+ Guerra de radicalismos explica sus decisiones
El magisterio de la Sección 22 del SNTE tiene suficientes razones como para estar emprendiendo la ofensiva que ahora mismo prepara para Oaxaca. Tomando como bandera los agravios inferidos por el Gobierno del Estado en febrero pasado, es claro que los grupos más radicales que controlan al sindicato magisterial en Oaxaca, están tratando de generar las condiciones de justificación de sus acciones de lucha, tanto para reencauzar el movimiento, como para no permitir que de nueva cuenta el poder colonice a su dirigencia.
Este fin de semana, la Asamblea Estatal de la Sección 22 acordó un calendario de acciones nada halagüeño para Oaxaca. Sólo para hoy 21 de marzo, anunciaron que el sector de la sierra norte se concentrará Guelatao para boicotear la ceremonia oficial alusiva al natalicio de don Benito Juárez García.
También anunciaron que hoy lunes se iniciará una campaña de difusión para denunciar la desaparición del maestro Carlos René Román Salazar, y que mañana martes sería reforzado el campamento de denuncia instalado en el zócalo por este fin, junto con la movilización de mentores para tomar oficinas de procuración e impartición de justicia “para obligar al gobierno estatal a presentar con vida a Román Salazar ya que se acusa que su desaparición tiene tintes políticos.”
El día 23 del presente, habrá manifestaciones a nivel estatal y los maestros harán bloqueos carreteros en los 37 sectores también para demandar la presentación con vida del maestro desaparecido.
Los maestros reiteraron su exigencia de que renuncien de tres funcionarios de la administración del gobernador Gabino Cué: la secretaria General de Gobierno, Irma Piñeyro Arias, el director del IEEPO Bernardo Vásquez Guzmán y del Secretario de Seguridad Pública, Marco Tulio López Escamilla. “Los dos primeros por su relación con la lideresa nacional del magisterio Elba Esther Gordillo y el último por los acontecimientos del pasado 15 de febrero.” Y, por si fuera poco, para el 31 de marzo, los maestros anunciaron se unirán a la marcha nacional en la Ciudad de México y el 2 de abril realizarán una marcha en la capital oaxaqueña.
¿Qué denota ese calendario? Que más allá de la presión directa contra el gobierno de Gabino Cué, lo que a ellos les interesa librar es una feroz guerra interna por el control y el reencauzamiento de su dirigencia.
Es claro que los sectores que controlan la Asamblea Estatal no están contentos con su secretario General, Azael Santiago Chepi, pero que tampoco están dispuestos a ventilar sus diferencias en una arena pública, y mucho menos a asumirse abiertamente como responsables de los actos de molestia que infieran a la sociedad oaxaqueña.
Sólo a partir de eso pueden entenderse toda esta serie de movimientos tácticos. Para los maestros, tener de su lado las banderas de la represión y del hostigamiento gubernamental, son claves para fundamentar y justificar su lucha frente a la ciudadanía.
Y los últimos hechos indican que más que actos de molestia orquestados desde el poder, la desaparición del profesor antes citado, y la quema de un autobús propiedad de una normal de educadores junto con pintas amenazantes, son actos preparatorios para esa feroz guerra interna que se avecina.
RADICALES VS RADICALES
Ningún gobernante oaxaqueño, en su sano juicio, se atrevería hoy a picar gratuitamente un avispero tan lleno de riesgos como el de la Sección 22 del SNTE. La quema de un autobús, o desaparición del profesor Carlos René Román Salazar —un militante activo de la Sección 22, pero en una jerarquía de menor importancia—, por ejemplo, no reditúa ningún beneficio al poder gubernamental, pero sí podría ser una inmejorable bandera de lucha para un sector radicalizado que tiene como una de sus especialidades la de exigir la presentación con vida de luchadores sociales.
Lo anterior, en ningún sentido significa que la 22 sea la responsable de la desaparición del profesor. Sin embargo, coyunturalmente el hecho encaja a la perfección con las condiciones que ellos necesitan generar para justificar una andanada de manifestaciones, paros y movilizaciones en todo el estado.
Algo similar ocurre con la exigencia de renuncia de los tres funcionarios estatales antes citados. Está perfectamente establecido que el Gobierno del Estado habría acordado con el dirigente estatal Santiago Chepi que dicha petición sería meramente testimonial; pero que como, justificadamente, a los sectores radicales de la Sección 22 eso les pareció un acto de entreguismo al poder, a través de la Asamblea Estatal éstos decidieron no abandonar tal exigencia. Esto no sólo para lavar el agravio del 15 de febrero pasado, sino también para dejar en claro que las decisiones del magisterio tienen mucho más de fondo que el solo acuerdo con su dirigente visible.
Ante todo esto, queda claro que lo que buscan los dirigentes reales de la Sección 22, es no permitir que dicho gremio se pliegue por completo a las conveniencias del Gobierno del Estado, y mucho menos tener una dirigencia entregada a los intereses del poder.
En la lógica de los sectores que verdaderamente controlan al magisterio oaxaqueño, su lucha va más allá de una simple coyuntura político-electoral. Finalmente lo que ellos buscan preservar son sus propias parcelas de poder. Y saben que, en ese sentido, su gremio debe buscar intereses, antes que amistades con las personas que temporalmente gobiernan la entidad.
Así, parece quedar claro que el proyecto político, las aspiraciones o las conveniencias del gobernador Cué no son, ni serán nunca, compartidas por los radicales de la Sección 22. Éstos marcaron ya su agenda y, como lo establecen sus ideólogos clásicos, están ahora permitiendo que “la lucha” genere sus propias condiciones para llevarse a cabo.
CORREGIR EL RUMBO
En la 22 parecen también estar en un profundo proceso de cambios, relacionados justamente con la idea de que sus intereses y su rumbo no se modifiquen. Ante cada decisión de la Asamblea Estatal se confirma lo que aquí dijimos desde el año pasado, y que los aliancistas se negaban a creer: que ante el cambio de partido en el gobierno de Oaxaca podríamos ver muchas cosas nuevas, pero no a una Sección 22 replegada o al servicio del poder. Aseguramos desde entonces que lejos de ello, veríamos a un sindicato magisterial más activo que nunca. Ahí está, ya, ocurriendo lo que ya se veía desde aquella lejana lectura política de los hechos.