+ Reproducir errores y frivolidades, el riesgo
Una vez que asumieron su responsabilidad política y legislativa, los integrantes de la LXI Legislatura del Congreso del Estado deben dejar de lado idealismos, frivolidades y posturas políticamente correctas, para dar paso y contribuir a la construcción de una agenda democrática posible para Oaxaca.
Es evidente que a partir del pasado sábado, la nueva clase política comenzó a abandonar la situación de las altas promesas, para entrar formalmente en la etapa de los contrastes, las exigencias de cumplimiento de las expectativas, y los consiguientes riesgos de desencanto. La nueva Legislatura del Estado, no es ajena a este nuevo escenario en el que, políticamente hablando, se espera mucho, bien hecho, y en muy poco tiempo. Por eso, los nuevos diputados deben tener toda su atención fijada en qué harán y cómo lo conducirán, para verdaderamente constituirse como un factor de cambio.
Hasta hoy, ninguna de las agendas políticas presentadas por las distintas fuerzas políticas que componen la nueva Legislatura, parece haber atinado por completo a lo que la ciudadanía espera de sus diputados. Junto con las grandes transformaciones políticas, institucionales, democráticas y funcionales que posiblemente procuren para el poder público en Oaxaca, la ciudadanía espera respuestas concretas para temas igualmente concretos, que necesitan ser analizadas más allá del discurso de las simples promesas de campaña, o los revanchismos y ataques propios de los procesos electorales.
La ciudadanía oaxaqueña espera, por ejemplo, que el gobierno de Gabino Cué procure la claridad y honestidad que, a juicio de muchos, no se cuidó en los años recientes. La misión que, en ese sentido, tienen los diputados de la LXI Legislatura, no sólo tiene que ver con las promesas de “procurar” en temas como la transparencia, el acceso a la información, o la fiscalización “escrupulosa” de los recursos públicos, sino con acciones y decisiones concretas que permitan construir una mejor democracia.
Hasta hoy, en ese sentido, es prácticamente nada lo que se ha dicho al respecto. Hoy, las agendas legislativas de las diferentes fuerzas políticas representadas en el Congreso, o ni siquiera han sido presentadas, o aún habiéndolas, éstas no han pasado de ser meras declaraciones de trabajo y buenas intenciones que, sin embargo, hasta el momento no están determinadas en base a alguna programación, articulación o método para ser llevadas a la realidad. Si eso hoy se encuentra incompleto, qué decir sobre la idea real que pudieran tener sobre cuál será el impacto positivo real —comprobable— de esas acciones en cuanto a la democracia, el buen gobierno o la preservación de las garantías constitucionales de los gobernados.
Es cierto que el momento político está determinado por la euforia. No les falta razón a todos aquellos que sobreponen a cualquier argumento relativo a las insuficiencias desde ahora visibles de los nuevos diputados, la realidad innegable de que esta Legislatura vendrá A romper una inercia de varias décadas en cuanto a la sumisión que le profesaba el Congreso al Poder Ejecutivo.
Es cierto. Pero lo es, tanto como que esa sola circunstancia no necesariamente habrá de ser sinónimo o referente de eficiencia, de concertación y acuerdo, o de la realización del trabajo legislativo de vanguardia que tanto le urge a Oaxaca, y que en una u otra medida tendrán que cumplir los nuevos diputados.
AGENDAS INCOMPLETAS
Hace dos semanas, la fracción parlamentaria del Partido Revolucionario Institucional presentó una agenda de trabajo en la que pretendieron dar la idea d que serán una oposición responsable y proactiva. Delinearon una serie de puntos que parecen metas idealizadas para una entidad como la nuestra, pero que sin embargo también parecen tan complejas de alcanzar, como lo fueron todos los años que ellos mismos tuvieron al Gobierno del Estado en sus manos y tampoco pudieron arreglarlas.
Habría que comenzar a ver su agenda de trabajo desde una perspectiva más serena. Será un hito que el PRI impulse reformas relativas a la democracia, tales como la que contempla su agenda de trabajo sobre reglamentar la aplicación del plebiscito, el referéndum y la revocación de mandato. Pretende hacerlo, aún a sabiendas de que su receso en el poder estatal puede ser únicamente de seis años.
Será asimismo positivo y detonante de nuevas pautas para la gobernabilidad, el hecho de que los tricolores logren consensar y aprobar dos leyes que son prioritarias para gobernabilidad del estado. Esas normas, son la Ley Estatal del Transporte, y la de Sociedades de Ahorro y Crédito. Terminar con la total anarquía que existe en esos dos rubros, sería tanto como eliminar también las constantes perturbaciones a la paz y los derechos de terceros, así como los fraudes y quebrantos de que han sido objeto quienes luego exigen la atención del gobierno estatal cerrando calles y tomando oficinas.
Empero, el priismo también debería ir —en otros rubros, y al igual que sus adversarios de la oposición—, más allá de los lugares comunes. Temas como el de la transparencia, la fiscalización de recursos y la modernización administrativa —no el autoengaño que fue ese rubro en este sexenio, por falta de interés y voluntad política— deben ser construidos y perfeccionados conjuntamente. Decir que van a revisar la administración y la honestidad, es tanto como decir que harán mucho sin resolver nada. Es, reiteramos, un mero lugar común dotado de un simple “qué”, que no viene acompañado ni de un “cómo” y mucho menos de un “cuándo”.
Lamentablemente, las fuerzas de oposición no tienen una condición muy alejada de los tricolores. Por sí solo, Acción Nacional no ha establecido con precisión una agenda de trabajo propia, y el PRD, PT y algunos sectores del PC han dejado ver que entienden “transición” como sinónimo de “venganza”, y desean actuar en consecuencia.
SENSIBILIDAD
Los partidos opositores, le dan amplia relevancia a las reformas relativas al ámbito estrictamente electoral. Sin embargo, es evidente que las necesidades de Oaxaca van mucho más allá de ese solo aspecto. De ahí que sea necesario, y ahora urgente, que amplíen su visión, y vean que los problemas de Oaxaca tienen muchas más implicaciones que los estrictamente electorales, y que por eso deben tener una visión más amplia. Más alejada de los discursos políticamente correctos, y más cercana al conocimiento y la sensibilidad real sobre todo lo que hace falta.