana, las dirigencias nacionales tanto del PAN como el PRD y PC, autorizaron a sus órganos estatales a entablar diálogo colectivo para conformar las uniones; luego, diversos líderes de la oposición descalificaron la posibilidad de alianzas entre la derecha y la izquierda. Y durante su plenaria, ocurrida hace cuatro días en Veracruz, el PRI también tomó resolutivos al respecto.

¿Qué postura asumió el tricolor ante las alianzas? La primera, fue tomar el asunto como una afrenta y no como un juego más de esos raros que tiene la democracia. La segunda postura asumida, sin embargo, fue más allá y reveló no sólo un ánimo contradictorio de esa fuerza democrática, sino sobre todo un revanchismo que, a nuestro juicio, parece erróneamente planteado y hasta riesgo para la construcción de la democracia.

¿Qué determinó el priismo? Que, como consecuencia de la autorización presidencial a las alianzas entre el PAN y las llamadas “fuerzas de izquierda” en entidades federativas como Durango, Hidalgo y Oaxaca, los diputados federales del PRI acordaron impulsar una reforma constitucional que reincorpore a las obligaciones del Presidente, la de presentar personalmente el informe anual de gobierno; y, asimismo, reforzar los procesos de revisión de las cuentas públicas de la gestión del presidente Vicente Fox, y la de Felipe Calderón.

¿Por qué, ante ello, considerar que estos resolutivos no contribuyen a la democracia? Porque ni la actuación del PRI, ni la de cualquier otro partido, puede continuar sujeta fundamentalmente a los procesos o las decisiones electorales. Ya en septiembre pasado, había trascendido —y algo había de cierto— en el sentido de que diversos sectores duros del priismo habían condicionado la aprobación del Presupuesto de Egresos de 2010, a la decisión del panismo de no emprender las alianzas, y que incluso eso es lo que finalmente habían transigido, para que algunos sectores del tricolor sí respaldaran la propuesta del paquete económico planteada por el Presidente.

El problema, entonces como ahora, es que con esas propuestas los legisladores pretenden cobrar facturas políticas a sus adversarios políticos, pero a través de las decisiones de Estado que rebasan incluso al gobierno y al partidismo. ¿Por qué? Porque finalmente, temas como el de la fiscalización de las cuentas públicas y la transparencia de los programas sociales ejecutados por el gobierno federal, deberían ser temas no sujetos a vaivenes o revanchas de orden partidista.

En un verdadero Estado democrático, esas revisiones deberían de ocurrir independientemente de que el partido o la facción política en el poder tomara decisiones respecto a los procesos electorales; y las responsabilidades halladas deberían fincarse y ejecutarse con independencia en base a las faltas cometidas, y no a los revanchismos que fundamentalmente están dotados de cargas políticas que los opacan.

Es poco decoroso, y hasta ofensivo —no para los partidos, sino para la democracia y la sociedad, que es la que pone el dinero para que todo el sector público gaste—, que ante decisiones de naturaleza partidista o electoral, las fuerzas dominantes en el Congreso de la Unión amaguen con emprender decisiones que son del interés del Estado.

El deber de revisar escrupulosamente las cuentas públicas no debería estar sujeto a las alianzas. ¿O apoco si el PAN actuara en docilidad al priismo, éstos pasarían por alto los desfalcos y el mal uso de los recursos económicos que los azules han hecho en los últimos 9 años que han tenido el gobierno federal en las manos? Por las recientes decisiones tomadas por el priismo, tal parece que sí.

¿REVIVIR EL INFORME?

Cuando apenas iniciaba el sexenio, a mediados de 2007, el senador Manlio Fabio Beltrones impulsó un paquete de reformas constitucionales con los cuales trató de emprender —como tantas otras veces ha ocurrido— el camino de la Reforma del Estado. En el Congreso, a través de una Ley, se creó la Comisión Ejecutiva de Negociación y Construcción de Acuerdos, y se inició un diálogo que, hasta ahora, ha fructificado en muy poco.

