+ Disputa electoral real, la que ocurrirá en capital de Oaxaca
Está prácticamente definido el cuadro que competirá, en la capital de Oaxaca, tanto por las diputaciones locales como por la alcaldía. En apariencia, ninguno de los inminentes postulados para esas posiciones, parece encajar en la figura tradicional del personaje que asciende hasta una candidatura, a partir del solo trabajo partidista realizado en zonas populares. Habrá que ver, en el análisis de costos y beneficios, si tales decisiones benefician o perjudican a los partidos, y —lo que debería importarnos— a la composición de la próxima Legislatura del Congreso del Estado.
De acuerdo con altas fuentes de la dirigencia estatal del Partido Revolucionario Institucional, se encuentran plenamente confirmadas las próximas candidaturas de José Escobar y Martín Mathus Alonso a las diputaciones por los distritos locales I y XXII, que corresponden a la capital oaxaqueña y algunos municipios conurbados. Sus suplentes serán, respectivamente, el ex regidor priista José Luis Reyes Mota, y la concejal citadina, Elizabeth Acosta López.
En la contraparte, se encuentra prácticamente confirmada la candidatura a la diputación local por el distrito XXII, en la Coalición Por la Paz y el Progreso de Oaxaca, conformada por el PAN, PRD, PT y PC, del ex rector de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, Francisco Martínez Neri. De acuerdo con fuentes del propio mando central de la Coalición opositora, sólo faltaría por definir la candidatura del distrito I, que hoy se debate entre los panistas Leslie Jiménez Valencia y Pablo Arnaud Carreño, y el convergente Bernardo Vásquez, entre algunos otros.
El común denominador, en todo esto, parece ser distinto al de las previsiones iniciales. En el ámbito priista, se esperaba que las candidaturas a diputados locales se definieran a partir del trabajo territorial en sectores populares, que han realizado personajes como Javier Villacaña Jiménez, o los dirigentes partidistas o sectoriales, Francisco Ángel Villarreal o Patricia Villanueva Abrajam. Entre los opositores, los potenciales designados habrían de ser quienes ya contendieron en procesos electorales anteriores y obtuvieron los resultados más aceptables.
Sin embargo, las decisiones finales parecen estar rompiendo con los esquemas preestablecidos. Y, al contrario de lo que podría pensarse inicialmente, no todo parece estar tan mal. Independientemente de que sean del priismo o la oposición, ninguno de los potencialmente postulados parece adolecer de la preparación y la capacidad de debate y propuesta, que tanto se necesita en un Poder Legislativo Estatal, tradicionalmente pobre, dominado y vertical, como el de nuestra entidad.
Esto, si lo vemos ya no desde la lógica de los partidos, sino del ejercicio de la labor legislativa, no parece tan abominable como algunos lo quisieran ver. Es prácticamente nada lo que las fuerzas políticas se han preocupado por postular a personajes como otras características que no sean la del solo arraigo popular y el manejo clientelar de ciertas masas de población votante. Reiteradamente, ese había sido el factor de decisión para las postulaciones del priismo. Y eso mismo es lo que —independientemente de su carisma, rentabilidad y funcionalidad como candidato para la fuerza política que lo impulsaba— hacía llegar a pésimos legisladores al Congreso del Estado.
NADA NOS GUSTA
¿Qué se puede pensar de personajes como Martín Mathus o, sobre todo, José Escobar Gómez? De entrada, que en el trabajo territorial del priismo tienen poca ascendencia; que carecen de una penetración importante en las grandes zonas populares que son las que entregan más votos al priismo; que, incluso, podrían ni siquiera conocer con exactitud el territorio que próximamente recorrerán. Quizá esto sea cierto. Pero habrá que ver cuál fue la razón para que el Revolucionario Institucional los considerara como abanderados.
Algo similar podemos preguntar de los posibles postulados por las fuerzas de oposición. Los antecedentes del ex rector Martínez Neri se encuentran fundamentalmente en el mundo empresarial, como un profesional exitoso, y en lo académico nada menos que como un dirigente y líder en la institución de educación superior más grande de la entidad. Sólo con excepción de Pablo Arnaud —que fue munícipe de la capital oaxaqueña entre 1996 y 1998, y que por tanto conoce buena parte de un distrito en el que, además, ya ganó una diputación federal en el año 2000—, los otros posibles abanderados tienen exactamente las mismas carencias de los priistas.
Dentro y fuera del priismo, no deberíamos ver tan mal el asunto. Los dos abanderados tricolores tienen ascendencia en sectores que no parecen estar representados en la próxima bancada priista, e incluso en toda la LXI Legislatura local. Escobar, si no es dominado por la soberbia vana del cargo legislativo, representará el interés de un sector empresarial que no tiene delegados importantes; Martín Mathus, por su parte, goza de una impecable reputación en el ámbito académico, es el único posible candidato a diputado que posee un grado de doctor por la Universidad Nacional Autónoma de México. Y, si no cae en el mismo error de la soberbia, habría de ser un elemento fundamental para el debate de altura y la propuesta razonada, en el Poder Legislativo del Estado.
Así, ninguno de estos personajes que postula tanto el oficialismo como la oposición, tiene ascendencias tan evidentemente negativas, como las de otros candidatos. ¿Se habría preferido, sobre todo esto, la postulación de un personaje como César Augusto Rivera Beltrán, que es “popular” por el dinero y las dádivas que ha repartido en su distrito electoral? Ese caso, particularmente, resulta patético no sólo por el personaje o las formas en cómo se encajó, con la fuerza del dinero, en una candidatura, sino porque revela que la dirigencia priista sigue siendo clientelar hasta consigo misma.
A CAMINAR
Así, si los potenciales postulados no tienen pleno dominio de sus posibles territorios, es momento de que comiencen a trabajar en eso. Tendríamos que comenzar a quitarnos de la cabeza la idea predominante, que el candidato a diputado es siempre el populachero personaje que, a fuerza de cañonazos de dinero y clientelismo, llega a la representación legislativa para que, ya estando ahí, haga nada… o se convierta en uno más de los diputados que trabajan sólo levantando el dedo.
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