S-22: ¿Con quién negoció el Gobierno del Estado?

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En círculos cercanos a las instancias de negociación política del Gobierno del Estado, aseguran que, contrario a lo que se dice, tanto desde la Dirección del IEEPO, como desde la Oficina del Gobernador, se tuvo interlocución oportuna con la dirigencia de la Sección 22 del SNTE para evitar que la gira del presidente Felipe Calderón por la entidad tuviera contratiempos. En apariencia todo marchaba sin dificultades, hasta que algo pasó. ¿Qué fue?

En efecto, como bien lo han manifestado diversos actores políticos que en distintos momentos han tenido en las manos las tareas de gobierno, es parte de algo así como una “tradición”, y también un asunto de seguridad, que ante cada hecho o decisión importante que toma el gobierno estatal, uno de los primeros factores reales de poder en enterarse es justamente la Sección 22. Esta operación política, además, toma cauces de mucha mayor relevancia, cuando lo que se tiene en juego es una visita presidencial.

Aseguran que, en este sentido, lo que ocurrió no fue que el gobierno de Gabino Cué desatendiera la necesidad de “avisar” a la Sección 22 no sólo de la gira del presidente Calderón, sino de todos sus detalles.

Aseguran que derivado de aquella comunicación, se obtuvo el acuerdo por parte de la dirigencia estatal y el Gobierno del Estado, en el sentido de que aquellos sí realizarían una manifestación en los alrededores, y que incluso tratarían de mostrar sus inconformidades al mandatario, a cambio de que la administración estatal les permitiera realizar sus actividades, en la periferia de Palacio de Gobierno, donde se llevaría a cabo uno de los actos en el que estaría presente el Gobernador del Estado.

Esa parece ser una razón coherente y lógica, que justifica que a las afueras de Palacio de Gobierno no hubiera representantes de la Oficina de la Gubernatura, de la General de Gobierno, o del IEEPO, manteniéndose pendientes que las actividades pactadas con la Sección 22 sin contratiempos. Se supone que todos sabían perfectamente qué es lo que pasaría, y que por tanto no habría ninguna dificultad.

Del mismo modo, eso parece explicar que, en un momento dado, fuera el secretario de Seguridad Pública Estatal, Marco Tulio López Escamilla, quien tratara de salir al paso de los rijosos que trataban de romper el cerco policiaco que mantenían los elementos federales dispuestos por el Estado Mayor Presidencial.

Podría entenderse que, en ese mismo marco, los grupos que se habían salido de control y que atacaban a los elementos de la Policía Federal que resguardaban el zócalo citadino, ni eran parte de la Sección 22 del SNTE, y tampoco serían respaldados por ésta ante una posible respuesta violenta por parte de los efectivos policiacos.

Sin embargo, pareciera que el escenario que enfrentaron fue el peor: la violencia se desbordó, los protagonistas fueron maestros; los negociadores del gobierno estatal no tuvieron capacidad de actuar. La fuerza policiaca estatal fue ninguneada. Y al final, los supuestos negociadores de la Sección 22 con quienes habían hecho un pacto días antes, fueron quienes finalmente anunciaron que exigirían el cese de cuatro funcionarios, así como la suspensión de cualquier diálogo con el Gobernador del Estado.

Lo que pareciera a simple vista, es que hubo una traición por parte de la Sección 22 a los negociadores del Gobierno del Estado. No obstante, también habría que atender algunos factores internos del sindicato magisterial, sus propias pugnas, ver al interior quiénes representan a sus factores reales de poder y cómo se reparte éste; y cuáles fueron los errores reales del gobierno estatal a la hora de interceder frente al llamado “magisterio democrático”.

 

NEGOCIADOR EQUIVOCADO

Desde el principio, el director del IEEPO, Bernardo Vásquez Guzmán, decidió que negociaría únicamente con la Sección 22 del SNTE. Derivado de ello, desde sus primeros días de gestión al frente de ese Instituto, desconoció como interlocutora a la disidente Sección 59; y manifestó expresamente que a partir de ahora sólo los “democráticos” serían los escuchados y atendidos por el gobierno estatal.

Vásquez tomó la decisión de declarar lo anterior, no motivado por convicciones firmes respecto al liderazgo o la capacidad de entendimiento y acuerdo de la Sección 22; más bien, lo hizo como una muestra de buena voluntad, y como parte de su búsqueda de fortalezas ante la circunstancia indudablemente adversa en que se encontraba.

Vásquez sabía que sus propias debilidades, debían llevarlo a echarse en los brazos de sus contrapartes más poderosos, para así buscar la convalidación y legitimación que por sí mismo no tenía (por carecer de experiencia en el ramo educativo, por no tener capacidad de interlocución con la 22, por sus nexos con la profesora Elba Esther Gordillo, e incluso por no tener antecedentes respecto a sus habilidades como negociador político) y que le era urgente tener para acallar los señalamientos negativos en su contra, que le brotaban por todos lados.

Sólo que Vásquez cometió un error elemental: entendió que podía negociar directamente con Azael Santiago Chepi, y que éste tomaría acuerdos en nombre de toda la Sección. Ingenuamente, consideró que neutralizándolo a él, también conjuraría cualquier tipo de inconformidades. Este error, convalidado por todos los demás negociadores del gobierno estatal, les costó nada menos que el problema que se generó a raíz de la visita presidencial.

¿Por qué? Porque desde hace tiempo, dentro de la Sección 22 existen señalamientos serios en contra de Santiago Chepi por su entreguismo y posible corrupción. Porque, además, los verdaderos líderes de la 22 son las alrededor de 15 corrientes que controlan la Asamblea Estatal. Y porque es con ellos, y no con el disminuido Secretario General de los maestros oaxaqueños, con quienes debieron negociar y acordar desde el principio.

 

PREBENDAS, A LA BASURA

Vásquez le dio todo a Chepi a cambio de no generar conflicto. Sólo que esto no gustó a los 15 dirigentes reales del magisterio, quienes finalmente generaron la violencia para reventar sus acuerdos. Por eso, Chepi finalmente fue presionado para ser él quien anunciara los resolutivos. Y que lo entiendan bien: las renuncias de Irma Piñeyro, Bernardo Vásquez, Marco Tulio López y Benjamín Robles son irremediables. Al ser acuerdo de Asamblea, ya no están sujetas a negociación. Caro paga el Gobernador los errores y la ingenuidad de sus negociadores.


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