¿Por qué? Porque, a la luz de los hechos, el único acuerdo verdaderamente trascendental que, en concreto, se logró con esa Comisión y las reformas que se pretendían, fue la de la modificación del formato en que ocurrían los informes presidenciales. Los antecedentes, entonces, hablaban por sí mismos:

En su último año de gestión, el presidente Vicente Fox se vio impedido para emitir el mensaje sobre el Informe de Gobierno y estar presente en la sesión inaugural del proceso ordinario de sesiones 2006; y el año siguiente, al presidente Calderón le fue prácticamente negada la posibilidad de cumplir con el “ritual” protocolario del informe de labores.

Por eso, al final, todas las fuerzas políticas coincidieron en que era necesario modificar la obligación constitucional de que el Presidente acudiera a la Cámara de Diputados a presenciar el inicio de las sesiones y a entregar el Informe de Gobierno. Fue un consenso general, y fue el único acuerdo verdaderamente importante que, en esa paradigmática materia de la Reforma del Estado, consiguió la mencionada Comisión.

Hoy los legisladores priistas pretenden nuevamente modificar ese esquema protocolario de informar sobre el estado que guarda la Administración Pública federal, para seguramente volver al pasado. Es decir, para que ahora el Presidente (panista) tenga la obligación de ir a San Lázaro a ser vituperado, cuestionado y encarado; y quizá para que después, cuando el priismo regrese al poder presidencial, se reviva el obsoleto “día del Presidente” que, hasta hace poco más de una década significaba el 1 de septiembre.

BUSCAR ESQUEMAS

Es mentira aquello que dicen los priistas que el informe de gobierno, como actualmente existe, constituye un “vacío” para los poderes Ejecutivo y Legislativo federal. Pero, si ya determinaron “revivir” el informe, deberían buscar mecanismos efectivos para verdaderamente innovar, y no para sólo volver al pasado. No descubrirían nada: en diversos países existen mecanismos eficaces en los cuales los presidentes no sólo informan sino también debaten, rebaten, señalan, acusan y se defienden verbalmente frente a los legisladores. Esa sí sería innovación. Aunque hoy, sólo parece simple revanchismo y demagogia.

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Caso Técnica 6: ingobernabilidad educativa

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+ Guerra de grupos: lo que importa es daño a educación

 

Adrián Ortiz Romero Cuevas

Cuando ocurría el conflicto magisterial y popular en 2006, en el que los profesores salían a las calles a gritar consignas y exigir soluciones, y para ello tomaban como rehenes las instalaciones educativas, oficinas públicas, vialidades y comercios, se alzaban voces para exigir el cese de dichas acciones: se le cuestionaba a los inconformes, que si ellos hacían eso y lo justificaban con argumentos, cómo podrían después frenar a quienes, imitándolos, hicieran lo mismo pero en su contra. Hoy, mucho de esto último es lo que ocurre en la Secundaria Técnica Número 6. Veamos por qué.

Ya en este espacio dimos cuenta de una larga historia de manejo discrecional de los recursos humanos y económicos que de esa institución, ha hecho el ahora ex director, Miguel Ángel Carrasco Orozco; de cómo, durante 13 años, se valió de la protección y privilegios de la Sección 22 para hacer de esa institución su feudo; y de cómo al cobijarse en la temible UTE consideró que nunca nadie le exigiría cuentas sobre el destino que tienen los millonarios recursos que genera la secundaria pública más grande del Estado.

¿Por qué este caso en particular, es revelador y sintomático de la anarquía que prevalece en el manejo de la educación pública en Oaxaca? Porque, para mal del propio apostolado educativo, hoy la Técnica 6 es un ejemplo de la corrupción tolerada: una rara institución de gran prestigio que se vino abajo; una pulcritud docente que devino en un agrio conflicto interno; una “autoridad educativa” —el ex director Carrasco— que hoy manipula a todo el que se deja para preservar no su cargo, sino el millonario negocio que éste representa. Y la escandalosa indolencia —temor, o imposibilidad— del IEEPO, para darle solución a este problema que crece todos los días.

¿Qué es lo que ocurre en esa institución? Rápidamente, recapitulemos: dos fueron los temas que, hace casi un año, provocaron el inicio de una investigación interna en esa institución: la expedición irregular de certificados, a alumnos que no habían aprobado todas las materias legalmente exigidas.

