Oaxaca en el escenario electoral nacional: ¿Por qué importa?

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+ Comicios 2012: lucha electoral en numerosas bandas

La victoria electoral del Partido Acción Nacional en Baja California no sólo fue vista como eso. Esencialmente, es asumida como una derrota más para el PRI, que se suma a los descalabros sufridos en Oaxaca, Puebla, Sinaloa y Guerrero, ocurridos todos en menos de siete meses. ¿Por qué hoy importan tanto las entidades federativas, y particularmente la nuestra, en el escenario electoral rumbo a los comicios presidenciales de 2012?

En realidad, más que como victorias o derrotas emocionales, tenemos que ver los altibajos del priismo en las entidades federativas como un indicador claro del termómetro electoral rumbo a la elección presidencial. Ganar o perder una gubernatura, significa no sólo ascendencia o influencia política, sino sobre todo un margen amplísimo de operación electoral traducida en número contante y sonante de votos.

Esa es la perspectiva a través de la cual parece que el escenario del PRI, rumbo a los comicios presidenciales de 2012, nuevamente se descompone. Aunque pareciera que la cúpula nacional del tricolor aprendió algunos errores del pasado (como los choques internos, la división y el acaparamiento), también es claro que con cinco derrotas electorales al hilo, su competitividad real hoy enfrenta severos cuestionamientos.

Este es un escenario peligrosamente inédito. En el primero de los casos, pareciera que el PRI en sus cúpulas nacionales, está poniendo en práctica las duras lecciones que les dejó su pasado inmediato. Contrario a como fueron sus definiciones internas rumbo a los comicios presidenciales de 2006, hoy no existe duda de quién será su abanderado presidencial (el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto).

Tampoco hubo diferendo alguno sobre quién debía ser el sucesor de la dirigente nacional Beatriz Paredes. Como pocas veces había ocurrido luego de abandonar el poder presidencial, prácticamente todas las figuras representativas del priismo nacional, se volcaron a favor de Humberto Moreira. Así, al no haber diferendo, se evitó una fractura mayor como las que en repetidas ocasiones sufrió el priismo por los actos de acaparamiento y exclusión que caracterizaron a Roberto Madrazo.

No obstante esos rasgos de “unidad”, la otra cara de la moneda indica que lejos de tener todo ganado, hoy los priistas enfrentan un riesgo real de volver a verse en aprietos en una elección presidencial, aún cuando al inicio de la contienda gozaban de una amplísima ventaja sobre sus competidores. De nuevo, volteemos al 2006 para corroborarlo.

En aquel año, Andrés Manuel López Obrador basaba su fortaleza como candidato presidencial, no sólo en su actuación como jefe de Gobierno del Distrito Federal, sino sobre todo en su amplia exposición mediática y en la imagen de mártir que le construyó el gobierno del presidente Vicente Fox. En ese escenario, el PAN estaba extraviado por completo.

¿Y qué pasaba con el PRI? Electoralmente, era el partido más fuerte, pues gobernaba casi 20 entidades federativas, entre las cuales se encontraban varias de las que más votos aportaban a la suma electoral nacional para quien pretendiera ser Presidente de la República.

Entidades como Oaxaca, Puebla, Veracruz, Estado de México, Nuevo León y las más importantes del centro y norte de la República, estaban bajo el control priista. Sólo que aún con eso, no les fue suficiente ni siquiera para finalmente dar batalla electoral tanto a López Obrador, como al candidato panista, Felipe Calderón.

Si ese, basado en datos duros, fue el mejor escenario electoral para el PRI en 2006, no existen muchos motivos para pensar que 2012 será el año del regreso del priismo. Porque aún con su candidato de unidad, y su presidente nacional en las mismas condiciones, tienen un escenario mucho más adverso. La configuración de los gobiernos estatales lo dice todo. Veamos.

VICTORIA EN ENTREDICHO

Es cierto que la simpatía de un candidato hace mucho. Pero también es cierto que la otra parte del trabajo electoral lo hacen las estructuras, la operación, el financiamiento y la efectividad del control territorial de la votación.

Sin duda, el gobernador Peña tiene ganado, por mucho, el primero de los factores por encima de cualquiera de sus potenciales oponentes. Sin embargo, habría que comenzar a revisar ese segundo factor que, hasta ahora, ha sido muy poco analizado, y que tiene como uno de sus ejes centrales a la operación electoral en estados como Oaxaca.

Centrémonos en nuestra entidad. Aquí, al priismo difícilmente le alcanzará la operación electoral para hacer que gane Peña como candidato presidencial. Tres factores lo determinan: primero, que el gobierno de Oaxaca, en manos del gobernador Gabino Cué, tendrá que decidir entre apoyar al candidato del PAN, o el del PRD, pero bajo ninguna circunstancia lo hará a favor de un priista.

Segundo: varios gobiernos estatales panistas o perredistas, según sea el caso, se centrarán en abonar estos “territorios fértiles” para la oposición como lo son Oaxaca, Puebla o Sinaloa, con el objetivo de borrar al priismo y llevar su caudal de votos hacia su causa partidista.

Un estado como Chiapas, controlado por completo por su gobernador Juan Sabines, tendrá la capacidad no sólo de hacer que ahí triunfe su candidato presidencial, sino también de enviar operadores para que lo haga en territorios como el nuestro, en donde posiblemente exista cierto interés afín sobre el candidato presidencial.

Y el tercero, que al PRI le faltarán recursos para hacer funcionar una maquinaria electoral que hoy se encuentra abandonada y sujeta a una feroz disputa por los grupos internos del tricolor en Oaxaca. En la reconfiguración interna de la cúpula estatal priista, estará la pauta para saber si alcanzan o no a ser competitivos en los comicios presidenciales. No parece fácil.

SUMA DE VOTOS

Si el PRI pierde de nuevo en 2012, sólo en los cinco estados donde ha perdido recientemente, Enrique Peña Nieto estará en problemas. Una posible suma de votos a favor del PAN o PRD, según sea el caso, de Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Distrito Federal, Guanajuato, etcétera, será una resta de varios millones de votos para el priista. ¿Aguantará su candidatura este embate que ya se ve en puerta? En sus territorios controlados debe sumar millones. Pero desde ahora se percibe un escenario electoral mucho más complejo para 2012, que el del “triunfo en la bolsa” que ya cantaban hace unos meses.

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