PRI: El futuro, bien explicado en el pasado

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+ Sucesión: imposiciones siempre acaban mal

Para explicar de un modo más ilustrativo el escenario sucesorio actual de Oaxaca, habría que echar un vistazo al pasado. Sin duda, una referencia directa, que además constituyó una fuerte lección para el PRI, fueron los comicios presidenciales de 2006. Particularmente, hoy esos episodios tendrían que ser revisados con cuidado por quienes, desde el priismo oaxaqueño, apuntalaron la estrategia y los manotazos con los que el tabasqueño Roberto Madrazo Pintado se hizo de la candidatura presidencial de su partido, y hoy pretenden repetir la dosis.
¿Por qué traer esos episodios a la memoria? Porque, sin duda, la forma en cómo el grupo de Madrazo se hizo de la candidatura priista hace tres años, bien podría ser equiparable al modo en que hoy, en Oaxaca, un grupo de tricolores está tratando de imponer a uno de los suyos en la candidatura al Gobierno del Estado.
La historia de la unción presidencial priista de 2006, para quien no lo recuerde, tuvo, entre sus características principales, las de los manotazos, las estrategias duras, la división y los rompimientos. Fue así como un grupo logró imponerse sobre los demás, pero a costa de una serie de escisiones que derivaron en una feroz confrontación interna y, por ende, en la más dolorosa derrota del priismo en el país.
Veamos si no. En aquel momento, entre 2004 y 2006, había por lo menos tres aspirantes presidenciales importantes al seno del tricolor. El entonces senador, Enrique Jackson, el gobernador del estado de México, Arturo Montiel, y el presidente del CEN del PRI, Roberto Madrazo, encabezaban las posibilidades de convertirse en el abanderado priista. Para entonces, Madrazo había dejado ya en el camino, aparentemente avasallada, a la líder del SNTE, Elba Esther Gordillo Morales.
En 2005 ocurrieron dos hechos importantes. El senador Jackson declinó sus aspiraciones presidenciales a favor del gobernador Montiel. Éste y un grupo nutrido de gobernadores, legisladores y militantes priistas de relevancia (Tomás Yarrington, Enrique Martínez, Enrique Jackson, Manuel Ángel Núñez Soto, Eduardo Bours, Miguel Alemán y José Natividad González Parás, entre otros) denunciaron las inequidades habidas en el proceso interno para elegir al candidato presidencial.
Razones para realizar y explicar esas denuncias, había de sobra. Madrazo fungía al mismo tiempo como líder del PRI, y como aspirante presidencial. El proceso interno, evidentemente, sería conducido por el Partido; y éste se encontraba totalmente bajo la tutela y mando del tabasqueño. Sus disidentes formaron un grupo denominado “Tucom”, para contrarrestar el avasallamiento de que serían objeto. Y cerraron filas a favor del gobernador Montiel.
Empero, al abrirse el proceso interno (una elección abierta) para escoger al Abanderado presidencial, un escándalo mediático —sustentado en filtraciones sobre el dudoso origen de una abultada fortuna económica—, desdibujó al Mandatario mexiquense como precandidato presidencial. La sospecha sobre el origen madracista de la filtración nuevamente cimbró al priismo. Finalmente, en una batalla prácticamente en solitario (su único adversario fue Everardo Moreno), Madrazo Pintado se convirtió en Abanderado presidencial priista.
Hizo una campaña aparentemente holgada. Pero el retiro de los apoyos de todos los gobernadores del Tucom —con la posterior negociación de sus apoyos electorales al PAN y la candidatura de Felipe Calderón—, la feroz venganza y persecución que desató en su contra la Dirigente nacional del magisterio, y la fermentación de los enconos y frentes de guerra que abrió en el afán de obtener la candidatura presidencial, llevó a Madrazo y al tricolor, a sufrir la peor y más vergonzosa derrota de su historia en una elección presidencial.

RIESGOS DEL
AVASALLAMIENTO
Roberto Madrazo hizo una campaña presidencial basada en el avasallamiento. Al final, la mayoría de los gobernadores y factores de poder en el priismo, le negaron su apoyo por una razón elemental: no le darían la posibilidad de llegar a la Presidencia de la República, a un hombre que los coaccionó, que trató de pasarles por encima, y que provocó conflictos irreconciliables.
Esto porque lejos de ponderar cualquier beneficio político o económico por tener un presidente priista, darle ese poder a Roberto Madrazo habría significado empoderarlo, consolidar la validez de sus manotazos, y darle las pautas para la repetición del avasallamiento y prácticas duras que les aplicó en la lucha interna de 2005 y 2006. Por eso todo, prácticamente todo el priismo del norte del país le dio la espalda a Madrazo, y éste perdió los comicios estrepitosamente.
Ese, sin exagerar, podría ser uno de los escenarios del priismo en la sucesión gubernamental de Oaxaca para 2010. Nuevamente, como entonces, al inicio los grupos de poder manifestaron su disposición para emprender un proceso interno enmarcado por la democracia, por las reglas claras y por la equidad; pero en la práctica, es evidente que unos están tratando de avasallar y aplastar a los demás, y que eso está generando una tensión que llegaría al grado de las traiciones, las componendas y las rupturas.
¿Por qué? Porque parte de la naturaleza del poder, es la de la supervivencia y la negociación. Si dentro del tricolor no se establecen los márgenes necesarios de negociación, equidad y concertación, y más bien se fragua una imposición donde debería existir una elección, entonces es más probable que los damnificados busquen depositar su poder y sus posibilidades de triunfo, en fuerzas distintas a las iniciales. Es decir, entre sus antiguos adversarios con quienes, paradójicamente, sí encontrarían voluntad de negociación.
En 2006, las divisiones que generó la imposición de Madrazo fueron irremediables. El Tucom fue un adversario silencioso del madracismo. El gordillismo y el SNTE también. Y lo mismo todos a los que antes ya había atropellado. Eso se podría repetir ahora, si lejos de conciliar y competir, de nuevo se prefieren la descalificación, los manotazos y la imposición.

EL PASADO, HOY
Eso lo deberían saber todos los que impulsan, hoy, una precandidatura —la del diputado federal Eviel Pérez Magaña— que rompe con todas las reglas del proceso interno en el priismo de Oaxaca. Se equivocan los que piensan que pueden pasar por encima de todo y de todos, y que luego la “institucionalidad” de los priistas hará su trabajo mágico para que los avasallados se sumen. Al contrario: con eso generarán traidores y enemigos que sobrevivirán. Aún a costa de ellos.
almargen@tiempoenlinea.com.mx
http://almargen.wordpress.com

1 COMMENT

  1. Hermano, un gran análisis lleno de cosas y situaciones ciertas… ahora entiendo el porqué de lo que pasó. Recibe un abrazo y sigue así de crítico, el periodismo y la sociedad, en serio que lo necesitamos.

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