Y, segundo, la inconformidad del entonces Director —y la profesora Mónica Chagoya Pineda, entre otros— por el acuerdo tomado entre todos los maestros, de modificar el proceso de admisión de nuevos alumnos, clarificarlo, y terminar con la venta de espacios que, hasta entonces, estaba a total disposición de Carrasco Orozco. A esto, pronto se sumó la exigencia de rendición de cuentas sobre los recursos que había generado la cooperativa escolar. Ese dinero estaba en manos de Carrasco, pero en una década no rindió cuentas sobre su inversión o destino.

Esto generó un conflicto entre quienes respaldaron a Carrasco y los que encabezaron la exigencia de una investigación. Luego de varios meses de indagatorias, en diciembre pasado el IEEPO dio a conocer, dentro de la misma institución, que 17 profesores —incluido Carrasco, y tres de quienes solicitaron la investigación— fueran removidos de sus funciones en la Técnica 6.

La autoridad aclaró que todos serían removidos, pero no afectados en sus derechos laborales o salariales. Los tres solicitantes removidos, aceptaron la determinación y fueron reubicados. Pero al reiniciar las labores, el pasado 11 de enero, Carrasco se valió de la manipulación de un sector del Comité de Padres de Familia, para respaldar su atrincheramiento en las instalaciones educativas, para evitar que los enviados del IEEPO y la Sección 22 dieran posesión al nuevo Director y los 16 profesores, ¡y para que los paterfamilias le dieran posesión de su cargo!

Toda una muestra de rebelión, manipulación y desafío a la autoridad que, al final, no terminará afectando a nadie más que a los propios alumnos.

 

LA RUTA DEL DINERO

Lo primero que habría que preguntarse, es por qué Carrasco se niega a dejar un cargo que legalmente ya no ostenta. La respuesta no está en su “dignidad” ni en la preservación de sus derechos y mucho menos en la estabilidad de la institución. Todo se explica siguiendo la ruta del dinero. ¿Por qué?

Porque Carrasco había hecho de la expedición de documentos oficiales, manipulación de calificaciones, concentración de los recursos económicos que genera la institución, y la modificación discrecional de listas de admisión, entre otros, un próspero negocio. Existen pruebas documentales de que, ahí en la Técnica 6 y por la venia de Carrasco, el sobrino de un beisbolista oaxaqueño de grandes ligas, compró su certificado total de educación secundaria. Algo similar ocurría con las admisiones: nadie más que el ex Director sabía cuántos alumnos de los que ingresaban, habían aprobado su examen, y cuántos habían comprado —a él— el espacio.

Del mismo modo, continúa siendo un misterio el monto de las utilidades generadas por la Cooperativa Escolar, así como el destino de los recursos que él cobraba por otorgar exclusividad de ventas a empresas refresqueras, y lo que recibía por concepto de renta de las casetas que, dentro y en los alrededores de la institución, venden alimentos y bebidas a los alumnos. A cada una, sin embargo, la Técnica 6 cobra no menos de 450 pesos diarios. Nadie sabe qué se hizo, durante una década, de todo ese dinero.

Todo eso es lo que, en realidad, se niega a perder el ex director Carrasco. Para eso ha manipulado a algunos padres de familia que lo secundan; pero por esa misma razón tanto el IEEPO como la Sección 22, le han dado la espalda.

 

DAÑO A ALUMNOS

Así, Carrasco dice defender sus derechos, pero está pisoteando del modo más aberrante, tanto la estabilidad de la institución, como los derechos de los alumnos. Sólo de diciembre a la fecha, unos 80 educandos abandonaron la escuela para irse a instituciones menos problemáticas. Sólo que como Carrasco ya no es el director, y ha impedido que Olegario Muñoz tome posesión como su reemplazo, éstos alumnos no han podido obtener sus documentos para ser inscritos. Como sólo asisten en calidad de oyentes, seguramente perderán el año. Y si la autoridad no resuelve pronto el asunto, esto se extenderá a los jóvenes que están a punto de egresar. ¿Cómo solicitarán su preinscripción en el bachillerato, si en la Técnica 6 no hay Director que legalmente les expida una constancia para iniciar sus trámites? Esto no lo ven quienes ignominiosamente respaldan a Carrasco, y la corrupción que lo envuelve. Mientras, la autoridad dejará que este lío y su “director legítimo” se pudran. Los alumnos serán quienes pagarán el costo.

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