+ Oaxaca en 2010: ¿Por qué considerarla “foco rojo”?
Es bien sabido que una de las peores relaciones políticas habidas en la presente administración estatal, es la que existe entre el Gobierno del Estado y la representación militar en Oaxaca. Al iniciar este 2010, entre esos dos entes existe ya una larga cadena de acusaciones, filtraciones y señalamientos mutuos, sobre algunos temas delicados para la gobernabilidad del Estado y del país. En este sinuoso marco —que nunca ha tenido posibilidad de reconciliación— parece darse el cambio en la Comandancia General de la Octava Región Militar, oficializada el pasado jueves en la 28º zona militar, localizada en Santa Lucía del Camino.
¿Qué tiene de relevante ese cambio en el mando militar? Que, de acuerdo con fuentes cercanas al mando militar, el recién nombrado comandante, general de División, Luis Arturo Oliver Cen, tiene características totalmente distintas a las del sustituido, general de División, José de Jesús Humberto Rodríguez Martínez.
El primero es un mando castrense eminentemente operativo, mientras que el segundo tiene una reconocida ascendencia en la academia y disciplina militar. Es decir, que mientras el general Rodríguez Martínez brilló como forjador de oficiales del Ejército en la Escuela Superior de Guerra, el general Oliver Cen se desempeñaba, hasta hace unos días como subjefe operativo del Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Esto no debería tomarse como un asunto irrelevante. Existen varias razones para asegurarlo. La primera de ellas tiene que ver directamente con el llamado “foco rojo” que permanentemente es Oaxaca para las cuestiones de seguridad pública y seguridad nacional de las que se encarga el gobierno de la República.
2010 es un año de una relevancia particular no sólo por la ferocidad de la lucha contra el crimen organizado, sino también porque la combinación de los factores electorales y los grupos paramilitares podría poner nuevamente en grave riesgo la estabilidad del Estado. Todo esto, además, tiene como punto de coronación la tirante relación que prevalece entre la autoridad política estatal y la representación militar en Oaxaca. Pero es necesario que vayamos por partes.
Así, para tratar de entender este cambio en el mando militar, es necesario tener presentes algunos antecedentes: desde 2007, cuando ocurrió la presunta detención-desaparición de dos integrantes del Ejército Popular Revolucionario en Oaxaca, se acusó una posible relación de complicidad entre los cuerpos policiacos estatales y el Ejército.
Si se recuerda, mientras ocurrían las investigaciones, fuentes militares filtraron a la prensa del Distrito Federal, a principios de 2008, informes internos que señalaban a funcionarios del Gobierno de Oaxaca como responsables. Casi de inmediato, ocurrieron nuevas filtraciones presuntamente realizadas por los agraviados, en las que se confrontaba al entonces comandante de la Octava Región, general Juan Alfredo Oropeza Garnica por esos mismos hechos. Los señalamientos en su contra relacionados con los eperristas, tomaban como base que éste era un experto en guerrilla y lucha contrainsurgente, y los antecedentes que lo relacionaban con la masacre de El Charco, ocurrida en Guerrero en junio de 1998.
¿Qué ocurrió entonces? Que el mismísimo general Oropeza acudió, el 27 de abril de 2008 —tres días antes de pasar al retiro—, a las instalaciones de la Policía Ministerial del Estado, a aprehender al comandante de la entonces Policía Ministerial, Pedro Hernández Hernández, como presunto responsable de la detención-desaparición de los eperristas. Estas acusaciones mutuas, hostigamiento y demostraciones de fuerza, terminaron de enrarecer una relación que se quebró el día que el EPR denunció la desaparición de Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya.
MÁS RIESGOS
En ese marco, el 30 de abril de 2008, el general Oropeza Garnica pasó a situación de retiro. La Secretaría de la Defensa determinó enviar al general Rodríguez Martínez, visiblemente para destensar un frente que por diversas razones le era innecesario al Ejército. Éste mantuvo una actitud institucional en los casi dos años que encabezó a las fuerzas armadas en la entidad, pero sin mostrar disposición a reestablecer una relación con las autoridades políticas del Estado. Éstas, desde entonces, tampoco mostraron disposición alguna al respecto. La mejor prueba de ello, es que, desde entonces, el Gobernador del Estado no acude personalmente a acto alguno encabezado por las autoridades militares.
En este marco podría inscribirse el arribo del general divisionario Oliver Cen. Para nadie es un secreto que el presente año está lleno de contradicciones para la entidad, no sólo por las posibles determinaciones violentas que pudieran tomar los grupos armados que han tenido presencia en el Estado, sino también por las convulsiones foráneas que pudieran tener repercusión en Oaxaca, e incluso por la excepcional incertidumbre y tensión que generará el proceso electoral y el reacomodo de fuerzas en el Estado.
En este marco, el recién nombrado Comandante de la Octava Región Militar, es un mando eminentemente operativo, que hasta hace unas semanas era uno de los pilares de la lucha contra el crimen organizado y acciones de inteligencia militar, y que parece tener perfectamente claro el modo de actuación de las fuerzas armadas ante una posible convulsión mayor, como las que son característica de nuestra entidad.
Tal parece que si estos son momentos determinantes para Oaxaca y para el país, el Ejército está tomando sus previsiones. Si el nuestro no fuera un territorio alterado, o en riesgo de convulsionar, las fuerzas armadas no habrían determinado enviar aquí a uno de sus elementos operativos de mayor valía, para determinar cuál podría ser la postura activa o pasiva del Ejército, ante el cúmulo de asuntos que tiene su agenda de riesgos en relación con Oaxaca, con los grupos insurgentes, con las convulsiones sociales y con los riesgos de inestabilidad que trae aparejado el 2010.
DELEGADO, ¿PARA QUÉ?
De acuerdo con fuentes priistas de primer nivel, hoy será presentado Héctor Hugo Olivares como delegado especial del CEN del PRI en Oaxaca. Vendrá, dicen, a trabajar en conjunto con el senador Carlos Jiménez Macías en la preparación de la recta final del proceso interno para designar al Candidato a Gobernador. Ante esto, cabe la pregunta: ¿Para qué dos delegados? Esto deberían cuestionárselo quienes aseguran que la decisión sobre la candidatura ya está “planchada” a favor de uno de los aspirantes.
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