+ Es un partido sin autocrítica ni capacidad de sostener sus acuerdos
En el PRD en Oaxaca son tan cotidianas las traiciones y las descalificaciones, que por eso nadie se sorprende de que la decisión por la candidatura a la diputación federal por Tehuantepec haya tenido el ríspido desenlace de la tarde del miércoles. Félix Serrano Toledo y José Antonio Estefan Garfias se trabaron en una disputa innecesaria y estéril por la candidatura, a pesar de que el primero ha sido un amplio beneficiario de la alianza por la que hoy disfruta un cargo público, y que el segundo es simplemente un candidato que le interesa al grupo gobernante. En el fondo, todos quedaron exhibidos por su incapacidad de generar y entender los acuerdos propios de un partido que gobierna, y que no quiere reformarse.
En efecto, por lo menos desde hace dos meses en el PRD hay una disputa abierta por la candidatura a la diputación federal por Tehuantepec. Los dos aspirantes, Estefan y Serrano, se enfrascaron en un jaloneo que desde el inicio reveló la mala calidad de la operación política realizada por el grupo gobernante para dirimir internamente este lío, pero que también dejó ver el tamaño de la ambición de las tribus perredistas, y su impúdica práctica de romper acuerdos y alianzas simplemente por perseguir sus conveniencias.
En ese sentido, vale la pena revisar este diferendo al interior del PRD por Tehuantepec, no a la luz de la democracia sino de los intereses. Estefan es un personaje cercano a Gabino Cué, y era del particular interés de éste que aquel fuera candidato. Por eso primero se exploró la posibilidad de que fuera plurinominal, pero ante las circunstancias nacionales del perredismo, optaron por una candidatura de mayoría relativa. Vale la pena entender, en ese contexto, que el hecho de que un Gobernador quiera tener a sus candidatos dentro del partido con el que gobierna, no es nada nuevo ni rechazado en México. Es una práctica común, que no es democrática, pero que se inscribe dentro del pragmatismo propio de quien busca mantener el poder.
El problema, más bien, se ubicó en la poca capacidad de entender, desde el gobierno y desde las tribus del perredismo, que cuando al Gobernante le va bien, les va bien a todos, y que por eso todos tienen el deber de guardar los equilibrios para que —en términos coloquiales— no terminen siendo todos cómplices de matar a la gallina de los huevos de oro. No lo entendieron en el gobierno, y por eso quisieron hacer una operación política de terracería; y tampoco lo entendió la tribu de los Serrano Toledo, que al pretender conquistar la candidatura para forzar una negociación con los interesados (el gobierno) en que el candidato fuera Estefan, terminó apretando de más.
Y es que sólo quien no entienda eso, puede argumentar que el otorgamiento de la candidatura por Tehuantepec a Estefan Garfias, fue un despojo para Serrano Toledo. Sí pudiera ser, en la medida que finalmente el Comité Nacional perredista forzó una decisión que no favoreció a Serrano, que en apariencia era el favorito. Pero en realidad la razón que se impuso es que los Serrano ahora exigieron una democracia que ellos mismos no han practicado en el pasado frente a decisiones similares en los que ellos han sido indebidamente beneficiados, y que en su testarudez terminaron socavando los acuerdos recientes por los que ellos mismos alcanzaron posiciones a las que de otra manera no habrían llegado.
UNA TRIBU INCONFORME
Félix Serrano es presidente de la Junta de Coordinación Política con la venia y apoyo del grupo gobernante. La llamada tribu de los “chendos” tuvo simpatía con la facción del senador Benjamín Robles, hasta hace pocos meses cuando éstos decidieron ir por la dirigencia estatal del PRD.
En aquel entonces, los operadores del gobierno convencieron a los chendos para que traicionaran las simpatías que tenían hasta entonces, y convergieran a favor de Carol Antonio Altamirano, que ni de lejos parecía el favorito para ganar la dirigencia estatal. A cambio, hubo otra operación política para inclinar la balanza dentro de la fracción legislativa del PRD en el Congreso local a favor de Félix Serrano para deponer a Anselmo Ortiz García como coordinador de la fracción, y que éste pudiera acceder a la Jucopo.
Aquella maniobra, si la revisamos a detalle, no fue producto de consensos democráticos ni de operaciones políticas ajena a los acuerdos inconfesables. Más bien, fue consecuencia de los pactos que ellos generaron para ganar más espacios a cambio de la venta de su apoyo. Y lo llamativo, es que en este caso hablan de una traición orquestada por el grupo al que ellos apoyaron, gracias a otra traición.
Es decir, que fueron víctimas de sus mismas prácticas y vicios, gracias a los cuales tanto Félix como su hermano Rosendo son diputados, y en otros momentos lo han sido otros integrantes de su familia, sin que esas decisiones hubieran pasado por consensos democráticos o por el tamiz real del voto de la ciudadanía en cada uno de los casos.
Finalmente, si el disenso es real y de fondo, lo que le queda a Félix Serrano es acudir ante las instancias jurisdiccionales a defender su aspiración, aunque ello signifique una ruptura todavía más profunda con el grupo gobernante. Éste supo desde el inicio que Serrano manifestó su aspiración por la candidatura de Tehuantepec para forzar a una negociación política de la que él pudiera salir beneficiado, ya que siempre fue sabedor que era una determinación política del Gobernador, que el abanderado fuera José Antonio Estefan Garfias, y nadie más.
Si Serrano hace eso, entonces por sola congruencia tendría que demostrar su alejamiento del oficialismo, y generar una postura de verdad independiente dentro del Congreso, y en su actuación como diputado. No lo va a hacer porque, como lo apuntamos antes, no va a ser él quien mate a la gallina de los huevos de oro, al menos para su tribu. Más bien, lo que parece que terminó buscando es una posición de dignidad porque a éstas alturas quién sabe si haya logrado concretar la negociación a la que realmente aspiraba desde un inicio.
INCERTIDUMBRE
Lo más curioso es que Serrano y Estefan pelean por algo incierto. No hay certeza alguna de que el PRD pueda ganar la diputación federal por ese distrito, y esta división —innecesaria y terca— sí les terminará restando activos a todas las corrientes perredistas en aquella región. Traspasaron el punto sin retorno. Y ya después verán las consecuencias.